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Lección 4: Para el 23 de julio de 2022 Sábado 16 de julio |
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Audio | Comentario EGW | Diálogo Bíblico | Mat. Damas | Mat. Adultos | Audio Pr. Bullón |
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Lee para el estudio de esta semana Mateo 5:16; 1 Corintios 4:9; Efesios 3:10; Trabajo 23:1-10; Mateo 25:1-12; Daniel 12:1-10; Efesios 4:11-16 .
Para memorizar “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” ( 2 Cor. 3:18 ).
Amy Carmichael dirigió a un grupo de niños a un orfebre tradicional en la India. En medio de un fuego de carbón había una teja curva. En la teja habia una mezcla de sal, tamarindo y polvo de ladrillo. Incrustado en esta mezcla habia oro. A medida que el fuego devoraba la mezcla, el oro se volvía más puro. El orfebre sacaba el oro con unas tenazas y, si no era lo suficientemente puro, lo volvía a poner en el fuego. Pero, cada vez que reponía el oro, aumentaba el calor. El grupo le preguntó: “¿Cómo sabe que el oro está purificado?” Él respondió: “Cuando puedo ver mi rostro en él” (A. Carmichael, Learning of God, p. 50).
Dios está tratando de purificarnos, de refinarnos como al oro, de transformarnos a su imagen. Ese es un objetivo asombroso, y más asombroso aún es que solo cuando pasamos por los crisoles de la vida se desarrolla en nosotros un carácter semejante al de Cristo.
Un vistazo a la semana : ¿Qué papel tiene el sufrimiento en el proceso de purificación? ¿Cómo entendemos todo esto en el contexto del Gran Conflicto?
Comentarios Elena GW
“Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia…”. Este es el proceso de refinación y purificación que realiza el Señor de los ejércitos. Es una obra muy penosa para el alma, pero es el único proceso por el cual pueden eliminarse las escorias e impurezas contaminantes. Nuestras pruebas son todas necesarias para acercarnos a nuestro Padre celestial en obediencia a su voluntad, para que podamos llevar al Señor una ofrenda de justicia (Testimonios para la iglesia, t. 3, p. 593).
Los conflictos que se experimentan en la tierra, en la providencia de Dios, suficiente la preparación necesaria para desarrollar caracteres apropiados para las cortes del cielo. Debemos ser miembros de la familia real, hijos de Dios, y “todas las cosas les ayudan a bien” a los que a Dios aman y se someten a su voluntad.
Dios es una ayuda que siempre está presente en el momento de necesidad. Conoce perfectamente los pensamientos más secretos de nuestros corazones, y todas las intenciones y los propósitos de nuestras almas. Cuando estamos en perplejidad, aun antes de que le presentemos nuestras dificultades, él dispone las cosas para nuestra liberación. Nuestra tristeza no pasa inadvertida. Él siempre conoce mucho mejor que nosotros lo que es necesario para el bien de sus hijos, y nos conduce como nosotros elegiríamos ser guiados si pudiéramos discernir nuestros propios corazones y ver nuestras necesidades y peligros tal como Dios las ve. Pero los seres finitos pocas veces se conocen a sí mismos. No conoce sus propias flaquezas… Dios los conoce mejor de lo que ellos se conocen, y él sabe cómo guiarlos…
Si confiamos en él, y le encomendamos nuestros caminos, él dirigirá nuestros pasos por la senda que nos conduzca a la victoria sobre toda pasión pecaminosa, sobre todo rasgo de carácter que no es semejante al carácter de nuestro Modelo divino (Nuestra elevada vocación, pág. . 318).
Muchos están engañados acerca de la condición de su corazón. No comprendo que el corazón natural es engañoso más que todas las cosas y desesperadamente impío. Se envuelven con su propia justicia y están satisfechos con alcanzar su propia norma humana de carácter. Sin embargo, qué fatalmente fracasan cuando no alcanzan la norma divina y, por sí mismos, no pueden hacer frente a los requisitos de Dios.
Podemos medirnos a nosotros por nosotros mismos, podemos compararnos entre nosotros mismos; quizás digamos que nos portamos tan bien como este o aquél, pero la pregunta por la que se demandará una respuesta en el juicio es: ¿Llenamos los requisitos de las demandas del alto cielo? ¿Alcanzamos la norma divina? ¿Están en armonía nuestros corazones con el Dios del cielo? (Mensajes selectos, t. 1, pp. 376, 377).
Reavivados por su Palabra: Hoy, Deuteronomio 31