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Lección 10: Para el 4 de junio de 2022 ![]() Sábado 28 de mayo |
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Audio | Comentario EGW | Diálogo Bíblico | Mat. Damas | Mat. Adultos | Audio Pr. Bullón |
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Lee para el estudio de esta semana Génesis 32:22–31; Oseas 12:3, 4; Jeremías 30:5–7; Génesis 33; 34:30–35:29. Para memorizar
“Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido” (Gén. 32:28).
La saga familiar de Jacob continúa, con sus cosas buenas y malas. Sin embargo, a pesar de todo, se revelan la mano de Dios y su fidelidad a las promesas del Pacto.
Esta semana veremos más de Jacob, ahora que dejó a Labán y, al regresar a casa, tuvo que enfrentarse a Esaú, la víctima de la traición de Jacob. ¿Qué le haría ahora su hermano, tan gravemente perjudicado?
Afortunadamente para Jacob, en medio del temor de lo que ocurriría, el Señor Dios de sus padres volvió a aparecerle en un incidente que fue un precursor de lo que posteriormente se conocería como el “tiempo de angustia de Jacob” (ver Jer. 30:5–7). Y esa noche Jacob, el suplantador, se convirtió en “Israel”, un nuevo nombre para un nuevo comienzo, comienzo que finalmente conduciría a la creación de una nación que llevaría su nombre en su honor.
En otras palabras, a pesar de todo lo que sucede, las Escrituras relatan la historia de los patriarcas y su familia para mostrarnos que Dios es fiel en cumplir lo que prometió y que lo hará a pesar de que, a veces, al parecer su pueblo haga todo lo posible para impedir ese cumplimiento.
Comentarios Elena G.W
Jacob había escogido la herencia de la fe. Había tratado de lograrla mediante la astucia, la traición y el engaño; pero Dios permitió que su pecado produjera su corrección. Sin embargo, a través de todas las experiencias amargas de sus años posteriores, Jacob no se desvió nunca de su propósito, ni renunció a su elección. Había comprendido que, al valerse de la habilidad y la astucia humanas para conseguir la bendición, había obrado contra Dios.
De aquella lucha nocturna al lado del Jaboc, Jacob salió hecho un hombre distinto. La confianza en sí mismo había desaparecido. Desde entonces en adelante ya no manifestó su astucia anterior. En vez del disimulo y el engaño, los principios de su vida fueron la sencillez y la veracidad. Había aprendido a confiar con sencillez en el brazo omnipotente; y en la prueba y la aflicción se sometió humildemente a la voluntad de Dios. Los elementos más bajos de su carácter habían sido consumidos en la hornaza, y el oro verdadero se purificó, hasta que la fe de Abrahán e Isaac apareció en Jacob con toda nitidez (Historia de los patriarcas y profetas, p. 208).
El carácter de Dios, tal como se revela en Cristo, invita nuestra fe y amor; pues tenemos un Padre cuya misericordia y compasión no fallan. En cada paso de nuestra jornada hacia el cielo estará con nosotros para guiarnos en cada perplejidad, para ayudarnos en cada tentación…
El que constantemente depende de Dios con fe sencilla y confianza acompañada de oración, estará rodeado por los ángeles del cielo. El que vive por fe en Cristo será fortalecido y elevado, podrá pelear la buena batalla de la fe y echar mano de la vida eterna (En los lugares celestiales, p. 18).
Es una maravilla para mí que Dios soporte por tanto tiempo la perversidad de los hijos de los hombres, que tolere su desobediencia y los deje vivir, mientras abusan de su misericordia, y levantan falso testimonio contra él mediante declaraciones por demás impías. Pero los caminos de Dios no son los nuestros, y no deberíamos maravillarnos por su amante paciencia, su tierna piedad y su infinita compasión, porque nos ha dado evidencias indubitables de que es tal como lo señala su carácter: Tardo para la ira, y que manifiesta misericordia para miles de los que lo aman y guardan sus mandamientos…
Las obligaciones que descansan sobre nosotros no son insignificantes. Nuestro sentido de dependencia nos debe acercar a Dios; nuestro concepto del deber que debemos llevar a cabo nos debe inducir a esforzarnos, combinando nuestros esfuerzos con ferviente oración, con obras, con fe y con oración constante. ¡Poder! ¡Poder! ¡Nuestro gran clamor consiste en solicitar poder sin medida! Nos espera. Solo tenemos que obtenerlo, confiar en la Palabra de Dios, obrar por fe, confiar firmemente en las promesas y luchar para obtener los dones de la gracia de Dios. La erudición no es esencial, el genio no es necesario, la elocuencia puede faltar, pero Dios escucha las oraciones del corazón humilde y contrito, y cuando él escucha no hay obstáculos que puedan impedir la marcha. El poder de Dios nos hará eficientes (Cada día con Dios, p. 185).