Lección 3: Para el 15 de enero de 2022
JESÚS, EL HIJO PROMETIDO

Sábado 8 de enero

AudioComentario EGWPresentación de la LecciónMat. DamasMat. AdultosAudio Pr. Bullón

Lee para el estudio de esta semana

Isaías 2:2, 3; Hebreos 1:1–4; Éxodo 24:16, 17; Isaías 44:24; Hebreos 1:10; Lucas 1:31, 32; Hebreos 1:5.

Para memorizar

“En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas” (Heb. 1:2, 3).

Inmediatamente después de que Adán y Eva pecaron, Dios les prometió una “descendencia”, un Hijo que los libraría del enemigo, recuperaría la herencia que se había perdido y cumpliría el propósito para el que habían sido creados (Gén. 3:15). Este Hijo los representaría y los redimiría tomando su lugar y, finalmente, destruyendo a la serpiente.

“Cuando Adán y Eva oyeron por primera vez la promesa, esperaban que se cumpliese rápidamente. Con gozo dieron la bienvenida a su primogénito, esperando que fuese el Libertador. Pero el cumplimiento de la promesa tardó” (DTG 23). La promesa le fue confirmada más tarde a Abraham. Dios le juró que tendría una “simiente”, un Hijo a través del cual todas las naciones de la Tierra serían bendecidas (Gén. 22:16-18; Gál. 3:16). Y Dios hizo lo mismo con David. Le prometió a David que su hijo sería adoptado por Dios como Hijo propio y que se establecería como un gobernante justo sobre todos los reyes de la Tierra (2 Sam. 7:12-14; Sal. 89:27-29). Sin embargo, lo que ni Adán, ni Eva, ni Abraham ni David probablemente nunca se imaginaron era que su Hijo redentor sería Dios mismo.—

 


Comentarios Elena G.W
Sábado 8 de enero


Los ángeles de Dios fueron comisionados para que visitaran a la pareja caída y le informaran que aunque no podían conservar su santa condición ni su hogar edénico por causa de la transgresión de la ley de Dios, su caso no era totalmente desesperado. Se les informó que el Hijo de Dios, que había conversado con ellos en el Edén, se había sentido impulsado por la piedad, en vista de su condición desesperada, y que se había ofrecido voluntariamente para soportar el castigo que les correspondía, y morir para que los seres humanos pudieran vivir por fe en la expiación que Cristo proponía hacer por ellos. Por medio de Jesús se había abierto una puerta de esperanza para que el hombre, a pesar de su gran pecado, no quedara bajo el dominio completo de Satanás. La fe en los méritos de Hijo de Dios elevaría de tal manera a este que podría resistir las artimañas de Satanás. Se le concedería un tiempo de prueba durante el cual, por medio de una vida de arrepentimiento y fe en la expiación del Hijo de Dios, podría ser redimido de su trangresión a la ley del Padre (La historia de la redención, p. 48).

Cristo había abierto en su ministerio la mente de sus discípulos a estas profecías; pues “comenzando desde Moisés, y de todos los profetas, declarábales en todas las Escrituras lo que de él decían”. Lucas 24:27. Pedro, al predicar a Cristo, había sacado del Antiguo Testamento sus evidencias. Esteban había seguido el mismo plan. Y también Pablo en su ministerio apelaba a las Escrituras que predecían el nacimiento, los sufrimientos, la muerte, resurrección y ascensión de Cristo. Por el inspirado testimonio de Moisés y los profetas, probaba claramente la identidad de Jesús de Nazaret como el Mesías, y mostraba que desde los días de Adán era la voz de Cristo la que había hablado por los patriarcas y profetas.

Se habían dado profecías sencillas y específicas concernientes a la aparición del Prometido. A Adán se le dio la seguridad de la venida del Redentor. La sentencia pronunciada contra Satanás: “Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Génesis 3:15), era para nuestros primeros padres la promesa de la redención que iba a obrarse por Cristo (Los hechos de los apóstoles, p. 180).

Había sido difícil aun para los ángeles comprender el misterio de la redención, entender que el Soberano del cielo, el Hijo de Dios, debía morir por el hombre culpable. Cuando a Abraham se le mandó ofrecer a su hijo en sacrificio, se despertó el interés de todos los seres celestiales. Con intenso fervor, observaron cada paso dado en cumplimiento de ese mandato. Cuando a la pregunta de Isaac: “¿Dónde está el cordero para el holocausto?” Abraham contestó: “Dios se proveerá de cordero;” y cuando fue detenida la mano del padre en el momento mismo en que estaba por sacrificar a su hijo y el carnero que Dios había provisto fue ofrecido en lugar de Isaac, entonces se derramó luz sobre el misterio de la redención, y aun los ángeles comprendieron más claramente las medidas admirables que había tomado Dios para salvar al hombre. Véase 1 Pedro 1:12 (La historia de los patriarcas y profetas, p. 151).

 

Reavivados por su Palabra: Hoy, Apocalipsis 17.
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Domingo 9 de enero
EN ESTOS POSTREROS DÍAS

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

El primer párrafo de Hebreos revela que Pablo creía que estaba viviendo en los “postreros días”. La Escritura emplea dos expresiones sobre el futuro que tienen diferentes significados. Los profetas utilizaron la expresión “postreros días” (o “al final de los días” [RVR1995]) para hablar sobre el futuro en general (p. ej., Deut. 4:30, 31; Jer. 23:20). El profeta Daniel usó una segunda expresión, “el tiempo del fin”, para hablar más específicamente sobre los últimos días de la historia de la Tierra (Dan. 8:17; 12:4).

Lee Números 24:14 al 19 Isaías 2:2 y 3. ¿Qué prometió Dios que haría por su pueblo en los “postreros días”?

Varios profetas del Antiguo Testamento anunciaron que en los “postreros días” Dios levantaría a un rey que destruiría a los enemigos de su pueblo (p. ej., Núm. 24:14-19) y que atraería a las naciones a Israel (p. ej., Isa. 2:2, 3). Pablo dice que estas promesas se cumplieron en Jesús. Él derrotó a Satanás y atrajo a todas las naciones a sí mismo (Col. 2:15; Juan 12:32). En este sentido, entonces, ha comenzado “el tiempo del fin” porque Jesús ha cumplido las promesas de Dios.

Nuestros padres espirituales murieron en la fe. Vieron y saludaron las promesas desde “lejos”, pero no las recibieron. Nosotros, por otro lado, hemos visto su cumplimiento en Jesús.

Pensemos por un momento en las promesas de Dios y en Jesús. El Padre prometió que resucitaría a sus hijos (1 Tes. 4:15, 16). Lo maravilloso es que él inició anticipadamente la resurrección final de sus hijos con la resurrección de Jesús (1 Cor. 15:20; Mat. 27:51–53). El Padre también prometió una nueva Creación (Isa. 65:17). Ha comenzado a cumplir esa promesa al crear una nueva vida espiritual en nosotros (2 Cor. 5:17; Gál. 6:15). Prometió que establecería su Reino final (Dan. 2:44). Él inauguró ese reino al librarnos del poder de Satanás e invistiendo a Jesús como nuestro Gobernante (Mat. 12:28–30; Luc. 10:18–20). Sin embargo, esto es solo el comienzo. Lo que el Padre comenzó a hacer en la primera venida de Jesús lo completará en su segunda venida.

Observa todas las promesas que Dios cumplió en el pasado. ¿Cuánto debería ayudarnos esto a confiar en las promesas que aún no se han cumplido?

 


Comentarios Elena G.W
Domingo 9 de enero - EN ESTOS POSTREROS DÍAS


Compañeros de peregrinación, estamos todavía entre las sombras y la agitación de las actividades terrenales; pero pronto aparecerá nuestro Salvador para traer liberación y descanso. Contemplemos por la fe el bienaventurado más allá, tal como lo describió la mano de Dios. El que murió por los pecados del mundo está abriendo de par en par las puertas del Paraíso a todos los que creen en él. Pronto habrá terminado la batalla y se habrá ganado la victoria. Pronto veremos a Aquel en quien se cifran nuestras esperanzas de vida eterna. En su presencia las pruebas y los sufrimientos de esta vida resultarán insignificantes. De lo que existió antes “no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento”. “No perdáis pues vuestra confianza, que tiene grande remuneración de galardón: porque la paciencia os es necesaria; para que, habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aun un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará”. “Israel es salvo… con salud eterna; no os avergonzaréis, ni os afrentaréis, por todos los siglos”. Isaías 65:17; Hebreos 10:35-37; Isaías 45:17 (La historia de los profetas y reyes, pp. 540, 541).

Cuando el pecador, atraído por el poder de Cristo, se acerca a la cruz levantada y se postra delante de ella, se realiza una nueva creación. Se le da un nuevo corazón; llega a ser una nueva criatura en Cristo Jesús. La santidad encuentra que no hay nada más que requerir. Dios mismo es “el que justifica al que es de la fe de Jesús”. Y “a los que justificó, a estos también glorificó”.25 Si bien es cierto que son grandes la vergüenza y la degradación producidas por el pecado, aún mayores serán el honor y la exaltación mediante el amor redentor. A los seres humanos que se esfuerzan por estar en conformidad con la imagen divina, se les imparte algo del tesoro celestial, una excelencia de poder que los colocará aun por encima de los ángeles que nunca han caído (Palabras de vida del gran Maestro, p. 127).

En sus promesas y amonestaciones, Jesús se dirige a mí. Dios amó de tal manera al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que, creyendo en él, yo no perezca, sino tenga vida eterna. Lo experimentado según se relata en la Palabra de Dios ha de ser lo que yo experimente. La oración y la promesa, el precepto y la amonestación, son para mí… A medida que la fe recibe y se asimila así los principios de la verdad, vienen a ser parte del ser y la fuerza motriz de la vida. La Palabra de Dios, recibida en el alma, amolda los pensamientos y entra en el desarrollo del carácter.

Mirando constantemente a Jesús con el ojo de la fe, seremos fortalecidos. Dios hará las revelaciones más preciosas a sus hijos hambrientos y sedientos. Hallarán que Cristo es un Salvador personal. A medida que se alimenten de su Palabra, hallarán que es espíritu y vida. La Palabra destruye la naturaleza terrenal y natural e imparte nueva vida en Cristo Jesús. El Espíritu Santo viene al alma como Consolador. Por el factor transformador de su gracia, la imagen de Dios se reproduce en el discípulo; viene a ser una nueva criatura (El Deseado de todas las gentes, p. 355).

 

Reavivados por su Palabra: Hoy, Apocalipsis 18
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Lunes 10 de enero DIOS
NOS HA HABLADO POR EL HIJO

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Lee Hebreos 1:1 al 4. ¿Cuál es la idea central de estos versículos?

Hebreos 1:1 al 4 es una sola –y extensa– oración en el griego original, y se ha argumentado que es la más hermosa de todo el Nuevo Testamento desde el punto de vista retórico y artístico. Su principal afirmación es que Dios nos ha hablado en su Hijo, Jesús.

Para muchos judíos del siglo I d.C., la palabra de Dios no se había escuchado durante mucho tiempo. La última revelación que se expresó en la palabra escrita de Dios había llegado a través del profeta Malaquías y los ministerios de Esdras y Nehemías cuatro siglos antes. Pero ahora, a través de Jesús, Dios les estaba hablando de nuevo.

No obstante, la revelación de Dios a través de Jesús era superior a la revelación que Dios había hecho a través de los profetas porque Jesús es un medio mayor de revelación. Él es Dios mismo, quien creó el cielo y la Tierra y gobierna el Universo. Para Pablo, la divinidad de Cristo nunca estuvo en duda. Se da por sentada.

Además, para Pablo, el Antiguo Testamento era la Palabra de Dios. El mismo Dios que habló en el pasado sigue hablando en el presente. El Antiguo Testamento comunicaba un verdadero conocimiento de la voluntad de Dios. Sin embargo, recién fue posible comprender su significado más pleno cuando el Hijo llegó a la Tierra. En la mente del autor, la revelación del Padre en el Hijo proporcionó la clave para comprender la verdadera magnitud del Antiguo Testamento, al igual que la imagen en la caja de un rompecabezas proporciona la clave para encontrar el lugar correcto para cada una de sus piezas. Jesús sacó a la luz gran parte del Antiguo Testamento.

Mientras tanto, Jesús vino a ser nuestro Representante y nuestro Salvador. Él ocuparía nuestro lugar en la lucha y derrotaría a la serpiente. Asimismo, en Hebreos, Jesús es el “líder” y el “precursor” de los creyentes (Heb. 2:10 [NTV]6:20). Él lucha por nosotros y nos representa. Esto también significa que lo que Dios hizo por Jesús, nuestro Representante, el Padre también lo quiere hacer por nosotros. El que exaltó a Jesús a su diestra también quiere que nos sentemos con Jesús en su Trono (Apoc. 3:21). El mensaje de Dios para nosotros en Jesús incluye no solo lo que Jesús dijo, sino también lo que el Padre hizo a través de él y para él, todo para nuestro beneficio temporal y eterno.

Piensa en lo que significa que Jesús, Dios con nosotros, haya venido a esta Tierra. ¿Por qué esta verdad debería darnos tanta esperanza?

 


Comentarios Elena G.W
Lunes 10 de enero - DIOS NOS HA HABLADO POR EL HIJO


Las Escrituras indican con claridad la relación entre Dios y Cristo, y manifiestan con no menos claridad la personalidad y la individualidad de cada uno de ellos…

La personalidad del Padre y del Hijo, como también la unidad que existe entre ambos, aparecen en el capítulo décimo-séptimo de Juan en la oración de Cristo por sus discípulos:

“Mas no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos. Para que todos sean una cosa; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean en nosotros una cosa: para que el mundo crea que tú me enviaste”. Juan 17:20, 21.

La unidad que existe entre Cristo y sus discípulos no destruye la personalidad de uno ni de otros. Son uno en propósito, en espíritu, en carácter, pero no en persona. Así es como Dios y Cristo son uno (El ministerio de curación, p. 329).

Satanás está determinado a que los hombres no vean el amor de Dios que lo indujo a dar a su Unigénito para salvar a la raza perdida, pues es la bondad de Dios la que guía a los hombres al arrepentimiento. ¿Cómo tendremos éxito en presentar delante del mundo el profundo y precioso amor de Dios? En ninguna otra forma podremos abarcarlo, a menos que exclamemos: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios”. 1 Juan 3:1. Digamos a los pecadores: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Juan 1:29. Presentando a Jesús como el representante del Padre, podremos despejar la sombra que Satanás ha proyectado sobre nuestro sendero a fin de que no veamos la misericordia y el inexpresable amor de Dios como se manifiestan en Jesucristo. Mirad a la luz del Calvario. Es una promesa permanente del ilimitado amor, de la infinita misericordia del Padre celestial (Mensajes selectos, t. 1, p. 183).

En el reino de Dios no se obtiene un puesto por medio del favoritismo. No se gana, ni es otorgado por medio de una gracia arbitraria. Es el resultado del carácter. La cruz y el trono son los símbolos de una condición alcanzada, los símbolos de la conquista propia por medio de la gracia de nuestro Señor Jesucristo.

Mucho después, cuando Juan había llegado a armonizar con Cristo por haberle seguido en sus sufrimientos, el Señor Jesús le reveló cuál es la condición que nos acerca a su reino. “Al que venciere —dijo Cristo—, yo le daré que se siente conmigo en mi trono; así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”. Apocalipsis 3:21. Aquel que ocupe el lugar más cerca de Cristo, será el que haya bebido más profundamente de su espíritu de amor abnegado… amor que induce al discípulo, así como indujo a nuestro Señor, a darlo todo, a vivir y trabajar y sacrificarse aun hasta la muerte para la salvación de la humanidad (Los hechos de los apóstoles, p. 433).

 

Reavivados por su Palabra: Hoy, Apocalipsis 19
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Martes 11 de enero
ES EL RESPLANDOR DE LA GLORIA DE DIOS

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Lee Hebreos 1:1 al 4. ¿Cuáles son algunas de las cosas que nos enseña este pasaje sobre Jesús?

En esta parte, nos centraremos en la porción que dice: “siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia” (Heb. 1:3).

Lee Éxodo 24:16 y 17; y Salmo 4:6; 36:9; y 89:15. ¿Cómo nos ayudan estos textos a comprender cuál es la gloria de Dios?

En el Antiguo Testamento, la gloria de Dios se refiere a su presencia visible entre su pueblo (Éxo. 16:724:16, 17; Lev. 9:23Núm. 14:10). Esta presencia a menudo se asocia con la luz o el resplandor.

Las Escrituras nos informan que Jesús es la Luz que vino a este mundo para revelar la gloria de Dios (Heb. 1:3; Juan 1:6–9, 14–18; 2 Cor. 4:6). Piensa, por ejemplo, en cómo se manifestó Jesús en la Transfiguración: “Y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz” (Mat. 17:2).

Así como el Sol no se puede percibir salvo por el resplandor de su luz, a Dios lo conocemos a través de Jesús. Desde nuestra perspectiva, es como si los dos fueran uno solo.

Hebreos también dice que Jesús es la “expresión exacta” de la naturaleza del Padre (Heb. 1:3, LBLA). Hay una correspondencia perfecta entre el Padre y el Hijo. Ten en cuenta que los seres humanos llevan la imagen de Dios pero no su naturaleza (Gén. 1:26). No obstante, el Hijo comparte la misma naturaleza con el Padre. No es de extrañar que Jesús dijera: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14:9).

¿Por qué es tan bueno que Jesús nos revele el carácter y la gloria del Padre? ¿Qué nos dice Jesús sobre cómo es el Padre?


Comentarios Elena G.W
Martes 11 de enero - -ES EL RESPLANDOR DE LA GLORIA DE DIOS


El Señor Jesucristo, el divino Hijo de Dios, existió desde la eternidad como una persona distinta, y sin embargo era uno con el Padre. Era la excelsa gloria del cielo. Era el Comandante de las inteligencias celestiales, y el homenaje de adoración de los ángeles era recibido por él con todo derecho. Esto no era robar a Dios. Declara: “Jehová me poseía en el principio, ya de antiguo, antes de sus obras. Eternamente tuve el principado, desde el principio, antes de la tierra. Antes de los abismos fui engendrada; antes que fuesen las fuentes de las muchas aguas. Antes que los montes fuesen formados, antes de los collados, ya había sido yo engendrada; no había aún hecho la tierra, ni los campos, ni el principio del polvo del mundo. Cuando formaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba el círculo sobre la faz del abismo”. Proverbios 8:22-27

Hay luz y gloria en la verdad de que Cristo fue uno con el Padre antes de que se estableciera el fundamento del mundo. Esta es la luz que brilla en un lugar oscuro haciéndolo resplandecer con gloria divina y original. Esta verdad, infinitamente misteriosa en sí misma, explica otras verdades misteriosas que de otra manera serían inexplicables, al paso que está encerrada como algo sagrado en luz, inaccesible e incomprensible (Mensajes selectos, t. 1, p. 291).

El Salvador comparó las bendiciones del amor redentor con una preciosa perla. Ilustró su lección con la parábola del comerciante que busca buenas perlas, “que hallando una preciosa perla, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró”. Cristo mismo es la perla de gran precio. En él se reúne toda la gloria del Padre, la plenitud de la Divinidad. Es el resplandor de la gloria del Padre, y la misma imagen de su persona. La gloria de los atributos de Dios se expresa en su carácter. Cada página de las Santas Escrituras brilla con su luz. La justicia de Cristo, cual pura y blanca perla, no tiene defecto ni mancha. Ninguna obra humana puede mejorar el grande y precioso don de Dios. Es perfecto. En Cristo “están escondidos todos los tesoros de sabiduría y conocimiento” ”(Colosenses 2:3. Él “nos ha sido hecho por Dios sabiduría, y justificación, y santificación, y redención (1 Corintios, 1:30)Todo lo que puede satisfacer las necesidades y los anhelos del alma humana, para este mundo y para el mundo venidero, se halla en Cristo. Nuestro Redentor es una perla tan preciosa que en comparación con ella todas las demás cosas pueden reputarse como pérdida (Palabras de vida del gran Maestro, p. 87).

Reavivados por su Palabra: Hoy, Apocalipsis 20
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Miércoles 12 de enero
POR QUIEN HIZO EL UNIVERSO

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Hebreos afirma que Dios creó el mundo “por medio de” o “por” Jesús y que Jesús sostiene al mundo con su palabra poderosa.

Lee Isaías 44:24; 45:18; y Nehemías 9:6. Dado que en el Antiguo Testamento el Señor aseveró que él creó el mundo “solo” y que él es el “único Dios” (TLA), ¿cómo podemos conciliar esta afirmación con las declaraciones del Nuevo Testamento de que Dios creó el Universo “por medio de” Jesús (Heb. 1:2, 3, NVI)?

Algunos piensan que Jesús fue un instrumento a través del cual Dios creó. Pero Jesús es el Señor que creó el mundo; no fue un mero ayudante. Hebreos 1:10 dice que Jesús es el Señor que creó la Tierra y los cielos, y Pablo también le aplica a él lo que dice el Salmo 102:25 al 27 acerca del Señor (Yahvé) como Creador. En segundo lugar, Hebreos 2:10 (RVA-2105) dice que el Universo fue creado “por causa de” o “por medio” del Padre (exactamente las mismas expresiones que se aplican a Jesús en Heb. 1:2.) El Padre creó y Jesús creó (Heb. 1:2, 10; 2:10). Existe una concordancia perfecta entre Padre e Hijo en propósito y actividad. Esto es parte del misterio de la Trinidad. Jesús creó y el Padre creó, pero según la Biblia hay un solo Creador, Dios; lo que implica que Jesús es plenamente divino.

Entretanto, Hebreos 4:13 muestra que Jesús también es Juez. Su autoridad para gobernar y juzgar deriva del hecho de que Dios creó todas las cosas y sostiene el Universo (Isa. 44:24-28).

Hebreos 1:3 y Colosenses 1:17 afirman que Jesús también sostiene el Universo. Este acto sustentador probablemente incluye la idea de orientación o dirección. La palabra griega pheron (sostener, conducir) se usa para describir el viento que impulsa una barca (Hech. 27:15, 17) o a Dios guiando a los profetas (2 Ped. 1:21). Por ende, en un sentido real, Jesús no solo nos creó, sino también nos sostiene. Cada respiración, cada latido, cada momento de nuestra existencia se encuentra en él, Jesús, el Fundamento de toda la existencia creada.

Busca Hechos 17:28. ¿Qué nos dice acerca de Jesús y su poder? Luego, piensa en las implicaciones de este mismo Jesús muriendo en la Cruz por nuestros pecados. ¿Qué nos enseña esta verdad sobre el carácter abnegado de nuestro Señor?

 

Comentarios Elena G.W
Miércoles 12 de enero POR QUIEN HIZO EL UNIVERSO


[A]l paso que la Palabra de Dios habla de la humanidad de Cristo cuando estuvo en esta tierra, también habla decididamente de su preexistencia. El Verbo existía como un ser divino, como el eterno Hijo de Dios, en unión y unidad con su Padre. Desde la eternidad era el Mediador del pacto, Aquel en quien todas las naciones de la tierra, tanto judíos como gentiles, habían de ser benditas si lo aceptaban. “El Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. Juan 1:1. Antes de que fueran creados los hombres o los ángeles, el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios.

El mundo fue hecho por él, “y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”. Juan 1:3. Si Cristo hizo todas las cosas, existió antes de todas las cosas. Las palabras pronunciadas acerca de esto son tan decisivas, que nadie debe quedar en la duda. Cristo era esencialmente Dios y en el sentido más elevado. Era con Dios desde toda la eternidad, Dios sobre todo, bendito para siempre (Mensajes selectos, t. 1, p. 290).

La divinidad y la humanidad se reunieron en Cristo: el Creador y la criatura. La naturaleza de Dios, cuya ley había sido transgredida, y la de Adán, el transgresor, se conjugaron en Jesús: el Hijo de Dios e Hijo del Hombre. Después de pagar el precio de la redención con su propia sangre, después de pasar por la experiencia humana, habiéndose enfrentado con la tentación y habiéndola vencido en beneficio del hombre, y después de haber sufrido la vergüenza y la culpabilidad y la carga del pecado —a pesar de que él nunca cometió pecado alguno—, llegó a ser el Abogado y el Intercesor de los seres humanos. ¡Qué seguridad es esta para el alma tentada y esforzada! ¡Qué seguridad para el universo que observa, saber que Cristo será un Sumo Sacerdote fiel y misericordioso! (Exaltad a Jesús, p. 339).

El mecanismo del cuerpo humano no puede ser comprendido por completo; presenta misterios que confunden a los más inteligentes. No es por efecto de un mecanismo que, una vez puesto en movimiento, prosigue su acción, como late el pulso y una respiración sigue a la otra. En Dios vivimos, nos movemos y somos. El corazón que palpita, el pulso que late, cada nervio y músculo del organismo vivo se mantienen en orden y actividad por el poder de un Dios siempre presente.

La Biblia nos muestra a Dios en su alto y santo puesto, no en estado de inacción, no en el silencio y la soledad, sino rodeado de millares de millares y millones de millones de seres santos, siempre a la espera de sus órdenes. Por medio de estos mensajeros permanece Dios en comunicación activa con todas las partes de su dominio. Por medio de su Espíritu está presente en todas partes. Mediante su Espíritu y sus ángeles atiende y cuida a los hijos de los hombres.

Por encima de las confusiones de la tierra Dios está en su trono; todas las cosas están abiertas a su divina mirada; y desde su grande y serena eternidad ordena lo que su providencia considera major (El ministerio de curación, pp. 324, 325).

Reavivados por su Palabra: Hoy, Apocalipsis 21
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Jueves 13 de enero
YO TE HE ENGENDRADO HOY

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Hebreos 1:5 presenta las siguientes palabras del Padre a Jesús: “Mi Hijo eres tú, yo te he engendrado hoy”. ¿Qué significa que Jesús fue “engendrado” y cuándo sucedió esto? ¿No muestra esto que Jesús de alguna manera fue creado por Dios en algún momento del pasado, como muchos creen?

Lee Hebreos 1:5; 2 Samuel 7:12 al 14; Salmo 2:7; y Lucas 1:31 y 32. ¿Qué promesa hecha a David aplicó Pablo a Jesús en Hebreos?

Jesús fue engendrado en el sentido de que fue “adoptado” por Dios como el Mesías príncipe prometido, el hijo de David. El concepto de que, al heredar el trono, el gobernante era “adoptado” por la deidad era común en el mundo grecorromano y en Oriente. Esto daba legitimidad al gobernante, y autoridad sobre su imperio.

Sin embargo, Dios le prometió a David que su Hijo sería el verdadero gobernante legítimo de todas las naciones. Él “adoptaría” al hijo de David como Hijo propio. Mediante este proceso, el Rey davídico se convertiría en el protegido de Dios y en su heredero. Dios derrotaría a sus enemigos y le daría las naciones como herencia (Sal. 89:27; 2:7, 8).

Como podemos leer en Romanos 1:3 y 4 y en Hechos 13:32 y 33, Jesús fue dado a conocer públicamente como el Hijo de Dios. El bautismo y la transfiguración de Jesús fueron momentos en los que Dios identificó y anunció a Jesús como su Hijo (Mat. 3:17; 17:5).

Sin embargo, según el Nuevo Testamento, Jesús se convirtió en el “Hijo de Dios con poder” (Rom. 1:4) cuando resucitó y se sentó a la diestra de Dios. Fue en ese momento cuando Dios cumplió su promesa hecha a David de que su hijo sería adoptado como el Hijo de Dios y su trono sobre las naciones se establecería para siempre (2 Sam. 7:12-14).

Por lo tanto, no era César (símbolo de Roma) el legítimo “hijo de dios”, príncipe de las naciones, sino Jesucristo. La palabra “engendrado” aplicada a Jesús se aplica a su entronización, refiere al comienzo del gobierno de Jesús sobre las naciones, no al comienzo de su existencia; pues Jesús siempre había existido. Nunca hubo un momento en que Jesús no existiera; él es Dios.

De hecho, Hebreos 7:3 dice que Jesús no tiene “principio de días, ni fin de vida” (ver Heb. 13:8) porque es eterno. Por lo tanto, la idea de Jesús como el “hijo unigénito” de Dios no tiene relación con la naturaleza de Cristo como deidad, sino con su papel en el plan de salvación, ya que Cristo hizo realidad todas las promesas del Pacto.—


Comentarios Elena G.W
Jueves 13 de enero - YO TE HE ENGENDRADO HOY


Cuando Cristo se arrodilló en las riberas del Jordán después de su bautismo, los cielos se abrieron, y el Espíritu descendió en forma de paloma, y como oro bruñido lo circundó con su gloria; y se oyó la voz de Dios que decía desde el cielo: “Este es mi hijo amado, en el cual tengo contentamiento”. Mateo 3:17. La oración de Cristo en favor del hombre abrió los portales del cielo, y el Padre respondió, aceptando la petición elevada en beneficio de la raza caída. Jesús oró como sustituto y garantía nuestros, y ahora la raza humana tiene acceso al Padre por los méritos de su amado Hijo…

Las palabras dichas a Jesús a orillas del Jordán… Abarcan a toda la humanidad. Dios habló a Jesús como a nuestro representante. No obstante todos nuestros pecados y debilidades, no somos desechados como inútiles… La gloria que descansó sobre Jesús es una prenda del amor de Dios hacia nosotros. Nos habla del poder de la oración, de cómo la voz humana puede llegar al oído de Dios, y ser aceptadas nuestras peticiones en los atrios celestiales… La luz que cayó por los portales abiertos sobre la cabeza de nuestro Salvador, caerá sobre nosotros mientras oremos para pedir ayuda con que resistir la tentación. La voz que habló a Jesús dice a toda alma creyente: “Este es mi Hijo amado, en el cual tengo contentamiento”… Nuestro Redentor ha abierto el camino para que el más pecaminoso, el más necesitado, pueda hallar acceso al Padre (God’s Amazing Grace, p. 83; La maravillosa gracia de Dios, p. 83).

Dios adoptó la naturaleza humana en la persona de su Hijo, y la llevó al más alto cielo. Es “el Hijo del hombre” quien comparte el trono del universo. Es “el Hijo del hombre” cuyo nombre será llamado: “Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz”. Isaías 9:6. El YO SOY es el Mediador entre Dios y la humanidad, que pone su mano sobre ambos. El que es “santo, inocente, limpio, apartado de los pecadores”, no se avergüenza de llamarnos hermanos. Hebreos 7:26, 2:11. En Cristo, la familia de la tierra y la familia del cielo están ligadas. Cristo glorificado es nuestro hermano. El cielo está incorporado en la humanidad, y la humanidad, envuelta en el seno del Amor Infinito (El Deseado de todas las gentes, p. 17).

El Hijo de Dios murió por los que no buscaban su amor. Sufrió por nosotros todo aquello con que lo acosó Satanás.

El sacrificio del Salvador por nosotros es maravilloso, casi demasiado maravilloso para que lo comprenda el hombre… Cuando comprendemos que el sufrimiento de Cristo fue necesario a fin de conseguir nuestro bienestar eterno, nuestros corazones son conmovidos y subyugados. Él se dio en fianza a sí mismo para realizar nuestra salvación plena en una forma satisfactoria para las demandas de la justicia de Dios, y de acuerdo con la excelsa santidad de su ley.

Nadie menos santo que el Unigénito del Padre podría haber ofrecido un sacrificio que fuera eficaz para limpiar a todos los que acepten al Salvador como a su expiación —aun a los más pecadores y degradados— y se hagan obedientes a la ley del Cielo. Nada menos que eso podía haber restaurado al hombre al favor de Dios (Mensajes selectos, t. 1, p. 363).

 

Reavivados por su Palabra: Hoy, Apocalipsis 22
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Viernes 7 de enero

AudioDiálogo BíblicoMat. DamassMat. Adultos

Para Estudiar y Meditar

La venida de Jesús a esta Tierra como el Hijo de Dios cumplió varias funciones al mismo tiempo. En primer lugar, como el divino Hijo de Dios, Jesús vino a revelarnos al Padre. A través de sus actos y sus palabras, Jesús nos mostró cómo es realmente el Padre y por qué podemos confiar en él y serle obedientes.

Jesús también vino como el Hijo prometido de David, Abraham y Adán, a través del cual Dios había prometido que derrotaría al Enemigo y gobernaría al mundo. Por lo tanto, Jesús vino a ocupar el lugar de Adán a la cabeza de la humanidad y cumplió el propósito original que Dios tenía para ella (Gén. 1:26-28; Sal. 8:3-8). Jesús llegó a ser el Gobernante justo que Dios siempre quiso que tuviera este mundo.

“Y las palabras dichas a Jesús a orillas del Jordán –‘Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia’– abarcan a toda la humanidad. Dios habló a Jesús como nuestro Representante. No obstante todos nuestros pecados y debilidades, no somos desechados como inútiles. Él ‘nos hizo aceptos en el Amado’ (Efe. 1:6). La gloria que descansó sobre Jesús es una prenda del amor de Dios hacia nosotros. […] La luz que cayó desde los portales abiertos sobre la cabeza de nuestro Salvador caerá sobre nosotros mientras oramos por ayuda para resistir la tentación. La voz que habló a Jesús dice a toda alma creyente: ‘Este es mi hijo amado, en quien tengo complacencia’ ” (DTG 87, 88).

 

PREGUNTAS PARA DIALOGAR

  • 1. Hemos aprendido que una mejor comprensión de las palabras y las acciones de Jesús nos ayuda a entender mejor a Dios el Padre. ¿De qué manera práctica enriquece tu relación con el Padre el hecho de comprender mejor la naturaleza de Jesús?

    2. Aprendimos que la forma en que Dios habló y trató a Jesús es la forma en que quiere hablarnos y tratarnos a nosotros. ¿Qué nos dice eso sobre cómo nosotros debemos tratar a los demás?

    3. Reflexiona en la importancia de la divinidad eterna de Cristo. ¿Qué perdemos si creemos que Jesús, de alguna manera, era un ser creado, como nosotros, pero que fue a la Cruz? Compara ese pensamiento con la realidad de que Cristo era el Dios eterno y él mismo fue a la Cruz. ¿Cuál es la gran diferencia entre las dos ideas?

    4. En clase, dialoguen acerca de dar gloria a Dios. Lean Apocalipsis 14:7. ¿En qué medida dar gloria a Dios forma parte de la Verdad Presente y del mensaje de los tres ángeles?

Ver material Auxiliar

Reavivados por su Palabra: Hoy, Génesis 1
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Lección 2: Para el 8 de enero de 2022
EL MENSAJE DE HEBREOS

Sábado 1º de enero

AudioComentario EGWPresentación de la LecciónMat. DamasMat. AdultosAudio Pr. Bullón

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA:

Hebreos 1:5–14; Lucas 1:30–33; Salmo 132:1–5; Hebreos 2:14–16; 5:1–4; 1 Pedro 2:9; Hebreos 8:8–12.

PARA MEMORIZAR: “Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos” (Heb. 8:1).

Un documento judío escrito unas décadas después de Hebreos, alrededor del año 100 d.C., contiene una oración: “Todo esto he hablado delante de ti, oh Señor, porque dijiste que fue por nosotros que creaste este mundo. [...] Y ahora, oh Señor, he aquí estas naciones, que son consideradas como nada, nos dominan y nos devoran. Pero nosotros, tu pueblo, a quien has llamado tu primogénito, unigénito, celoso de ti y muy amado, hemos sido entregados en sus manos” (J. H. Charlesworth, ed., The Old Testament Pseudepigrapha [Pseudoepigráficos del Antiguo Testamento], t. 1, p. 536).

Los lectores de Hebreos probablemente sintieron algo similar. Si eran hijos de Dios, ¿por qué estaban pasando por tanto sufrimiento?

Por ende, Pablo escribió Hebreos para fortalecer la fe de los creyentes en medio de sus pruebas. Les recordó (a ellos y a nosotros) que las promesas de Dios se cumplirán a través de Jesús, quien está sentado a la diestra del Padre y que pronto nos llevará a casa. Mientras tanto, Jesús nos transmite las bendiciones del Padre. Por ende, debemos aferrarnos a nuestra fe hasta el final.


Comentarios Elena G.W
Sábado 1º de enero


En esta vida debemos arrostrar pruebas de fuego y hacer sacrificios costosos, pero la paz de Cristo es la recompensa. Ha habido tan poca abnegación, tan poco sufrimiento por amor a Cristo, que la cruz queda casi completamente olvidada. Debemos participar de los sufrimientos de Cristo si queremos sentarnos en triunfo con él sobre su trono. Mientras elijamos la senda fácil de la complacencia propia y nos asuste la abnegación, nuestra fe no llegará nunca a ser firme, y no podremos conocer la paz de Jesús ni el gozo que proviene de una victoria consciente…

¡Ojalá que tengamos fe viva y activa! La necesitaremos; debemos tenerla, o desmayaremos y caeremos en el día de la prueba. Las tinieblas que descansarán entonces sobre nuestra senda, no deben desalentarnos ni desesperarnos. Son el velo con que Dios cubre su gloria cuando viene a impartir ricas bendiciones. Por nuestra experiencia pasada, debemos saber esto. En aquel día en que Dios tenga controversia con su pueblo, esta experiencia será una fuente de consuelo y esperanza (Testimonios para la iglesia, t. 5, pp. 199, 200).

Cristo ha hecho toda provisión para que seamos fuertes. Nos ha dado su Espíritu Santo, cuyo oficio es recordarnos todas las promesas que Cristo ha hecho, para que tengamos paz y una dulce sensación de perdón. Si tan solo mantenemos los ojos fijos en el Salvador y confiamos en su poder, seremos llenados de una sensación de seguridad, pues la justicia de Cristo llegará a ser nuestra justicia…

Lo deshonramos hablando de nuestra ineficiencia. En vez de mirarnos a nosotros mismos, contemplemos constantemente a Jesús, haciéndonos de día en día más y más parecidos a él, más y más aptos para hablar acerca de él, mejor preparados para valernos de su bondad y espíritu servicial, y para recibir las bendiciones que se nos ofrecen.

Al vivir así en comunión con él, nos fortalecemos en su fuerza, nos hacemos una ayuda y bendición para los que nos rodean (Mensajes para los jóvenes, p. 74).

Las mayores victorias ganadas para la causa [son las que] se obtienen en la sala de audiencias de Dios, cuando la fe sincera y agonizante se apoya en el poderoso brazo. Cuando Jacob se vio postrado y en una condición desesperada, vertió sinceramente su alma agonizante en Dios. el ángel de Dios suplicó que lo dejara ir pero Jacob no soltó su presa. El hombre abatido, que sufría dolor corporal, presentó su sincera súplica con la entereza que imparte la fe viva. “No te dejaré”, dijo, “si no me bendices”. Génesis 32:26

La fe viva debe aferrarse resueltamente a las promesas; entonces muchos regresarán de la comunión con Dios con el rostro resplandeciente y diciendo, como Jacob: “Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma”. Génesis 32:30 (Testimonios para la iglesia, t. 4, pp. 435, 436).

 

Reavivados por su Palabra: Hoy, Apocalipsis 10.
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Domingo 2 de enero
JESÚS ES NUESTRO REY

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

El punto principal de Hebreos es que Jesús es el Gobernante, quien está sentado a la diestra del Padre (Heb. 8:1). Como Dios, Jesús siempre ha sido el Gobernante del Universo. Pero, cuando Adán y Eva pecaron, Satanás se convirtió en el gobernante de este mundo (Juan 12:31; 14:30; 16:11). Sin embargo, Jesús vino y derrotó a Satanás en la Cruz, con lo que recuperó el derecho de gobernar a quienes lo aceptan como su Salvador (Col. 2:13-15).

Los dos primeros capítulos de Hebreos se enfocan especialmente en la investidura de Jesús como Rey.

Lee Hebreos 1:5 al 14. ¿Qué está sucediendo aquí?


Estos versículos se organizan en tres partes. Cada parte presenta un aspecto de la ceremonia de entronización del Hijo. En primer lugar, Dios adopta a Jesús como su Hijo real (Heb. 1:5). En segundo lugar, Dios presenta al Hijo ante la corte celestial, que lo adora (Heb. 1:6, 8) mientras el Señor proclama el gobierno eterno del Hijo (Heb. 1:8-12). En tercer lugar, Dios entroniza al Hijo: el otorgamiento del poder en sí (Heb. 1:13, 14).
Una de las creencias más importantes del Nuevo Testamento es que en Jesús Dios cumplió sus promesas a David (ver 2 Sam. 7:8–16; Luc. 1:30–33). Jesús nació del linaje de David en la ciudad de David (Mat. 1:1-16; Luc. 2:10, 11). Durante su ministerio, la gente a menudo lo llamaba “hijo de David”. Fue ejecutado bajo la acusación de pretender ser “EL REY DE LOS JUDÍOS” (Mat. 27:37). Pedro y Pablo predicaron que Jesús había resucitado de la muerte en cumplimiento de las promesas hechas a David (Hech. 2:22–36; 13:22–37). Y en el Apocalipsis se identificó a Jesús como “el León de la tribu de Judá” (Apoc. 5:5).
Hebreos, por supuesto, concuerda. Dios cumplió en Jesús las promesas hechas a David: Dios le dio un nombre “excelente” (Heb. 1:4), lo adoptó como a su propio Hijo (Heb. 1:5), estableció su trono para siempre (Heb. 1:8, 12) y lo sentó a su “diestra” (Heb. 1:13, 14). Además, de acuerdo con Hebreos 4, Jesús guía al pueblo al reposo de Dios y nos recuerda que Jesús es el constructor de la casa de Dios (Heb. 3:3, 4).
Jesús, entonces, es el Gobernante legítimo inmerso en una guerra contra Satanás, el usurpador, por nuestra lealtad.


¿Cómo podemos consolarnos –especialmente en medio de las pruebas– al saber que Jesús es el Gobernante del Universo?

 


Comentarios Elena G.W
Domingo 2 de enero - JESÚS ES NUESTRO REY


Los sofismas y las mentiras por medio de los cuales [Satanás] procuró obstaculizar la obra de Jesús, el odio manifestado por los hijos de rebelión, sus acusaciones crueles contra Aquel cuya vida se rigió por una bondad sin precedente, todo ello provenía de un sentimiento de venganza profundamente arraigado. Los fuegos concentrados de la envidia y de la malicia, del odio y de la venganza, estallaron en el Calvario contra el Hijo de Dios, mientras el cielo miraba con silencioso horror.

Consumado ya el gran sacrificio, Cristo subió al cielo, rehusando la adoración de los ángeles, mientras no hubiese presentado la petición: “Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, ellos estén también conmigo”. Juan 17:24. Entonces, con amor y poder indecibles, el Padre respondió desde su trono: “Adórenle todos los ángeles de Dios”. Hebreos 1:6. No había ni una mancha en Jesús. Acabada su humillación, cumplido su sacrificio, le fue dado un nombre que está por encima de todo otro nombre (El conflicto de los siglos, pp. 491, 492).

Mientras Pablo contemplaba a Cristo en su gloria, prorrumpió en exclamaciones de admiración y sorpresa: “Indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad. Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria”. “En el fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten”. 1 Timoteo 3:16; Colosenses 1:16-17 (Exaltad a Jesús, p. 28).

Estamos ahora en el umbral de acontecimientos grandes y solemnes. Nos espera una crisis como jamás ha presenciado el mundo. Tal como a los primeros discípulos, nos resulta dulce la segura promesa de que el reino de Dios se levanta sobre todo. El programa de los acontecimientos venideros está en manos de nuestro Hacedor. La Majestad del cielo tiene a su cargo el destino de las naciones, así como también lo que atañe a la iglesia. El Instructor divino dice a todo instrumento en el desarrollo de sus planes, como dijo a Ciro: “Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste” Isaías 45:5

El que no duerme, sino que obra incesantemente por el cumplimiento de sus propósitos, hará progresar su causa. Estorbará los planes de los impíos y confundirá los proyectos de quienes intenten perjudicar a su pueblo. El que es el Rey, Jehová de los ejércitos, está sentado entre los querubines, y en medio de la guerra y el tumulto de las naciones guarda aún a sus hijos. El que gobierna en los cielos es nuestro Salvador. Mide cada aflicción, vigila el fuego del horno que debe probar a cada alma. Cuando las fortificaciones de los reyes caigan derribadas, cuando las flechas de la ira atraviesen los corazones de sus enemigos, su pueblo permanecerá seguro en sus manos (El discurso maestro de Jesucristo, p. 102).

 

Reavivados por su Palabra: Hoy, Apocalipsis 11
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Lunes 3 de enero
JESÚS ES NUESTRO MEDIADOR

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Un concepto interesante de la teología del Antiguo Testamento es que el Rey davídico prometido representaría a la nación ante Dios.


Compara Éxodo 4:22 y 23 con 2 Samuel 7:12 al 14Deuteronomio 12:8 al 10 con 2 Samuel 7:9 al 11; y Deuteronomio 12:13 y 14 con Salmo 132:1 al 5 y 11 al 14. ¿Qué promesas a Israel se cumplirían a través del Rey davídico prometido?


Israel era el hijo de Dios, y Dios le daría un lugar donde descansar de sus enemigos. Dios también elegiría un lugar entre ellos donde habitaría su nombre. Estas promesas para Israel se transfirieron al Rey davídico prometido. Sería adoptado como hijo de Dios, Dios le daría descanso de sus enemigos y construiría un templo para Dios en Sion, donde moraría el nombre de Dios. Esto significa que Dios cumpliría sus promesas hechas a Israel a través del Rey davídico prometido. El Rey davídico representaría a Israel ante Dios.

La inserción de un representante en la relación entre Dios e Israel hizo posible la perpetuación de su relación de pacto. El pacto mosaico requería la fidelidad de todo Israel para recibir la protección y las bendiciones de Dios (ver Jos. 7:1–13). Sin embargo, el pacto davídico garantizaba las bendiciones del Pacto de Dios sobre Israel mediante la fidelidad de una persona, el Rey davídico.

Desgraciadamente, la mayor parte de los reyes davídicos no fueron fieles, y Dios no pudo bendecir a Israel como quería. El Antiguo Testamento está lleno de relatos de cuán infieles realmente fueron muchos de esos reyes.

Lo bueno es que Dios envió a su Hijo a nacer como el Hijo de David, y él fue perfectamente fiel. Por lo tanto, Dios puede cumplir en él todas las promesas que le hizo a su pueblo. Cuando Dios bendice al rey, todo su pueblo comparte los beneficios. Por eso Jesús es el Mediador de la bendición de Dios para nosotros. Él es el Mediador en el sentido de que es el canal a través del cual fluye la bendición de Dios. Nuestra máxima esperanza de salvación se encuentra solo en Jesús y en lo que él hizo por nosotros.

Piensa cuántas veces has sido infiel a tu parte del Pacto. ¿Qué nos enseña esto? ¿Cuánto debemos confiar solo en Jesús para la salvación?

 


Comentarios Elena G.W
Lunes 3 de enero - JESÚS ES NUESTRO MEDIADOR


Como cuarenta días después del nacimiento de Jesús, José y María le llevaron a Jerusalén, para presentarle al Señor y ofrecer sacrificio. Ello estaba de acuerdo con la ley judaica, y como substituto del hombre, Jesús debía conformarse a la ley en todo detalle. Ya había sido sometido al rito de la circuncisión, en señal de su obediencia a la ley…

[L]a ley estatuía que si los padres eran demasiado pobres para traer un cordero, podía aceptarse un par de tórtolas o de pichones de palomas, uno para holocausto y el otro como ofrenda por el pecado.

Las ofrendas presentadas al Señor debían ser sin mácula. Estas ofrendas representaban a Cristo, y por ello es evidente que Jesús mismo estaba exento de toda deformidad física. Era el “cordero sin mancha y sin contaminación”. Su organismo físico no era afeado por defecto alguno; su cuerpo era sano y fuerte. Y durante toda su vida vivió en conformidad con las leyes de la naturaleza. Tanto física como espiritualmente, era un ejemplo de lo que Dios quería que fuese toda la humanidad mediante la obediencia a sus leyes (El Deseado de todas las gentes, p. 34).

La intercesión de Cristo por el hombre en el Santuario celestial es tan esencial para el plan de la salvación como lo fue su muerte en la cruz. Con su muerte dio principio a aquella obra para cuya conclusión ascendió al cielo después de su resurrección. Por la fe debemos entrar velo adentro, “donde entró por nosotros como precursor Jesús”. Hebreos 6:20. Allí se refleja la luz de la cruz del Calvario; y allí podemos obtener una comprensión más clara de los misterios de la redención, La salvación del hombre se cumple a un precio infinito para el cielo; el sacrificio hecho corresponde a las más amplias exigencias de la ley de Dios quebrantada. Jesús abrió el camino que lleva al trono del Padre, y por su mediación pueden ser presentados ante Dios los deseos sinceros de todos los que a él se allegan con fe (El conflicto de los siglos, p. 479).

El Redentor del mundo, oculto en la columna de nube, estaba en comunión con Israel No digamos, pues, que ellos no tenían a Cristo. Cuando el pueblo tuvo sed en el desierto y se entregó a murmuraciones y quejas, Cristo fue para él lo que es para nosotros: un Salvador lleno de tierna compasión, el Mediador entre ellos y Dios. Después de que hayamos hecho nuestra parte en limpiar el templo del alma de la contaminación del pecado, la sangre de Cristo es eficaz para nosotros como lo fue para el antiguo Israel (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 6, p. 1061).

 

Reavivados por su Palabra: Hoy, Apocalipsis 12
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Martes 4 de enero
JESÚS ES NUESTRO DEFENSOR
AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Compara 1 Samuel 8:19 y 20 con Hebreos 2:14 al 16. ¿Qué buscaban los israelitas en un rey y cómo se cumplieron estos deseos en Jesús?


Los israelitas querían un rey que fuera juez y líder en la batalla porque se olvidaron de que Dios era su rey. La restauración completa del gobierno de Dios sobre su pueblo vino con Jesús. Como nuestro Rey, Jesús nos guía en la batalla contra el enemigo. Hebreos 2:14 al 16 describe a Jesús como el campeón de los seres humanos débiles. Cristo enfrenta y derrota al diablo en un combate a solas y nos libra de la esclavitud. Esta descripción nos recuerda la batalla entre David y Goliat. Después de ser ungido rey (1 Sam. 16), David salvó a sus hermanos de la esclavitud al derrotar a Goliat. Los términos del enfrentamiento determinaban que el ganador del combate esclavizaría al pueblo de la otra parte (1 Sam. 17:8-10). Por lo tanto, David actuó como defensor de Israel. Él los representó.

Lee Isaías 42:13 y 59:15 al 20. ¿Cómo se autodescribe Yahvé en estos pasajes?


Hebreos 2:14 al 16 alude a la noción de que Dios salvaría a Israel en un combate individual. Fíjate en este pasaje de Isaías: “Pero así dice Jehová: Ciertamente el cautivo será rescatado del valiente, y el botín será arrebatado al tirano; y tu pleito yo lo defenderé, y yo salvaré a tus hijos” (Isa. 49:25). Como cristianos, a menudo pensamos que estamos enredados en un combate solitario con Satanás. Cuando leemos Efesios 6:10 al 18, vemos que –efectivamente– estamos en guerra con el diablo. Pero Dios es nuestro Defensor y entró en la batalla delante de nosotros. Nosotros somos parte de su ejército; por eso, tenemos que usar su armadura. Además, no luchamos solos. Efesios 6 se expresa en plural. Nosotros, como iglesia, tomamos la armadura y luchamos juntos detrás de nuestro Defensor, que es Dios mismo.

¿Qué significa ponerse la armadura de Dios? Es decir, en nuestras luchas diarias con el yo, la tentación y demás, ¿cómo podemos aprovechar el poder que nos capacita, por la fuerza de Dios, para ser fieles?


Comentarios Elena G.W
Martes 4 de enero - JESÚS ES NUESTRO DEFENSOR


Por medio de Jesucristo, el Señor Dios tiende siempre su mano en señal de invitación a los pecadores y caídos. A todos los quiere recibir. A todos les da la bienvenida. Se gloría en perdonar a los mayores pecadores. Arrebatará la presa al poderoso, libertará al cautivo, sacará el tizón del fuego. Extenderá la cadena de oro de su gracia hasta las simas más hondas de la miseria humana, y elevará al alma más envilecida por el pecado.

Todo ser humano es objeto del interés amoroso de Aquel que dio su vida para convertir a los hombres a Dios. Como el pastor de su rebaño, cuida de las almas culpables y desamparadas, expuestas a la aniquilación por los ardides de Satanás (El ministerio de curación, p. 119).

Cada hombre está libre para elegir el poder que quiera ver dominar sobre él. Nadie ha caído tan bajo, nadie es tan vil que no pueda hallar liberación en Cristo. El endemoniado, en lugar de oraciones, no podía sino pronunciar las palabras de Satanás; sin embargo, la muda súplica de su corazón fue oída. Ningún clamor de un alma en necesidad, aunque no llegue a expresarse en palabras, quedará sin ser oído. Los que consienten en hacer pacto con el Dios del cielo, no serán abandonados al poder de Satanás o a las flaquezas de su propia naturaleza. Son invitados por el Salvador: “Echen mano… de mi fortaleza; y hagan paz conmigo. ¡Sí, que hagan paz conmigo!” Isaías 25:5. Los espíritus de las tinieblas contenderán por el alma que una vez estuvo bajo su dominio. Pero los ángeles de Dios lucharán por esa alma con una potencia que prevalecerá. El Señor dice: “¿Será quitada la presa al valiente? o ¿libertaráse la cautividad legítima? Así empero dice Jehová: Cierto, la cautividad será quitada al valiente, y la presa del robusto será librada; y tu pleito yo lo pleitearé, y yo salvaré a tus hijos”. Isaías 49:24, 25 (El Deseado de todas las gentes, p. 224).

La obra de vencer el mal debe ser hecha por la fe. Los que salgan al campo de batalla encontrarán que deben revestirse de toda la armadura de Dios. El escudo de la fe será su defensa, y los habilitará a ser más que vencedores. Ninguna otra cosa tendrá valor sino la fe en Jehová de los ejércitos, y la obediencia a sus órdenes. Los vastos ejércitos pertrechados con todas las otras cosas no tendrán valor alguno en el último gran conflicto. Sin fe, una hueste angélica no podría ayudar. Solamente la fe viva los hará invencibles, y los habilitará para subsistir en el día malo, manteniéndose firmes, inconmovibles, y conservando firme hasta el fin el comienzo de su confianza (Consejos para los maestros, p. 174).

Reavivados por su Palabra: Hoy, Apocalipsis 13
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Miércoles 5 de enero
JESÚS ES NUESTRO SUMO SACERDOTE

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Hebreos 5 al 7 presenta una segunda función de Jesús. Él es nuestro Sumo Sacerdote. El autor explica que esto cumple una promesa que Dios le había hecho al rey davídico prometido, de que él sería “sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec” (Sal. 110:4; citado en Heb. 5:5, 6).


Lee Levítico 1:1 al 910:8 al 11; Malaquías 2:7; Números 6:22 al 26; y Hebreos 5:1 al 4. ¿Qué funciones cumplía el sacerdote?


Los sacerdotes fueron designados para representar a los seres humanos y mediar en su relación con Dios y las cosas que le conciernen. El sacerdote era un mediador. Esto valía para cualquier sistema de sacerdocio, ya fuera israelita, griego, romano o cualquier otro. El sacerdote instrumentaba la relación con Dios, y toda su ocupación apuntaba a facilitar la relación entre el pueblo y Dios. El sacerdote ofrece sacrificios en nombre de los seres humanos. El pueblo no puede llevar estos sacrificios a Dios personalmente.

El sacerdote sabe cómo ofrecer un sacrificio “aceptable” para que nuestros dones sean aceptables ante Dios, consiguiendo la purificación, o el perdón. Los sacerdotes también enseñaban la Ley de Dios al pueblo. Eran expertos en los mandamientos de Dios, y se encargaban de explicarlos y aplicarlos. Finalmente, los sacerdotes también tenían la responsabilidad de bendecir en nombre de Yahvé. A través de ellos, Dios mediaba su buena voluntad y su propósito benefactor hacia el pueblo. Sin embargo, en 1 Pedro 2:9, hay un avance. Los creyentes en Jesús recibimos el título de “real sacerdocio”. Este rol implica privilegios increíbles. Los sacerdotes podían acercarse a Dios en el Santuario. Hoy, podemos acercarnos a Dios confiadamente mediante la oración (Heb. 4:14–16; 10:19–23). También hay responsabilidades importantes. Debemos colaborar con Dios en su obra de salvar al mundo. Él quiere que les enseñemos y les expliquemos sus leyes y sus preceptos a los demás. También quiere que ofrezcamos sacrificios de alabanza y buenas obras que le agraden. ¡Qué privilegio y qué responsabilidad!

¿Qué diferencia debería marcar en nuestra vida el ser hechos “real sacerdocio”? ¿Cómo debería afectar nuestra manera de vivir esta realidad?


Comentarios Elena G.W
Miércoles 5 de enero - JESÚS ES NUESTRO SUMO SACERDOTE


Se habla de Cristo como caminando en medio de los candeleros de oro. Así se simboliza su relación con las iglesias. Está en constante comunicación con su pueblo. Conoce su real condición. Observa su orden, su piedad, su devoción. Aunque es el Sumo Sacerdote y Mediador en el Santuario celestial, se le representa como caminando de aquí para allá en medio de sus iglesias en la tierra. Con incansable desvelo y constante vigilancia, observa para ver si la luz de alguno de sus centinelas arde débilmente o si se apaga. Si el candelero fuera dejado al mero cuidado humano, la vacilante llama languidecería y moriría; pero él es el verdadero centinela en la casa del Señor, el fiel guardián de los atrios del templo. Su cuidado constante y su gracia sostenedora son la fuente de la vida y la luz (Los hechos de los apóstoles, p. 468).

Dios se acerca al hombre por medio de Jesucristo, el mediador, único medio por el cual perdona los pecados. Dios no puede perdonar los pecados en menoscabo de su justicia, su santidad y su verdad. Pero, perdona los pecados y lo hace plenamente. No hay pecados que no perdonará por medio del Señor Jesucristo. Esta es la única esperanza del pecador, y si descansa en ella con fe sincera, puede estar seguro del perdón pleno y gratuito. Hay solo un canal y este es accesible a todos y por medio de este canal el alma penitente y contrita recibe abundante perdón y hasta los pecados más negros son lavados (La fe por la cual vivo, p. 104).

Cristo no reconoce ninguna casta, ni color, ni grado como necesarios para llegar a ser súbditos de su reino. La admisión en su reino no depende ni de la riqueza ni de una herencia superior. En cambio, los que han nacido del Espíritu son los súbditos de su reino. El carácter espiritual es lo que será reconocido por Cristo. Su reino no es de este mundo. Sus súbditos son los participantes de la naturaleza divina, que habrán escapado de la corrupción que está en el mundo y que se manifiesta por la concupiscencia. Y esta gracia les es dada por Dios. Cristo no encuentra a sus súbditos preparados para su reino, sino que los califica por medio de su divino poder. Los que estaban muertos en delitos y pecados son revividos a la vida espiritual…

Como el siervo contempla a su amo y la sierva observa a su patrona, estas almas, atraídas por las cuerdas del amor de Cristo, lo miran constantemente como el Autor y Consumador de su fe. Al contemplar a Jesús, al obedecer sus requisitos, aumentan su conocimiento de Dios y de Jesucristo a quien él ha enviado. De este modo se transforman a su imagen de carácter en carácter hasta que llegan a distinguirse del mundo y se puede escribir acerca de ellos: “Vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable (La maravillosa gracia de Dios, p. 52).

Reavivados por su Palabra: Hoy, Apocalipsis 14
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Jueves 6 de enero
JESÚS ES MEDIADOR DE UN MEJOR PACTO

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Hebreos 8 al 10 se centra en la obra de Jesús como Mediador de un Nuevo Pacto. El problema con el Antiguo Pacto es que era solo un presagio de las cosas buenas que vendrían. Sus instituciones fueron diseñadas para prefigurar, ilustrar, la obra que el Mesías Jesús habría de hacer en el futuro. Así, los sacerdotes prefiguraban a Jesús, pero eran mortales y pecadores. No podían ofrecer la perfección que Jesús ofrecería. Y ministraban en un santuario que era una “figura y sombra” del Santuario celestial (Heb. 8:5).

Jesús ministra en el verdadero Santuario y nos brinda acceso a Dios. Los sacrificios de animales prefiguraban la muerte de Jesús como un sacrificio en nuestro favor, pero esa sangre no podía limpiar la conciencia. Sin embargo, la muerte de Jesús purifica nuestra conciencia para que podamos acercarnos a Dios con denuedo (Heb. 10:19-22).


Lee Hebreos 8:8 al 12. ¿Qué nos prometió Dios en el Nuevo Pacto?


Al designar a Jesús como nuestro Sumo Sacerdote, el Padre estableció un Nuevo Pacto que logrará lo que el Antiguo Pacto solo podía anticipar. El Nuevo Pacto ofrece lo que solo un sacerdote perfecto, eterno, divino-humano puede ofrecer. Este Sumo Sacerdote no solo explica la Ley de Dios, sino además la implanta en nuestro corazón. Este Sacerdote ofrece un sacrificio que brinda perdón. Este Sacerdote nos limpia y nos transforma. Él transforma nuestro corazón de piedra en uno de carne (Eze. 36:26). Él realmente nos crea de nuevo (2 Cor. 5:17). Este Sacerdote nos bendice de la manera más increíble, al brindarnos acceso a la presencia del mismísimo Padre.

Dios planeó que el Antiguo Pacto apuntara hacia el futuro, hacia la obra de Jesús. Era hermoso en su diseño y su propósito. Sin embargo, algunos malinterpretaron su propósito. Reacios a dejar los símbolos, las sombras, y abrazar las verdades a las que apuntaban los símbolos, se perdieron los maravillosos beneficios que les ofrecía el ministerio de Jesús.

“Cristo era el fundamento y la vida del Templo. Sus servicios eran típicos del sacrificio del Hijo de Dios. El sacerdocio había sido establecido para representar el carácter y la obra mediadora de Cristo. Todo el plan de adoración sacrificial era una prefiguración de la muerte del Salvador para redimir al mundo. No habría eficacia en esas ofrendas cuando el gran evento al cual señalaran durante siglos fuese consumado” (DTG 137).—


Comentarios Elena G.W
Jueves 6 de enero - JESÚS ES MEDIADOR DE UN MEJOR PACTO


“Lo principal, pues, entre las cosas que decimos es esto: Tenemos un tal sumo sacerdote que se ha sentado a la diestra del trono de la Majestad en los cielos; ministro del Santuario, y del verdadero tabernáculo, que plantó el Señor, y no el hombre”. Hebreos 8:1, 2 (VM).

Aqui tenemos revelado el Santuario del nuevo pacto. El Santuario del primer pacto fue asentado por el hombre, construído por Moisés; este segundo es asentado por el Señor, no por el hombre. En aquel Santuario los sacerdotes terrenales desempeñaban el servicio; en este es Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, quien ministra a la diestra de Dios. Uno de los Santuarios estaba en la tierra, el otro está en el cielo (El conflicto de los siglos, pp. 408, 409).

Cuando Jesús habla de un nuevo corazón, se refiere a la mente, a la vida, a todo el ser. Tener un cambio de corazón quiere decir apartar los afectos de este mundo y aferrarse de Cristo. Tener un nuevo corazón es tener nueva mente, nuevos propósitos, nuevos motivos. ¿Cuál es la señal de un nuevo corazón?: una vida nueva. Hay una muerte diaria y de cada hora al egoísmo y al orgullo.

Entonces se manifestará un espíritu de amabilidad, no intermitente, sino continuamente. Habrá un cambio decidido en la actitud, en el comportamiento, en las palabras y en los actos hacia todos aquellos con quienes os relacionéis. No magnificaréis sus debilidades, no las pondréis bajo una luz desfavorable. Obraréis de acuerdo con los métodos de Cristo, manifestando al prójimo el amor que Cristo os manifestó…

Solo el poder de Dios puede cambiar un corazón de piedra por un corazón de carne (Sons and Daughters of God, p. 100; parcialmente en Hijos he hijas de Dios, p. 102).

Ser perdonados como Cristo perdona no es solo ser perdonados sino ser renovados en el espíritu de nuestra mente. El Señor dice: “Os daré corazón nuevo”. Ezequiel 36:26. La imagen de Cristo ha de estar grabada en la mente, el corazón y el alma. El apóstol dice: “Nosotros tenemos la mente de Cristo”. 1 Corintios 2:16. Sin el proceso transformador que solo puede producirse por medio del poder divino, las propensiones pecaminosas originales quedan en el corazón con toda su fuerza, para forjar nuevas cadenas, para imponer una esclavitud que nunca puede ser quebrada por el poder humano…

Cuando venga Cristo, la balanza del cielo pesará el carácter y decidirá si es puro, santificado y consagrado…

La felicidad es el resultado de la santidad y de la conformidad con la voluntad de Dios. Los que quieren ser santos en el cielo, primero serán santos en la tierra; porque cuando dejemos esta tierra, llevaremos nuestro carácter con nosotros, y esto será sencillamente llevar con nosotros algunos de los elementos del cielo que nos fueron impartidos por la justicia de Cristo…

La experiencia que sigue a la entrega total de Dios es la justicia, la paz y el gozo en el Espíritu Santo (Reflejemos a Jesús, p. 295).s

Reavivados por su Palabra: Hoy, Apocalipsis 15
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Viernes 7 de enero

AudioDiálogo BíblicoMat. DamassMat. Adultos

Para Estudiar y Meditar

A pesar de todas las verdades buenas y llenas de esperanza del libro de Hebreos, también hay una serie de advertencias que alcanzan su punto culminante en los capítulos 10 al 12. Estos capítulos tienen al menos dos elementos en común. En primer lugar, todos comparan a la generación del desierto con los lectores de Hebreos. En segundo lugar, nos exhortan a tener fe.

La generación del desierto fue la que vio el asombroso poder de Dios manifestado en señales y milagros en su liberación de Egipto. También escuchó a Dios pronunciar los Diez Mandamientos desde el monte Sinaí. Vieron la columna de fuego de noche y la nube protectora durante el día. Comieron maná, pan del cielo. También bebieron agua que brotaba de las rocas dondequiera que acampaban. Pero, cuando llegaron a la frontera de la Tierra Prometida, no pudieron confiar en Dios. Les faltó fe, que es la esencia de lo que Dios requiere. “Sin fe es imposible agradar a Dios” (Heb. 11:6).

Pablo dice que nosotros, al igual que la generación del desierto, también estamos en la frontera de la Tierra Prometida (Heb. 10:37–39). No obstante, nuestros privilegios y responsabilidades son mayores. No escuchamos a Dios hablar desde el monte Sinaí, pero hemos visto a través de las Escrituras una mayor revelación de Dios en el monte Sion: Dios hecho carne, Jesucristo (Heb. 12:18-24). La pregunta es: ¿Tendremos fe? El autor nos anima a seguir el ejemplo de una gran lista de personajes, que culmina con Jesús mismo.

 

 

 

PREGUNTAS PARA DIALOGAR

  • 1. Hemos aprendido que Jesús es nuestro Defensor y que va delante de nosotros en la batalla contra el diablo. ¿Cómo podemos luchar juntos, unidos, como iglesia, detrás de nuestro Defensor? ¿Cuáles son esas cosas que impiden que se dé esta unidad? ¿Cuáles son las formas en que Satanás puede debilitarnos como iglesia? ¿Cómo debilitó Satanás a Israel en el pasado?

    2. Como creyentes, somos una comunidad de sacerdotes bajo la dirección de Dios. ¿De qué manera tu iglesia local puede ofrecer mejores sacrificios de alabanza y buenas obras a Dios? Sé específico y práctico.

    3. ¿En qué se asemeja nuestra situación a la situación de la generación del desierto justo antes de entrar en la Tierra Prometida? ¿Qué lecciones podemos aprender de estas similitudes?

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Reavivados por su Palabra: Hoy, Apocalipsis 16
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Lección 1: Para el 1º de enero de 2022
LA CARTA A LOS HEBREOS Y A NOSOTROS

Sábado 25 de diciembreAudioComentario EGWIntroducción a la LecciónMat. DamasMat. AdultosAudio Pr. Bullón

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA:


Hebreos 2:3, 4; 1 Pedro 4:14, 16; Hebreos 13:1–9, 13; 1 Reyes 19:1–18; Hebreos 3:12–14; Números 13.


PARA MEMORIZAR:
“Porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa” (Heb. 10:36).

¿Alguna vez imaginaste cómo sería escuchar predicar a Jesús o a uno de los apóstoles? Tenemos extractos de escritos y resúmenes de algunos de sus sermones, pero estos brindan solo una idea limitada de cómo sería escucharlos. No obstante, Dios conservó en las Escrituras al menos un sermón completo para nosotros: la carta de Pablo a los Hebreos.

Pablo, el autor de Hebreos, se refirió a su propia obra como una “palabra de exhortación” (Heb. 13:22). Esta expresión se utilizaba para referirse al sermón (Hech. 13:15; 1 Tim. 4:13). Por lo tanto, se cree que Hebreos es el primer “sermón cristiano completo” que tenemos. Hebreos estaba dirigido a creyentes en Cristo que experimentaron dificultades. Algunos fueron públicamente avergonzados y perseguidos (Heb. 10:32–34). Otros afrontaban problemas económicos (Heb. 13:5, 6). Muchos estaban cansados, y habían comenzado a cuestionarse su fe (Heb. 3:12, 13). ¿Alguno de nosotros hoy puede sentirse identificado?

Sin embargo, el apóstol, con un sermón conmovedor, los desafió (a ellos y, por extensión, a nosotros) a perseverar en la fe en Jesús y a fijar sus ojos en Jesús, quien ahora está en el Santuario celestial.


Comentarios Elena G.W
Sábado 25 de diciembre


Estudiad cuidadosamente el primer capítulo de Hebreos. Interesaos en las Escrituras. Leedlas y estudiadlas con diligencia. “Porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna —dijo Jesús—, y ellas son las que dan testimonio de mí”. El tener un conocimiento experimental e individual de Dios y de Jesucristo significa todo para nosotros, del “que Dios envió”. “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Fundamentals of Christian Education, p. 404).

Hombres, mujeres y jóvenes, Dios requiere de vosotros que poseáis valor moral, firmeza de propósito, fortaleza y perseverancia, mentes que no admitan los asertos ajenos, sino que investiguen por su cuenta antes de aceptarlos o rechazarlos, y escuchen y pesen las evidencias, y las lleven al Señor en oración. “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, demándela a Dios, el cual da a todos abundantemente, y no zahiere; y le será dada”. Santiago 1:5… Esta petición de sabiduría no debe ser una oración sin sentido, que se olvide tan pronto como se haya terminado. Es una oración que expresa el enérgico y ferviente deseo inspirado al corazón por un consciente anhelo de poseer sabiduría para discernir la voluntad de Dios.

Después de hecha la oración, si no obtenemos inmediatamente la respuesta, no nos cansemos de esperar, ni nos volvamos inestables. No vacilemos. Aferrémonos a la promesa: “Fiel es el que os ha llamado; el cual también lo hará”. 1 Tesalonicenses 5:24. Como la viuda importuna, presentemos nuestros casos con firmeza de propósito. ¿Es importante el objeto y de gran consecuencia para nosotros? Por cierto que sí. Entonces, no vacilemos; porque tal vez se pruebe nuestra fe. Si lo que deseamos es valioso, merece un esfuerzo enérgico y fervoroso. Tenemos la promesa; velemos y oremos. Seamos firmes, y la oración será contestada; porque, ¿no es Dios quien ha formulado la promesa? Cuanto más nos cueste obtener algo, tanto más lo apreciaremos cuando lo obtengamos… Se nos recomienda aquí que no nos cansemos, sino que confiemos firmemente en la promesa. Si pedimos, él nos dará liberalmente, sin zaherir (Testimonios para la iglesia, t. 2, p. 119).

Mientras esté en el mundo, el creyente arrostrará influencias adversas. Habrá provocaciones que prueben su genio; y es afrontándolas con el espíritu debido como se desarrollan las gracias cristianas. Si se soportan mansamente las injurias y los insultos, si se responde a ellos con contestaciones amables, y a los actos de opresión con la bondad, se dan evidencias de que el Espíritu de Cristo mora en el corazón, y de que fluye la savia de la Vid viviente por los pámpanos. En esta vida estamos en la escuela de Cristo, donde hemos de aprender a ser mansos y humildes de corazón; en el día del ajuste final de cuentas veremos que todos los obstáculos que encontramos, todas las penurias y molestias que fuimos llamados a soportar, eran lecciones prácticas en la aplicación de los principios de la vida cristiana. Si se soportan bien, desarrollan en el carácter virtudes como las de Cristo, y distinguen al cristiano del mundano (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 323).

 

Reavivados por su Palabra: Hoy, Apocalipsis 3.
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Domingo 26 de diciembre
UN COMIENZO GLORIOSO
AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Para entender este sermón y aplicar su mensaje a nosotros, necesitamos entender la historia de la congregación a la cual fue dirigido y su situación cuando recibió la carta del apóstol.

Lee Hebreos 2:3 y 4. ¿Cuál fue la experiencia de conversión de la audiencia de Hebreos?

Este pasaje implica que la audiencia de Hebreos no había escuchado a Jesús predicar. Recibió el evangelio mediante otros evangelistas que les habían anunciado la noticia de la “salvación”. Pablo también dice que los evangelistas les “confirmaron” el mensaje y que Dios mismo había dado “su testimonio [...] con señales” y “prodigios” (NVI). Esto significa que Dios había brindado una confirmación experiencial del evangelio mediante señales y otras obras poderosas, entre ellas los “dones distribuidos por el Espíritu Santo” (NVI). El Nuevo Testamento relata que a menudo había señales como curaciones milagrosas, exorcismos y el derramamiento de dones espirituales que acompañaban la predicación del evangelio en nuevos lugares. Al comienzo de la Era Cristiana, Dios derramó su Espíritu sobre los apóstoles en Jerusalén para que pudieran anunciar el evangelio en idiomas previamente desconocidos para ellos y realizar milagros (Hech. 2; 3). Felipe realizó milagros similares en Samaria (Hech. 8); Pedro, en Jope y Cesarea (Hech. 9, 10); y Pablo, a lo largo de su ministerio en Asia Menor y Europa (Hech. 13-28). Estos hechos poderosos eran evidencias vivenciales que confirmaban el mensaje de “salvación”: el establecimiento del Reino de Dios, la salvación de la condenación y la liberación de los poderes del mal (Heb. 12:25-29). El Espíritu les dio a los primeros creyentes cristianos la convicción de que sus pecados habían sido perdonados; por lo tanto, no temían el Juicio y, como resultado, sus oraciones eran audaces y confiadas, y su experiencia religiosa era dichosa (Hech. 2:37–47). El Espíritu también liberó a los esclavos de los poderes del mal, lo que fue una prueba contundente de la superioridad del poder de Dios sobre las fuerzas del mal y reveló que el Reino de Dios se había establecido en la vida de ellos.

¿Cuál es la historia de tu conversión? ¿De qué manera has sido confirmado en tu fe y creencia en Jesucristo como tu Salvador y Señor? ¿Por qué a veces es bueno recordar cómo Dios actuó por primera vez en tu vida para llevarte a él?


Comentarios Elena G.W
Domingo 26 de diciembre


Mediante su Espíritu Santo, la voz de Dios nos ha venido continuamente en forma de amonestación e instrucción, para confirmar la fe de los creyentes en el espíritu de profecía. El mensaje ha venido repetidas veces: Escribe las cosas que te he dado para confirmar la fe de mi pueblo en la posición que ha tomado. El tiempo y las pruebas no han anulado la instrucción dada, sino que han establecido la verdad del testimonio dado mediante los años de sufrimiento y abnegación. La instrucción que fue dada en los primeros días del mensaje ha de ser retenida como instrucción segura de seguir en estos días finales… Si estudiamos cuidadosamente el segundo capítulo de Hebreos, aprenderemos cuán importante es que retengamos firmemente cada principio de la verdad que ha sido dada (Mensajes selectos, t. 1, p. 46).

Cristo decidió que cuando él ascendiera al cielo, concedería un don a los que habían creído y a los que creerían en él. ¿Qué don sería lo suficientemente rico para señalar y embellecer su ascensión hacia el trono del Intercesor? Debía ser digno de su grandeza y condición de Rey. Resolvió dar su Representante, la tercera persona de la Divinidad. Este don no se podía sobrepujar. Cristo quería dar todos los dones en uno, y por lo tanto, su donación fue el Espíritu divino, poder santificador, que ilumina y convierte… Descendió con plenitud y poder como si por siglos hubiera estado contenido; y se derramó sobre la iglesia, para que esta lo transmitiera al mundo…

Los creyentes se convirtieron de nuevo. Los pecadores se unieron con los cristianos para buscar la perla de gran precio… Cada cristiano veía en su hermano la divina imagen de la benevolencia y el amor. Un solo interés prevalecía. Un solo tema sorbía todos los demás. Todos los pulsos latían en sano concierto. La única ambición de los creyentes era ver quién podía revelar con mayor perfección la semejanza del carácter de Cristo, y quién podía hacer más para ensanchar su reino (Mi vida hoy, p. 37).

Cuando el Espíritu de Dios se posesiona del corazón, transforma la vida. Los pensamientos pecaminosos son puestos a un lado, las malas acciones son abandonadas; el amor, la humildad y la paz, reemplazan a la ira, la envidia y las contenciones. La alegría reemplaza a la tristeza, y el rostro refleja la luz del cielo. Nadie ve la mano que alza la carga, ni contempla la luz que desciende de los atrios celestiales. La bendición viene cuando por la fe el alma se entrega a Dios. Entonces ese poder que ningún ojo humano puede ver, crea un nuevo ser a la imagen de Dios.

Es imposible para las mentes finitas comprender la obra de la redención. Su misterio supera al conocimiento humano; sin embargo, el que pasa de muerte a vida comprende que es una realidad divina. Podemos conocer aquí por experiencia personal el comienzo de la redención. Sus resultados alcanzan hasta las edades eternas (El Deseado de todas las gentes, p. 144).

Reavivados por su Palabra: Hoy, 1 Juan 5.
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Lunes 27 de diciembre
LA LUCHA
AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adulto

Cuando los creyentes confesaron su fe en Cristo y se unieron a la iglesia, establecieron un límite que los distinguió del resto de la sociedad. Lamentablemente, esto se convirtió en una fuente de conflicto porque implícitamente emitía un juicio negativo sobre su comunidad y sus valores.


Lee Hebreos 10:32 al 34; y 13:3. ¿Cuál fue la experiencia de la audiencia de Hebreos después de su conversión? Es muy probable que los lectores de Hebreos sufrieran verbal y físicamente a manos de turbas incitadas por los oponentes (p. ej., Hech. 16:19-22; 17:1-9).

También fueron encarcelados, y es posible que además hayan sido golpeados, porque los funcionarios tenían el poder de autorizar el castigo y el encarcelamiento, a menudo sin seguir las normas judiciales apropiadas, mientras reunían pruebas (p. ej., Hech. 16:22, 23).

Lee Hebreos 11:24 al 26; y 1 Pedro 4:14 y 16.

¿Cómo nos ayudan las experiencias de Moisés y de los lectores de 1 Pedro a comprender por qué se perseguía a los creyentes cristianos? Sufrir “el vituperio de Cristo” significaba simplemente identificarse con Cristo y soportar la vergüenza y el abuso que implicaba esta asociación con su nombre. La animosidad pública contra los cristianos era resultado de sus compromisos religiosos distintivos. La gente puede sentirse ofendida por prácticas religiosas que no comprende o por personas cuyo estilo de vida y moralidad podrían hacer que otros se sientan culpables o avergonzados. A mediados del siglo I d.C., Tácito consideraba que los cristianos eran culpables de “odio contra la humanidad” (A. J. Church y W. J. Brodribb, trad., The Complete Works of Tacitus, Anales 15.44.1). Cualquiera que sea la razón exacta de esa acusación –indudablemente falsa–, muchos cristianos primitivos, como aquellos a quienes Pablo les había escrito esta carta, estaban sufriendo por su fe.

Toda persona, ya sea cristiana o no, sufre. Sin embargo, ¿qué significa sufrir por causa de Cristo? ¿Cuánto sufrimiento enfrentamos por causa de Cristo, y cuánto se debe a nuestras propias decisiones?

 


Comentarios Elena G.W
Lunes 27 de diciembre


Desde el monte de los Olivos el Salvador contempló la tormenta que estaba por caer sobre la iglesia apostólica y, al penetrar más profundamente en el futuro, su ojo distinguió la fiera y devastadora tempestad que azotaría a sus seguidores en las edades venideras de oscuridad y persecución. En pocas y breves palabras de terrible significado, predijo la porción que los gobernantes de este mundo asignarían a la iglesia de Dios. Los seguidores de Cristo debían transitar la misma senda de humillación, reproche y sufrimiento que había recorrido su Maestro. La enemistad que se había manifestado hacia el Redentor del mundo se manifestaría también contra todos los que creyeran en su nombre.

La historia de la iglesia primitiva da testimonio del cumplimiento de las palabras del Salvador. Los poderes de la tierra y el infierno se coligaron contra Cristo en la persona de sus seguidores… Se encendieron los fuegos de la persecución. Se expropiaron las posesiones de los cristianos y se los arrojó de sus hogares. “Soportaron gran lucha y aflicción”. “Experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles”. Hebreos 11:36 (La historia de la redención, pp. 336, 337).

En Egipto, en su calidad de afortunado caudillo militar y favorito del rey y de la nación, se había acostumbrado a recibir alabanza y adulación. Se había granjeado la simpatía del pueblo. Esperaba llevar a cabo con sus propias fuerzas la obra de libertar a Israel. Muy diferentes fueron las lecciones que hubo de aprender como representante de Dios. Al conducir sus ganados por los montes desiertos y por los verdes pastos de los valles, aprendió a tener fe, mansedumbre, paciencia, humildad y a olvidarse de sí mismo. Aprendió a cuidar a seres débiles y enfermos, a salir en busca de los descarriados, a ser paciente con los revoltosos, a proteger los corderos y a nutrir los miembros del rebaño ya viejos y enclenques.

En esta labor Moisés se fue acercando al supremo Pastor. Llegó a unirse estrechamente con el Santo de Israel. Ya no se proponía hacer una gran obra. Procuraba hacer fielmente y como para Dios la tarea que le estaba encomendada… Conocía a Dios como Dios personal, y al meditar en su carácter se compenetraba cada vez más del sentido de su presencia. Hallaba refugio en los brazos del Eterno (El ministerio de curación, p. 377).

El alma afligida nunca es más amada por su Salvador que cuando está experimentando quebrantos por amor de la verdad. Cuando el creyente, por amor de la verdad, comparece ante tribunales injustos, Cristo está a su lado. Todos los vituperios que caen sobre el creyente humano, caen también sobre Cristo en la persona de sus santos. Cristo dijo: “Yo le amaré y me manifestaré a él”. Juan 14:21. Cristo es condenado otra vez en la persona de sus discípulos. Cuando el creyente es encarcelado por causa de la verdad, Cristo se le manifiesta y llena su corazón con su amor. Cuando experimenta la muerte por amor a Cristo, él le dice: Matarán el cuerpo, pero no pueden

Reavivados por su Palabra: Hoy, Hebreos 11.
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Martes 28 de diciembre
MALESTAR
AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adulto

Los lectores de Hebreos lograron retener su fe y su compromiso con Cristo, a pesar del rechazo y la persecución. Sin embargo, el conflicto hizo mella a largo plazo. Pelearon la buena batalla y salieron victoriosos pero también cansados.

Lee Hebreos 2:18; 3:12 y 13; 4:15; 10:25; 12:3, 12 y 13; y 13:1 al 9 y 13.

¿Cuáles eran algunos de los desafíos que enfrentaban los creyentes? Hebreos nos dice que los lectores siguieron teniendo dificultades. Continuaron los ataques verbales y probablemente de otro tipo contra su honor (Heb. 13:13). Algunos creyentes todavía estaban en prisión (Heb. 13:3), algo que pudo haber agotado a la iglesia económica y psicológicamente. Estaban cansados (Heb. 12:12, 13) y fácilmente podían “desmayar” (Heb. 12:3). Es habitual entre las personas y las comunidades que, después de que pasa la emoción de la victoria, las defensas psicológicas y de otro tipo se relajan y se vuelven más vulnerables al contraataque de sus enemigos. La fuerza que una persona o una comunidad movilizó para enfrentar una amenaza inminente es más difícil de reunir por segunda vez.

Lee 1 Reyes 19:1 al 4. ¿Qué le sucedió a Elías?

“Pero una reacción que con frecuencia sigue a los momentos de mucha fe y de glorioso éxito oprimía a Elías. Temía que la reforma iniciada en el Carmelo no durase; y la depresión se apoderó de él. Había sido exaltado a la cumbre de Pisga; ahora se hallaba en el valle. Mientras estaba bajo la inspiración del Todopoderoso, había soportado la prueba más severa de su fe; pero en el momento de desaliento, mientras repercutía en sus oídos la amenaza de Jezabel y Satanás prevalecía aparentemente en las maquinaciones de esa mujer impía, perdió su confianza en Dios. Había sido exaltado en forma desmedida, y la reacción fue tremenda. Olvidándose de Dios, Elías huyó hasta hallarse solo en un desierto deprimente” (PR 118, 119).

Piensa en esos momentos en los que fracasaste en tu vida cristiana, y trata de comprender las circunstancias y los factores que contribuyeron al fracaso. ¿Qué podrías haber hecho diferente?


Comentarios Elena G.W
Martes 28 de diciembre


Usted puede realizar mucho para sus hermanos si se oculta en Dios y permite que el Espíritu Santo suavice su espíritu. Usted tiene que enfrentar a un grupo difícil de personas. Están llenas de prejuicio amargo, pero no más de lo que estaba Saulo. Dios puede obrar poderosamente por sus hermanos si usted no se interpone en el camino ni pone impedimentos en su propio sendero. Permita que el calor del amor, la compasión y la ternura moren en su corazón mientras trabaja. Usted puede derribar las paredes férreas del prejuicio si solo se aferra a Cristo…

Como siervo de Dios, usted no debe desanimarse demasiado fácilmente por las dificultades o por la más fiera oposición. Salga, no en su propio nombre, sino en la fortaleza y el poder del Dios de Israel. Soporte rigores como un buen soldado de la cruz de Cristo. Jesús soportó la contradicción de pecadores contra sí mismo. Considere la vida de Cristo y cobre ánimo, y avance con fe, valor y esperanza (Testimonios para la iglesia, t. 3, pp. 476, 477).

[E]n lugar de que las cosas tomen un cariz favorable, hombres perversos, maestros seductores irán empeorando, engañándose a sí mismos y a los demás. Debemos esperar una mayor oposición de la que hemos experimentado… Ahora debemos hacer de Cristo nuestro refugio, o en los días que nos esperan nuestras almas serán vencidas por las tinieblas y la desesperación. Hay un punto más allá del cual la ayuda humana no sirve de nada. Cada uno debe vivir por fe a medida que se vea forzado a entrar en un conflicto más severo y aparentemente mortal con los poderes de las tinieblas. Cada uno debe permanecer o caer por sí mismo. Las flechas del destruidor están por ser lanzadas contra los fieles, y ningún poder terrenal puede desviarlas. Pero si nuestros ojos pudieran ser abiertos, podríamos ver ángeles de Dios que rodean a los justos, para que ningún daño les acontezca…

Debemos contemplar a Jesús, estudiar sus palabras, orar por su Espíritu. Deberíamos estar solos con Dios con más frecuencia para meditar y orar. Oremos más y hablemos menos. No podemos confiar en nuestra sabiduría, en nuestra propia experiencia, en nuestro propio conocimiento de la verdad; debemos aprender diariamente, acudiendo a nuestro Maestro celestial en busca de instrucción, y entonces, sin parar mientes en el ocio, en el placer o en la conveniencia, debemos avanzar sabiendo que es fiel el que nos ha llamado (Nuestra elevada vocación, p. 364).

Todas las veces que uno está rodeado de nubes, perplejo por las circunstancias, o afligido por la pobreza o la desgracia, Satanás está cerca para tentar y molestar. Ataca nuestros puntos débiles del carácter. Busca sacudir nuestra confianza en Dios, quien sufre debido a que existe tal situación. Somos tentados a desconfiar de Dios, a objetar su amor. A menudo el tentador se nos acerca como lo hizo con Cristo, poniendo de manifiesto ante nosotros nuestras flaquezas y debilidades. Espera desanimar el alma y quebrantar nuestro apoyo en Dios. Entonces está seguro de su presa. Si lo enfrentásemos como Jesús lo hizo, escaparíamos a muchas derrotas (Nuestra elevada vocación, p. 258).

Reavivados por su Palabra: Hoy, Hebreos 12
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Miércoles 29 de diciembre
AVANZAR JUNTOS

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adulto

¿Qué les aconsejó el apóstol a los lectores que hicieran en vista de su situación? ¿Qué podemos aprender de Hebreos para nuestro propio beneficio? Analicemos de qué manera Dios ayudó a Elías a recuperarse de su desánimo.


Lee 1 Reyes 19:5 al 18. ¿Qué hizo Dios para restaurar la fe de Elías, su siervo?


La historia de la interacción de Dios con Elías después del Carmelo es fascinante porque muestra el tierno cuidado y la sabiduría con la que Dios suple las necesidades de quienes están en peligro y que luchan por recuperar la fe. Dios hizo varias cosas por Elías. En primer lugar, se preocupó por sus necesidades físicas. Le proveyó comida y lo dejó descansar. Luego, en la cueva, amablemente lo reprendió: “¿Qué haces aquí, Elías?”, y lo ayudó a entender más en profundidad cómo él obra y cumple sus propósitos. Dios no estaba en el viento, en el terremoto ni el fuego, sino en una voz suave y apacible. Entonces, Dios le dio a Elías una obra que hacer y lo tranquilizó.

Lee Hebreos 2:1; 3:12 al 14; 5:11 a 6:3; y 10:19 al 25. ¿Qué sugirió Pablo que deberían hacer los creyentes?


En todo Hebreos, podemos encontrar varias instrucciones que el apóstol les dio a los lectores para ayudarlos a recuperar su fuerza y su fe originales. El autor insiste en que atiendan las necesidades físicas de sus hermanos en la fe. Sugiere que debían practicar la hospitalidad y visitar a los presos, lo que implicaba atender sus necesidades. El apóstol exhorta a los lectores a ser generosos, recordando que Dios no los abandonará (Heb. 13:1-6). Pablo también los reprendió y los animó. Les advirtió que no “perd[ieran] el rumbo” (Heb. 2:1, NVI) y que no tuvieran “un corazón pecaminoso e incrédulo” (Heb. 3:12, NVI), y los animó a crecer en su conocimiento de la fe (Heb. 5:11–6:3). También señaló la importancia de la asistencia constante a las reuniones de la iglesia (Heb. 10:25). En resumen, sugirió que avanzaran juntos, que se animaran unos a otros y que se motivaran a tener amor y hacer buenas obras, pero también exaltó a Jesús y su ministerio en el Santuario celestial en favor de ellos (Heb. 8:1, 2; 12:1–4).


Comentarios Elena G.W
Miércoles 29 de diciembre


Aunque el lugar del monte Horeb al cual Elías se había retirado era un sitio oculto para los hombres, era conocido por Dios; y el profeta cansado y desalentado, no fue abandonado para que luchase solo con las potestades de las tinieblas que le apremiaban. En la entrada de la cueva donde Elías se había refugiado, Dios se encontró con él, por medio de un ángel poderoso enviado para que averiguase sus necesidades y le diese a conocer el propósito divino para con Israel.

Mientras Elías no aprendiese a confiar plenamente en Dios no podía completar su obra en favor de aquellos que habían sido seducidos al punto de adorar a Baal. El triunfo señalado que había alcanzado en las alturas del Carmelo había preparado el camino para otras victorias aun mayores; pero la amenaza de Jezabel había desviado a Elías de las oportunidades admirables que se le presentaban. Era necesario hacer comprender al hombre de Dios la debilidad de su posición actual en comparación con el terreno ventajoso que el Señor quería que ocupase (Profetas y reyes, p. 123).

Nada podemos hacer sin valor ni perseverancia. Decid palabras de esperanza y de ánimo a los pobres y a los desalentados. Si es necesario, dadles pruebas tangibles de vuestro interés, ayudándoles cuando pasan algún apuro. Quienes gozan de muchas ventajas deben tener presente que ellos mismos todavía yerran en muchas cosas, y les duele que se les señalen sus propios yerros y se les presente un hermoso modelo de lo que debieran ser. Recordad que la bondad puede más que la censura (El ministerio de curación, p. 148).

“Satanás es hábil para sugerir dudas e idear objeciones al testimonio directo que Dios envía, y muchos piensan que es una virtud, un indicio de inteligencia en ellos el ser incrédulos y presentar dudas. Los que desean dudar, tendrán abundante ocasión para ello. Dios no se propone evitarnos toda oportunidad de ser incrédulos. Él da evidencias, que deben ser investigadas cuidadosamente con mente humilde y espíritu susceptible de ser enseñado; y todos deben decidir por el peso de la evidencia”. “Dios da suficiente evidencia para que pueda creer el espíritu sincero; pero el que se aparta del peso de la evidencia porque hay unas pocas cosas que su entendimiento finito no puede aclarar, será dejado en la atmósfera fría y helada de la incredulidad y de la duda, y perderá su fe” (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 633).

Cuando una persona llega a cierta edad, esperamos de ella una inteligencia correspondiente, de acuerdo con sus años y sus oportunidades… Y si esperamos esta manifestación de crecimiento intelectual en el niño, a medida que avanza en años, ¿no hemos de esperar también que el cristiano crezca en gracia y experiencia?…

Dios no desea que seáis siempre novicios. Necesita en su obra todo lo que podáis obtener aquí para lograr cultura mental y discernimiento claro. Él desea que lleguéis al último tramo de la escalera, y después que avancéis hacia el reino de Dios (Hijos e hijas de Dios, p. 332).

Reavivados por su Palabra: Hoy, Hebreos 13
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Jueves 30 de diciembre
EN ESTOS POSTREROS DÍAS

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adulto

Lee Hebreos 1:2; 9:26 al 28; 10:25 y 36 al 38; y 12:25 al 28. ¿Qué aspecto resalta Pablo aquí, especialmente con respecto al tiempo?


Hay un elemento muy importante, que el apóstol enfatiza, que le agrega urgencia a su exhortación: los lectores están viviendo en los “postreros días” (Heb. 1:2) y más promesas están a punto de cumplirse (Heb. 10:36–38). Es interesante, como veremos, que a lo largo del documento Pablo compara a su audiencia con aquella generación del desierto que se encontraba ante la frontera de Canaán, lista para entrar en la Tierra Prometida. Les recuerda: “Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará” (Heb. 10:37). Y luego los anima: “Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma” (Heb. 10:39). Con esta última exhortación les recordaba a ellos, y a nosotros, los peligros que históricamente ha experimentado el pueblo de Dios justo antes del cumplimiento de las promesas de Dios. El libro de Números habla de esto mismo. El registro bíblico dice que dos veces, justo antes de entrar en la Tierra Prometida, Israel sufrió importantes derrotas. La primera vez –registrada en Números 13 y 14– nos habla de las dudas que varios dirigentes dispersaron entre la congregación e hicieron que le faltara fe a Israel. Como resultado, la congregación decidió nombrar un nuevo líder y regresar a Egipto, justo en el momento en que estaban a punto de entrar en Canaán. La segunda vez, los israelitas se enredaron con la sensualidad y la adoración falsa en Baal Peor (Núm. 24; 25). Si bien Balaam no pudo invocar maldiciones sobre los israelitas, Satanás usó las tentaciones sexuales para llevar a Israel a la adoración falsa y al pecado, y para provocar el disgusto de Dios sobre ellos. El apóstol advierte a los lectores de Hebreos acerca de ambos peligros. En primer lugar, los exhorta a que se aferren a la confesión de su fe y fijen sus ojos en Jesús (Heb. 4:14; 10:23; 12:1-4). En segundo lugar, los exhorta contra la inmoralidad y la codicia (Heb. 13:4-6). Finalmente, los exhorta a observar y obedecer a sus líderes (Heb. 13:7, 17).


Tomando en cuenta nuestra interpretación del estado de los muertos (que no bien cerramos los ojos al morir, lo siguiente que veremos es la Segunda Venida), ¿en qué sentido podemos decir que todas las personas han vivido en los “últimos días”?


Comentarios Elena G.W
Jueves 30 de diciembre


Lo que Cristo fue para Juan en el exilio lo será para su pueblo que sentirá la mano de la opresión a causa de su fe y testimonio por Cristo… Fueron llevados por la tormenta y la tempestad de la persecución a las hendiduras de las peñas, pero estaban ocultos en la de los siglos y en la fortaleza de las montañas, en las cuevas y en las guaridas de la tierra, el Salvador revela su presencia y su gloria.

Un poco más de tiempo, y el que ha de venir vendrá y no tardará. Sus ojos, como llama de fuego penetran en las prisiones bien custodiadas para buscar a los que están ocultos, porque sus nombres están escritos en el libro de vida del Cordero. Esos ojos del Salvador están por encima de nosotros, a nuestro alrededor, en toda dificultad, disciernen todo peligro, y no hay lugar donde no puedan penetrar; no hay aflicciones o sufrimientos de su pueblo que escapen a la simpatía de Cristo (That I May Know Him, p. 360; parcialmente en A fin de conocerle, p. 358).

“Aférrate”. Esto no significa decir, “aférrate a tus pecados”; sino, aférrate del bienestar, de la fe, de la esperanza que Dios te ha dado por su Palabra. Nunca te desanimes. Un hombre desanimado no puede hacer nada. Satanás está tratando de desanimarte, diciéndote que no vale la pena servir a Dios, y que da lo mismo disfrutar de los placeres y goces de este mundo. Pero, “¿de qué aprovecha al hombre, si granjeare todo el mundo, y perdiere su alma?” Tú puedes gozar de los placeres mundanos a expensas del mundo futuro; pero, ¿estás dispuesto a pagar tal precio?

Debemos “aferrarnos” y vivir a la altura de toda la luz que hemos recibido del cielo. ¿Por qué? Porque Dios desea que nos aferremos fuertemente de la verdad eterna, y actuemos como su mano ayudadora, para comunicar la luz a aquellos que no se han dado cuenta del amor que siente hacia ellos. Cuando os entregáis a Cristo, hacéis una promesa ante la presencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, las tres grandes Personalidades, dignatarios del cielo. “Aferraos” a esa promesa (Hijos e hijas de Dios, p. 353).

Podéis elegir quién gobernará vuestro corazón y controlará vuestra mente. Si elegís abrir la puerta a las sugestiones del maligno, vuestra mente estará llena de desconfianza y rebeldía. Podéis manifestar vuestros sentimientos, pero cada duda que expresáis es una semilla que germinará y dará fruto en la vida de otro, y será imposible contrarrestar la influencia de vuestras palabras. Podéis restableceros de vuestro período de tentación… pero otros que han sido conmovidos por vuestra influencia tal vez no sean capaces de escapar de la incredulidad que habéis sugerido. Cuán importante es que hablemos a los que nos rodean únicamente cosas que produzcan fortaleza espiritual e iluminen (A fin de conocerle, p. 227).

Reavivados por su Palabra: Hoy, Santiago 1.
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Viernes 3 de diciembreAudioDiálogo Bíblico Mat. DamasMat. Adulto

Para Estudiar y Meditar

David A. deSilva explica claramente por qué los primeros cristianos sufrieron persecución: “Los cristianos adoptaron un estilo de vida que […] habría sido considerado antisocial e incluso subversivo. La lealtad a los dioses, expresada en la asistencia religiosa a los sacrificios y cosas por el estilo, se consideraba un símbolo de lealtad al Estado, las autoridades, los amigos y la familia. La adoración de las deidades era algo así como un símbolo de la dedicación de uno a las relaciones que mantenían estable y próspera a la sociedad. Al abstenerse de lo primero, los cristianos (al igual que los judíos) inspiraban desconfianza como posibles violadores de las leyes y [como] elementos subversivos dentro del Imperio” (Perseverance in Gratitude, p. 12).

“Para los desalentados, hay un remedio seguro: fe, oración y trabajo. La fe y la actividad impartirán una seguridad y una satisfacción que aumentarán de día en día. ¿Están tentados a ceder a presentimientos ansiosos o al abatimiento absoluto? En los días más sombríos, cuando en apariencia hay más peligro, no teman. Tengan fe en Dios. Él conoce vuestra necesidad. Tiene toda potestad. Su compasión y su amor infinitos son incansables. No teman que deje de cumplir su promesa. Él es la verdad eterna. Nunca cambiará el pacto que hizo con los que lo aman. Y otorgará a sus fieles siervos la medida de eficiencia que su necesidad exige. El apóstol Pablo atestiguó: ‘Me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. […] Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte’ (2 Cor. 12:9, 10)” (PR 121).

 

 

 

PREGUNTAS PARA DIALOGAR

  • 1. ¿Es posible ser “diferente” debido a nuestro compromiso cristiano y, sin embargo, no ser acusado de “separación” y desprecio por los demás? Si es así, ¿cómo?

    2. La palabra “exhortación”, en la Biblia, puede ser una respuesta de reprensión o de ánimo. ¿Qué cuidado debemos tener al reprender a una persona desanimada?

    3. ¿Qué similitudes encuentras entre la experiencia de los lectores de Hebreos y la de la iglesia de Laodicea, de Apocalipsis 3:14 al 22? ¿De qué manera nuestra experiencia hoy, dos mil años después, es similar a la de ellos, y qué podemos aprender de las similitudes?

Ver material Auxiliar

Reavivados por su Palabra: Hoy, Santiago 2.
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