Lección 5: Para el 29 de enero de 2022
JESÚS, EL DADOR DEL DESCANSO

Sábado 22 de enero

AudioComentario EGWPresentación de la LecciónMat. DamasMat. AdultosAudio Pr. Bullón

Lee para el estudio de esta semana

Génesis 15:13–21; Hebreos 3:12–19; 4:6–11; 4:1, 3, 5, 10; Deuteronomio 5:12–15; Hebreos 4:8–11.

Para memorizars

“Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios” (Heb. 4:9).

Hebreos 1 y 2 se centraron en la entronización de Jesús como Gobernante y Libertador del pueblo de Dios. Hebreos 3 y 4 presentan a Jesús como el que nos brindará descanso. Esta progresión tiene sentido una vez que recordamos que el pacto davídico prometía que Dios les daría “descanso” de sus enemigos al Rey prometido y a su pueblo (2 Sam. 7:10, 11). Este descanso está disponible para nosotros ahora que Jesús está sentado a la diestra de Dios.

Hebreos describe el descanso como un descanso que pertenece a Dios y como un descanso sabático (Heb. 4:1-11). Dios hizo que este descanso, que era suyo, estuviera disponible para Adán y Eva. El primer sábado fue la experiencia de la perfección con aquel que hizo posible esa perfección. Dios también promete un descanso sabático porque la verdadera observancia del sábado materializa la promesa de que Dios restituirá esa perfección.

Cuando guardamos el sábado, recordamos que Dios hizo una provisión perfecta para nosotros cuando creó el mundo y cuando lo redimió en la Cruz. Sin embargo, la verdadera observancia del sábado es más que un acto de conmemoración. Es un anticipo, en este mundo imperfecto, del futuro que Dios ha prometido.—

 


Comentarios Elena G.W
Sábado 22 de enero


Dios dio a los hombres el recordativo de su poder creador, a fin de que lo vieran en las obras de sus manos. El sábado nos invita a contemplar la gloria del Creador en sus obras creadas. Y a causa de que Jesús quería que lo hiciéramos, relacionó sus preciosas lecciones con la hermosura de las cosas naturales. En el santo día de descanso, más especialmente que en todos los demás días, debemos estudiar los mensajes que Dios nos ha escrito en la naturaleza. Debemos estudiar las parábolas del Salvador allí donde las pronunciara, en los prados y arboledas, bajo el cielo abierto, entre la hierba y las flores. Cuando nos acercamos íntimamente al corazón de la naturaleza, Cristo hace que su presencia sea real para nosotros, y habla a nuestros corazones de su paz y amor (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 14, 15).

El sábado fue santificado en ocasión de la creación. Tal cual fue ordenado para el hombre, tuvo su origen cuando “las estrellas todas del alba alababan, y se regocijaban todos los hijos de Dios”. La paz reinaba sobre el mundo entero, porque la tierra estaba en armonía con el cielo. “Vió Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera;” y reposó en el gozo de su obra terminada. Génesis 1:31.

Por haber reposado en sábado, “bendijo Dios el día séptimo y santificólo”, es decir, que lo puso aparte para un uso santo. Lo dio a Adán como día de descanso. Era un monumento recordativo de la obra de la creación, y así una señal del poder de Dios y de su amor. Las Escrituras dicen: “Hizo memorables sus maravillas”. “Las cosas invisibles de él, su eterna potencia y divinidad, se echan de ver desde la creación del mundo, siendo entendidas por las cosas que son hechas”. Génesis 2:3; Salmo 111:4; Romanos 1:20

A todos los que reciban el sábado como señal del poder creador y redentor de Cristo, les resultará una delicia. Viendo a Cristo en él, se deleitan en él. El sábado les indica las obras de la creación como evidencia de su gran poder redentor (El Deseado de todas las gentes, pp. 248, 255).

[En] el reino de Dios, [los redimidos discernirán] constantemente nuevas profundidades en el plan de salvación. Todos los santos redimidos verán y apreciarán como nunca antes el amor del Padre y del Hijo, y las lenguas inmortales entonarán cantos de alabanza. Él nos ama, y dio su vida por nosotros. Cantaremos a las riquezas del amor redentor con nuestros cuerpos glorificados, con nuestras facultades acrecentadas, con nuestros corazones puros y con nuestros labios incontaminados. En el cielo no habrá dolientes; no habrá escépticos que convencer de la realidad de las cosas eternas; no habrá prejuicios para desarraigar, sino que todo estará sometido a ese amor que sobrepuja todo entendimiento. Hay un reposo para el pueblo de Dios, gracias al Señor, donde Jesús conducirá a los redimidos a los verdes prados, junto a las aguas vivas que alegran la ciudad de Dios.

Entonces será respondida la oración de Jesús a su Padre: “Aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo”. Juan 17:24 (Maranata, pp. 328, 329).

Reavivados por su Palabra: Hoy, Génesis 9
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Domingo 23 de enero
LA TIERRA COMO UN LUGAR DE DESCANSO

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Lee Génesis 15:13 al 21. ¿Qué le prometió Dios a Abraham?

Cuando Dios libró a Israel de la esclavitud en Egipto, su propósito era llevar lo a la tierra de Canaán, donde podría descansar (Éxo. 33:14; Jos. 1:13). La tierra de Canaán era la herencia que Dios le había prometido a su padre Abraham porque había obedecido la voz de Dios y había dejado su país para ir a la Tierra Prometida (Gén. 11:31-12:4).

El propósito de Dios al darles la tierra a Israel no era simplemente que la poseyeran. Dios los estaba atrayendo a sí mismo (Éxo. 19:4). Dios quería que vivieran en una tierra donde pudieran disfrutar de una relación íntima con él sin ningún obstáculo, y donde también darían testimonio al mundo de quién era el Dios verdadero y lo que le ofrecía a su pueblo. Al igual que el sábado de la Creación, la tierra de Canaán era un marco que posibilitaba tener una relación íntima con su Redentor y disfrutar de su bondad.

En Deuteronomio 12:1 al 14, el Señor le dijo al pueblo que este entraría en el reposo, no meramente cuando entrara en la tierra, sino cuando hubiera depurado la tierra de la idolatría. Después de eso, Dios les mostraría, a los escogidos, un lugar donde él moraría entre ellos.

Lee Éxodo 20:8 al 11 Deuteronomio 5:12 al 15. ¿Qué dos cosas conmemora el descanso sabático y cómo se relacionan entre sí?

Dios vinculó el sábado de la Creación con la liberación de Egipto. Instruyó a Israel para que observara el sábado como un monumento conmemorativo de la Creación y de su redención de Egipto. La Creación y la Redención están consagradas en el mandamiento del sábado. Así como no nos creamos a nosotros mismos, tampoco podemos redimirnos. Es una obra que solo Dios puede hacer, y al descansar reconocemos nuestra dependencia de él, no solo para la existencia sino también para la salvación. La observancia del sábado es una expresión poderosa de la salvación únicamente por fe.

¿Cómo puede ayudarnos la observancia del sábado a comprender nuestra completa dependencia de Dios, no solo para la existencia, sino también para la salvación?

 


Comentarios Elena G.W
Domingo 23 de enero - LA TIERRA COMO UN LUGAR DE DESCANSO


El mensaje de Dios a Abraham era: “Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré”. Vers. 1. A fin de que Dios pudiese capacitarlo para su gran obra como depositario de los sagrados oráculos, Abraham debía separarse de los compañeros de su niñez. La influencia de sus parientes y amigos impediría la educación que el Señor intentaba dar a su siervo. Ahora que Abraham estaba, en forma especial, unido con el cielo, debía morar entre extraños. Su carácter debía ser peculiar, diferente del de todo el mundo. Ni siquiera podía explicar su manera de obrar para que la entendiesen sus amigos. Las cosas espirituales se disciernen espiritualmente, y sus motivos y acciones no eran comprendidos por sus parientes idólatras.

 

“Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir por heredad; y salió sin saber dónde iba”. Hebreos 11:8. La obediencia incondicional de Abraham es una de las más notables evidencias de fe de toda la Sagrada Escritura. Para él, la fe era “la sustancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven”. Vers. 1. Confiando en la divina promesa, sin la menor seguridad externa de su cumplimiento, abandonó su hogar, sus parientes, y su tierra nativa; y salió, sin saber adónde iba, fiel a la dirección divina (Historia de los patriarcas y profetas, p. 118).

Ninguna otra institución confiada a los judíos propendía tan plenamente como el sábado a distinguirlos de las naciones que los rodeaban. Dios se propuso que su observancia los designase como adoradores suyos. Había de ser una señal de su separación de la idolatría, y de su relación con el verdadero Dios. Pero a fin de santificar el sábado, los hombres mismos deben ser santos. Por la fe, deben llegar a ser partícipes de la justicia de Cristo. Cuando fue dado a Israel el mandato: “Acordarte has del día del reposo, para santificarlo”, el Señor también les dijo: “Habéis de serme varones santos”. Éxodo 20:8; 22:31. Únicamente en esa forma podía el sábado distinguir a los israelitas como adoradores de Dios.

Al apartarse los judíos de Dios, y dejar de apropiarse la justicia de Cristo por la fe, el sábado perdió su significado para ellos. Satanás estaba tratando de exaltarse a sí mismo, y de apartar a los hombres de Cristo, y obró para pervertir el sábado, porque es la señal del poder de Cristo (El Deseado de todas las gentes, p. 250).

Depended plenamente de Dios. Si obráis de otro modo, conviene que os detengáis. Deteneos donde estáis, y cambiad el orden de las cosas… Clamad a Dios con sinceridad, con hambre en el alma. Luchad con los instrumentos celestiales hasta que obtengáis la victoria. Poned todo vuestro ser en las manos del Señor, alma, cuerpo y espíritu, y resolved convertiros en su instrumento amante y consagrado, impulsado por su voluntad, dominado por su mente, saturado de su Espíritu… Entonces veréis claramente las cosas celestiales (Hijos e hijas de Dios, p. 107).

Reavivados por su Palabra: Hoy, Génesis 10
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Lunes 24 de enero
A CAUSA DE INCREDULIDAD

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Lee Hebreos 3:12 al 19. ¿Por qué Israel no pudo entrar en el descanso prometido?

La triste historia es que aquellos que fueron liberados de Egipto no pudieron entrar en el descanso que Dios les había prometido. Cuando Israel llegó a Cades-barnea, en la frontera de la Tierra Prometida, carecía de la fe necesaria. Números 13 y 14 explican que los espías israelitas “dieron un mal informe a los hijos de Israel de la tierra que habían reconocido” (Núm. 13:32, LBLA). Afirmaron que la tierra era buena, pero advirtieron que los habitantes eran fuertes y que las ciudades estaban fortificadas, y que no podrían conquistarla.

Josué y Caleb coincidieron en que la tierra era buena y no discutieron el hecho de que la gente allí era fuerte; y las ciudades, fortificadas. Pero dijeron que Dios estaba con ellos y que los llevaría a la tierra (Núm. 14:7-9). Sin embargo, el pueblo que vio a Dios destruir Egipto con plagas (Éxo. 7-12), aniquilar al ejército de Faraón en el Mar Rojo (Éxo. 14), proveer pan del cielo (Éxo. 16) y agua de la roca (Éxo. 17), además de manifestar su presencia continua y su dirección mediante la nube (Éxo. 40:36-38), ahora no confió en él. Es una trágica ironía que la generación que vio demostraciones tan poderosas del poder de Dios se convirtiera en un símbolo de la infidelidad (Neh. 9:15-17; Sal. 106:24-26; 1 Cor. 10:5-10).

Dios promete dones a sus hijos que están más allá del alcance humano. Por eso se basan en la gracia y son accesibles solo mediante la fe. Hebreos 4:2 explica que la promesa que Israel recibió “no les sirvió de nada porque no tuvieron la fe de los que escucharon a Dios” (Heb. 4:2, NTV).

Israel viajó a las fronteras de la Tierra Prometida como pueblo. Cuando el pueblo se enfrentó a informes contradictorios, se identificó con los que carecían de fe. La fe –o la falta de ella– es contagiosa. Por eso, Hebreos exhorta a sus lectores: “exhortaos los unos a los otros” (Heb. 3:13), “para estimularnos al amor y a las buenas obras” (Heb. 10:24), “no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios” (Heb. 12:15).

Hoy, seguimos viajando a la Tierra Prometida como pueblo, y tenemos una responsabilidad con quienes viajan con nosotros.

¿De qué manera puedes ayudar a edificar la fe de tus hermanos? ¿Cómo puedes cerciorarte de no decir ni hacer nada que pueda debilitar la fe de otra persona?

 

 


Comentarios Elena G.W
Lunes 24 de enero - A CAUSA DE INCREDULIDAD


Como cuarenta días después del nacimiento de Jesús, José y María le llevaron a Jerusalén, para presentarle al Señor y ofrecer sacrificio. Ello estaba de acuerdo con la ley judaica, y como substituto del hombre, Jesús debía conformarse a la ley en todo detalle. Ya había sido sometido al rito de la circuncisión, en señal de su obediencia a la ley…

[L]a ley estatuía que si los padres eran demasiado pobres para traer un cordero, podía aceptarse un par de tórtolas o de pichones de palomas, uno para holocausto y el otro como ofrenda por el pecado.

Las ofrendas presentadas al Señor debían ser sin mácula. Estas ofrendas representaban a Cristo, y por ello es evidente que Jesús mismo estaba exento de toda deformidad física. Era el “cordero sin mancha y sin contaminación”. Su organismo físico no era afeado por defecto alguno; su cuerpo era sano y fuerte. Y durante toda su vida vivió en conformidad con las leyes de la naturaleza. Tanto física como espiritualmente, era un ejemplo de lo que Dios quería que fuese toda la humanidad mediante la obediencia a sus leyes (El Deseado de todas las gentes, p. 34).

La intercesión de Cristo por el hombre en el Santuario celestial es tan esencial para el plan de la salvación como lo fue su muerte en la cruz. Con su muerte dio principio a aquella obra para cuya conclusión ascendió al cielo después de su resurrección. Por la fe debemos entrar velo adentro, “donde entró por nosotros como precursor Jesús”. Hebreos 6:20. Allí se refleja la luz de la cruz del Calvario; y allí podemos obtener una comprensión más clara de los misterios de la redención, La salvación del hombre se cumple a un precio infinito para el cielo; el sacrificio hecho corresponde a las más amplias exigencias de la ley de Dios quebrantada. Jesús abrió el camino que lleva al trono del Padre, y por su mediación pueden ser presentados ante Dios los deseos sinceros de todos los que a él se allegan con fe (El conflicto de los siglos, p. 479).

El Redentor del mundo, oculto en la columna de nube, estaba en comunión con Israel No digamos, pues, que ellos no tenían a Cristo. Cuando el pueblo tuvo sed en el desierto y se entregó a murmuraciones y quejas, Cristo fue para él lo que es para nosotros: un Salvador lleno de tierna compasión, el Mediador entre ellos y Dios. Después de que hayamos hecho nuestra parte en limpiar el templo del alma de la contaminación del pecado, la sangre de Cristo es eficaz para nosotros como lo fue para el antiguo Israel (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 6, p. 1061).

¿No podemos nosotros, que vivimos en el tiempo del fin, darnos cuenta de la importancia de las palabras del apóstol: “¡Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo!”. Hebreos 3:12.

Sobre nosotros brilla la luz acumulada de los siglos pasados. El registro del olvido de Israel ha sido preservado para nuestra instrucción. En este siglo Dios se ha propuesto reunir un pueblo para sí de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas. Dentro del movimiento adventista, él ha obrado en favor de su heredad, así como obró por los israelitas al sacarlos de Egipto. En el gran chasco de 1844 la fe de su pueblo fue probada así como la de los hebreos al llegar al Mar Rojo. Si en los días tempranos los adventistas hubieran mantenido su fe en la Mano guiadora que los había acompañado en su experiencia pasada, habrían visto la salvación del Señor. Si todos los que habían trabajado solidariamente en la obra de 1844 hubiesen aceptado y proclamado el mensaje del tercer ángel bajo el poder del Espíritu Santo, el Señor habría hecho grandes cosas mediante sus esfuerzos. Una gran luz hubiera alumbrado el mundo. Hace años que los habitantes del mundo habrían sido amonestados, la obra final terminada, y Cristo venido para rescatar a su pueblo (Testimonios para la iglesia, t. 8, pp. 126, 127).

La tierra hacia la cual viajamos es en todo sentido mucho más atrayente de lo que fue la tierra de Canaán para los hijos de Israel… ¿Qué detuvo su progreso precisamente a la vista de la buena tierra? Las dificultades ante ellos no eran tan grandes como las que habían encontrado previamente. El gran obstáculo estaba en ellos mismos. Fue su propia y determinada incredulidad lo que los hizo volverse. No estuvieron dispuestos a arriesgar nada por las promesas de Dios… La historia de los hijos de Israel está escrita como una amonestación para nosotros “a quienes han alcanzado los fines de los siglos”. 1 Corintios 10:11. Por así decirlo estamos en los mismos bordes de la Canaán celestial… Si tenemos fe en las promesas de Dios, mostraremos… que no vivimos para este mundo, sino que nuestra primera ocupación es prepararnos para esa tierra santa (A fin de conocerle, p. 170).

Tengamos por regla el no proferir una sola palabra de duda o desaliento. Podemos hacer mucho más para alumbrar el camino de los demás y sostener sus esfuerzos si hablamos palabras de esperanza y buen ánimo.

Hay muchas almas valientes que están en extremo acosadas por la tentación, casi a punto de desmayar en el conflicto que sostienen consigo mismas y con las potencias del mal. No las desalentéis en su dura lucha. Alegradlas con palabras de valor, ricas en esperanza, que las insten a avanzar. De este modo podéis reflejar la luz de Cristo. “Ninguno de nosotros vive para sí”. Romanos 14:7. Por vuestra influencia inconsciente pueden los demás ser alentados y fortalecidos (El camino a Cristo, pp. 119, 120).

Reavivados por su Palabra: Hoy, Génesis 11
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Martes 25 de enero
SI OYEREIS HOY SU VOZ
AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Lee Hebreos 4:6 al 11. ¿Cuál es la invitación de Dios para nosotros en este pasaje?

El hecho de que la generación del desierto no entrara en el reposo no impidió que Dios trabajara con su pueblo. Dios permaneció fiel, a pesar de la falta de fe de ellos (2 Tim. 2:13). Por lo tanto, Pablo repite varias veces que la promesa de Dios “permanece” (Heb. 4:1, 6, 9). Él utiliza los verbos griegos kataleipō y apoleipō, que implican que habían dejado de lado o habían ignorado la promesa. El hecho de que la invitación a entrar en el reposo se repitiera en la época de David (Heb. 4:6, 7, en referencia a Sal. 95) implicaba que la promesa no había sido reclamada y que todavía estaba disponible. De hecho, sugiere que el reposo ha estado disponible desde la época de la Creación (Heb. 4:3, 4).

Entretanto, Dios nos invita “hoy” a entrar en su reposo. “Hoy” es un concepto lleno de significado. Cuando Moisés renovó el pacto de Israel con Dios en la frontera de la Tierra Prometida, enfatizó la importancia de “hoy” (Deut. 5:3; comparar con Deut. 4:8; 6:6; 11:2; y otros). “Hoy” era un momento de reflexión en el que se invitaba al pueblo a reconocer que Dios había sido fiel con él (Deut. 11:2-7). “Hoy” era también el momento de decidir ser fieles al Señor (Deut. 5:1-3). Esta decisión no puede posponerse.

De la misma manera, “hoy” es un momento de decisión para nosotros, un momento de oportunidad, así como de peligro, como siempre lo ha sido para el pueblo de Dios.

En el libro de Hebreos, el concepto “hoy” denota la era del cumplimiento de las promesas de Dios. Dios inauguró esta era con el decreto “Yo te he engendrado hoy” (Heb. 1:5), que inviste a Jesús como Gobernante en cumplimiento de las promesas de Dios (2 Sam. 7:8-16). Por ende, la entronización de Jesús inauguró una nueva era de bendiciones y oportunidades para nosotros. Jesús ha derrotado a los enemigos (Heb. 2:14–16) y estableció un nuevo pacto (Heb. 8–10). Por lo tanto, podemos acercarnos “confiadamente” a la presencia de Dios (Heb. 4:14-16; 10:19-23) y regocijarnos ante él con sacrificios espirituales de acción de gracias y alabanza (Heb. 12:28; 13:10-16). Entonces, el llamado que se nos hace “hoy” nos invita a reconocer que Dios ha sido fiel con nosotros y nos ha dado todas las razones para aceptar su invitación de inmediato y sin demora.

¿Qué decisiones espirituales debes tomar “hoy”, es decir, que no admitan postergación? ¿Cuáles han sido tus experiencias pasadas en las que te demoraste en hacer lo que sabías que Dios quería que hicieras de inmediato?

 

Comentarios Elena G.W
Martes 25 de enero - SI OYEREIS HOY SU VOZ


Cuando el Señor liberó a su pueblo Israel de Egipto y le confió su ley, le enseñó que por la observancia del sábado debía distinguirse de los idólatras. Así se crearía una distinción entre los que reconocían la soberanía de Dios y los que se negaban a aceptarle como su Creador y Rey. “Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel”, dijo el Señor. “Guardarán, pues, el sábado los hijos de Israel: celebrándolo por sus generaciones por pacto perpetuo”. Éxodo 31:17, 16.

Así como el sábado fue la señal que distinguía a Israel cuando salió de Egipto para entrar en la Canaán terrenal, así también es la señal que ahora distingue al pueblo de Dios cuando sale del mundo para entrar en el reposo celestial. El sábado es una señal de la relación que existe entre Dios y su pueblo, una señal de que este honra la ley de su Creador. Hace distinción entre los súbditos leales y los transgresores (Testimonios para la iglesia, t. 6 p. 351).

Recibida en el corazón, la verdad de Dios puede hacernos sabios para salvación. Al creerla y obedecerla, recibiremos gracia suficiente para los deberes y las pruebas de hoy No necesitamos la gracia para mañana. Debemos comprender que hemos de tratar tan solo con el día de hoy. Venzamos hoy; neguémonos a nosotros mismos; velemos y oremos ahora. Obtengamos victorias en Dios hoy. Las circunstancias y el ambiente que nos rodean, los cambios que se realizan diariamente alrededor nuestro y la Palabra escrita de Dios que discierne y prueba todas las cosas bastan para enseñarnos nuestro deber y lo que debemos hacer día tras día (Testimonios para la iglesia, t. 3, p. 365).

¡Oh, si cada cual conociera por experiencia propia cuánto del descanso prometido por el cielo puede lograr el alma ahora mismo mediante la oración sincera! Si alguien no ha aprendido esta lección, es mejor que no trate de aprender ninguna de las otras lecciones de la vida hasta que aprenda esta en la escuela de Cristo…

¡Oh, qué tema para considerar es el hecho de que el hombre, depravado y perdido en su condición natural, puede ser renovado y salvado por la misericordiosa ayuda que Cristo le da por medio del evangelio! El amor de Jesús en el alma expulsará al enemigo que está tratando de tomar posesión del hombre. Cada prueba soportada con paciencia, cada bendición recibida con gratitud, cada tentación fielmente resistida, hará de usted un hombre fuerte en Jesucristo. Toda esta gracia puede ser obtenida mediante la oración de fe.

Aférrese del poder de lo alto. Aun Jesús, cuando se preparaba para hacer frente a una gran prueba, acudía a la soledad de las montañas y pasaba la noche orando a su Padre (This Day With God, p. 104; parcialmente en A Fin de conocerle, p. 102).

Reavivados por su Palabra: Hoy, Génesis 12
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Miércoles 26 de enero
ENTRAR EN SU REPOSO

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Lee Hebreos 3:11; y 4:1, 3, 5 y 10. ¿Cómo describe Dios el reposo al que nos invita a entrar?

Dios no nos invita simplemente a descansar. Nos invita a entrar en su reposo. A lo largo de la Biblia, “reposo” puede denotar simplemente la paz que hallarían en la Tierra Prometida, de Canaán (Deut. 3:20); el Templo, donde descansaba el Arca del Pacto (2 Crón. 6:41); o el mismo sábado, en el que Dios y los israelitas “descansan” de su trabajo (Éxo. 20:11). Pero en Hebreos, el Señor invita a entrar en su reposo.

Lee Hebreos 4:9 al 11 y 16. ¿Qué se nos llama a hacer?

El descanso sabático celebra el hecho de que Dios terminó, o concluyó, su obra de la Creación (Gén. 2:1-3; Éxo. 20:8-11) y de Redención (Deut. 5:12-15). Asimismo, la entronización de Jesús en el Templo celestial celebra que él terminó de ofrecer un sacrificio perfecto por nuestra salvación (Heb. 10:12-14).

Fíjate que Dios descansa solamente cuando ha conseguido nuestro bienestar. En la Creación, Dios descansó cuando terminó la creación del mundo. Más adelante, Dios descansó en el Templo únicamente después de completarse la conquista de la tierra que le había prometido a Abraham a través de las victorias de David, y los hijos de Israel “vivían seguros” (1 Rey. 4:21-25; comparar con Éxo. 15:18-21; Deut. 11:24; 2 Sam. 8:1-14). Dios mandó construir una casa para él solamente después de que Israel y el rey tuvieran casas para ellos.

El reposo definitivo que Dios nos promete es el nuevo mundo que él creará para nosotros después de que finalmente termine el Gran Conflicto. Hebreos alude a ese mundo como “la ciudad […] cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Heb. 11:10) y como una patria celestial (Heb. 11:14-16). Conlleva la restauración del dominio y la “gloria” y la “honra” que Dios originalmente había otorgado a los seres humanos en la Creación (Heb. 2:5-8; 12:28). Es su reposo. No es simplemente una Tierra perfecta donde tendremos paz, sino un reposo sabático en esa Tierra donde estará el Trono de Dios en un cielo nuevo y una Tierra nueva.

¿Cómo podemos entrar en su reposo incluso ahora? Es decir, ¿cómo podemos, por fe, descansar en la seguridad de la salvación que tenemos en Cristo y no en nosotros mismos?


Comentarios Elena G.W
Miércoles 26 de enero - ENTRAR EN SU REPOSO


La vida en Cristo es una vida de reposo. Tal vez no haya éxtasis de los sentimientos, pero debe haber una confianza continua y apacible. Tu esperanza no se cifra en ti mismo, sino en Cristo. Tu debilidad está unida a su fuerza, tu ignorancia a su sabiduría, tu fragilidad a su eterno poder…

No debemos hacer de nuestro yo el centro de nuestros pensamientos, ni alimentar ansiedad ni temor acerca de si seremos salvos o no. Todo esto desvía el alma de la Fuente de nuestra fortaleza. Encomendemos a Dios la custodia de nuestra alma, y confiemos en él. Hablemos del Señor Jesús y pensemos en él. Piérdase en él nuestra personalidad. Desterremos toda duda; disipemos nuestros temores. Digamos con el apóstol Pablo: “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”. Gálatas 2:20. Reposemos en Dios. Él puede guardar lo que le hemos confiado. Si nos ponemos en sus manos, nos hará más que vencedores por medio de Aquel que nos amó (Mensajes selectos, 6. 3, p. 407).

Gracias a Dios por los hermosísimos cuadros que nos ha dado. Reunamos las benditas promesas de su amor, para recordarlas siempre: el Hijo de Dios, que deja el trono de su Padre y reviste su divinidad con la humanidad para poder rescatar al hombre del poder de Satanás; su triunfo en nuestro favor, que abre el cielo a los hombres y revela a su vista la morada donde la Divinidad descubre su gloria; la raza caída, levantada de lo profundo de la ruina en que el pecado la había sumergido, puesta de nuevo en relación con el Dios infinito, vestida de la justicia de Cristo y exaltada hasta su trono después de sufrir la prueba divina por la fe en nuestro Redentor. Tales son las cosas que Dios quiere que contemplemos (El camino a Cristo, p. 118).

Largo tiempo hemos esperado el retorno del Salvador, pero ello no quita seguridad a su promesa. Pronto estaremos en la patria prometida. Allí Jesús nos conducirá junto al vivo caudal que fluye del trono de Dios y nos explicará las obscuras providencias por las cuales nos hizo pasar en esta tierra para perfeccionar nuestro carácter. Allí contemplaremos con límpida visión las bellezas del Edén restaurado. Arrojando a los pies del Redentor las coronas que puso sobre nuestras cabezas y tocando nuestras arpas de oro, llenaremos todo el cielo con las alabanzas del que está sentado en su trono (El hogar cristiano, p. 493).

Reavivados por su Palabra: Hoy, Génesis 13
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Jueves 27 de enero
UN ANTICIPO DE LA NUEVA CREACIÓN

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Compara Éxodo 20:8 al 11; Deuteronomio 5:12 al 15; y Hebreos 4:8 al 11. ¿Qué diferencias encuentras con respecto al significado del reposo sabático?

Como ya hemos visto, estos pasajes de Éxodo y Deuteronomio nos invitan a mirar al pasado. Nos exhortan a descansar en sábado para celebrar los logros de Dios en la Creación y en la Redención. Sin embargo, Hebreos 4:9 al 11 nos invita a mirar hacia el futuro. Nos dice que Dios ha preparado un descanso sabático que está en el futuro. Sugiere una nueva dimensión para la observancia del sábado. El reposo sabático no solo conmemora las victorias de Dios en el pasado, sino también celebra las promesas de Dios para el futuro.

La dimensión futura de la observancia del sábado siempre ha estado allí, pero a menudo se la ha pasado por alto. Después de la Caída, llegó a significar la promesa de que Dios algún día restauraría la Creación a su gloria original a través del Mesías. Dios nos ordenó celebrar sus actos de redención mediante la observancia del sábado porque el sábado apuntaba hacia la culminación de la Redención en una nueva Creación. La observancia del sábado es una anticipación del cielo en este mundo imperfecto.

Esta significación de la experiencia sabática aparece bien atestiguada en la tradición judía. Una obra compuesta entre los años 100 y 200 a.C. decía: “El séptimo día es una señal de la resurrección, el reposo de la era venidera” (J. H. Charlesworth, “Life of Adam and Eve”, The Old Testament Pseudepigrapha [Vida de Adán y Eva, Pseudoepigráficos del Antiguo Testamento], p. 18). Y en otra fuente judía leemos que la era venidera sería “el día en el que habrá total reposo sabático por la eternidad” (J. Neusner, The Mishnah, a New Translation [La Mishná, una nueva traducción], p. 873). Una fuente posterior atribuía a Rabí Aqiva el siguiente dicho: “Israel dijo ante el Santo, Bendito sea, ‘Señor del mundo, si guardamos los mandamientos, ¿qué recompensa tendremos?’ Él les dijo: ‘El mundo venidero’. Ellos le dijeron: ‘Muéstranos su semejanza’. Y él les mostró el sábado” (T. Friedman, “The Sabbath Anticipation of Redemption”, pp. 443, 444).

El sábado es para celebración, gozo y acción de gracias. Cuando guardamos el sábado, indicamos que creemos en las promesas de Dios, que aceptamos su regalo de gracia. El sábado es una fe viva y vibrante. En cuanto a las acciones, la observancia del sábado es probablemente la expresión más plena de nuestra convicción de que somos salvos por gracia mediante la fe en él.

¿Cómo puedes aprender a guardar el día de reposo de tal forma que verdaderamente se manifieste nuestra interpretación de lo que significa la salvación por la fe, sin las obras de la Ley? ¿En qué sentido el reposo sabático es una expresión de salvación por gracia?


Comentarios Elena G.W
ueves 27 de enero - UN ANTICIPO DE LA NUEVA CREACIÓN


Al principio, el Padre y el Hijo habían descansado el sábado después de su obra de creación. Cuando “fueron acabados los cielos y la tierra, y todo su ornamento”, (Génesis 2:1), el Creador y todos los seres celestiales se regocijaron en la contemplación de la gloriosa escena. “Las estrellas todas del alba alababan, y se regocijaban todos los hijos de Dios”. Job 38:7. Ahora Jesús descansaba [en la tumba] de la obra de la redención; y aunque había pesar entre aquellos que le amaban en la tierra, había gozo en el cielo. La promesa de lo futuro era gloriosa a los ojos de los seres celestiales. Una creación restaurada, una raza redimida, que por haber vencido el pecado, nunca más podría caer, era lo que Dios y los ángeles veían como resultado de la obra concluida por Cristo. Con esta escena está para siempre vinculado el día en que Cristo descansó. Porque su “obra es perfecta;” y “todo lo que Dios hace, eso será perpetuo”. Deuteronomio 32:4; Eclesiastés 3:14. Cuando se produzca “la restauración de todas las cosas, de la cual habló Dios por boca de sus santos profetas, que ha habido desde la antigüedad”, (Hechos 3:21) el sábado de la creación, el día en que Cristo descansó en la tumba de José, será todavía un día de reposo y regocijo. El cielo y la tierra se unirán en alabanza mientras que “de sábado en sábado”, Isaías 66:23) las naciones de los salvos adorarán con gozo a Dios y al Cordero (El Deseado de todas las gentes, p. 714).

Se me mostró que la ley de Dios permanecerá inalterable por siempre y regirá en la nueva tierra por toda la eternidad. Cuando en la creación se echaron los cimientos de la tierra, los hijos de Dios contemplaron admirados la obra del Creador, y la hueste celestial prorrumpió en exclamaciones de júbilo. Entonces se echaron también los cimientos del sábado. Después de los seis días de la creación, Dios reposó el séptimo, de toda la obra que había hecho, y lo bendijo y santificó, porque en dicho día había reposado de toda su obra. El sábado fue instituido en el Edén antes de la caída, y lo observaron Adán y Eva y toda la hueste celestial. Dios reposó en el séptimo día, lo bendijo y lo santificó. Vi que el sábado nunca será abolido, sino que los santos redimidos y toda la hueste angélica lo observarán eternamente en honra del gran Creador (Primeros escritos, p. 217).

Cuando el principio del amor es implantado en el corazón, cuando el hombre es renovado a la imagen del que lo creó, se cumple en él la promesa del nuevo pacto: “Pondré mis leyes en su corazón, y también en su mente las escribiré”. Hebreos 10:16.Y si la ley está escrita en el corazón, ¿no modelará la vida? La obediencia, es decir el servicio y la lealtad que se rinden por amor, es la verdadera prueba del discipulado… En vez de eximir al hombre de la obediencia, la fe, y solo ella, nos hace participantes de la gracia de Cristo, y nos capacita para obedecer (El camino a Cristo, pp. 60, 61).

Reavivados por su Palabra: Hoy, Génesis 14
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Viernes 28 de enero |

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Para Estudiar y Meditar

Es muy revelador que Pablo, en Hebreos, usara el reposo sabático, y no el dominical, como símbolo de la salvación por la gracia que Dios nos ofrece. El uso del reposo sabático en este sentido implica que aquellos creyentes apreciaban y observaban el sábado. Sin embargo, desde el siglo II d.C. en adelante, encontramos evidencias de un cambio decisivo en la iglesia. La observancia del sábado dejó de ser considerada un símbolo de salvación y, en cambio, se consideraba un símbolo de lealtad al judaísmo y al Antiguo Pacto; algo para evitar. Guardar el sábado se convirtió en el equivalente de “judaizar”. Por ejemplo, Ignacio de Antioquía (alrededor del año 110 d.C.) comentó: “Aquellos que vivieron según el antiguo orden han encontrado la nueva esperanza. Ya no observan el sábado, sino el día del Señor, el día en que nuestra vida resucitó con Cristo y por su muerte” (J. B. Doukhan, Israel and the Church: Two Voices for the Same God [Israel y la iglesia: Dos voces para el mismo Dios], p. 42). Asimismo, Marción ordenó a sus seguidores que ayunaran en sábado como señal de rechazo a los judíos y a su Dios, y Victorino no quiso dar la impresión de que “observaba el sábado de los judíos” (ver Israel and the Church, pp. 41–45). Fue la falta de entendimiento de la observancia del sábado como símbolo de la salvación por gracia lo que llevó a su desaparición en la iglesia cristiana.

“Una vida en Cristo es una vida de reposo. Puede no haber éxtasis de sentimientos, pero habrá una confianza permanente y apacible. Tu esperanza no está en ti; está en Cristo. Tu debilidad está unida a su fortaleza; tu ignorancia, a su sabiduría; tu fragilidad, a su poder eterno. De modo que no debes mirarte a ti mismo, ni dejar que la mente se espacie en el yo, sino mirar a Cristo. Que tu mente se espacie en su amor, en la belleza y la perfección de su carácter. Cristo en su abnegación, Cristo en su humillación, Cristo en su pureza y santidad, Cristo en su incomparable amor; esto es lo que debe contemplar el ser humano. Es amándolo, imitándolo y dependiendo enteramente de él como serás transformado a su semejanza” (CC 60).

 

 

 

PREGUNTAS PARA DIALOGAR

  • 1. ¿Cuál es la relación entre la observancia del sábado y la justificación por la fe?

    2. ¿Cuál es la diferencia entre la verdadera observancia del sábado y una observancia legalista del sábado? ¿Cómo podemos no solo conocer la diferencia, sino también experimentar esa diferencia en nuestra vida al guardar el sábado?

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Reavivados por su Palabra: Hoy, Génesis 15
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