Lección 3 Edición Adultos: – Para agradar a Dios – Para el 18 de enero de 2025, (1er Trimestre)

Sábado, Enero 11

Para agradar a Dios

Lee para el estudio de esta semana

Lucas 15: 11-32Sofonías 3: 17Efesios 5: 25-28Isaías 43: 4Romanos 8: 15: 8Marcos 9: 17-29.

Para memorizar
«Jehová está en medio de ti; ¡él es poderoso y te salvará! Se gozará por ti con alegría, callará de amor, se regocijará por ti con cánticos» (Sof. 3: 17).

Imagina la siguiente situación: En el Día del Padre, un niño de cinco años se acerca a su progenitor con un regalo mal envuelto y se lo entrega emocionado. El padre le dice: «Hijo, no me importa tu regalo. Al fin y al cabo, no hay nada que puedas darme que me satisfaga. Cualquier cosa que me des la puedo conseguir yo mismo, la he comprado con mi dinero o está hecha con materiales que yo he pagado. Así que, guárdate tu regalo. No lo necesito ni lo quiero. Pero aun así te amo».

¿Qué te parece la reacción imaginaria de ese padre? Vienen a mi mente palabras como «sin corazón», «frío» e «insensible». ¿Es así como Dios nos responde? ¿Podemos agradar a Dios? Aunque sea difícil de imaginar, incluso nosotros, seres caídos, corrompidos por el pecado y propensos al mal, podemos agradar a Dios. En otras palabras, Dios no nos considera a nosotros ni los dones que le traemos con la actitud de ese padre. Al contrario, podemos agradar a Dios, pero solo por medio de Cristo.

 

Domingo, Enero 12

Más valioso de lo que puedes imaginar

Como vimos en una lección anterior, no hay nadie, incluso el peor pecador o malhechor, a quien Dios no ame. Puesto que Dios valora a las personas más de lo que podemos imaginar, le disgusta el pecado porque nos ama y sabe el daño que el pecado nos hace.

Lee Lucas 15: 11 al 32. ¿Qué revela la parábola del hijo pródigo acerca de la compasión y el amor de Dios? ¿Qué advertencia hace a quienes, como el otro hijo, permanecieron en casa?

En esta historia que cuenta Jesús, el hijo menor de un hombre pidió su herencia antes de tiempo, lo que implicó rechazar a su padre y su familia. El hijo pródigo dilapida su herencia y se ve reducido a la pobreza y al hambre, al punto de anhelar la comida con que alimenta a los cerdos puestos a su cuidado. Al darse cuenta de que los criados de su padre tienen comida en abundancia, decide volver a casa con la esperanza de convertirse en uno de ellos.

Lo que sigue es impactante. Algunos padres rechazarían a un hijo como ese. «Tomaste tu herencia y te fuiste lejos. Ya no hay aquí lugar para ti». Esa sería en verdad una actitud lógica. A los ojos de algunos padres, ese joven había ido demasiado lejos como para ser aceptado de nuevo en casa, especialmente como hijo.

Pero, en la parábola, el padre (que representa a Dios mismo) no reacciona así. Por el contrario, «cuando [el hijo pródigo] aún estaba lejos, lo vio su padre y fue movido a misericordia, y corrió y se echó sobre su cuello y lo besó» (Luc. 15: 20). Aunque en aquellos tiempos se consideraba poco digno que el dueño de la casa fuera en busca de alguien, el padre, en su gran compasión, salió a buscar a su hijo. Incluso organizó una fiesta de bienvenida para él, lo cual representa la gran compasión de Dios por cada persona descarriada y el gozo que siente cuando aun una sola persona vuelve al hogar. ¡Qué hermosa imagen de Dios!

Resulta interesante la reacción del otro hijo. ¿Por qué fue una reacción tan humana, basada, al menos en parte, en la justicia, y también tan comprensible? Sin embargo, ¿qué nos enseña esa parte de la historia acerca de cómo los conceptos humanos de justicia no captan la profundidad del evangelio o del amor de Dios por nosotros?

 

Lunes, Enero 13

El regocijo de Dios

Aunque nos cueste imaginarlo, Dios considera que cada persona tiene un valor incalculable, y por eso se regocija por la salvación de una sola alma.

Lee Sofonías 3: 17. ¿Cómo arroja luz este versículo sobre la parábola del hijo pródigo?

Sofonías 3: 17 muestra enfáticamente el deleite que Dios experimenta por la redención de su pueblo. En este versículo aparecen casi todas las palabras del idioma hebreo que expresan alegría y regocijo. Daría la impresión de que ninguno de esos términos fuera suficiente por sí solo para describir la magnitud del regocijo divino. Nota también dónde está Dios según este versículo: «en medio» de su pueblo. La reconciliación que surge de la relación de amor implica la presencia inmediata de Dios. Al igual que el padre que corrió al encuentro de su hijo, Dios está en medio de su pueblo.

En Isaías 62: 4 se utiliza una analogía matrimonial. Según ese texto, el pueblo de Dios sería llamado «Hefzi-bá», que significa «mi delicia»; y la tierra recibiría el nombre de «Beula», que significa «casada». ¿Por qué? Porque, como dice el texto, «el Señor se deleita en ti y te reclamará como su esposa» (NTV). El pináculo mismo de la alegría de Dios está reservado para el día de la restauración, cuando él recibirá a su pueblo y se regocijará a causa de nosotros, así como el padre se regocijó por el regreso de su hijo pródigo.

Lee Efesios 5: 25 al 28. ¿Qué dice esto acerca del tipo de amor que también nosotros estamos llamados a demostrar?

Este pasaje exhorta a los esposos a amar a sus esposas «como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella», y a amarlas «como a sus mismos cuerpos» (Efe. 5: 2528). Estos textos no solo ponen de relieve el tipo de amor desinteresado y abnegado que un marido debe prodigar a su esposa, sino que también muestran que Cristo mismo ama a su pueblo (la iglesia) como parte de sí mismo.

 

Martes, Enero 14

¿Complacer a Dios?

¿Cómo es posible que el Dios del universo se complazca en meros seres humanos, fugaces manchas de protoplasma en un minúsculo planeta en medio de lo que probablemente sea un universo infinito? ¿Cómo es posible que los seres humanos importen tanto al Ser supremo, que es todopoderoso y no necesita nada? Estas preguntas pueden dividirse en dos aspectos. En primer lugar, ¿cómo puede Dios mismo deleitarse? En segundo lugar, ¿cómo podemos los seres humanos deleitarlo, sobre todo en vista de nuestra pecaminosidad? El primer aspecto de estas preguntas es el tema de nuestro estudio de hoy; el segundo aspecto nos ocupará mañana.

Lee Isaías 43: 4Salmo 149: 4; y Proverbios 15: 8 y 9. ¿Qué nos dicen estos textos acerca del deleite de Dios a causa de nosotros individualmente y de su pueblo?

Como vimos parcialmente ayer, Dios puede complacerse en los seres humanos porque ama a las personas de una manera que tiene en cuenta los mejores intereses para ellas, así como lo haría cualquiera que amara y se preocupara por los demás.

Por el contrario, Dios se disgusta con su pueblo cuando este hace lo malo. De hecho, Proverbios 15: 8 y 9 enseña que, mientras que el «sacrificio» y el «camino» de los malvados son «abominable[s] para Jehová», la «oración de los rectos es su gozo» y «él ama al que sigue la justicia». Este pasaje no solo muestra que a Dios le disgusta el mal, sino también que se deleita en la bondad. Además, pone el deleite divino y el amor en una relación directa, mostrando la profunda conexión existente entre el amor de Dios y su deleite, que aparece en toda la Escritura.

Según Salmo 146: 8: «Jehová ama a los justos». Otro texto, 2 Corintios 9: 7, añade: «Dios ama al dador alegre». Observa, en primer lugar, lo que estos versículos no dicen. No dicen que Dios ama solo a los justos o que Dios ama solo al dador alegre. Dios ama a todos. Sin embargo, para que estos textos transmitan algo, deben significar que Dios ama a «los justos» y «al dador alegre» en algún sentido especial. Lo que hemos visto en Proverbios 15: 8 y 9 contiene la clave acerca de esto: Dios los ama en el sentido de estar complacido con ellos.

Piensa en cuán estrechamente ligados están el Cielo y la Tierra para que Dios, el Creador del universo, esté tan íntimamente comprometido, incluso emocionalmente, con nosotros. ¿Qué esperanza debería darte esta asombrosa idea, especialmente si estás atravesando por un mal momento?

 

Miércoles, Enero 15

Piedras vivas

¿Cómo es posible que nosotros, seres caídos y pecadores, podamos agradar a un Dios santo?

Lee Romanos 5: 8; y 8: 1. ¿Qué enseñan estos textos acerca de nuestra posición ante Dios?

Dios concede su gracia a las personas antes de cualquier respuesta humana. Antes de cualquier cosa que digamos o hagamos, Dios se acerca a nosotros y nos da la oportunidad de aceptar o rechazar su amor. Como dice Romanos 5: 8: «Dios muestra su amor para con nosotros en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros» (compara con Jer. 31: 3). Podemos reconciliarnos con Dios y ser agradables a sus ojos por la fe y en virtud de la obra de nuestro Redentor.

Lee 1 Pedro 2: 4 al 6 y compáralo con Hebreos 11: 6. ¿Qué nos dice esto acerca de cómo podemos agradar a Dios?

Sin la intervención de Dios, las personas caídas son incapaces de aportar nada valioso a Dios. Sin embargo, en su gracia y misericordia, él ha abierto un camino para ello a través de la obra de Cristo. Concretamente, «por medio de Jesucristo» podemos «ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios» (1 Ped. 2: 5). Aunque «sin fe es imposible agradar a Dios» (Heb. 11: 6), por la obra mediadora de Cristo, Dios hará a los creyentes «aptos en todo lo bueno para hacer su voluntad, haciendo él en nosotros lo que es agradable delante de él por medio de Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén» (Heb. 13: 21). Quienes responden a Dios por la fe son considerados justos ante él por la mediación de Cristo, cuya justicia es aceptable. Así, quienes responden a las amorosas propuestas de Dios son considerados dignos en virtud de la mediación de Cristo (Luc. 20: 35), quien los transforma a su semejanza (1 Cor. 15: 51-571 Juan 3: 2). La obra redentora de Dios no es solo algo hecho para nosotros, sino también en nosotros.

¿Por qué es tan alentadora la idea de que Cristo medie por ti en el Cielo?

 

Jueves, Enero 16

Un objetivo digno

Al amparo de la misericordia y la mediación de Dios, él se complace aun en la más pequeña respuesta positiva a su amor. Por medio de Aquel que es el único digno de amor y perfectamente justo, cada uno de nosotros puede ser considerado justo y contado entre los amados de Dios que vivirán con él en perfecto amor por la eternidad. Esta es la gran esperanza de la Redención, que implica la obra de Cristo por nosotros en el Cielo.

Pero, tal vez te preguntes, ¿esto puede incluirme a mí también? ¿Y si no soy lo suficientemente bueno? ¿Y si carezco de la fe suficiente?

Lee Marcos 9: 17 al 29. ¿Cómo responde Dios al hombre del relato? ¿Cuánta fe es suficiente?

Los discípulos no pudieron expulsar al demonio. Para este padre y su hijo, toda esperanza parecía perdida. Pero Jesús se acercó y le dijo al padre: «Si puedes creer, al que cree todo le es posible» (Mar. 9: 23). Y el padre clamó diciendo: «Yo creo. ¡Ayúdame a creer más!» (Mar. 9: 24, DHH).

Jesús no dijo al hombre: «Vuelve a mí cuando tengas más fe». En lugar de eso, su clamor: «¡Ayúdame a creer más!» fue suficiente.

Sin fe es imposible agradar a Dios (Heb. 11: 6). Sin embargo, Jesús acepta aun la fe más pequeña. Podemos agradar a Dios por la fe en virtud de la mediación de Cristo. Por medio de la fe y gracias a la obra de Cristo en nuestro favor, podemos responder de forma que agrademos a Dios, así como un padre humano se complace cuando su hijo le da un regalo, aunque este no tenga valor en sí mismo.

Por lo tanto, debemos seguir el consejo de Pablo de que nuestro objetivo sea «agradar» a Dios (2 Cor. 5: 910; compara con Col. 1: 101 Tes. 4: 1Heb. 11: 5). Además, debemos pedir a Dios que transforme nuestros intereses para que incluyan el bienestar de aquellos a quienes amamos y que expanda nuestro amor para que alcance a otros. «Amémonos unos a otros con amor fraternal; respetemos y mostremos deferencia hacia los demás. Si algo demanda diligencia, no seamos perezosos; sirvamos al Señor con espíritu ferviente. Gocémonos en la esperanza, soportemos el sufrimiento, seamos constantes en la oración. Ayudemos a los hermanos necesitados. Practiquemos la hospitalidad» (Rom. 12: 10-13, RVC).

Si Dios nos acepta a través de Cristo, ¿cuánto más deberíamos aceptar a los demás? ¿Qué luz arrojan sobre esta idea el mandamiento de amar a tu prójimo como a ti mismo (Lev. 19: 18Mat. 22: 39) y la Regla de Oro de tratar a los demás como quieres que te traten?

 

Viernes, Enero 17

Para estudiar y meditar

Lee el capítulo titulado «No se turbe vuestro corazón», páginas 633 a 650 de El Deseado de todas las gentes, de Elena G. de White.

«El Señor se chasquea cuando su pueblo se tiene en estima demasiado baja. Desea que su heredad escogida se estime según el valor que él le ha atribuido. Dios la quería; de lo contrario no hubiera mandado a su Hijo a una empresa tan costosa para redimirla. Tiene empleo para ella y le agrada cuando le dirige las más elevadas demandas a fin de glorificar su nombre. Puede esperar grandes cosas si tiene fe en sus promesas.

»Pero orar en nombre de Cristo significa mucho. Significa que hemos de aceptar su carácter, manifestar su espíritu y realizar sus obras. La promesa del Salvador se nos da bajo cierta condición. “Si me amáis —dice— guardad mis mandamientos”. Él salva a los hombres no en el pecado, sino del pecado; y los que le aman mostrarán su amor obedeciéndole.

»Toda verdadera obediencia proviene del corazón. La de Cristo procedía del corazón. Y si nosotros consentimos, se identificará de tal manera con nuestros pensamientos y fines, amoldará de tal manera nuestro corazón y mente en conformidad con su voluntad, que cuando le obedezcamos estaremos tan solo ejecutando nuestros propios impulsos. La voluntad, refinada y santificada, hallará su más alto deleite en servirle. Cuando conozcamos a Dios como es nuestro privilegio conocerle, nuestra vida será una vida de continua obediencia. Si apreciamos el carácter de Cristo y tenemos comunión con Dios, el pecado llegará a sernos odioso» (Elena G. de White, El Deseado de todas las gentes, p. 637).

Preguntas para dialogar:

¿Qué puede significar «recibir desinteresadamente»? ¿Cómo crees que será la relación de dar y recibir en el Cielo y en la Tierra Nueva?

Provenientes de una parte lejana del cosmos (quizá más allá del alcance del telescopio espacial James Webb), los mensajeros celestiales se refirieron al profeta Daniel como jamudot: en hebreo, «amado, deseable, precioso». Y lo hicieron tres veces. En Daniel 9: 23, Gabriel dice: «Porque tú eres muy amado» (ki jamudot attah). En Daniel 10: 11, un ser celestial (tal vez nuevamente Gabriel) lo llama, «varón muy amado» (ish jamudot), una frase repetida a Daniel más tarde (Dan. 10: 19). Piensa en lo que esto dice de Dios y de cuán cerca está de nosotros. ¿Qué esperanza puedes extraer para ti mismo de esta asombrosa verdad?

¿Cómo se relacionan los ejemplos de los héroes de la fe de los que se habla en Hebreos 11 con el contenido de la lección de esta semana? Específicamente, ¿qué revelan tales ejemplos acerca de cómo es posible «agradar a Dios» por la fe? ¿Qué puedes aprender y aplicar a tu vida diaria de esos ejemplos de fe y fidelidad?

Lección 2: Para el 11 de enero de 2025
AMOR PACTUAL



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AMOR PACTUAL

Sábado 4 de enero

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: 

 

 

PARA MEMORIZAR:
"Respondió jesús: 'El que me ama guardará mi palabra. Y mi Padre lo amará,
 y vendremos a él y habitaremos en él'" 

 

 

Se ha enseñado a muchos que la palabra griega agapé se refiere al amor exclusivamente divino, y que otros términos, también traducidos como amor -tal el caso de filia (del verbo fileó)-, designan sentimientos menos sublimes que agapé. Algunos afirman también que agapé se refiere a un amor unilateral, el de alguien que ama pero nunca recibe amor, un amor totalmente independiente de la respuesta humana.

Sin embargo, un estudio cuidadoso del amor divino a lo largo de la Escritura muestra que estas ideas, aunque comunes, son erróneas. En primer lugar, el término griego agapé se refiere no solo al amor de Dios, sino también al amor humano, incluso a veces al amor humano mal dirigido (por ejemplo, en 

 

 

En segundo lugar, a lo largo de la Escritura, muchos términos distintos de agapé se refieren al amor de Dios. Por ejemplo, Jesús enseñó que "el mismo Padre los ama [fileó], ya que ustedes me han amado [fileó] a mí" 

 

 

 

Aquí, el término griego fileo se utiliza no solo para referirse al amor humano, sino también al amor de Dios por los seres humanos. Por tanto, fileo no se refiere a un tipo de amor deficiente, sino al amor mismo de Dios.

 

Las Escrituras también enseñan que el amor de Dios no es unilateral, sino profundamente relacional, en el sentido de que para Dios supone una profunda diferencia que los seres humanos reflejen o no su amor por él y por los demás.


Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Corintios 9.    CB   

Lección 1 Edición Adultos: – DIOS AMA DE PURA GRACIA – Para el 4 de enero de 2025, (1er Trimestre)

Lección 1: Para el 4 de enero de 2025

DIOS AMA DE PURA GRACIA

Sábado 28 de diciembre
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Éxodo 33: 15–22Oseas 14: 1–4;
Apocalipsis 4: 11Juan 17: 24Mateo 22: 1–14Juan 10: 1718.

PARA MEMORIZAR:
«Yo los sanaré de su rebelión, los amaré de pura gracia, porque mi ira se apartó de ellos» (Ose. 14: 4).

Aunque Pedro negó a Jesús tres veces, tal como Jesús había predicho (Mat. 26: 34), esas negaciones no fueron el final de la historia. Después de la resurrección, Jesús le preguntó: «“Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que estos?”. Le respondió: “Sí, Señor; tú sabes que te quiero”. Él le dijo: “Apacienta mis corderos”. Volvió a decirle la segunda vez: “Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?”. Pedro le respondió: “Sí, Señor; tú sabes que te quiero”. Le dijo: “Pastorea mis ovejas”. Le dijo la tercera vez: “Simón, hijo de Jonás, ¿me quieres?”. Pedro se entristeció de que le dijera por tercera vez: “¿Me quieres?”, y le respondió: “Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas”». (Juan 21: 15-17). Así como Pedro había negado a Jesús tres veces, Jesús restauró a Pedro tres veces por medio de la pregunta crucial: «¿Me amas?» Por diferentes que sean nuestras circunstancias de las de Pedro, en muchos aspectos el principio es el mismo. Es decir, la pregunta que Jesús había hecho a Pedro es, en realidad, la pregunta definitiva que Dios nos hace a cada uno de nosotros en nuestro tiempo y lugar: «¿Me amas?». Todo depende de nuestra respuesta a esa pregunta.

Domingo 29 de diciembre
MÁS ALLÁ DE LAS EXPECTATIVAS RAZONABLES
Dios no solo nos pregunta: «¿Me amas?», sino que también ama a cada persona, y lo hace de pura gracia. De hecho, nos ama a ti y a mí, y a todas las personas, más de lo que podemos imaginar. Conocemos este amor por la forma en que ha actuado a lo largo de la historia de su pueblo. Lee Éxodo 33: 15 al 22. Considera el contexto de estos versículos y la narración en la que aparecen. ¿Qué revela este pasaje, especialmente el versículo 19, acerca de la voluntad y el amor de Dios? Todo parecía perdido. Poco después de que Dios liberara a su pueblo de la esclavitud en Egipto, Israel se rebeló contra él y adoró un becerro de oro. Cuando Moisés bajó del monte, vio lo que habían hecho y arrojó las tablas que contenían los Diez Mandamientos, las cuales se hicieron añicos. Aunque el pueblo había perdido todo derecho a los privilegios y las bendiciones del pacto que Dios les había concedido de pura gracia, el Señor decidió aun así continuar en la relación de pacto con ellos, a pesar de que eran indignos de las bendiciones de aquel acuerdo.
Las palabras de Éxodo 33: 19, «tengo misericordia del que quiero tener misericordia, y soy clemente con quien quiero ser clemente», a menudo se malinterpretan en el sentido de que Dios elige arbitrariamente ser compasivo y misericordioso con algunos, pero no con otros. Sin embargo, a la luz del contexto, Dios no está afirmando aquí que él arbitrariamente será misericordioso y compasivo con algunos y no con otros. No es así como Dios actúa, contrariamente a lo que dice la teología popular según la cual Dios predestina a algunos para que se
pierdan y enfrenten la condenación eterna. ¿Qué está proclamando Dios aquí? Esencialmente, que como Creador de todo, tiene el derecho y la autoridad de conceder gracia y compasión libremente incluso a las personas que menos lo merecen. Y lo está haciendo en esta situación, incluso después de la rebelión del becerro de oro, al conceder misericordia a su
pueblo, Israel, aunque no lo mereciera.
Este es uno de los muchos casos en los que Dios manifiesta su amor y lo hace más allá de cualquier expectativa razonable. Buenas noticias para todos nosotros, ¿verdad? ¿De qué maneras Dios sigue manifestando su amor por ti, incluso más allá de lo que podrías esperar?

Lunes 30 de diciembre
AMOR NO CORRESPONDIDO
Un ejemplo sorprendente del amor de Dios por la humanidad caída se encuentra en la historia de Oseas. Dios ordenó al profeta: «Ve, toma por mujer a una prostituta y ten hijos de prostitución con ella, porque la tierra se prostituye apartándose de Jehová» (Ose. 1: 2). Oseas y su esposa infiel iban a ser una lección viviente del amor de Dios por su pueblo, incluso a pesar de la infidelidad y la prostitución espiritual de Israel. Es decir, es una historia del amor de Dios por quienes no lo merecen. De hecho, el pueblo se rebeló contra Dios una y otra vez, a pesar de la fidelidad y el amor que él manifestó hacia ellos. En consecuencia, la Escritura describe repetidamente a Dios como el amoroso esposo no correspondido por una cónyuge infiel. Él había amado a su pueblo perfecta y fielmente, pero ellos lo habían despreciado y habían servido y adorado a otros dioses, entristeciéndolo profundamente y rompiendo la relación de manera aparentemente irremediable. Lee Oseas 14: 1 al 4. ¿Qué revelan estos versículos acerca del amor inquebrantable de Dios por su pueblo? Tras la repetida rebelión de su pueblo, Dios declara: «Yo los sanaré de su rebelión, los amaré de pura gracia». La expresión «de pura gracia» en la frase «los amaré de pura gracia» es traducción de la palabra hebrea nedabah, que describe lo que se ofrece voluntariamente. Es el mismo término utilizado para designar las ofrendas voluntarias en el sistema del Santuario.
A lo largo de Oseas, y en todas las narraciones de las Escrituras, Dios muestra un compromiso y una compasión asombrosos en favor de su pueblo. A pesar de que este se descarrió repetidamente tras otros amantes, rompiendo así la relación del pacto de manera aparentemente irremediable, Dios siguió otorgándole su amor. El pueblo no merecía el amor de Dios; lo había rechazado y había perdido todo derecho a él. Sin embargo, Dios continuó otorgándole su amor sin ningún tipo de coacción moral o de otro tipo. Aquí y en otros lugares, la Escritura muestra sistemáticamente que el amor de Dios es voluntario y ofrecido de pura gracia.
Muchos ven a Dios como un gobernante distante y un juez severo. ¿Cómo cambia tu percepción al imaginar a Dios como un esposo amoroso, despreciado y afligido por una cónyuge infiel? ¿Cómo cambia la forma en que ves tu propia relación con Dios?

Martes 31 de diciembre
AMOR GRATUITO
Dios no solo continuó otorgando su amor gratuitamente a Israel a pesar de las repetidas rebeliones, sino que también sigue amándonos a nosotros aunque somos pecadores. No merecemos el amor de Dios y nunca podríamos ganárnoslo. Dios no nos necesita. El Dios de la Biblia no necesita nada (Hech. 17: 25). El amor de Dios por ti, por mí y por todas las personas es enteramente fruto de su propia voluntad.
Compara Apocalipsis 4: 11 y Salmo 33: 6. ¿Qué nos enseñan estos versículos sobre la decisión libre y voluntaria de Dios de crear todo lo que existe? Dios creó libremente este mundo. En consecuencia, es digno de toda gloria, honor y poder. Él no necesitaba crear ningún mundo. Aun antes de la creación de este o de cualquier otro, ya disfrutaba de la relación de amor que existía entre los integrantes de la Deidad. Lee Juan 17: 24. ¿Qué nos dice este texto acerca del amor de Dios antes de que el mundo existiera? Dios no necesitaba criaturas que fueran objeto de su amor. Pero, de acuerdo con su carácter amoroso, decidió crear el mundo y entrar en una relación de amor con sus criaturas.
Dios no solo creó este mundo por iniciativa propia y como una expresión de su amor generoso, sino que también sigue amando a los seres humanos por iniciativa propia, incluso después de que estos cayeron en pecado en el Edén, e incluso después de que nosotros pecáramos personalmente. Tras la caída en el Edén, Adán y Eva no tenían derecho a seguir viviendo y disfrutando del amor de Dios. Pero Dios, que «sustenta todas las cosas con la palabra de su poder» (Heb. 1: 3), sostuvo su vida e hizo un camino para reconciliar a la humanidad consigo mismo en virtud de su gran amor, misericordia y gracia. Y esa reconciliación también nos incluye. ¿Qué nos dice acerca del amor y el carácter de Dios el hecho de que siga haciendo a este mundo objeto de su amor a pesar de su caída y maldad? ¿De qué manera esta verdad debería motivarnos a amarlo?

Miércoles 1° de enero
MUCHOS SON LLAMADOS, PERO POCOS ESCOGIDOS
Dios no solo ama a las personas por iniciativa propia, sino que también las invita a corresponder a su amor. El hecho de que Dios nos concede la capacidad de elegir libremente aceptar o rechazar su amor resulta evidente, entre otros lugares de la Biblia, en la parábola de Cristo del banquete de bodas. Lee Mateo 22: 1 al 14. ¿Qué significa esta parábola? En la parábola de Cristo acerca del banquete de bodas, un rey organiza la boda de su hijo y envía a sus siervos a «llamar a los invitados a la boda«, pero ellos «no quisieron asistir» (Mat. 22: 23). El rey envió a sus siervos para invitarlos nuevamente, pero ellos hicieron caso omiso de su invitación y, peor aún, echaron mano de sus siervos y los mataron (Mat. 22: 4-6). Más tarde, después de tratar con quienes habían asesinado a algunos de sus mensajeros, el rey dijo a sus siervos: «La boda a la verdad está preparada, pero los que fueron invitados no eran dignos. Id, pues, a las salidas de los caminos y llamad a la boda a cuantos halléis» (Mat. 22: 89). Después de otro episodio en el que un hombre sin traje de bodas es expulsado, lo que significa la necesidad de recibir un traje de bodas del rey para asistir al banquete nupcial, Jesús cierra la parábola con la enigmática pero muy significativa frase: «Muchos son llamados, pero pocos escogidos» (Mat. 22: 14).
¿Qué significa esto? Los «escogidos» son quienes aceptan la invitación del Señor a la boda. El término griego traducido como «llamar» e «invitar», a lo largo de la parábola, es kaleō, y lo que determina quién es finalmente «escogido» (eklektos, derivado de kaleō) es si ha aceptado la invitación. De hecho, Dios llama (es decir, invita) a todos al banquete de bodas. Sin embargo, cualquiera de nosotros puede rechazar el amor de Dios. La libertad es esencial para el amor. Dios nunca impondrá su amor a nadie. Es triste decirlo, pero podemos rechazar tener una relación de amor con Dios.
Los «escogidos» son quienes aceptan la invitación. Para aquellos que aman a Dios, él ha preparado cosas inimaginablemente maravillosas. Una vez más, todo se reduce a la cuestión del amor y de la libertad inherente al amor. ¿Qué hay en tu vida que revele que has aceptado la invitación a la boda y que estás apropiadamente vestido para participar de ella?

Jueves 2 de enero
CRUCIFICADO POR NOSOTROS
Dios invita a todos a una relación de amor con él, pero solo quienes aceptan la invitación disfrutan de los resultados eternos. Como se ve en la parábola del banquete de bodas, muchos de los invitados por el rey «no quisieron asistir» (Mat. 22: 3). En consecuencia, poco antes de su crucifixión, Cristo se lamentó: «¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, pero no quisiste!» (Mat. 23: 37). Cristo quería reunirlos, pero ellos no quisieron. El mismo verbo griego que significa «querer» (thelō) se utiliza tanto para referirse al deseo de Cristo de salvarlos como a la falta de disposición de ellos a ser salvados. El mismo término aparece en Mateo 22: 3.
Sin embargo, Cristo fue a la Cruz por estas personas y por nosotros. ¡Increíble amor! Aunque el pecado humano merece la muerte, Dios mismo (en Cristo) pagó el precio y ha encontrado la manera de reparar la relación rota entre el Cielo y la Tierra. Mientras tanto, continúa otorgándonos su amor, aunque no tiene ninguna obligación más allá de su propio y libre compromiso de hacerlo.
Lee Juan 10: 17 y 18. Compáralo con Gálatas 2: 20. ¿Cuál es el mensaje que nos transmiten estos textos? En la Cruz, la demostración máxima del amor de Dios, vemos que Cristo se entregó por nosotros por su propia voluntad e iniciativa. Nadie le quitó la vida, sino que él la ofreció voluntariamente siguiendo el Plan de Redención acordado en el Cielo antes de la fundación del mundo. «El plan de nuestra redención no fue una reflexión ulterior, formulada después de la caída de Adán. Fue una “revelación del misterio que por tiempos eternos fue guardado en silencio” (Rom. 16: 25). Fue una manifestación de los principios que desde las edades eternas habían sido el fundamento del trono de Dios. Desde el principio, Dios y Cristo sabían de la apostasía de Satanás y de la caída del hombre seducido por el apóstata. Dios no ordenó que el pecado existiese, sino que previó su existencia, e hizo provisión para hacer frente a la terrible emergencia. Tan grande fue su amor por el mundo que se comprometió a dar a su Hijo unigénito “para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3: 16)» (Elena G. de White, El Deseado de todas las gentes, pp. 13, 14).

Viernes 3 de enero
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee el capítulo titulado «El premio inmerecido», en las páginas 337 a 349 del libro Palabras de vida del gran Maestro, de Elena G. de White. «El mundo está envuelto por las tinieblas de la falsa concepción de Dios. Los mortales están perdiendo el conocimiento de su carácter, el cual ha sido malentendido y malinterpretado. En este tiempo, debe proclamarse un mensaje de Dios, un mensaje que ilumine con su influencia y salve con su poder. Su carácter ha de ser dado a conocer. Sobre las tinieblas del mundo ha de resplandecer la luz de su gloria, de su bondad, su misericordia y su verdad. »Esta es la obra bosquejada por el profeta Isaías en las palabras: “Levanta con fuerza la voz, oh Jerusalén, tú que anuncias buenas nuevas. Levántala; no temas. Di a las ciudades de Judá: ‘¡He aquí su Dios!’. He aquí que el Señor Dios vendrá con poder, y su brazo gobernará por él. He aquí que su retribución viene con él, y su obra delante de él” (Isa. 40: 910, RVA15). »Aquellos que esperan la venida del Esposo han de decir al pueblo: “¡He aquí su Dios!”. Los últimos rayos de luz misericordiosa, el último mensaje de clemencia que debe darse al mundo, es una revelación de su carácter de amor. Los hijos de Dios tienen que manifestar su gloria. En su vida y carácter se revelará
lo que la gracia de Dios ha hecho por ellos.
»La luz del Sol de Justicia debe brillar en buenas obras, en palabras de verdad y hechos de santidad» (Elena G. de White, Palabras de vida del gran Maestro, p. 344).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Peor que pensar que Dios no existe sería creer que Dios nos odia. ¿Qué mundo tan diferente sería el nuestro si eso fuera cierto?
2. ¿Por qué crees que existe una comprensión tan errónea acerca del carácter de Dios en nuestro mundo actual? Reflexiona acerca de cómo podrías ayudar a las personas a percibir más claramente el carácter amoroso de Dios.
3. ¿Cuál es el mensaje que debemos proclamar hoy acerca el carácter de Dios? ¿Cómo explicarías este mensaje a alguien que aún no está familiarizado con la realidad del amor de Dios? ¿Qué evidencia puedes señalar que muestre la realidad de su amor y su maravilloso carácter?
4. Hablar del amor de Dios es una cosa, pero revelarlo y reflejarlo en nuestra vida es otra. ¿Qué «hechos de santidad» podrían revelar el amor de Dios a quienes nos rodean?