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Lección 11: Para el 10 de septiembre de 2022 ![]()
Sábado 3 de septiembre |
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Audio | Comentario EGW | Diálogo Bíblico | Mat. Damas | Mat. Adultos | Audio Pr. Bullón |
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Lee para el estudio de esta semana Romanos 15:4, 5; 5:3-5; 1 Samuel 26; Salmo 37:1-11 .
Para memorizar “Mas el fruto del Espíritu es [...] paciencia” ( Gál. 5:22 ).
Los científicos hicieron un experimento con niños de cuatro años… y malvaviscos. Un científico le dijo a cada niño que podía comer un malvavisco. Ahora bien, si el niño esperaba hasta que el científico regresara de una diligencia, le daría dos. Algunos de los niños llevaron el malvavisco a la boca en cuanto el científico se fue; otros esperaron. Se registraron las diferencias.
A continuación, los científicos hicieron un seguimiento de estos niños hasta la adolescencia. Los que habían esperado resultaron tener una mejor adaptación, ser mejores estudiantes y más seguros de sí mismos que los que no esperaron. Al parecer, la paciencia indicaba algo mayor, algo importante en el carácter humano. Por fin, no es de extrañar que el Señor nos aconseje que la cultivemos.
Esta semana veremos lo que podría estar detrás de algunos de los crisoles más difíciles de todos: el crisol de la espera.
Un vistazo a la semana : ¿Por qué a veces tenemos que esperar tanto tiempo? ¿Qué lecciones podemos aprender sobre la paciencia mientras estamos en el crisol?
Comentarios Elena GW
Cristo presentó a los hombres algo que era completamente contrario a las representaciones del enemigo referentes al carácter de Dios, y procuró inculcar a los hombres el amor de su Padre, quien de tal manera amó al mundo, “que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que pierda que en él crea, no se, mas tenga vida eterna”. Juan 3:16 . Instó a los hombres a reconocer la necesidad de la oración, el arrepentimiento, la confesión y el abandono del pecado. Les enseñaron a ser honrados, tolerantes, misericordiosos y compasivos, recomendándoles amar no solo a quienes los amaban, sino a los que los odiaban y los robaron despectivamente. En todo esto estaba revelándoles el carácter del Padre, quien es longánime, misericordioso, lento para la ira y lleno de bondad y verdad (Consejos para los maestros, p. 30).
La vida de sus hijos ha de revelar amor, mansedumbre y tolerancia. La tolerancia nos permite soportar… muchas cosas, sin que tratemos de vengarnos por palabra o acción.
La “tolerancia” es la paciencia inofensiva. Si sois tolerantes, no transmitiréis a los demás vuestros pretendidos conocimientos de los errores y equivocaciones de vuestro hermano. Trataréis de salvarlo, porque fue comprado con la sangre de Cristo. “Redargúyele entre ti y él solo: si te oyere has ganado a tu hermano”. “Hermanos, si algún fuere tomado en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restaurad al tal con el espíritu de mansedumbre; considerándote a ti mismo, porque tú no seas también tentado”. Ser tolerante no significa ser sombrío o andar triste, amargado o endurecido, es precisamente todo lo contrario (Mi vida hoy, p. 54).
Vi que los que profesan la verdad han de mantener las normas en alto e inducir a otros a alcanzarlas. Vi que algunos tendrán que atravesar solos el camino de rectitud. Sus compañeros e hijos no transitarán con ellos el camino de la abnegación. La paciencia y la tolerancia deben caracterizar siempre la vida de esos peregrinos solitarios, siguiendo el ejemplo de su bendito Maestro. Tendrán que soportar muchas pruebas, pero tienen una esperanza que fortalece el alma, que los sostienen por encima de las pruebas de la tierra, que los elevan por encima del desprecio, la burla y el oprobio. Aquellos que poseen una esperanza como esta nunca deben permitirse un espíritu severo o desagradable. Esto solo dañará sus propias almas y alejará a sus amigos de la verdad. Trátelos con ternura. No les deis ocasión de reprochar la causa de Cristo; pero nunca comprometa la verdad para complacer a nadie. Sea decidido, sea firme, sea estable, no sea de una mente dudosa (Spiritual Gifts, vol. 2, p. 266).