Lección 12: Para el 21 de junio de 2025

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Sábado 14 de junio

 

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Daniel 2:31-45; Daniel 3:1-12, 17, 18; Apocalipsis 13:11-17; Romanos 1:18-25; Hechos 12:1-17; Mateo 12:9-14.

 

 

PARA MEMORIZAR:
Porque no nos ha dado Dios espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio" (2 Tim. 1:7).    CB   

Esta semana estudiaremos otras dos historias bíblicas que prefiguran los acontecimientos de los últimos días con gran detalle.

En primer lugar, examinaremos el relato de Sadrac, Mesac y Abednego, que contiene alusiones evidentes al capítulo 13 de Apocalipsis.    CB    Veremos luego la historia de los apóstoles y la experiencia de los primeros cristianos para comprender lo que nos queda aún por delante hasta el regreso de Cristo.

Ambos ejemplos, el de los tres jóvenes hebreos y el de la iglesia apostólica, ponen de relieve un valor extraordinario y contienen claves para disfrutar de paz espiritual aun en las circunstancias más difíciles.

Jesús dijo una y otra vez cosas como "no temas" y "¿por qué están turbados y suben esos pensamientos a su corazón?" Es importante recordar que el centro de la profecía es Cristo y que debemos por ello ser capaces de escuchar ese mismo mensaje del Señor en las escenas proféticas de los momentos finales de la Tierra. Como dijo a sus discípulos: "No se turbe su corazón. Ustedes creen en Dios, crean también en mí" (Juan 14:1).

En otras palabras, aunque los eventos de los últimos días serán difíciles para quienes decidan permanecer fieles a Dios, debemos verlos con esperanza, no con temor.


Reavivados por su Palabra: Hoy, Exodo 9 (Incluye Audio y Comentario Bíblico)   

 

 


 

Comentarios Elena G.W

Los nombres de Daniel y sus compañeros fueron cambiados por otros que conmemoraban divinidades caldeas. Los padres hebreos solían dar a sus hijos nombres que tenían gran significado. Con frecuencia expresaban en ellos los rasgos de carácter que deseaban ver desarrollarse en sus hijos. El príncipe encargado de los jóvenes cautivos "puso a Daniel, Beltsasar; y a Ananías, Sadrach; y a Misael, Mesach; y a Azarías, Abednego"...

En el mismo comienzo de su carrera, su carácter fue probado de una manera decisiva. Se había provisto que comiesen del alimento y bebiesen del vino que provenían de la mesa real. Con esto el rey pensaba manifestarles su favor y la solicitud que sentía por su bienestar. Pero como una porción de estas cosas se ofrecía a los ídolos, el alimento proveniente de la mesa del rey estaba consagrado a la idolatría, y compartirlo sería considerado como tributo de homenaje a los dioses de Babilonia. La lealtad a Jehová prohibía a Daniel y a sus compañeros que rindiesen tal homenaje. Aun el hacer como que comieran del alimento o bebieran del vino habría sido negar su fe. Obrar así habría sido colocarse de parte del paganismo y deshonrar los principios de la ley de Dios.

Pero Daniel no vaciló. Apreciaba más la aprobación de Dios que el favor del mayor potentado de la tierra, aun más que la vida misma. Resolvió permanecer firme en su integridad, cualesquiera fuesen los resultados. "Propuso en su corazón de no contaminarse en la ración de la comida del rey, ni en el vino de su beber". Esta resolución fue apoyada por sus tres compañeros (Profetas y reyes, pp. 352-354).

¿Olvidará el Señor a su pueblo en esa hora de prueba? ¿Olvidó acaso al fiel Noé cuando sus juicios cayeron sobre el mundo antediluviano? ¿Olvidó acaso a Lot cuando cayó fuego del cielo para consumir las ciudades de la llanura? ¿Se olvidó de José cuando estaba rodeado de idólatras en Egipto? ¿o de Elías cuando el juramento de Jezabel le amenazaba con la suerte de los profetas de Baal? ¿Se olvidó de Jeremías en el oscuro y húmedo pozo en donde había sido echado? ¿Se olvidó acaso de los tres jóvenes en el horno ardiente o de Daniel en el foso de los leones?.

Aunque los enemigos los arrojen a la cárcel, las paredes de los calabozos no pueden interceptar la comunicación entre sus almas y Cristo. Aquel que conoce todas sus debilidades, que ve todas sus pruebas, está por encima de todos los poderes de la tierra; y acudirán ángeles a sus celdas solitarias, trayéndoles luz y paz del cielo. La prisión se volverá palacio, pues allí moran los que tienen mucha fe, y los lóbregos muros serán alumbrados con luz celestial como cuando Pablo y Silas oraron y alabaron a Dios a medianoche en el calabozo de Filipos (El conflicto de los siglos, pp. 610, 611).


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