Lección 13: Para el 28 de junio de 2025

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Sábado 21 de junio

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: 

 

 

PARA MEMORIZAR:
Y él respondió: 'Soy hebreo, y venero al Señor, Dios de los cielos, que hizo la tierra y el mar'" (Jon. 1:9).    CB   

Esta semana daremos nuestra última mirada a los relatos que nos ayudan a comprender los acontecimientos de los últimos días. Esta vez analizaremos la misión de Jonás a Nínive, la caída de Babilonia y el ascenso de Ciro, el rey persa que liberó al pueblo de Dios y le permitió regresar a la Tierra Prometida.

Al igual que los demás relatos que hemos examinado, estas crónicas históricas han sido muy significativas para todas las generaciones. Pero también tienen especial relevancia para las últimas, las que viven antes del regreso de Cristo. Es decir, podemos extraer de estos relatos históricos diversos elementos útiles para comprender mejor lo que llamamos "verdad presente".

Al mismo tiempo, necesitamos tener en cuenta algo importante acerca de estos relatos que parecen presagiar eventos de los últimos días; a saber, debemos centrarnos en los temas y las alusiones generales, y no tratar de analizar cada detalle hasta el punto de crear absurdos proféticos. Al igual que en las parábolas de Jesús, debemos buscar los puntos y las enseñanzas principales sin presionar cada detalle con la esperanza de encontrar alguna verdad oculta. En síntesis, debemos descubrir las líneas generales, los principios, y extraer de ellos los elementos relevantes para los últimos días.


Reavivados por su Palabra: Hoy, Exodo 16    CB   

 

 


Comentarios Elena G.W

Tanto en la escuela como en el hogar, mucha de la enseñanza era oral, pero los jóvenes aprendían también a leer los escritos hebreos, y se ofrecían a su estudio los pergaminos de las Escrituras del Antiguo Testamento. En esas escuelas, los principales temas de estudio eran la ley de Dios, con las instrucciones dadas a Moisés, la historia y la música sagradas, y la poesía. En los relatos de la historia sagrada, se rastreaban las pisadas de Jehová. Se hacían notar las grandes verdades presentadas por medio de símbolos en el servicio del Santuario, y la fe abarcaba el objeto central de todo el sistema: El Cordero de Dios, que había de quitar el pecado del mundo. Se fomentaba el espíritu de devoción y no solo se enseñaba a los alumnos que debían orar, sino la forma de hacerlo, de acercarse al Creador, de ejercitar la fe en él y de comprender y obedecer las enseñanzas de su Espíritu. El intelecto santificado sacaba del tesoro de Dios cosas nuevas y viejas, y el Espíritu de Dios se manifestaba en la profecía y el canto sagrado (La educación, p. 47).

Como nación, los israelitas no recibieron los beneficios que Dios deseaba darles. No apreciaron su propósito ni cooperaron en su realización. Pero aunque los individuos y pueblos se separen así de él, su propósito para con los que en él confían es inmutable; "todo lo que Dios hace será perpetuo". Eclesiastés 3:14.

Si bien es cierto que hay diferentes grados de desarrollo, y diferentes manifestaciones de su poder para suplir las necesidades humanas en los diferentes siglos, la obra de Dios, en todos los tiempos, es la misma. El Maestro es el mismo. El carácter de Dios y su plan son los mismos. "En el cual no hay mudanza, ni sombra de variación". Santiago 1:17.

La experiencia de Israel ha sido registrada para nuestra instrucción. "Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos". 1 Corintios 10:11. En lo que respecta a nosotros, lo mismo que al Israel de antaño, el éxito de la educación depende de la fidelidad con que se lleva a cabo el plan del Creador. La adhesión a los principios de la Palabra de Dios nos reportará una bendición tan grande como la hubiera reportado al pueblo hebreo (La educación, p. 50).

Dios desea revelar hoy, por medio de los jóvenes y niños, las mismas poderosas verdades que reveló mediante estos hombres. Las historias de José y Daniel son una ilustración de lo que el Señor hará por los que se entregan a él y se esfuerzan de todo corazón por llevar a cabo su propósito.

La mayor necesidad del mundo es la de hombres que no se vendan ni se compren; hombres que sean sinceros y honrados en lo más íntimo de sus almas; hombres que no teman dar al pecado el nombre que le corresponde; hombres cuya conciencia sea tan leal al deber como la brújula al polo; hombres que se mantengan de parte de la justicia aunque se desplomen los cielos.

Pero semejante carácter no es el resultado de la casualidad; no se debe a favores o dones especiales de la Providencia. Un carácter noble es el resultado de la autodisciplina, de la sujeción de la naturaleza baja a la superior, de la entrega del yo al servicio de amor a Dios y al hombre (La educación, p. 57).


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