Lección 1: Para el 4 de enero de 2025
DIOS AMA DE PURA GRACIA
Sábado 28 de diciembre
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Éxodo 33: 15–22; Oseas 14: 1–4;
Apocalipsis 4: 11; Juan 17: 24; Mateo 22: 1–14; Juan 10: 17, 18.
PARA MEMORIZAR:
«Yo los sanaré de su rebelión, los amaré de pura gracia, porque mi ira se apartó de ellos» (Ose. 14: 4).
Aunque Pedro negó a Jesús tres veces, tal como Jesús había predicho (Mat. 26: 34), esas negaciones no fueron el final de la historia. Después de la resurrección, Jesús le preguntó: «“Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que estos?”. Le respondió: “Sí, Señor; tú sabes que te quiero”. Él le dijo: “Apacienta mis corderos”. Volvió a decirle la segunda vez: “Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?”. Pedro le respondió: “Sí, Señor; tú sabes que te quiero”. Le dijo: “Pastorea mis ovejas”. Le dijo la tercera vez: “Simón, hijo de Jonás, ¿me quieres?”. Pedro se entristeció de que le dijera por tercera vez: “¿Me quieres?”, y le respondió: “Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas”». (Juan 21: 15-17). Así como Pedro había negado a Jesús tres veces, Jesús restauró a Pedro tres veces por medio de la pregunta crucial: «¿Me amas?» Por diferentes que sean nuestras circunstancias de las de Pedro, en muchos aspectos el principio es el mismo. Es decir, la pregunta que Jesús había hecho a Pedro es, en realidad, la pregunta definitiva que Dios nos hace a cada uno de nosotros en nuestro tiempo y lugar: «¿Me amas?». Todo depende de nuestra respuesta a esa pregunta.
Domingo 29 de diciembre
MÁS ALLÁ DE LAS EXPECTATIVAS RAZONABLES
Dios no solo nos pregunta: «¿Me amas?», sino que también ama a cada persona, y lo hace de pura gracia. De hecho, nos ama a ti y a mí, y a todas las personas, más de lo que podemos imaginar. Conocemos este amor por la forma en que ha actuado a lo largo de la historia de su pueblo. Lee Éxodo 33: 15 al 22. Considera el contexto de estos versículos y la narración en la que aparecen. ¿Qué revela este pasaje, especialmente el versículo 19, acerca de la voluntad y el amor de Dios? Todo parecía perdido. Poco después de que Dios liberara a su pueblo de la esclavitud en Egipto, Israel se rebeló contra él y adoró un becerro de oro. Cuando Moisés bajó del monte, vio lo que habían hecho y arrojó las tablas que contenían los Diez Mandamientos, las cuales se hicieron añicos. Aunque el pueblo había perdido todo derecho a los privilegios y las bendiciones del pacto que Dios les había concedido de pura gracia, el Señor decidió aun así continuar en la relación de pacto con ellos, a pesar de que eran indignos de las bendiciones de aquel acuerdo.
Las palabras de Éxodo 33: 19, «tengo misericordia del que quiero tener misericordia, y soy clemente con quien quiero ser clemente», a menudo se malinterpretan en el sentido de que Dios elige arbitrariamente ser compasivo y misericordioso con algunos, pero no con otros. Sin embargo, a la luz del contexto, Dios no está afirmando aquí que él arbitrariamente será misericordioso y compasivo con algunos y no con otros. No es así como Dios actúa, contrariamente a lo que dice la teología popular según la cual Dios predestina a algunos para que se
pierdan y enfrenten la condenación eterna. ¿Qué está proclamando Dios aquí? Esencialmente, que como Creador de todo, tiene el derecho y la autoridad de conceder gracia y compasión libremente incluso a las personas que menos lo merecen. Y lo está haciendo en esta situación, incluso después de la rebelión del becerro de oro, al conceder misericordia a su
pueblo, Israel, aunque no lo mereciera.
Este es uno de los muchos casos en los que Dios manifiesta su amor y lo hace más allá de cualquier expectativa razonable. Buenas noticias para todos nosotros, ¿verdad? ¿De qué maneras Dios sigue manifestando su amor por ti, incluso más allá de lo que podrías esperar?
Lunes 30 de diciembre
AMOR NO CORRESPONDIDO
Un ejemplo sorprendente del amor de Dios por la humanidad caída se encuentra en la historia de Oseas. Dios ordenó al profeta: «Ve, toma por mujer a una prostituta y ten hijos de prostitución con ella, porque la tierra se prostituye apartándose de Jehová» (Ose. 1: 2). Oseas y su esposa infiel iban a ser una lección viviente del amor de Dios por su pueblo, incluso a pesar de la infidelidad y la prostitución espiritual de Israel. Es decir, es una historia del amor de Dios por quienes no lo merecen. De hecho, el pueblo se rebeló contra Dios una y otra vez, a pesar de la fidelidad y el amor que él manifestó hacia ellos. En consecuencia, la Escritura describe repetidamente a Dios como el amoroso esposo no correspondido por una cónyuge infiel. Él había amado a su pueblo perfecta y fielmente, pero ellos lo habían despreciado y habían servido y adorado a otros dioses, entristeciéndolo profundamente y rompiendo la relación de manera aparentemente irremediable. Lee Oseas 14: 1 al 4. ¿Qué revelan estos versículos acerca del amor inquebrantable de Dios por su pueblo? Tras la repetida rebelión de su pueblo, Dios declara: «Yo los sanaré de su rebelión, los amaré de pura gracia». La expresión «de pura gracia» en la frase «los amaré de pura gracia» es traducción de la palabra hebrea nedabah, que describe lo que se ofrece voluntariamente. Es el mismo término utilizado para designar las ofrendas voluntarias en el sistema del Santuario.
A lo largo de Oseas, y en todas las narraciones de las Escrituras, Dios muestra un compromiso y una compasión asombrosos en favor de su pueblo. A pesar de que este se descarrió repetidamente tras otros amantes, rompiendo así la relación del pacto de manera aparentemente irremediable, Dios siguió otorgándole su amor. El pueblo no merecía el amor de Dios; lo había rechazado y había perdido todo derecho a él. Sin embargo, Dios continuó otorgándole su amor sin ningún tipo de coacción moral o de otro tipo. Aquí y en otros lugares, la Escritura muestra sistemáticamente que el amor de Dios es voluntario y ofrecido de pura gracia.
Muchos ven a Dios como un gobernante distante y un juez severo. ¿Cómo cambia tu percepción al imaginar a Dios como un esposo amoroso, despreciado y afligido por una cónyuge infiel? ¿Cómo cambia la forma en que ves tu propia relación con Dios?
Martes 31 de diciembre
AMOR GRATUITO
Dios no solo continuó otorgando su amor gratuitamente a Israel a pesar de las repetidas rebeliones, sino que también sigue amándonos a nosotros aunque somos pecadores. No merecemos el amor de Dios y nunca podríamos ganárnoslo. Dios no nos necesita. El Dios de la Biblia no necesita nada (Hech. 17: 25). El amor de Dios por ti, por mí y por todas las personas es enteramente fruto de su propia voluntad.
Compara Apocalipsis 4: 11 y Salmo 33: 6. ¿Qué nos enseñan estos versículos sobre la decisión libre y voluntaria de Dios de crear todo lo que existe? Dios creó libremente este mundo. En consecuencia, es digno de toda gloria, honor y poder. Él no necesitaba crear ningún mundo. Aun antes de la creación de este o de cualquier otro, ya disfrutaba de la relación de amor que existía entre los integrantes de la Deidad. Lee Juan 17: 24. ¿Qué nos dice este texto acerca del amor de Dios antes de que el mundo existiera? Dios no necesitaba criaturas que fueran objeto de su amor. Pero, de acuerdo con su carácter amoroso, decidió crear el mundo y entrar en una relación de amor con sus criaturas.
Dios no solo creó este mundo por iniciativa propia y como una expresión de su amor generoso, sino que también sigue amando a los seres humanos por iniciativa propia, incluso después de que estos cayeron en pecado en el Edén, e incluso después de que nosotros pecáramos personalmente. Tras la caída en el Edén, Adán y Eva no tenían derecho a seguir viviendo y disfrutando del amor de Dios. Pero Dios, que «sustenta todas las cosas con la palabra de su poder» (Heb. 1: 3), sostuvo su vida e hizo un camino para reconciliar a la humanidad consigo mismo en virtud de su gran amor, misericordia y gracia. Y esa reconciliación también nos incluye. ¿Qué nos dice acerca del amor y el carácter de Dios el hecho de que siga haciendo a este mundo objeto de su amor a pesar de su caída y maldad? ¿De qué manera esta verdad debería motivarnos a amarlo?
Miércoles 1° de enero
MUCHOS SON LLAMADOS, PERO POCOS ESCOGIDOS
Dios no solo ama a las personas por iniciativa propia, sino que también las invita a corresponder a su amor. El hecho de que Dios nos concede la capacidad de elegir libremente aceptar o rechazar su amor resulta evidente, entre otros lugares de la Biblia, en la parábola de Cristo del banquete de bodas. Lee Mateo 22: 1 al 14. ¿Qué significa esta parábola? En la parábola de Cristo acerca del banquete de bodas, un rey organiza la boda de su hijo y envía a sus siervos a «llamar a los invitados a la boda«, pero ellos «no quisieron asistir» (Mat. 22: 2, 3). El rey envió a sus siervos para invitarlos nuevamente, pero ellos hicieron caso omiso de su invitación y, peor aún, echaron mano de sus siervos y los mataron (Mat. 22: 4-6). Más tarde, después de tratar con quienes habían asesinado a algunos de sus mensajeros, el rey dijo a sus siervos: «La boda a la verdad está preparada, pero los que fueron invitados no eran dignos. Id, pues, a las salidas de los caminos y llamad a la boda a cuantos halléis» (Mat. 22: 8, 9). Después de otro episodio en el que un hombre sin traje de bodas es expulsado, lo que significa la necesidad de recibir un traje de bodas del rey para asistir al banquete nupcial, Jesús cierra la parábola con la enigmática pero muy significativa frase: «Muchos son llamados, pero pocos escogidos» (Mat. 22: 14).
¿Qué significa esto? Los «escogidos» son quienes aceptan la invitación del Señor a la boda. El término griego traducido como «llamar» e «invitar», a lo largo de la parábola, es kaleō, y lo que determina quién es finalmente «escogido» (eklektos, derivado de kaleō) es si ha aceptado la invitación. De hecho, Dios llama (es decir, invita) a todos al banquete de bodas. Sin embargo, cualquiera de nosotros puede rechazar el amor de Dios. La libertad es esencial para el amor. Dios nunca impondrá su amor a nadie. Es triste decirlo, pero podemos rechazar tener una relación de amor con Dios.
Los «escogidos» son quienes aceptan la invitación. Para aquellos que aman a Dios, él ha preparado cosas inimaginablemente maravillosas. Una vez más, todo se reduce a la cuestión del amor y de la libertad inherente al amor. ¿Qué hay en tu vida que revele que has aceptado la invitación a la boda y que estás apropiadamente vestido para participar de ella?
Jueves 2 de enero
CRUCIFICADO POR NOSOTROS
Dios invita a todos a una relación de amor con él, pero solo quienes aceptan la invitación disfrutan de los resultados eternos. Como se ve en la parábola del banquete de bodas, muchos de los invitados por el rey «no quisieron asistir» (Mat. 22: 3). En consecuencia, poco antes de su crucifixión, Cristo se lamentó: «¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, pero no quisiste!» (Mat. 23: 37). Cristo quería reunirlos, pero ellos no quisieron. El mismo verbo griego que significa «querer» (thelō) se utiliza tanto para referirse al deseo de Cristo de salvarlos como a la falta de disposición de ellos a ser salvados. El mismo término aparece en Mateo 22: 3.
Sin embargo, Cristo fue a la Cruz por estas personas y por nosotros. ¡Increíble amor! Aunque el pecado humano merece la muerte, Dios mismo (en Cristo) pagó el precio y ha encontrado la manera de reparar la relación rota entre el Cielo y la Tierra. Mientras tanto, continúa otorgándonos su amor, aunque no tiene ninguna obligación más allá de su propio y libre compromiso de hacerlo.
Lee Juan 10: 17 y 18. Compáralo con Gálatas 2: 20. ¿Cuál es el mensaje que nos transmiten estos textos? En la Cruz, la demostración máxima del amor de Dios, vemos que Cristo se entregó por nosotros por su propia voluntad e iniciativa. Nadie le quitó la vida, sino que él la ofreció voluntariamente siguiendo el Plan de Redención acordado en el Cielo antes de la fundación del mundo. «El plan de nuestra redención no fue una reflexión ulterior, formulada después de la caída de Adán. Fue una “revelación del misterio que por tiempos eternos fue guardado en silencio” (Rom. 16: 25). Fue una manifestación de los principios que desde las edades eternas habían sido el fundamento del trono de Dios. Desde el principio, Dios y Cristo sabían de la apostasía de Satanás y de la caída del hombre seducido por el apóstata. Dios no ordenó que el pecado existiese, sino que previó su existencia, e hizo provisión para hacer frente a la terrible emergencia. Tan grande fue su amor por el mundo que se comprometió a dar a su Hijo unigénito “para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3: 16)» (Elena G. de White, El Deseado de todas las gentes, pp. 13, 14).
Viernes 3 de enero
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee el capítulo titulado «El premio inmerecido», en las páginas 337 a 349 del libro Palabras de vida del gran Maestro, de Elena G. de White. «El mundo está envuelto por las tinieblas de la falsa concepción de Dios. Los mortales están perdiendo el conocimiento de su carácter, el cual ha sido malentendido y malinterpretado. En este tiempo, debe proclamarse un mensaje de Dios, un mensaje que ilumine con su influencia y salve con su poder. Su carácter ha de ser dado a conocer. Sobre las tinieblas del mundo ha de resplandecer la luz de su gloria, de su bondad, su misericordia y su verdad. »Esta es la obra bosquejada por el profeta Isaías en las palabras: “Levanta con fuerza la voz, oh Jerusalén, tú que anuncias buenas nuevas. Levántala; no temas. Di a las ciudades de Judá: ‘¡He aquí su Dios!’. He aquí que el Señor Dios vendrá con poder, y su brazo gobernará por él. He aquí que su retribución viene con él, y su obra delante de él” (Isa. 40: 9, 10, RVA15). »Aquellos que esperan la venida del Esposo han de decir al pueblo: “¡He aquí su Dios!”. Los últimos rayos de luz misericordiosa, el último mensaje de clemencia que debe darse al mundo, es una revelación de su carácter de amor. Los hijos de Dios tienen que manifestar su gloria. En su vida y carácter se revelará
lo que la gracia de Dios ha hecho por ellos.
»La luz del Sol de Justicia debe brillar en buenas obras, en palabras de verdad y hechos de santidad» (Elena G. de White, Palabras de vida del gran Maestro, p. 344).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Peor que pensar que Dios no existe sería creer que Dios nos odia. ¿Qué mundo tan diferente sería el nuestro si eso fuera cierto?
2. ¿Por qué crees que existe una comprensión tan errónea acerca del carácter de Dios en nuestro mundo actual? Reflexiona acerca de cómo podrías ayudar a las personas a percibir más claramente el carácter amoroso de Dios.
3. ¿Cuál es el mensaje que debemos proclamar hoy acerca el carácter de Dios? ¿Cómo explicarías este mensaje a alguien que aún no está familiarizado con la realidad del amor de Dios? ¿Qué evidencia puedes señalar que muestre la realidad de su amor y su maravilloso carácter?
4. Hablar del amor de Dios es una cosa, pero revelarlo y reflejarlo en nuestra vida es otra. ¿Qué «hechos de santidad» podrían revelar el amor de Dios a quienes nos rodean?