Lección 13: Para el 26 de marzo de 2022
PERMANEZCA EL AMOR FRATERNAL

Sábado 19 de marzo


AudioComentario EGWPresentación de la LecciónMat. DamasMat. AdultosAudio Pr. Bullón

Lee para el estudio de esta semana

Hebreos 13; Romanos 12:13; Efesios 5:3–5; 1 Pedro 5:1-4; Hebreos 2:9; 4:16; Gálatas 2:20.

Para memorizar

“Permanezca el amor fraternal” (Heb. 13:1).

Hebreos 13 presenta la amonestación final del apóstol: “Permanezca el amor fraternal” (Heb. 13:1). Él ha asegurado, a lo largo de la epístola, que somos de la casa del Rey- Sumo Sacerdote Jesús; que somos sus hermanos y hermanas. El autor no concibe a la audiencia solo como un grupo de personas que se ocupan de su salvación en una relación personalizada con Jesús, sino como una familia, o un hogar, donde se salvan juntos. Pablo caracterizó la obra de Jesús en nuestro favor como “amor fraternal”: Él “no se avergüenza de llamarlos hermanos” (Heb. 2:11). Por lo tanto, los creyentes deben hacer por los demás lo que Jesús hizo por ellos.

A lo largo de la carta, el amor fraternal implicaba “exhorta[rse] los unos a los otros” para que nadie carezca de la gracia de Dios (Heb. 3:13; 10:24, 25; 12:15-17). En el capítulo 13 incorpora diversos elementos: la hospitalidad (Heb. 13:2), visitar y apoyar a los presos y a los que habían sido maltratados (Heb. 13:3), honrar el matrimonio (Heb. 13:4), evitar la codicia (Heb. 13:5, 6), recordar a los dirigentes de la congregación y serles obedientes (Heb. 13:7-17), y orar por el autor de la carta (Heb. 13:18, 19).—


Comentarios Elena G.W
Sábado 19 de marzo


Cristo debía identificarse con los intereses y las necesidades de la humanidad. El que era uno con Dios se vinculó con los hijos de los hombres mediante lazos que jamás serán quebrantados. Jesús “no se avergüenza de llamarlos hermanos”. Hebreos 2:11 Es nuestro Sacrificio, nuestro Abogado, nuestro Hermano, que lleva nuestra forma humana delante del trono del Padre, y por las edades eternas será uno con la raza a la cual redimió: es el Hijo del hombre. Y todo esto para que el hombre fuese levantado de la ruina y degradación del pecado, para que reflejase el amor de Dios y compartiese el gozo de la santidad…

 

Tal amor es incomparable. ¡Que podamos ser hijos del Rey celestial! ¡Promesa preciosa! ¡Tema digno de la más profunda meditación! ¡Incomparable amor de Dios para con un mundo que no le amaba! Este pensamiento ejerce un poder subyugador que somete el entendimiento a la voluntad de Dios. Cuanto más estudiamos el carácter divino a la luz de la cruz, mejor vemos la misericordia, la ternura y el perdón unidos a la equidad y la justicia, y más claramente discernimos las pruebas innumerables de un amor infinito y de una tierna piedad que sobrepuja la ardiente simpatía y los anhelosos sentimientos de la madre para con su hijo extraviado (El camino a Cristo, pp. 14-16).

Llamamos a Dios nuestro Padre; aseveramos ser hijos de una misma familia; pero cuando manifestamos la disposición a disminuir el respeto e influencia de otros para elevarnos a nosotros mismos, agradamos al enemigo y agraviamos a Aquel a quien profesamos seguir. La ternura y la misericordia que Cristo ha revelado en su propia vida preciosa, deben ser para nosotros ejemplo de la manera en que debemos tratar a nuestros semejantes y especialmente a los que son nuestros hermanos en Cristo.

Dios nos está beneficiando continuamente, pero somos demasiado indiferentes a sus favores. Hemos sido amados con ternura infinita; y sin embargo, muchos de los nuestros tienen poco amor unos hacia otros. Somos demasiado severos para con quienes suponemos que están en error, y somos muy sensibles a la menor censura o duda expresada respecto de nuestra propia conducta…

Estamos recibiendo diariamente las bondades del cielo, y debe brotar de nuestro corazón una amante gratitud hacia Dios que nos haga solidarizarnos con nuestros vecinos y hacer nuestros los intereses de ellos. Pensar y meditar en la bondad de Dios hacia nosotros cerraría las puertas del alma a las sugestiones de Satanás (Testimonios para la iglesia, pp. 219, 220).

La unión entre Cristo y su pueblo debe ser viva, verdadera e inagotable, asemejándose a la unión que existe entre el Padre y su Hijo. Esta unión es el fruto de la morada del Espíritu Santo. Todos los verdaderos hijos de Dios revelarán al mundo su unión con Cristo y sus hermanos. Aquellos en cuyos corazones mora Cristo, llevarán el fruto del amor fraternal. Comprenderán que como miembros de la familia de Dios están señalados para cultivar, fomentar y perpetuar el amor y la amistad cristianos, en espíritu, palabras y acción (Hijos a hijas de Dios, p. 295).

 

 

 

Reavivados por su Palabra: Hoy, Éxodo 15
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Domingo 20 de marzo CUIDAR AL PUEBLO DE DIOS

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Lee Hebreos 13:1 y 2; Romanos 12:13; 1 Timoteo 3:2; Tito 1:8; y 1 Pedro 4:9. ¿Qué papel desempeñaba la hospitalidad en la iglesia primitiva?

El cristianismo era un movimiento en tránsito, que a menudo dependía de la hospitalidad de cristianos y de no cristianos. El mandato “no se olviden de […] la hospitalidad” (NVI) probablemente no se refiera simplemente a no pensar en hospedar a alguien, sino a la negligencia deliberada.

Pablo no tiene en mente la hospitalidad solo para los hermanos en la fe. Les recuerda a sus lectores que, al recibir a extraños, algunos, sin saberlo, hospedaron a ángeles (Heb. 13:2). Probablemente tenía en mente la visita de los tres hombres a Abraham y Sara (Gén. 18:2-15). Ofrecer hospitalidad implica compartir posesiones con otra persona y sufrir con otros, que es lo que Jesús hizo por nosotros (Heb. 2:10-18).

El amor fraternal hacia los presos implicaba no solo que los creyentes recordaran a los prisioneros en sus oraciones, sino también que les brindaran alivio mediante el apoyo material y emocional. Existía el riesgo de negligencia intencional hacia los presos. Quienes brindaban apoyo material y emocional a los condenados por la sociedad se identificaban con ellos. En cierto sentido, llegaban a ser “socios” de ellos y se volvían vulnerables al abuso social (Heb. 10:32–34).

La exhortación de Pablo utiliza imágenes y terminología para animar a los lectores en lo que respecta a los presos. En primer lugar, el autor recuerda el apoyo de los mismos lectores a sus hermanos encarcelados en el pasado. Se habían vuelto “compañeros” de quienes habían sido “expuestos públicamente a las burlas y las aflicciones” (Heb. 10:33, RVC). En segundo lugar, el término “maltratados” se hace eco del ejemplo de Moisés, que eligió “antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado” (Heb. 11:25). Finalmente, Pablo registra el ideal del amor fraternal. Les recuerda a los lectores: “también […] estáis en el cuerpo” (Heb. 13:3). Es decir, comparten la misma condición humana, y deberían tratar a los demás como les gustaría que los trataran a ellos si estuvieran en las mismas circunstancias. Por consiguiente, la gente debe brindar apoyo material y emocional también a los presos, mostrándoles que no fueron abandonados.

¿Qué más podemos hacer por los que están en prisión, sean miembros de iglesia o no?

 


Comentarios Elena G.W
Domingo 20 de marzo CUIDAR AL PUEBLO DE DIOS


Dios confirió un gran honor a Abraham. Los ángeles del cielo anduvieron y hablaron con él como con un amigo. Cuando los juicios de Dios estaban por caer sobre Sodoma, este hecho no le fue ocultado y él se convirtió en intercesor de los pecadores para con Dios. Su entrevista con los ángeles presenta también un hermoso ejemplo de hospitalidad.

 

En un caluroso mediodía estival, el patriarca estaba sentado a la puerta de su tienda, contemplando el tranquilo panorama, cuando vio a lo lejos a tres viajeros que se aproximaban… él se apresuró a acercarse a ellos, y con la mayor cortesía les pidió que le honrasen deteniéndose en su casa para descansar. Con sus propias manos les trajo agua para que se lavasen los pies y se quitasen el polvo del camino. Él mismo escogió los alimentos para los visitantes y mientras descansaban bajo la sombra refrescante, se sirvió la mesa, y él se mantuvo respetuosamente al lado de ellos, mientras participaban de su hospitalidad.

Este acto de cortesía fue considerado por Dios de suficiente importancia como para registrarlo en su Palabra; y mil años más tarde, un apóstol inspirado se refirió a él, diciendo: “No olvidéis la hospitalidad, porque por esta algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles”. Hebreos 13:2 (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 132, 133).

Hay otros muchos para quienes podemos hacer de nuestro hogar una bendición. Nuestras relaciones sociales no deberían ser dirigidas por los dictados de las costumbres del mundo, sino por el Espíritu de Cristo y por la enseñanza de su Palabra. En todas sus fiestas los israelitas admitían al pobre, al extranjero y al levita, el cual era a la vez asistente del sacerdote en el Santuario y maestro de religión y misionero. A todos se les consideraba como huéspedes del pueblo, para compartir la hospitalidad en todas las festividades sociales y religiosas y ser atendidos con cariño en casos de enfermedad o penuria. A personas como ésas debemos dar buena acogida en nuestras casas. ¡Cuánto podría hacer semejante acogida para alegrar y alentar al enfermero misionero o al maestro, a la madre cargada de cuidados y de duro trabajo, o a las personas débiles y ancianas que viven tan a menudo sin familia, luchando con la pobreza y el desaliento! (El ministerio de curación, p. 272).

No pensemos que vamos a rebajar nuestra dignidad al atender a los dolientes. No miremos con indiferencia y desprecio a los que han arruinado el templo del alma. Ellos son objeto de la compasión divina. El que creó a todos tiene interés en todos. Aun los que han caído en lo más bajo no están fuera del alcance de su amor y compasión. Si somos verdaderamente sus discípulos, manifestaremos el mismo espíritu. El amor que es inspirado por nuestro amor hacia Jesús verá en cada alma, sea pobre o rica, un valor que no puede ser medido por el cálculo humano. Revele nuestra vida un amor superior a cuanto pueda expresarse en palabras.

Con frecuencia, el corazón de los hombres se endurece bajo la reprensión; pero no puede resistir el amor que se les manifiesta en Cristo… Sea nuestro mensaje: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Juan 1:29 (Testimonios para la iglesia, t. 6, pp. 281, 282).

 

 

Reavivados por su Palabra: Hoy, Éxodo 16
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Lunes 21 de marzo CODICIA E INMORALIDAD SEXUAL

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Lee Hebreos 13:4 y 5; Lucas 16:10 al 18; 1 Corintios 5:1; Efesios 5:3 al 5; y Colosenses 3:5. ¿Qué dos males se relacionan en estos pasajes?

Pablo advierte a los lectores contra la inmoralidad sexual y la codicia porque eran dos graves amenazas al amor fraternal. A decir verdad, los autores del Nuevo Testamento y los filósofos moralistas de la antigüedad notaron una conexión entre ellos.

El llamado de Pablo a honrar el matrimonio implicaba evitar cualquier cosa que lo denigrara. Esto incluía la abstención de violar el voto matrimonial y los divorcios injustificados (comparar con Mat. 19:9). La exhortación a mantener la pureza del lecho matrimonial se refiere a evitar la profanación del matrimonio a través de relaciones sexuales fuera del matrimonio. La expresión “fornicarios” se refiere en el Nuevo Testamento a toda forma de inmoralidad sexual (1 Cor. 5:9-11; 6:9, 10; Efe. 5:5; 1 Tim. 1:9, 10; Apoc. 21:8; 22:15). Además, la sociedad grecorromana era laxa en lo que respecta a la ética sexual. Era común una doble moral; esto les daba licencia a los hombres para tener relaciones sexuales siempre que fueran discretos. Sin embargo, Pablo advierte que Dios juzgará a los adúlteros. Los creyentes no deben permitir que las convenciones sociales establezcan sus normas éticas.

El “amor al dinero” era una de las principales categorías de vicios en el mundo grecorromano. De hecho, en otra carta, Pablo se refirió al “amor al dinero” como la raíz de todos los males (1 Tim. 6:10).

La defensa contra este vicio es una actitud que Pablo alienta en varias epístolas. En primer lugar, debían estar “contentos” con lo que tenían (ver también 2 Cor. 9:8; Fil. 4:11, 12). Además, los cristianos deben creer y abrazar la promesa divina: “No te desampararé, ni te dejaré” (Heb. 13:5). El pueblo de Dios recibió esta promesa en varios lugares y momentos, y está disponible para nosotros hoy (Gén. 28:15; Deut. 31:6, 8; Jos. 1:5; ). Entonces, se invita a los creyentes a responder a la promesa de Dios con las palabras del Salmo 118:6: “El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre”. Esta referencia al Salmo 118 es apropiada porque el salmista expresó allí su confianza en Dios, a pesar del sufrimiento que le infligían los incrédulos.

¿De qué formas la sociedad contemporánea socava la pureza sexual y, al mismo tiempo, alimenta el amor humano por el dinero? ¿De qué formas prácticas podemos fortalecer nuestras defensas contra estos dos vicios peligrosos?


Comentarios Elena G.W
Lunes 21 de marzo CODICIA E INMORALIDAD SEXUAL


[A]unque hecho a la imagen de Dios, el hombre, por su intemperancia, ha violado los principios y la ley de Dios en su naturaleza física. La intemperancia de cualquier tipo entorpece los órganos perceptivos y debilita tanto el poder del cerebro y los nervios que no se aprecian las cosas eternas, sino que se las coloca sobre el mismo nivel que las comunes. Las facultades superiores de la mente ideadas para propósitos elevados, son puestas en cautiverio de las pasiones más bajas. Si nuestros hábitos físicos no son correctos, nuestras facultades mentales y morales no pueden ser fuertes; porque existe una gran compatibilidad entre lo físico y lo moral. El apóstol Pedro comprendió esto y levantó su voz de advertencia a sus hermanos: “Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma”. 1 Pedro 2:11.

 

No hay sino poco poder moral en el profeso mundo cristiano. Se ha cedido a hábitos incorrectos y se han descuidado leyes físicas y morales, hasta que la norma general de virtud y piedad se ha vuelto excesivamente baja. Los hábitos que rebajan la norma de salud física debilitan la fuerza mental y moral. La complacencia de apetitos y pasiones antinaturales tiene una influencia dominante sobre los nervios del cerebro. Los órganos animales son fortalecidos, mientras que el aspecto moral se debilita. Es imposible que un hombre intemperante sea cristiano, porque las facultades superiores son puestas en esclavitud de las pasiones (Testimonios para la iglesia, t. 3, pp. 59, 60).

Aquellos a quienes el Señor ha dado el talento de los recursos están bajo una pesada responsabilidad. No han de invertir el dinero meramente para la gratificación de los deseos egoístas, porque todo lo que gasten de esa manera es restado de los tesoros del Señor. Por la soberana bondad de Dios, el Espíritu Santo obra a través del agente humano, y le impulsa a hacer pequeñas o grandes inversiones para la causa del Señor, haciendo que redunden para la gloria de Dios.

Siempre que piense usar el dinero del Señor para gratificarse egoístamente, recuerde que hay muchos sumidos en una profunda pobreza, que ni siquiera tienen para comprar alimento o ropa, y son herencia del Señor. Debemos hacer el bien a todos los hombres, especialmente a los que son de la fe. Si los que poseen abundantes recursos son agentes de Dios para comunicar la verdad, usarán sus tesoros sabiamente, de modo que ninguno de la familia de la fe pase hambre o desnudez (Alza tus ojos, p. 27).

La más profunda y genuina filosofía de la vida es que estemos en la más íntima relación con Dios…

Manténgase firmemente aferrado a Jesús… Guarde su alma en el amor de Dios, suceda lo que suceda, y crecerá espiritualmente en fortaleza. Cristo es su amoroso Amigo, él tomará su mano y lo ayudará en todo lugar duro y difícil. Un agradecido, confiado y habitual reconocimiento a Dios fundamenta toda conducta correcta, todo carácter genuino. Nunca debe perder su confianza en el Señor (Alza tus ojos, p. 274).

 

 

Reavivados por su Palabra: Hoy, Éxodo 17
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Martes 22 de marzo ACORDAOS DE VUESTROS PASTORES

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Lee Hebreos 13:7 al 17. ¿Cuál debería ser nuestra relación con nuestros dirigentes?

Hebreos 13:7 al 17 contiene una exhortación a respetar y obedecer a los líderes de la congregación. Comienza con una invitación a “acordarse” de los dirigentes del pasado que les llevaron la palabra de Dios, y termina con un llamado a “obedecer” a los dirigentes actuales (Heb. 13:17). Los líderes del pasado probablemente sean los que les predicaron la palabra por primera vez y fundaron la congregación. El llamado a “acordarse” de ellos no se refiere simplemente a un ejercicio mental de recogimiento ni a un tributo externo que los honre. Pablo explica que deben recordarlos reflexionando en el resultado de la conducta de ellos e imitando su fe.

Para Pablo, el mayor acto de recuerdo y honra es la emulación. De esta manera, Pablo ha añadido a los líderes fundadores de la congregación a la lista de héroes fieles a quienes los creyentes deben considerar con atención. Esta lista incluye a los héroes de la fe de Hebreos 11, y a Jesús, el ejemplo consumado de la fe, en Hebreos 12. El autor, además, señala que Jesús es “el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Heb. 13:8). Él contrasta totalmente con los falsos maestros, que cambian con el tiempo y cuyas enseñanzas llegan a ser “diversas” y “extrañas” (Heb. 13:9).

El llamado a recordar a los dirigentes en Hebreos 13:7 se repite en términos más contundentes al final del capítulo. Se exhorta a los creyentes a obedecer a los líderes, porque ellos se preocupan por sus almas. Aquí se describe a los dirigentes como pastores que están a cargo del bienestar espiritual de la congregación, su rebaño, y que darán cuenta a Dios por su estado espiritual (ver además 1 Ped. 5:1–4; 1 Cor. 3:10-15). Sin duda, la idea también debería aplicarse a todos los líderes de nuestra iglesia, así como a todos los niveles de nuestras iglesias en la actualidad.

El contexto también sugiere que estos líderes son pastores adjuntos que sirven bajo las órdenes de Jesús, “el gran pastor de las ovejas” (Heb. 13:20). La combinación del cuidado y la fidelidad de los dirigentes y la obediencia o confianza de los miembros producirá alegría. Esto puede indicar que los líderes podrán servir a la congregación con “alegría” o que darán cuenta de la congregación a Dios con alegría y no con tristeza.

¿Qué puedes hacer tú para fortalecer o mejorar la relación entre los dirigentes y los miembros de tu congregación, y con líderes de todo el mundo?

 


Comentarios Elena G.W
Martes 22 de marzo ACORDAOS DE VUESTROS PASTORES


Cuanto más elevado sea el cargo que ocupe un hombre y mayor sea la responsabilidad que ha de llevar, más amplia será la influencia que ejerza y tanto más necesario será que confíe en Dios. Debe recordar siempre que juntamente con el llamamiento a trabajar le llega la invitación a andar con circunspección delante de sus semejantes. Debe conservar delante de Dios la actitud del que aprende. Los cargos no dan santidad de carácter. Honrando a Dios y obedeciendo sus mandamientos es como un hombre llega a ser realmente grande…

La senda de los hombres que han sido puestos como dirigentes no es fácil; pero ellos han de ver en cada dificultad una invitación a orar. Nunca dejarán de consultar a la gran Fuente de toda sabiduría. Fortalecidos e iluminados por el Artífice maestro, se verán capacitados para resistir firmemente las influencias profanas y para discernir entre lo correcto y lo erróneo, entre el bien y el mal. Aprobarán lo que Dios aprueba y lucharán ardorosamente contra la introducción de principios erróneos en su causa (Profetas y reyes, pp. 21, 22)

Pedro había sido restaurado a su apostolado, pero la honra y la autoridad que recibió de Cristo no le dieron supremacía sobre sus hermanos… Pedro no había de ser honrado como cabeza de la iglesia. El favor que Cristo le había manifestado al perdonarle su apostasía y al confiarle la obra de apacentar el rebaño, y la propia fidelidad de Pedro al seguir a Cristo, le granjearon la confianza de sus hermanos. Tuvo mucha influencia en la iglesia. Pero la lección que Cristo le había enseñado a orillas del mar de Galilea, la conservó Pedro toda su vida (El Deseado de todas las gentes, p. 755).

Dios desea que oremos mucho más, y que hablemos mucho menos.El umbral del cielo está iluminado por los rayos de su gloria, y él hará brillar esta luz en el corazón de cuantos sostengan con él relaciones normales…

No critiquéis a aquellos que llevan la carga de la responsabilidad. No permitáis que vuestras conversaciones en la familia sean envenenadas por la crítica de los obreros del Señor. Los padres que se permiten este espíritu de crítica, no ponen delante de sus hijos lo que los pueda hacer sabios para salvación. Sus palabras tienden a perturbar la fe y la confianza, no solo de los hijos, sino también de las personas de mayor edad.

Todos carecen ya demasiado de respeto y reverencia por las cosas sagradas. Satanás se apresurará a cooperar celosamente con quien critique para provocar la incredulidad, la envidia, los celos y la falta de respeto. Satanás obra siempre para impregnar a los hombres de su espíritu, para apagar el amor que debiera cultivarse cuidadosamente entre hermanos, para destruir la confianza, para estimular los celos, las sospechas y las disputas. ¡Ojalá no nos hallemos entre sus colaboradores! (Testimonios para la iglesia, t. 7, p.175).

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Reavivados por su Palabra: Hoy, Éxodo 18
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Miércoles 23 de marzo NO OS DEJÉIS LLEVAR DE DOCTRINAS DIVERSAS Y EXTRAÑAS


Audio AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Compara Hebreos 13:9; 2:9; 4:16; y 6:19 y 20. ¿Dónde se obtiene la gracia? ¿Cómo se fortalece nuestro corazón?

La relación entre las enseñanzas falsas y los alimentos, abordada en Hebreos 13:9, probablemente no se refiera a la distinción entre alimentos limpios e inmundos.

¿Por qué?

En primer lugar, Pablo no parece estar preocupado, en la epístola, por la distinción entre alimentos limpios e inmundos. Sabemos, por Hechos 15, que la iglesia cristiana primitiva sostenía que los creyentes son salvos por gracia (Hech. 15:7-11) y que deben seguir respetando algunas normas alimentarias (Hech. 15:19, 20). La distinción entre alimentos limpios e inmundos y otras normas bíblicas no son contrarias a la gracia. Sin ir más lejos, Pablo argumenta que el Nuevo Pacto ha puesto la Ley en el corazón (Heb. 8:10-12). Sin embargo, el autor deja muy en claro que los sacrificios de animales y la mediación sacerdotal levítica en el Santuario han sido reemplazados por el sacrificio y la mediación sacerdotal superiores de Jesús el Mesías (Heb. 8:4, 5; 10:1-18).

En segundo lugar, el contexto sugiere que Pablo no está criticando a la audiencia por abstenerse de ciertos alimentos, sino por participar de ellos con la esperanza de obtener gracia de alguna manera (Heb. 13:9). Probablemente esté advirtiendo acerca de la participación de rituales judíos o comidas litúrgicas que se celebraban como una extensión de los sacrificios de animales en el Templo y que se suponía que aportaban méritos espirituales o gracia. Las comidas y las bebidas no son agentes mediadores de la gracia; recibimos la gracia solo a través del sacrificio y la mediación sacerdotal de Jesucristo. Los creyentes “tenemos un altar” (Heb. 13:10), la Cruz de Cristo, de la que podemos comer (Juan 6:47–58).

En Hebreos, la “gracia” proviene del Trono de Dios (Heb. 4:16). Esta gracia, arbitrada por Cristo, es un “ancla” “segura y firme”, que está sujeta al mismo trono de Dios (Heb. 6:19, 20; comparar con 4:16). Es esta gracia que recibimos mediante el sacrificio de Cristo lo que le brinda estabilidad y seguridad a nuestro corazón. Cuando el corazón ha sido “afirma[do]” de esta manera, no será “lleva[do]” por nuevas doctrinas (Heb. 13:9), ni se “desvi[ará] de Dios (Heb. 2:1 NTV).

Reflexiona en el sacrificio perfecto de Cristo. ¿Por qué, entonces, la idea de cualquier otra cosa que hagamos para “añadirle” a este sacrificio es contraria al evangelio y a la gracia que encontramos en Jesús?


Comentarios Elena G.W
Miércoles 23 de marzo NO OS DEJÉIS LLEVAR DE DOCTRINAS DIVERSAS Y EXTRAÑAS


Las penitencias, las mortificaciones de la carne, la constante confesión del pecado sin arrepentimiento sincero, los ayunos, las fiestas religiosas y las ceremonias externas que no van acompañados de una verdadera devoción: todas estas cosas no tienen valor alguno. El sacrificio de Cristo es suficiente; él hizo una ofrenda total y eficaz a Dios, y el esfuerzo humano sin el mérito de Cristo no tiene valor alguno. No solamente deshonramos a Dios siguiendo esta conducta sino que destruimos nuestra utilidad presente y futura. El dejar de apreciar el valor de la ofrenda de Cristo tiene una influencia degradante: esteriliza nuestras expectativas y nos priva de nuestros privilegios, nos induce a recibir teorías inseguras y peligrosas concernientes a la salvación que fue comprada para nosotros a un precio infinito. Pero no debe entenderse que el plan de salvación consiste en que el poder divino se comunica a la persona para hacer que su esfuerzo [empeño] humano tenga éxito total (Mensajes selectos, t. 3, p. 216).

 

“Os daré corazón nuevo”. Cristo debe morar en nuestro corazón, así como la sangre está en nuestro cuerpo y circula por él como una potencia vivificadora. No podemos insistir demasiado en este punto. Al par que la verdad debe ser nuestra armadura, nuestras convicciones deben ser fortalecidas por la simpatía viva que caracterizaba la vida del Salvador. Ningún hombre puede subsistir a menos que la verdad viva se manifieste en su carácter. Hay un solo poder que puede hacernos o mantenernos firmes, y es la gracia de Dios en la verdad. El que confía en otra cosa está ya tambaleando, pronto a caer.

El Señor desea que se apoyen en él. Aprovechen al máximo cada ocasión para acercarse a la luz. Si se mantienen alejados de las santas influencias que emanan de Dios, ¿cómo podrán discernir las cosas espirituales? (Testimonios para la iglesia, t. 7, p. 180)

Venid a Jesús, y recibid descanso y paz. Ahora mismo podéis tener la bendición. Satanás os sugiere que sois impotentes y que no podéis bendeciros a vosotros mismos. Es verdad: sois impotentes. Pero exaltad a Jesús delante de él: “Tengo un Salvador resucitado. En él confío y él nunca permitirá que yo sea confundido. Yo triunfo en su nombre. Él es mi justicia y mi corona de regocijo”. En lo que respecta a esto, nadie piense que su caso es sin esperanza, pues no es así. Quizá os parezca que sois pecadores y estáis perdidos, pero precisamente por eso necesitáis un Salvador. Si tenéis pecados que confesar, no perdáis tiempo. Los momentos son de oro. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. 1 Juan 1:9. Serán saciados los que tienen hambre y sed de justicia, pues Jesús lo ha prometido. ¡Precioso Salvador! Sus brazos están abiertos para recibirnos, y su gran corazón de amor espera para bendecirnos (Mensajes selectos, t. 1, p. 414).

Reavivados por su Palabra: Hoy, Éxodo 19
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Jueves 24 de marzo SALGAMOS A JESÚS FUERA DEL CAMPAMENTO

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Compara Hebreos 13:10 al 14; Marcos 8:34; Mateo 10:38; Lucas 14:27; y Gálatas 2:20. ¿Qué significa salir a Jesús fuera del campamento?

El lugar fuera de la puerta era el más inmundo de todo el campamento. Allí se quemaban los restos de los animales sacrificados (Lev. 4:12). A los leprosos también se los excluía del campamento (Lev. 13:46), y allí se ejecutaba a los blasfemos y demás criminales (Lev. 24:10–16, 23; 1 Rey. 21:13; Hech. 7:58). Estas normas presuponían que la presencia de Dios estaba dentro del campamento. Todo lo que era impuro se echaba afuera porque Dios no estaba dispuesto a ver ninguna cosa “inmunda” o “indecente” en él (Núm. 5:3; Deut. 23:14).

Jesús sufrió en la Cruz fuera de Jerusalén (Juan 19:17-20). Esto enfatiza la vergüenza que soportó (Heb. 12:2). Fue condenado oficialmente como alguien que “blasfemó el Nombre” y, por lo tanto, Israel lo repudió y lo ejecutó fuera de la muralla (Mar. 14:63, 64; ver Lev. 24:11, 16). Jesús fue echado fuera del campamento como una cosa “vergonzosa”, “inmunda” o “indecente” (Heb. 12:2). Sin embargo, Pablo exhorta a los creyentes a seguir a Jesús fuera de la puerta, soportando la vergüenza que él soportó (Heb. 12:2; ver 13:13). Este fue también el camino que siguió Moisés, quien eligió llevar “el vituperio de Cristo” en lugar de los tesoros de Egipto (Heb. 11:26).

No obstante, paradójicamente, Hebreos sugiere que la presencia de Dios ahora está fuera del campamento. El acto de seguir a Jesús fuera del campamento significa no solo “lleva[r] su vituperio” o vergüenza, sino también “sal[ir] a su encuentro” (Heb. 13:13 NVI), tal como los israelitas que “buscaba[n] a Jehová” salieron “fuera del campamento” en el desierto cuando Moisés quitó el Tabernáculo de Dios del campamento después del conflicto con el becerro de oro (Éxo. 33:7). Este relato sugiere que el rechazo de Jesús por parte de los incrédulos también implicaba el rechazo de Dios, como lo rechazó Israel en la apostasía del becerro de oro (Éxo. 32; 33). Por lo tanto, el camino del sufrimiento y la vergüenza es también el camino hacia Dios.

Pablo anima a los lectores a seguir a Jesús como “el autor y consumador” de su fe (Heb. 12:2), invitándolos implícitamente también a considerar sus sufrimientos actuales como una disciplina momentánea que producirá “fruto apacible de justicia” (Heb. 12:11). Están dejando atrás una ciudad o un campamento corruptos en busca de “la ciudad venidera” cuyo arquitecto es Dios (Heb. 13:14, NVI11:1016).

¿Qué significa para ti seguir a Jesús “fuera del campamento”? ¿Qué aspectos de la vida de fe en Jesús pueden generar “reproche” o “vergüenza” de parte de quienes te rodean?—


Comentarios Elena G.W
Jueves 24 de marzo SALGAMOS A JESÚS FUERA DEL CAMPAMENTO


El resplandor que procede del verdadero cristiano testifica de su unión con Cristo. El yo está oculto a la vista y Cristo es revelado. El Cielo reconoce el cumplimiento de la promesa… “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es”. 1 Juan 3:2. Entonces aquellos cuyas vidas han estado ocultas en Cristo, quienes han peleado la buena batalla de la fe en esta tierra, resplandecerán con la gloria del Redentor en el reino de Dios.

 

Hermano mío, hermana mía, el propósito de Dios para usted es que viva una vida que haga mejor a otros; una vida que mostrará que Cristo, la esperanza de gloria, está formado en el interior. Es su propósito que usted pueda decir con el apóstol Pablo: “Ya no vivo yo, más vive Cristo en mí”. Gálatas 2:20 (Reflejemos a Jesús, p. 99).

“Al mirar los rostros de hermanos probados que son preciosos a la vista del Señor, y al ver que algunos de ellos estaban casi a punto de deponer la armadura… se despertó la siguiente pregunta en mi mente: ¿Quién vendrá a ocupar los lugares de estos maduros y gastados soldados de la cruz? ¿Quién se consagrará a la obra del Señor?… ¿Quiénes son los que tienen el conocimiento de la verdad, y que aman tanto a Jesús y a las almas por las cuales él murió como para negarse a sí mismos, para elegir el sufrimiento como parte de la religión, y para salir fuera del campamento, llevando el reproche de Cristo?…

Hermanos y hermanas, ascienda de vuestros labios la oración de fe a Dios para que el Señor levante obreros y los envíe a los campos de la mies; pues la cosecha es grande y los obreros pocos” (Notas biográficas de Elena G. de White, pp. 304, 305).

“El Señor viene”, debe ser el testimonio dado, no solo por los labios, sino por la vida y el carácter; pero muchos de los individuos a quienes Dios ha dado luz y conocimiento, talentos de influencia y recursos, son hombres que no aman la verdad ni la practican. Han bebido tan ávidamente de la copa intoxicante del egoísmo y la mundanalidad que se han embriagado con los cuidados de esta vida.

Hermanos, si continuáis siendo tan ociosos y mundanos y tan egoístas como antes, Dios os pasará seguramente por alto, y tomará a los que tienen menos cuidado de sí mismos, son menos ambiciosos de honores mundanales, y no vacilarán como no vaciló su Maestro, en cuanto a salir del campamento cargados de oprobio. La obra será dada a quienes la acepten, la aprecien y entretejan sus principios con su experiencia diaria. Dios elegirá a hombres humildes, que traten de glorificar su nombre y de hacer progresar su causa, más bien que honrarse y favorecerse a sí mismos. Él suscitará hombres que no tengan tanta sabiduría mundanal, pero que estén relacionados con él, que busquen fuerza y consejo de lo alto (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 436).s

Reavivados por su Palabra: Hoy, Éxodo 20
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Viernes 18 de marzo

AudioDiálogo BíblicoMat. DamassMat. Adultos

Para Estudiar y Meditar

“Después de que descendiera el Espíritu Santo […l os creyentes] se regocijaban en la dulzura de la comunión con los santos. Eran compasivos, considerados, abnegados, dispuestos a hacer cualquier sacrificio por la causa de la verdad. En su asociación diaria, revelaban el amor que Cristo les había enseñado. Por medio de palabras y hechos desinteresados, se esforzaban por despertar ese sentimiento en otros corazones […].

“Pero gradualmente sobrevino un cambio. Los creyentes comenzaron a buscar defectos en los demás. Espaciándose en las equivocaciones, y dando lugar a una crítica dura, perdieron de vista al Salvador y su amor. Llegaron a ser más estrictos en relación con las ceremonias exteriores, más exactos en la teoría que en la práctica de la fe. En su celo por condenar a otros, pasaban por alto sus propios errores. Perdieron el amor fraternal que Cristo les había encomendado, y lo más triste de todo era que no se daban cuenta de su pérdida. No comprendían que la alegría y el regocijo se retiraban de su vida, y que, habiendo excluido el amor de Dios de sus corazones, pronto caminarían en tinieblas.

“Comprendiendo Juan que el amor fraternal iba mermando en la iglesia, se esforzaba por convencer a los creyentes de la necesidad constante de ese amor. Sus cartas a las iglesias están llenas de este pensamiento. ‘Carísimos, amémonos unos a otros –escribe–; porque el amor es de Dios. Cualquiera que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no conoce a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó a nosotros, y ha enviado a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios así nos ha amado, debemos también nosotros amarnos unos a otros’ ” (HAp 452, 453).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR

  • . La vida cristiana a menudo se considera que es una relación personal e individual entre Jesús y el creyente. Sin embargo, esto es solo un aspecto de la vida cristiana. ¿Por qué es importante recordar que Dios nos está guiando como grupo? ¿Cuáles son mis responsabilidades en relación con el grupo? ¿Qué puedo esperar del grupo?

    2. ¿Cuáles son los mejores indicadores de que el amor fraternal es fuerte en una congregación? Prepárense para armar una lista en su clase de Escuela Sabática.

    3. ¿Cuál es el verdadero amor fraternal? ¿Cuáles son sus características, causas y resultados? ¿Cómo lo diferenciarías del falso amor fraternal?

Ver material Auxiliar

Reavivados por su Palabra: Hoy, Éxodo 21
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Lección 12: Para el 19 de marzo de 2022
RECIBIR UN REINO INCONMOVIBLE

Sábado 12 de marzo

AudioComentario EGWPresentación de la LecciónMat. DamasMat. AdultosAudio Pr. Bullón

Lee para el estudio de esta semana

Hebreos 12:18–29; Éxodo 32:32; Daniel 7:9, 10, 13–22; Hageo 2:6–9, 20–22; Salmo 15:5; 16:8; Hebreos 13:15, 16.

Para memorizar

“Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia” (Heb. 12:28).

Hebreos 12:18 al 29, el pasaje de esta semana, es el punto culminante de la carta, y resume la principal preocupación de su autor al repetir la idea del comienzo: Dios nos ha hablado en la persona de su Hijo, y nosotros debemos prestarle mucha atención a él (Heb. 1:1, 2; 12:25). La descripción de Jesús en Hebreos 12:22 al 24 resume las afirmaciones de la carta acerca de él: Jesús es el Mediador del Nuevo Pacto, y su sangre ofrece salvación a los creyentes. Su ministerio sacerdotal y real en nuestro favor es motivo de celebración para las huestes celestiales. Y finalmente, Hebreos 12:25 al 29 contiene la última exhortación concluyente: el Juicio de Dios se aproxima. Traerá destrucción a sus enemigos, pero vindicación y un reino a su pueblo (Heb. 12:28, 29).

El final enfatiza la importancia de los logros de Jesús en la Cruz y dirige a los creyentes a la consumación de la victoria de Jesús. Pablo usó imágenes de Daniel 7 para recordarles a los lectores que Jesús ha recibido un reino de Dios, el Juez (Dan. 7:9-14), y que compartirá su Reino con los creyentes, “los santos del Altísimo”, quienes lo poseerán eternamente (Dan. 7:18).—

Comentarios Elena G.W

Dios nos habla en estos días finales. Oímos su voz en la tormenta y en el relumbrar del trueno. Nos enteramos de las calamidades que él permite que ocurran, tales como los terremotos, las inundaciones y la acción de los elementos destructivos que barren con todo lo que encuentran a su paso.

En estos tiempos peligrosos, los que profesan ser el pueblo de Dios que observa sus mandamientos, deberían guardarse de la tendencia a perder su espíritu de reverencia y santo temor. Las Escrituras enseñan a los hombres cómo acercarse a su Creador: con humildad y reverencia, por medio de la fe en el divino Mediador. Que el hombre se aproxime dobladas las rodillas, como un súbdito de la gracia, un suplicante que comparece ante el trono de la misericordia. De ese modo dará testimonio de que toda su alma, todo su cuerpo y todo su espíritu están sujetos al Creador (La maravillosa gracia de Dios, p. 91).

Un terremoto señaló la hora en que Cristo depuso su vida, y otro terremoto indicó el momento en que triunfante la volvió a tomar. El que había vencido la muerte y el sepulcro salió de la tumba con el paso de un vencedor, entre el bamboleo de la tierra, el fulgor del relámpago y el rugido del trueno. Cuando vuelva de nuevo a la tierra, sacudirá “no solamente la tierra, mas aun el cielo”. “Temblará la tierra vacilando como un borracho, y será removida como una choza”. “Plegarse han los cielos como un libro;” “los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella están serán quemadas”. “Mas Jehová será la esperanza de su pueblo, y la fortaleza de los hijos de Israel. Hebreos 12:26; Isaías 24:20; 34:4; 2 Pedro 3:10; Joel 3:16 (el Deseado de todas las gentes, p. 726).

Aquellos que estudian la Biblia, buscan el consejo de Dios y dependen de Cristo serán habilitados para actuar sabiamente en todo tiempo y bajo toda circunstancia. Los buenos principios relucirán en la vida de manera real. Permítase solamente que la verdad para este tiempo sea recibida de corazón y que se convierta en el fundamento del carácter, y ella producirá una firmeza de propósito incapaz de ser debilitada por las atracciones del placer, la veleidosidad de las costumbres, el desprecio de los que aman al mundo, y los clamores del corazón por la complacencia propia. Primero ha de esclarecerse la conciencia y ponerse la voluntad bajo sujeción. El amor por la verdad y la justicia ha de reinar en el alma, para que reluzca el carácter que el Cielo puede aprobar (Testimonios para la iglesia, p. 40).’

 

 

 

Reavivados por su Palabra: Hoy, Éxodo 1
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Domingo 13 de marzo OS HABÉIS ACERCADO AL MONTE DE SION

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Lee Hebreos 12:22 al 24. ¿Qué describe Pablo aquí?

Hebreos afirma que hemos venido al monte Sion y participamos de una gran celebración. “Por el contrario, ustedes se han acercado al monte Sión, a la Jerusalén celestial, la ciudad del Dios viviente. Se han acercado a millares y millares de ángeles, a una asamblea gozosa” (Heb. 12:22 NVI). Nos hemos acercado mediante la fe en la persona de nuestro Representante, Jesús. En esta celebración, encontramos una innumerable hueste de ángeles, a Dios mismo y a Jesús, que es el centro de la celebración. Nos acercamos como parte de la “congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos” (Heb. 12:23). Nuestros nombres están inscritos en los libros del cielo, donde está registrado el pueblo profeso de Dios (Éxo. 32:32; Sal. 56:8; Dan. 12:1; Mal. 3:16; Luc. 10:20; Apoc. 13:8; 17:8).

Somos los “primogénitos” porque compartimos la herencia del Primogénito por excelencia, Jesús (Heb. 1:6). Por lo tanto, no hemos venido como huéspedes sino como ciudadanos (comparar con Fil. 3:20). También se nos describe como “los espíritus de los justos hechos perfectos” (Heb. 12:23). Esta expresión es una figura del lenguaje en la que una dimensión de nuestra naturaleza humana representa el todo. Es análoga a la expresión “al Padre de los espíritus” en Hebreos 12:9, que se refiere a Dios como el Padre de todos nosotros, los seres humanos que somos de naturaleza espiritual.

La reunión festiva celebra la toma de posesión del gobierno real de Jesús, de su ministerio sacerdotal y la instauración del Nuevo Pacto. En Hebreos, el monte Sion es el lugar donde ocurren todos estos acontecimientos. Hebreos 1:5 al 14 utiliza tres salmos que describen la entronización del Hijo en el “monte Sion” (Sal. 2:6, 7; 110:1, 2; 102:21–27).

El monte Sion es también el lugar donde el Hijo fue proclamado “sacerdote para siempre” (Heb. 5:6), una cita del Salmo 110:4. Según el Salmo 110, la proclamación del Hijo como Sumo Sacerdote también tiene lugar en el monte Sion (Sal. 110:2). Finalmente, Hebreos sostiene que la instauración del sacerdocio de Jesús también marca el inicio del Nuevo Pacto (Heb. 7:11-22). Por lo tanto, el monte Sion es también el lugar donde se ratificó el Nuevo Pacto. Por ende, Hebreos 12:22 al 24 describe la reunión festiva que ocurrió en el cielo cuando Jesús ascendió.

¿De qué maneras prácticas podemos celebrar, en nuestra vida y nuestra adoración, la realidad de Jesús, de su ministerio sacerdotal y del Nuevo Pacto? ¿Por qué nuestra fe se confirma al regocijarnos en esta gran verdad?—

Comentarios Elena G.W

Jesús va a venir… en la gloria del Padre y con todo el séquito de santos ángeles para escoltarlo en su traslado a la tierra. Todo el cielo se vaciará de ángeles, mientras los santos lo estén esperando, mirando hacia el cielo, como lo hicieron los galileos cuando ascendió desde el Monte de las Olivas. Entonces únicamente los que sean santos, los que hayan seguido plenamente al manso Dechado, se sentirán arrobados de gozo y exclamarán al contemplarle: “He aquí, este es nuestro Dios; le hemos esperado, y nos salvará”. Y serán transformados “en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta”, aquella trompeta que despierta a los santos que duermen, y los invita a salir de sus camas de polvo, revestidos de gloriosa inmortalidad, y clamando: “¡Victoria! ¡Victoria sobre la muerte y el sepulcro!” Los santos transformados son luego arrebatados juntamente con los ángeles al encuentro del Señor en el aire, para nunca más quedar separados del objeto de su amor.

Teniendo tal perspectiva delante de nosotros, tan gloriosa esperanza, semejante redención que Cristo compró para nosotros con su propia sangre, ¿callaremos? ¿No alabaremos a Dios con voz fuerte, como lo hicieron los discípulos cuando Jesús cabalgó entrando en Jerusalén? ¿No es nuestra perspectiva mucho más gloriosa que la de ellos entonces? ¿Quién se atreve a prohibirnos que glorifiquemos a Dios, aun con fuerte voz, cuando tenemos tal esperanza, henchida de inmortalidad y de gloria? Hemos gustado las potestades del mundo venidero, y las anhelamos en mayor medida. Todo mi ser clama por el Dios viviente, y no quedaré satisfecha hasta que esté saciada de toda su plenitud (Primeros escritos, pp. 109, 110).

[A]un aquí los cristianos pueden tener el gozo de la comunión con Cristo; pueden tener la luz de su amor, el perpetuo consuelo de su presencia. Cada paso de la vida puede acercarnos más al Señor Jesús, puede darnos una experiencia más profunda de su amor y aproximarnos tanto más al bendito hogar de paz. No perdáis pues vuestra confianza, pero tened una seguridad más firme que nunca antes. “¡Hasta aquí nos ha ayudado Jehová!” (1 Samuel 7:12) y nos ayudará hasta el fin. Miremos los monumentos conmemorativos de lo que Dios ha hecho para confortarnos y salvarnos de la mano del destructor. Tengamos siempre presentes todas las tiernas misericordias que Dios nos ha mostrado: las lágrimas que ha enjugado, las penas que ha quitado, las ansiedades que ha alejado, los temores que ha disipado, las necesidades que ha suplido, las bendiciones que ha derramado, y fortalezcámonos para todo lo que nos aguarda en el resto de nuestra peregrinación…

Y antes de mucho las puertas del cielo se abrirán para recibir a los hijos de Dios, y de los labios del Rey de gloria resonará en sus oídos, como la música más dulce, la invitación: “¡Venid, benditos de mi Padre, poseed el reino destinado para vosotros desde la fundación del mundo!” Mateo 25:34 (el camino a Cristo, pp. 125, 126)

 

Reavivados por su Palabra: Hoy, Éxodo 2
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Lunes 14 de marzo OS HABÉIS ACERCADO A DIOS, EL JUEZ DE TODOS

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Lee Hebreos 12:23. Si se trata de una celebración, ¿por qué se describe a Dios como juez? ¿Cómo puede un juez ser parte o motivo de una celebración? Lee también Daniel 7:9, 10, y 13 al 22.

La celebración descrita en Hebreos 12:22 al 24 alude a un juicio futuro. Dios, el Juez, preside y se usan los libros, y el resultado de este juicio futuro basado en los libros es que el pueblo de Dios recibe el Reino (Heb. 12:28).

Esta escena evoca el gran juicio previo al Advenimiento descrito en Daniel 7, que retrata una escena de juicio donde Dios, el “Anciano de días” (Dan. 7:9), se sienta en un trono hecho de fuego y está rodeado de “millones de millones” (Dan. 7:10) de ángeles. Se abren los libros (Dan. 7:10) y el Juicio se decide a favor de “los santos del Altísimo”, que entonces “recib[e]n el reino” (Dan. 7:22).

Asimismo, Hebreos 12:22 al 29 describe una escena de juicio en el monte Sion, la Jerusalén celestial, donde Dios, “el Juez de todos”, está rodeado de “muchos millares” de ángeles. La escena también es ardiente (Heb. 12:29). Menciona libros porque los santos están “inscritos” en ellos (Heb. 12:23), lo que implica un juicio favorable para los santos.

Jesús está en el centro de la escena (Heb. 12:24). Se lo describe como el Hijo del Hombre en Hebreos 2, quien fue “coronado de gloria y de honra” después de haber gustado la “muerte” por nosotros (Heb. 2:9). Según Hebreos 2:10, el “hijo del hombre” (ver Heb. 2:6) sufrió para poder llevar “muchos hijos a la gloria”; es decir, para que los creyentes también puedan ser “coronado[s] de gloria y de honra”. El “Hijo” ahora ha llevado a los creyentes a Sion, la Jerusalén celestial, mediante los beneficios del Nuevo Pacto (Heb. 12:22-24), donde se les promete que recibirán un reino (Heb. 12:28).

Por consiguiente, este juicio es una muy buena noticia para los creyentes porque es un juicio que dictamina a su favor. Los reivindica. Es un juicio que derrota a su adversario, el dragón, que está detrás de las terribles bestias que han perseguido a los creyentes en el pasado (Dan. 7) y lo harán en el futuro (Apoc. 13).

¿Cómo nos ayuda esta lección a entender que el Juicio de Dios en el mensaje de los tres ángeles es una “buena noticia” para este tiempo? (Apoc. 14:6, 7; comparar con Deut. 32:36; 1 Crón. 16:33–35).—

Comentarios Elena G.W

El mensaje evangélico proclamado por los discípulos de Cristo… señalaba hacia su segundo advenimiento en gloria para redimir a su pueblo, y colocaba ante los hombres la esperanza, por medio de la fe y la obediencia, de compartir la herencia de los santos en luz. Este mensaje se da a los hombres hoy en día, y en esta época va unido con el anunció de que la segunda venida de Cristo es inminente. Las señales que él mismo dio de su aparición se han cumplido, y por la enseñanza de la Palabra de Dios, podemos saber que el Señor está a las puertas.

Juan en el Apocalipsis predice la proclamación del mensaje evangélico precisamente antes de la segunda venida de Cristo. Él contempla a un “ángel volar por en medio del cielo, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a todos los que moran en la tierra, y a toda nación y tribu y lengua y pueblo, diciendo en alta voz: Temed a Dios, y dadle honra; porque la hora de su juicio es venida” Apocalipsis 14:6, 7.

En la profecía, esta amonestación referente al juicio, con los mensajes que con ella se relacionan, es seguida por la venida del Hijo del hombre en las nubes de los cielos. La proclamación del juicio es el anunció de que la segunda aparición del Salvador está por acaecer. Y a esta proclamación se denomina el evangelio eterno. Así se ve que la predicación de la segunda venida de Cristo, el anunció de su cercanía, es una parte esencial del mensaje evangélico (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 179, 180).

Juan vio la misericordia, la ternura y el amor de Dios mezclados con su santidad, justicia y poder. Vio a los pecadores hallar un Padre en Aquel a quien sus pecados les habían hecho temer. Y mirando más allá de la culminación del gran conflicto, contempló en Sion a “los que habían alcanzado la victoria… estar sobre el mar de vidrio, teniendo las arpas de Dios”, y cantando el cántico de Moisés y del Cordero. Apocalipsis 15:2, 3.

El Salvador se presenta ante Juan bajo los símbolos del “león de la tribu de Judá” y de “un Cordero como inmolado”. Apocalipsis 5:5, 6. Dichos símbolos representan la unión del poder omnipotente con el abnegado sacrificio de amor. El león de Judá, tan terrible para los que rechazan su gracia, es el Cordero de Dios para el obediente y fiel. La columna de fuego que anuncia terror e ira al transgresor de la ley de Dios, es una señal de luz, misericordia y liberación para los que guardan sus mandamientos. El brazo que es fuerte para herir a los rebeldes, será fuerte para librar a los leales. Todo el que sea fiel será salvo. “Enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán sus escogidos de los cuatro vientos, de un cabo del cielo hasta el otro”. Mateo 24:31 (Los hechos de los apóstoles, pp. 470, 471).

 

 

Reavivados por su Palabra: Hoy, Éxodo 3
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Martes 15 de marzo CONMOVERÁ EL CIELO Y LA TIERRA

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Después de describir la reunión festiva que tuvo lugar en el cielo, Pablo les advierte a los lectores que deben prestar atención a la voz de Dios porque Dios hará estremecer “una vez más […] no solo la tierra, sino también el cielo” (Heb. 12:26 NVI). Pablo está diciendo que, aunque Jesús ha sido entronizado en el cielo, nuestra salvación no se ha consumado. Debemos prestar atención porque aún está por ocurrir un acontecimiento importante.

Compara Hageo 2:6 al 9, 20 al 22; Salmo 96:9 y 10; 99:1; y Hebreos 12:26 y 27. ¿Cuál es el propósito de que Dios conmueva el cielo y la tierra? ¿Qué significa esto?

En el Antiguo Testamento, el temblor de la tierra era una figura común de la presencia de Dios, quien aparece para liberar a su pueblo. Cuando Débora y Barac pelearon contra Sísara, Dios peleó desde el cielo por ellos (Juec. 5:20). Esto se describe como un terremoto poderoso, un temblor de la tierra y los montes debido a la presencia de Dios (Juec. 5:4, 5). Encontramos que esta misma imagen se muestra en todo el Antiguo Testamento cuando Dios aparece para librar a los oprimidos (Sal. 68:7, 8; 60:2; 77:17, 18). Por ende, el temblor llegó a ser una señal del Juicio de Dios al afirmar su autoridad sobre los pueblos de la Tierra. Los profetas predijeron que esto sucedería en el Día de Jehová (Isa. 13:13; 24:18–23).

Para los hebreos, el “temblor” del cielo y la Tierra se refiere a la destrucción de los enemigos de Dios. Esto es lo que Dios prometió en la entronización de Jesús. Dios le dijo: “Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies” (Heb. 1:13). Por lo tanto, Jesús ha derrotado al enemigo (Heb. 2:14-16) y fue entronizado (Heb. 1:5-14), pero los enemigos aún no han sido destruidos (Heb. 10:11-14; 1 Cor. 15:23-25).

No obstante, Dios destruirá a estos enemigos en el futuro, cuando haga temblar el cielo y la Tierra. Por lo tanto, el temblor del cielo y la Tierra implica la destrucción de los poderes terrenales que persiguen al pueblo de Dios y, más aún, la destrucción de los poderes celestiales (Satanás y sus ángeles) que están detrás de los poderes terrenales y los controlan.

¿Por qué la promesa de que un día se hará justicia y que el mal será destruido algún día es una promesa tan esperanzadora para todos nosotros, especialmente para quienes han sufrido directamente a manos del mal?—

Comentarios Elena G.W

El 16 de diciembre de 1848, el Señor me dio una visión de la conmoción de las potestades del cielo. Vi que cuando el Señor dijo “cielo” al anunciar las señales indicadas por Mateo, Marcos y Lucas, quería decir el cielo, y cuando dijo “tierra” se refería a la tierra. Las potestades del cielo son el sol, la luna y las estrellas. Gobiernan en los cielos. Las potestades terrenas son las que gobiernan en la tierra. Las potestades del cielo se conmoverán a la voz de Dios. Entonces el sol, la luna y las estrellas se desquiciarán de su asiento. No se aniquilarán, sino que se conmoverán a la voz de Dios.

Sobrevinieron sombrías y densas nubes que se entrechocaban unas con otras. La atmósfera se partió, arrollándose hacia atrás, y entonces pudimos ver en Orión un espacio abierto de donde salió la voz de Dios. Por aquel espacio abierto descenderá la santa ciudad de Dios. Vi que ahora se están conmoviendo las potestades de la tierra, y que los acontecimientos ocurren en orden. Guerras, rumores de guerra, espada, hambre y pestilencia conmueven primero las potestades de la tierra, y después la voz de Dios sacudirá el sol, la luna, las estrellas y también la tierra (Primeros escritos, p. 41).

No pasará mucho hasta que la tormenta estalle sobre el mundo que está tan dormido en el pecado… Cuando la tierra se bambolee como un ebrio, cuando los cielos se estremezcan y venga el gran día del Señor, ¿quién podrá estar firme? Una cosa verán temblando de agonía, de la cual procurarán escapar en vano. “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá”. Apocalipsis 1:7

Ese Cordero cuya ira será tan terrible para los burladores de su gracia, será gracia y justicia y amor y bendición para todos los que lo han recibido. La columna de nube que era tinieblas, terror e ira vengadora para los egipcios, para el pueblo de Dios era una columna de fuego y luz. Así acontecerá con los hijos de Dios en los últimos días. La luz y la gloria de Dios para su pueblo que guarda sus mandamientos son tinieblas para los incrédulos. Ven que es terrible caer en manos del Dios viviente. El brazo, extendido durante tanto tiempo, fuerte para salvar a todos los que acuden a él, es poderoso para ejecutar su juicio sobre todos los que no quieren ir a él para tener vida. Dios quiera que mientras aún dura la misericordia, mientras todavía se escucha la voz de la invitación, haya un vuelco hacia el Señor. Se han hecho provisiones seguras para proteger a cada alma y a los que observan sus mandamientos hasta que pase la ira (A fin de conocerle, pp. 354, 355).

Fue por misericordia para con el mundo por lo que Dios barrió los habitantes de él en tiempo de Noé. Fue también por misericordia por lo que destruyó a los habitantes corrompidos de Sodoma. Debido al poder engañador de Satanás, los obreros de iniquidad se granjean simpatía y admiración y arrastran a otros a la rebelión. Así sucedió en días de Caín y de Noé, como también en tiempo de Abraham y de Lot; y así sucede en nuestros días. Por misericordia para con el universo destruirá Dios finalmente a los que rechazan su gracia (El conflicto de los siglos, p. 532).

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Reavivados por su Palabra: Hoy, Éxodo 4
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Miércoles 16 de marzo UN REINO INCONMOVIBLE

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Dios anunció que “conmoverá” el cielo y la Tierra, lo que significa que destruirá a las naciones enemigas. Sin embargo, hay algunas cosas que no se conmoverán, que no serán destruidas.

Comprara los Salmos 15:5; 16:8; 21:7; 62:2; 112:6; con Hebreos 12:27. ¿Cuáles son las cosas que no serán conmovidas?

Muchas traducciones modernas de Hebreos 12:27 sugieren que el temblor de cielo y Tierra significa que estos serán removidos y desaparecerán para siempre. Sin embargo, la Biblia aclara que Dios creará nuevos cielos y nueva Tierra (Isa. 65:17; Apoc. 21:1-4), y que resucitaremos y tendremos un cuerpo renovado aquí, en esta Tierra (1 Tes. 4:13–17; Fil 3:20). Por lo tanto, el “temblor” implica purificación y renovación de la Creación, no su remoción total. Lo que hay aquí se volverá a crear y será el lugar donde vivirán los redimidos.

Sin embargo, hay algunas cosas que no se alterarán. Esto incluye a los justos. Ellos no serán conmovidos porque confían en Dios. El Creador los sostiene y garantiza su supervivencia.

Fíjate que, en Hebreos, la permanencia y la estabilidad se relacionan con Jesús. Hebreos 1:10 al 12 dice acerca de Jesús: “Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, mas tú permaneces; y todos ellos se envejecerán como una vestidura, y como un vestido los envolverás, y serán mudados; pero tú eres el mismo, y tus años no acabarán”. Hebreos también dice que el sacerdocio de Jesús permanece para siempre (Heb. 7:3, 24) al igual que la herencia de los redimidos (Heb. 10:34). En el Juicio Final, quienes estén “en Jesús” no serán conmovidos (Sal. 46:5).

Hebreos 12:28 también dice que recibiremos “un reino inconmovible”. Esta es una referencia a Daniel 7:18, que dice que los santos “recibirán el reino, y será suyo para siempre” (NVI). Este es el reino que “no será jamás destruido” mencionado en Daniel 2:44. Este reino pertenece al Hijo, pero él lo compartirá con nosotros. Apocalipsis 20:4 dice que juzgaremos con él a los poderes malignos que nos persiguieron (1 Cor. 6:3).

¿Cómo te está yendo con el zarandeo actualmente? Si no te va muy bien, ¿qué decisiones puedes tomar para conseguir ayuda en este tiempo importante? (Ver Efe. 4:14.)—

Comentarios Elena G.W

El seguidor de Cristo se encontrará con… interpretaciones espiritualistas de las Escrituras, pero no debe aceptarlas. Ha de oírsele afirmar claramente las verdades eternas de las Escrituras. Guardando sus ojos fijos en Cristo, caminará constantemente hacia adelante en la senda señalada, descartando todas las ideas que no están en armonía con su enseñanza. La verdad de Dios es el objeto de su contemplación y meditación. Considerará la Biblia como la voz de Dios que le habla directamente. Así encontrará la sabiduría divina.

El conocimiento de Dios, como está revelado en Cristo, es el conocimiento que deben tener todos los que están salvos. Este es el conocimiento que obra la transformación del carácter. Recibido en la vida, volverá a crear en el alma la imagen de Cristo. Tal es el conocimiento que Dios invita a sus hijos a obtener, pues en comparación con él todo lo demás es vanidad y nada.

En toda generación y en cada país el fundamento de la verdad para la construcción del carácter ha sido el mismo: los principios contenidos en la Palabra de Dios. La única norma segura e infalible es hacer lo que Dios dice. “Los mandamientos de Jehová son rectos”, y “el que hace estas cosas, no resbalará para siempre”. Salmo 19:8; 15:5 (Los hechos de los apóstoles, pp. 378, 379).

Los que son participantes de la naturaleza divina, no cederán a la tentación. El enemigo está trabajando con todo su poder para vencer a los que se esfuerzan por vivir la vida cristiana. Con la esperanza de que cedan, los tienta. Así espera desanimarlos. Pero los que han asentado firmemente sus pies en la Roca de los siglos, no cederán a sus estratagemas. Recordarán que Dios es su Padre y Cristo su Ayudador. El Salvador vino a este mundo a traer fuerza a cada persona tentada y probada para que venza, así como él venció. Yo conozco el poder de la tentación; yo conozco los peligros que yacen en el camino; pero sé también que hay provisión de fuerza suficiente para cada momento de necesidad, para los que están luchando contra la tentación (Mensajes para los jóvenes, pp. 56, 57).

Aquel que ha de venir dice: “He aquí, yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”. Todo acto bueno realizado por el pueblo de Dios como fruto de su fe tendrá su correspondiente recompensa. Así como una estrella difiere de otra en gloria, a los creyentes se les asignarán diferentes esferas de acción en la vida futura…

Cuando un hombre muere, su influencia no muere con él sino que vive y se reproduce. La influencia del hombre que fue bueno, puro y santo vive después de su muerte como el fulgor del sol poniente que proyecta su gloria a través del cielo, iluminando los picos de las montañas mucho tiempo después que el sol se ha hundido detrás de la colina. Así las obras de los hombres puros, santos y buenos reflejan su luz cuando ellos ya no viven, y por lo tanto ya no pueden hablar y actuar en persona. Sus obras, sus palabras, su ejemplo vivirán para siempre. “En memoria eterna será el justo” (Testimonios para los ministros, pp. 428, 429).

Reavivados por su Palabra: Hoy, Éxodo 5
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Jueves 17 de marzo TENGAMOS GRATITUD

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Hebreos concluye esta parte señalando que la respuesta apropiada a Dios por todas las cosas maravillosas que ha hecho por nosotros es mostrarle gratitud ofreciéndole una clase adecuada de adoración.

Compara Hebreos 12:28 con 13:15 y 16. ¿Cómo le ofrecemos a Dios una adoración aceptable?

En el sistema del Antiguo Pacto, el sacrificio de animales era la forma en que el pueblo mostraba arrepentimiento y gratitud; pero estos sacrificios debían ser una demostración de lo que ocurría en el corazón del adorador. Dios dejó en claro en los Salmos, y mediante los profetas, que lo que realmente le agradaba no era la sangre de los animales, sino la gratitud, las obras justas y la rectitud de los adoradores (Sal. 50:7–23; Isa. 1:11–17).

Por ende, Pablo nos invita a adorar a Dios en el Santuario celestial ofreciendo sacrificios de alabanza, confesión, acción de gracias y buenas obras, que es la verdadera adoración que lo deleita. Ofrecemos estos sacrificios en la Tierra, pero son aceptados como agradables a Dios en el cielo. Esta exhortación abarca todos los llamados que el autor ha hecho a lo largo de la carta para la profesión del nombre de Jesús (Heb. 3:1; 4:14; 10:23) y sus exhortaciones a que sigamos haciendo buenas obras (Heb. 6:10-12; 13:1, 2, 16).

La invitación que Pablo le hace a la audiencia a “ador[ar] a Dios como a él le agrada” (Heb. 12:28 NVI) implica que los creyentes en verdad ahora son una nación sacerdotal que ha sido perfeccionada y santificada mediante el sacrificio de Jesús (Heb. 10:10–14, 19-23). Esto cumple el propósito original de Dios para Israel: el de ser una nación sacerdotal mediante la cual él pudiera anunciar las buenas nuevas de salvación al mundo (Éxo. 19:4-6; 1 Ped. 2:9, 10; Apoc. 1:6; 5:10).

Hebreos 13:1 al 6 describe en términos prácticos lo que significa hacer el bien y compartir lo que tenemos. Significa mostrar amor fraternal, así como Jesús mostró amor fraternal por nosotros (Heb. 2:11, 12). Significa ser hospitalario, visitar a los que están en la cárcel o han sido maltratados (Heb. 13:3), y rechazar el adulterio y la codicia.

¿Por qué es importante prestar atención a las buenas obras y compartir lo que tenemos como parte de nuestra adoración a Dios? Al mismo tiempo, ¿de qué maneras concretas nuestros sacrificios espirituales a Dios pueden corromperse (Isa. 1:11-17)?—

Comentarios Elena G.W

Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia. Hebreos 12:28

El cristiano debe estar preparado para cumplir una obra que revele bondad, tolerancia, magnanimidad, delicadeza, paciencia. El cristiano debe albergar en su vida el cultivo de esos preciosos dones, para que cuando sea llamado al servicio del Maestro pueda estar listo para usar sus más elevadas facultades en ayudar y bendecir a los que lo rodean (In Heavenly Places, p. 330; parcialmente en Ser semejante a Jesús, p. 71).

Hay muchos que profesan ser seguidores de Cristo, y sin embargo no son hacedores de su Palabra. No saborean esa Palabra porque les indica servicio que no les es agradable…

La esencia y sabor de toda obediencia es la manifestación externa de un principio interno: el amor de la justicia, el amor de la ley de Dios. La esencia de toda justicia es lealtad a nuestro Redentor, hacer lo correcto porque es correcto…

Cuando el amor de Cristo entra en el corazón, nos esforzamos por imitar el carácter de Cristo… Mientras más estudiamos la vida de Cristo dispuestos a obedecer, más semejantes a Cristo nos volvemos. El Espíritu Santo infunde claro entendimiento en el corazón de cada verdadero hacedor de la Palabra. Mientras más crucificamos las prácticas egoístas impartiendo nuestras bendiciones a otros y ejerciendo nuestras facultades recibidas de Dios, más se fortalecerán las gracias celestiales y aumentarán en nosotros. Creceremos en espiritualidad, en paciencia, en fortaleza, en humildad, en delicadeza (A fin de conocerle, pp. 118, 119).

Nuestro Dios es un Padre tierno y misericordioso. Su servicio no debe mirarse como una cosa que entristece, como un ejercicio que desagrada. Debe ser un placer adorar al Señor y participar en su obra. Dios no quiere que sus hijos, a los cuales proporcionó una salvación tan grande, obren como si él fuera un amo duro y exigente. Él es nuestro mejor amigo; y cuando le adoramos quiere estar con nosotros, para bendecirnos y confortarnos llenando nuestro corazón de alegría y amor. El Señor quiere que sus hijos hallen consuelo en servirle y más placer que fatiga en su obra. Él quiere que quienes vengan a adorarle se lleven pensamientos preciosos acerca de su amor y cuidado, a fin de que estén alentados en toda ocasión de la vida y tengan gracia para obrar honrada y fielmente en todo…

El alma puede elevarse hacia el cielo en alas de la alabanza. Dios es adorado con cánticos y música en las mansiones celestiales, y al expresar nuestra gratitud nos aproximamos al culto que rinden los habitantes del cielo. Se nos dice: “El que ofrece sacrificio de alabanza me glorificará”.Salmo 50:23 Presentémonos, pues, con gozo reverente delante de nuestro Creador, con “acciones de gracias y voz de melodía” Isaías 51:3 (El camino a Cristo, pp. 103, 104).

 

Reavivados por su Palabra: Hoy, Éxodo 6
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Viernes 18 de marzo

AudioDiálogo BíblicoMat. DamassMat. Adultos

Para Estudiar y Meditar

“Durante los mil años que transcurrirán entre la primera Resurrección y la segunda se verificará el juicio de los impíos. El apóstol Pablo señala este juicio como un evento que sigue al Segundo Advenimiento. ‘No juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones’ (1 Cor. 4:5). Daniel declara que, cuando vino el Anciano de días, ‘se dio el juicio a los santos del Altísimo’ (Dan. 7:22). En ese tiempo, los justos reinarán como reyes y sacerdotes de Dios. Juan dice en el Apocalipsis: ‘Vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar […]. Serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años’ (Apoc. 20:4, 6). Entonces será cuando, como está predicho por Pablo, ‘los santos han de juzgar al mundo’ (1 Cor. 6:2). Junto con Cristo juzgan a los impíos: comparan sus actos con el libro de la Ley, la Biblia, y fallan cada caso de acuerdo con los actos cometidos en su cuerpo. Entonces la cuota que los malos tienen que sufrir es medida según sus obras, y queda anotado frente a sus nombres en el libro de la muerte.

“También Satanás y los ángeles malos son juzgados por Cristo y su pueblo. Pablo dice: ‘¿No sabéis que hemos de juzgar a los ángeles?’ (vers. 3). Y Judas declara que ‘a los ángeles que no guardaron su estado original, sino que dejaron su propia habitación, los ha guardado en prisiones eternas, bajo tinieblas, hasta el juicio del gran día’ (Jud. 6)” (CS 718, 719).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR

  • 1. La participación de los santos en el juicio de los impíos (1 Cor. 6:3; Jud. 6) ¿qué nos dice acerca de Dios y cuán transparente será con nosotros al mostrarnos su bondad y su justicia en su trato con el pecado y la maldad?

    2. Lee Éxodo 32:32; Salmos 56:8; 69:28; 139:16; Isaías 4:3; Daniel 12:1; Malaquías 3:16; Lucas 10:20; Apocalipsis 13:8; y 17:8. Estas son referencias a los libros de Dios en el cielo. ¿Qué tipo de cosas están registradas en estos libros? ¿Por qué es importante que Dios lleve un registro de nuestras lágrimas (Sal. 56:8), por ejemplo? Si Dios lo sabe todo, ¿cuál es el propósito de esos libros, o registros?

    3. ¿Por qué crees que es importante que Hebreos termine el argumento de la epístola con una referencia a las promesas de Daniel 7? ¿Por qué estas conexiones son importantes en el contexto del ministerio de Jesús en el cielo? ¿Qué nos enseña Daniel 7 sobre el fin de todas las cosas terrenales y caídas?

Ver material Auxiliar

Reavivados por su Palabra: Hoy, Éxodo 7
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Lección 10: Para el 5 de marzo de 2022
JESÚS ABRE EL CAMINO A TRAVÉS DEL VELO

Sábado 26 de febrero

AudioComentario EGWPresentación de la LecciónMat. DamasMat. AdultosAudio Pr. Bullón

Lee para el estudio de esta semana

Hebreos 9:24; Éxodo 19:3, 4; Hebreos 12:18–21; Levítico 16:1, 2; Hebreos 10:19–22; Colosenses 3:1.

Para memorizar

“Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios” (Heb. 9:24).

Cuando los discípulos regresaron del Monte de los Olivos, justo después de que Jesús ascendió al cielo, estaban llenos de gozo y triunfo. Su Maestro y Amigo había ascendido a una posición de poder sobre el mundo y los había invitado a acercarse a Dios en su nombre con la absoluta confianza de que Dios respondería favorablemente a sus oraciones (Juan 14:13, 14). Aunque seguían en el mundo, atacados por las fuerzas del mal, su esperanza era firme. Sabían que Jesús había ascendido para prepararles un lugar (Juan 14:1-3). Sabían que Jesús era el Capitán de su salvación y que había abierto un camino a la Patria celestial mediante su sangre.

La ascensión de Jesús al cielo es fundamental para la teología de Hebreos. Marca el comienzo del reinado de Jesús y el comienzo de su ministerio sumosacerdotal en nuestro favor. Finalmente, lo más importante es que la ascensión de Jesús marca el momento en que se estableció el Nuevo Pacto, que brinda los medios necesarios para poder acercarnos a Dios con valentía mediante la fe. Es nuestro privilegio ahora acercarnos a Dios con confianza a través de Jesús y los méritos de su justicia.—


Comentarios Elena G.W
Sábado 26 de febrero


¡Qué fuente de gozo para los discípulos el saber que tenían… un Amigo que intercedía en su favor! Gracias a la ascensión visible de Cristo, cambiaron todas sus opiniones y conceptos referentes al cielo… Ahora relacionaban el cielo con el pensamiento de Jesús, a quien habían amado y reverenciado por encima de todos los demás…

Ahora lo consideraban como su futuro hogar, donde su amante Redentor les estaba preparando mansiones. La oración se revestía de un nuevo interés pues era comunión con su Salvador. Con nuevas y conmovedoras emociones y una firme confianza de que su oración sería respondida, se reunieron en el aposento alto para ofrecer sus peticiones y para demandar la promesa del Salvador, quien había dicho: “Pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido”. Oraban en el nombre de Jesús (La segunda venida y el cielo, p. 66).

Jesús está en el Lugar Santísimo para aparecer en la presencia de Dios por nosotros. Allí no cesa de presentar a su pueblo momento a momento, completo en sí mismo. Pero a causa de que estamos así representados ante el Padre, no hemos de imaginar que podemos presumir de su misericordia y volvernos descuidados, indiferentes e indulgentes. Cristo no ministra en favor del pecado. Estamos completos en él, aceptados en el Amado, solo al morar en él por fe.

Nunca podremos alcanzar la perfección por nuestras propias buenas obras. El alma que contempla a Jesús por fe repudia su propia justicia. Se da cuenta de que es incompleta, de que su arrepentimiento es insuficiente, su mayor fe es debilidad, su sacrificio más costoso es pobre, y se arroja con humildad al pie de la cruz. Pero una voz le habla desde los oráculos de la Palabra de Dios. Con asombro oye este mensaje: “Vosotros estáis completos en él”. Colosenses 2:10. Su alma descansa ahora. Ya no necesita esforzarse para encontrar algo valioso en sí misma, alguna obra meritoria con la cual ganar el favor de Dios (Reflejemos a Jesús, p. 68).

Y el amado Juan, por la inspiración del Espíritu Santo, dice con gran claridad y certeza: “Si demandáremos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquier cosa que demandáremos, sabemos que tenemos las peticiones que le hubiéremos demandado”1 Juan 5:14,15. Presentad, pues, vuestra petición ante el Padre en el nombre de Jesús. Dios honrará tal nombre.

El arco iris rodea el trono como una seguridad de que Dios es verdadero, que en él no hay mudanza ni sombra de variación. Hemos pecado contra él, y somos indignos de su favor; sin embargo… Cuando venimos a él confesando nuestra indignidad y pecado, él se ha comprometido a atender nuestro clamor. El honor de su trono está empeñado en el cumplimiento de la palabra que nos ha dado.

A semejanza de Aarón, que simbolizaba a Cristo, nuestro Salvador lleva los nombres de todos sus hijos sobre su corazón en el Lugar Santo. Nuestro gran sumo sacerdote recuerda todas las palabras por medio de las cuales nos ha animado a confiar. Nunca olvida su pacto (palabras de vida del gran maestro, pp. 113,114)

 

 

Reavivados por su Palabra: Hoy, Génesis 44
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Domingo 27 de febrero - JESÚS ANTE EL PADRE

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Lee Heb. 9:24 Según este pasaje, ¿cuál era el propósito de la ascensión de Jesús al cielo?

Dios instruyó a Israel para que los varones subieran tres veces al año a Jerusalén para “presentar[se …] delante de Jehová el Señor” con una ofrenda. Los tiempos señalados eran la fiesta de la Pascua (panes sin levadura), la fiesta de las Semanas (Pentecostés) y la fiesta de los Tabernáculos (Éxo. 23:14-17; Deut. 16:16). La Pascua celebraba la liberación de la esclavitud en Egipto. Pentecostés celebraba la cosecha de la cebada y, en épocas del Nuevo Testamento, se lo relacionaba con la entrega de la Ley en el Sinaí. La fiesta de los Tabernáculos celebraba el cuidado de Dios respecto de Israel durante su estadía en el desierto.

Heb. 9:24 describe la ascensión de Jesús a la presencia del Padre. Llegó al Santuario celestial, el “verdadero”, para “presentarse” ante Dios con un mejor sacrificio (Heb. 9:23, 24, NVI): su propia sangre.

Jesús cumplió las fiestas de peregrinación con asombrosa precisión. Murió el día de la preparación de la Pascua a la hora novena, el momento en que se sacrificaban los corderos pascuales (Juan 19:14; Mat. 27:45–50). Jesús resucitó al tercer día y ascendió al cielo para recibir la seguridad de que su sacrificio había sido aceptado (Juan 20:17; 1 Cor. 15:20), cuando el sacerdote debía mecer la gavilla de cebada madura como primicia (Lev. 23:10-12). Luego, ascendió cuarenta días después para sentarse a la diestra de Dios y establecer el Nuevo Pacto en el día de Pentecostés (Hech. 1; 2).

El propósito de la peregrinación del antiguo Israel era “ver la faz de Dios” (Sal. 42:2, BJ). Esto significaba experimentar el favor de Dios (Sal. 17:15). De igual modo, la expresión hebrea de “buscar el rostro de Dios” significaba pedir ayuda a Dios (2 Crón. 7:14; Sal. 27:8; 105:4). Este es el sentido, en Hebreos, de la ascensión de Jesús. Jesús ascendió a Dios con el sacrificio perfecto. Jesús ascendió al cielo también como nuestro Precursor ante la presencia de Dios (Heb. 6:19, 20). Él ha hecho realidad la promesa para los creyentes que viajan “en busca de una patria”, deseando “una patria mejor” y esperando “la ciudad […] de la cual Dios es arquitecto y constructor” (Heb. 11:10, 13–16).

Una vez más, ¿por qué la realidad de Cristo –no solo su Cruz sino también su mediación ahora en el cielo– debe sustentar la seguridad de nuestra salvación?—


Comentarios Elena G.W
Domingo 27 de febrero - JESÚS ANTE EL PADRE


La inmolación del cordero pascual prefiguraba la muerte de Cristo. San Pablo dice: “Nuestra pascua, que es Cristo, fue sacrificada por nosotros”. 1 Corintios 5:7. La gavilla de las primicias del trigo, que era costumbre mecer ante el Señor en tiempo de la Pascua, era figura típica de la resurrección de Cristo. San Pablo dice, hablando de la resurrección del Señor y de todo su pueblo: “Cristo las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida”. 1 Corintios 15:23. Como la gavilla de la ofrenda mecida, que era las primicias o los primeros granos maduros recogidos antes de la cosecha, así también Cristo es primicias de aquella inmortal cosecha de rescatados que en la resurrección futura serán recogidos en el granero de Dios.

Estos símbolos se cumplieron no solo en cuanto al acontecimiento sino también en cuanto al tiempo. El día 14 del primer mes de los judíos, el mismo día y el mismo mes en que quince largos siglos antes el cordero pascual había sido inmolado, Cristo, después de haber comido la pascua con sus discípulos, estableció la institución que debía conmemorar su propia muerte como “Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. En aquella misma noche fue aprehendido por manos impías, para ser crucificado e inmolado. Y como antitipo de la gavilla mecida, nuestro Señor fue resucitado de entre los muertos al tercer día, “primicias de los que durmieron”, cual ejemplo de todos los justos (El conflicto de los siglos, p. 396).

Quedan encantados contemplando la perfección del carácter de Cristo, su misión, su amor, su gracia, su verdad. Se satisface la gran necesidad de su alma, y dirán como el salmista: “Estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza”. Salmo 17:15. Ven en Jesucristo el objeto divino de la fe y el amor. Para ellos ha terminado la adoración de los tesoros terrenales y el amor al mundo.

Estas almas se apoderan de la Palabra de Dios. Ven que los milagros, la abnegación, el sacrificio de Cristo, su crucifixión, fueron para ellos. El lenguaje del corazón será: “El murió por mí. Él triunfó en la muerte para que yo no perezca, sino que crea en él como mi Salvador personal, y tenga esa vida que se mide con la vida de Dios. En la riqueza de su gracia se han posesionado de mí tesoros tan perdurables como la eternidad” (A fin de conocerle, p. 216).

A veces un profundo sentimiento de nuestra indignidad estremecerá nuestra alma con una conmoción de terror; pero esto no es una evidencia de que Dios ha cambiado hacia nosotros, o nosotros hacia Dios. No debe hacerse ningún esfuerzo para hacer que el alma alcance cierta intensidad de emoción. Podemos hoy no sentir la paz y el gozo que sentimos ayer; pero por la fe debemos asirnos de la mano de Cristo, y confiar en él tan plenamente en las tinieblas como en la luz (la edificación del carácter, p. 89).

 

 

 

Reavivados por su Palabra: Hoy, Génesis 45
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Lunes 28 de febrero LA INVITACIÓN DE DIOSAudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Lee Hebreos 12:18 al 21. ¿Cuál fue la experiencia de Israel en el monte Sinaí?

Cuando Dios llamó a Israel a salir de Egipto, su plan era crear una relación personal e íntima con ellos. Él dijo: “Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí” (Éxo. 19:3, 4).

Así, a través de Moisés, Dios dio las instrucciones necesarias con el fin de preparar al pueblo para encontrarse con él. El pueblo primeramente necesitaba consagrarse (Éxo. 19:10-15). Quienes ascendieran sin preparación morirían. Sin embargo, una vez que el pueblo se preparó durante dos días, entonces “cuando [sonara] largamente la bocina”, al tercer día, Dios instruyó al pueblo: “Subirán al monte” (Éxo. 19:13). Quería que tuvieran la experiencia que Moisés y los dirigentes del pueblo tendrían cuando subieran al monte y “[vieran] a Dios, y [comieran] y [bebieran]” en su presencia (Éxo. 24:9-11). Más adelante, el pueblo reconoció que había visto la gloria de Dios y que era posible que Dios hablara “al hombre, y éste aún [viva]” (Deut. 5:24). Pero, cuando llegó el momento, les faltó fe. Moisés explicó años más tarde: “Vosotros tuvisteis temor del fuego, y no subisteis al monte” (Deut. 5:5). En lugar de eso, le pidieron a Moisés que fuera su intermediario (Deut. 5:25-27; comparar con Éxo. 20:18-21).

La manifestación de la santidad de Dios en el monte Sinaí debía enseñarle al pueblo a “temerle”, o respetarlo. El “temor de Jehová” conduce a la vida, la sabiduría y la honra (Deut. 4:10; comparar con Sal. 111:10; Prov. 1:7; 9:10; 10:27). Allí también aprenderían que él es misericordioso y compasivo (Éxo. 34:4-8). Por lo tanto, aunque Dios quería que Israel se acercara a él, el pueblo se asustó y le pidió a Moisés que hiciera de intermediario. La descripción que hace Hebreos de los eventos en el Sinaí se desprende principalmente del recordatorio que Moisés le hace al pueblo por su falta de fe y su apostasía con el becerro de oro, y cuánto temía encontrarse con Dios debido al pecado de ellos (Deut. 9:19). La reacción de los israelitas no era el plan de Dios para ellos, sino el resultado de su falta de fe.

¿Por qué no debemos tener miedo de acercarnos a un Dios santo? Sin embargo, ¿de qué manera se nos exhorta que debemos acercarnos?—


Comentarios Elena G.W
Lunes 28 de febrero LA INVITACIÓN DE DIOS


Por su gran poder, no obstante la oposición de Faraón, Dios libró a su pueblo de Egipto para que guardaran su ley que había sido dada en el Edén. Los condujo al Sinaí para que escuchasen la proclamación de su ley.

 

Al proclamar los Diez Mandamientos a los hijos de Israel con su propia voz, Dios demostró su importancia. En medio de una grandiosidad pavorosa, dio a conocer su majestad y autoridad como Gobernador del mundo. Lo hizo para grabar en la mente de su pueblo la santidad de su ley y la importancia de observarla. El poder y la gloria con que fue dada la ley revelan su importancia. Es la fe una vez dada a los santos por Cristo nuestro Redentor hablando desde el Sinaí (Testimonios para la iglesia, t. 8, pp. 209, 210).

Con sumo fervor [David] estudió las formas en que procede Dios, expresadas por Cristo cuando estuvo rodeado por la columna de nube, y dadas a Moisés para que fueran fielmente repetidas a todo Israel… y cuando David consideró las señales y promesas divinas para ellos —sabiendo que eran todos los que las necesitaban tanto como para Israel— las apropió para sí, diciendo: “me acordaré de las obras de JAH; sí hare memoria de tus maravillas antiguas. Meditaré en todas tus obras, y hablaré de tus hechos”.

Su fe se aferró de Dios, y se animó y fortaleció. Aunque reconocía como misteriosos los caminos de Dios, sabía que eran misericordiosos y buenos, pues este fue el carácter divino tal como se reveló a Moisés: “Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando el nombre de Jehová. Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad” (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 3, p. 1167).

El Capitán de nuestra salvación fortalece a sus seguidores, no con falsedades científicas, sino con genuina fe en la Palabra de un Dios personal. Esta Palabra es repetida una, otra y otra vez con más profundo poder afirmativo. Satanás recurre a todos sus poderes para el ataque en el último conflicto, y la paciencia del seguidor de Cristo es probada al máximo. A veces parece que va a ceder. Pero una palabra de oración al Señor Jesús llega como una flecha hasta el trono de Dios, y ángeles de Dios son enviados al campo de batalla. Cambia la marea… y los cautivos son libertados. Las almas creyentes acosadas son sostenidas como con alas de águilas y la victoria es ganada…

¡Qué maravillosas lecciones aprenderemos como resultado de la constante dependencia en la eficacia de Cristo! Aquel que aprende estas lecciones no necesita aprender de la experiencia ajena. Tiene el testimonio en sí mismo, y su experiencia avala su conocimiento de que Cristo es suficiente, fiel y poderoso. Conoce el cumplimiento de la promesa: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad”. 2 Corintios 12:9 (In Heavenly Places, p. 297; parcialmente en En los lugares celestiales, p. 299).

 

Reavivados por su Palabra: Hoy, Génesis 46
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Martes 1º de marzo - LA NECESIDAD DE UN VELOAudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Los velos tienen una doble función. El término que Hebreos utiliza para velo (katepetasma) podría referirse a la cortina de la entrada del Atrio (Éxo. 38:18), a la cortina de la entrada del Santuario (Éxo. 36:37) o al velo interior que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo (Éxo. 26:31–35). Estos velos eran entradas y a la vez límites que solo algunos podían traspasar.

Lee Levítico 16:1 y 2; y 10:1 al 3. ¿Qué advertencia tenemos en estos pasajes?

El velo era una protección para los sacerdotes mientras oficiaban ante un Dios santo. Después del pecado del becerro de oro, Dios le dijo a Moisés que no los acompañaría camino a la Tierra Prometida para no consumirlos porque eran un “pueblo de dura cerviz” (Éxo. 33:3). Por lo tanto, Moisés trasladó la Tienda de Reunión y la armó lejos, fuera del campamento (Éxo. 33:7). Sin embargo, después de que Moisés intercediera, Dios aceptó ir en medio de ellos (Éxo. 33:12-20), pero estableció varias medidas para proteger al pueblo mientras él habitara entre ellos.

Por ejemplo, Israel acampaba en un orden estricto que dejaba un cuadrado vacío en el medio, donde se colocaba el Tabernáculo. Además, los levitas acampaban alrededor del Tabernáculo para proteger el Santuario y sus muebles de la invasión de extraños (Núm. 1:51; 3:10). En realidad, era una especie de velo humano que protegía al pueblo de Israel: “Pero los levitas acamparán alrededor del tabernáculo del testimonio, para que no haya ira sobre la congregación de los hijos de Israel; y los levitas tendrán la guarda del tabernáculo del testimonio” (Núm. 1:53).

Jesús, como nuestro Sacerdote, también ha sido nuestro Velo. Mediante su encarnación, Dios levantó su Tienda en medio de nosotros y pudimos contemplar su gloria (Juan 1:14–18). Jesús hizo posible que un Dios santo viviera en medio de un pueblo imperfecto.

Piensa en lo que implicaba que el Dios creador, el que hizo el Universo, viviera entre su pueblo, que en ese momento era una nación de esclavos fugitivos. ¿Qué nos enseña sobre lo cerca que puede estar Dios de nosotros?—


Comentarios Elena G.W
Martes 1º de marzo - LA NECESIDAD DE UN VELO


En el Santuario del tabernáculo construido en el desierto y en el del templo, que eran símbolos terrenales de la morada de Dios, había un lugar sagrado para su presencia. El velo adornado de querubines a su entrada solo debía ser alzado por una mano. Alzar aquel velo, y entrar sin invitación en el sagrado misterio del Lugar Santísimo, acarreaba la muerte, pues sobre el propiciatorio descansaba la gloria del Santo de los santos, a la que nadie podía mirar y sobrevivir. En el único día del año señalado para el desempeño de su ministerio en el Lugar Santísimo, el sumo sacerdote penetraba en él temblando ante la presencia de Dios, mientras que nubes de incienso velaban la gloria ante sus ojos. En todos los atrios del templo se acallaba todo rumor. Ningún sacerdote actuaba en los altares. Los adoradores, inclinados en silencioso temor, dirigían sus peticiones en demanda de misericordia divina (El ministerio de curación, p. 344).

No es la obra más elevada de la educación el comunicar meramente conocimientos, sino el impartir aquella energía vivificadora que se recibe por el contacto de la mente con la mente y del alma con el alma. Únicamente la vida puede engendrar vida. ¡Qué privilegio fue el de aquellos que, durante tres años, estuvieron en contacto diario con aquella vida divina de la cual había fluído todo impulso vivificador que bendijera al mundo! Más que todos sus compañeros, Juan, el discípulo amado, cedió al poder de esa vida maravillosa. Dice: “La vida fue manifestada, y vimos, y testificamos, y os anunciamos aquella vida eterna, la cual estaba con el Padre, y nos ha aparecido”. “De su plenitud tomamos todos, y gracia por gracia. 1 Juan 1:2; Juan 1:16.

En los apóstoles de nuestro Señor no había nada que les pudiera reportar gloria. Era evidente que el éxito de sus labores se debía únicamente a Dios. La vida de estos hombres, el carácter que adquirieron y la poderosa obra que Dios realizó mediante ellos, atestiguan lo que él hará por aquellos que reciban sus enseñanzas y sean obedientes (El Deseado de todas las gentes, pp. 215, 216).

El alma que se ha entregado a Cristo es más preciosa a sus ojos que el mundo entero. El Salvador habría pasado por la agonía del Calvario para que uno solo pudiera salvarse en su reino. Nunca abandona a un alma por la cual murió. A menos que sus seguidores escojan abandonarle, él los sostendrá siempre

En todas nuestras pruebas, tenemos un Ayudador que nunca nos falta. Él no nos deja solos para que luchemos con la tentación, batallemos contra el mal, y seamos finalmente aplastados por las cargas y tristezas. Aunque ahora esté oculto para los ojos mortales, el oído de la fe puede oír su voz que dice: No temas; yo estoy contigo. Yo soy “el que vivo, y he sido muerto; y he aquí que vivo por siglos de siglos”. Apocalipsis 1:18. He soportado vuestras tristezas, experimentado vuestras luchas, y hecho frente a vuestras tentaciones. Conozco vuestras lágrimas; yo también he llorado. Conozco los pesares demasiado hondos para ser susurrados a ningún oído humano. No penséis que estáis solitarios y desamparados. Aunque en la tierra vuestro dolor no toque cuerda sensible alguna en ningún corazón, miradme a mí, y vivid (El Deseado de todas las gentes, pp. 446, 447).

 

Reavivados por su Palabra: Hoy, Génesis 47
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Miércoles 2 de marzo EL CAMINO NUEVO Y VIVO A TRAVÉS DEL VELO

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Lee Hebreos 10:19 al 22. ¿Qué invitación tenemos en este pasaje?

El libro de Hebreos sostiene que Jesús ha entrado en el Santuario celestial y nos invita a seguir su ejemplo. Esta idea concuerda con el concepto presentado anteriormente de que Jesús es el “capitán” y precursor de los creyentes (Heb. 2:10; 6:19, 20; 12:2). El “camino nuevo y vivo” es el Nuevo Pacto, que Jesús estableció con su sacrificio y su ascensión. La expresión “nuevo y vivo” contrasta con la descripción del Antiguo Pacto como “viejo y anticuado” (Heb. 8:13, RVC). Es el Nuevo Pacto, que ha provisto el perdón de los pecados y ha puesto la Ley en nuestro corazón, lo que nos permite acercarnos a Dios con confianza, no por nosotros mismos ni por cualquier cosa que hayamos hecho, sino solo por lo que Jesús ha hecho por nosotros mediante el cumplimiento de todas las obligaciones del Pacto.

Hebreos señala que la instauración del Antiguo Pacto implicaba la instauración del Santuario y la consagración de los sacerdotes (Heb. 9:18-21; comparar con Éxo. 40; Lev. 8, 9). El propósito del Pacto era crear una relación íntima entre Dios y su pueblo (Éxo. 19:4-6). Cuando Israel aceptó esta relación, Dios inmediatamente ordenó que se construyera un santuario para que él pudiera vivir entre ellos. El establecimiento del Santuario y la presencia de Dios en medio de su pueblo fue el momento en que se consumó el Pacto entre Dios e Israel.

Lo mismo ocurre con el Nuevo Pacto. El Nuevo Pacto también implica la instauración del ministerio sacerdotal de Jesús en nuestro favor (Heb. 5:1-10; 7:1-8:13).

La ascensión de Jesús ante Dios ha inaugurado una nueva era para el pueblo de Dios. Zacarías 3 menciona que Satanás estaba en la presencia de Dios para acusar al pueblo de Dios, representado por el sumo sacerdote Josué. Este acusador es el mismo que suscitó dudas sobre la lealtad de Job hacia Dios (Job 1; 2). Sin embargo, con el sacrificio de Jesús, Satanás ha sido arrojado del cielo (Apoc. 12:7–12; comparar con Juan 12:31; 16:11). ¡Ahora es Jesús quien intercede por nosotros y, mediante su sacrificio y su fidelidad, reclama la salvación para nosotros!

¿Qué acusaciones podría hacer Satanás contra ti delante de Dios, si pudiera? Aunque es un mentiroso, ¿cuánto tendría que mentir sobre ti para procurar tu condenación? ¿Cuál es tu única esperanza?—

Comentarios Elena G.W

Los que verdaderamente creen en Cristo se sientan junto a él en los lugares celestiales. Aceptemos la insignia del cristianismo. No es un distintivo externo, no es usar una cruz o una corona, sino algo que revela la unión del hombre con Dios…

“Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimulamos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”. Hebreos 10:19-25 (Alza tus ojos, p. 231).

La intercesión de Cristo en nuestro favor presenta sus méritos divinos al ofrecerse a sí mismo al Padre como nuestro sustituto y garante; pues ascendió a lo alto para expiar nuestras transgresiones… “Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos”. Hebreos 7:25.

De estos pasajes resulta claro que no es la voluntad de Dios que usted desconfíe y torture su alma con el temor de que Dios no lo aceptará por ser pecador e indigno… Presente su caso ante él, invocando los méritos de la sangre vertida en la cruz del Calvario en su favor. Satanás lo acusará de ser un gran pecador, y usted tendrá que admitir que lo es, pero puede decir: “Sé que soy un pecador, y por eso necesito un Salvador. Jesús vino al mundo a salvar pecadores. ‘La sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado’… No tengo méritos o bondad con que reclamar la salvación, pero presento delante de Dios la sangre plenamente expiatoria del inmaculado Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Ese es mi único argumento. El nombre de Jesús me da acceso al Padre. Sus oídos y su corazón están atentos a mi más débil súplica, y él satisface mis necesidades más profundas” (Reflejemos a Jesús, p. 67).

Cristo vino para dar al mundo un ejemplo de lo que podría ser la humanidad perfecta unida con la divinidad. Presentó al mundo una nueva fase de la grandeza cuando exhibió su misericordia, compasión y amor. Dio a los hombres una nueva interpretación de Dios. Como cabeza de la humanidad, enseñó a los hombres lecciones en la ciencia del gobierno divino, por las cuales reveló la rectitud de la reconciliación de la misericordia y la justicia (Mensajes selectos, t. 1, p. 305).

 

Reavivados por su Palabra: Hoy, Génesis 48
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Jueves 3 de marzo - ELLOS VERÁN SU ROSTRO

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Lee Hebreos 12:22 al 24. ¿En qué sentido hemos llegado a la Jerusalén celestial, ante la presencia de Dios?

Se argumenta que los creyentes se han “acercado” al monte Sion, la Jerusalén celestial, mediante la fe. En este sentido, su experiencia anticipa el futuro. Por lo tanto, la Jerusalén celestial pertenece al Reino de las cosas “que se espera[n]” y de “lo que no se ve” pero que, sin embargo, se nos garantizan mediante la fe (Heb. 11:1).

Si bien esto es cierto, no es el significado completo de este pasaje. También hemos llegado al monte Sion, a la misma presencia de Dios, a través de nuestro representante Jesús (Efe. 2:5, 6; Col. 3:1). La ascensión de Jesús no es una cuestión de fe, es un hecho. Es esta dimensión histórica de la ascensión de Jesús lo que aporta convicción a la exhortación de Hebreos de mantenernos firmes en nuestra confesión (Heb. 4:14; 10:23, RVA-2015). Pablo dice: “Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos […] acerquémonos, pues, confiadamente” (Heb. 4:14, 16).

Por ende, ya hemos llegado a través de nuestro Representante, y debemos actuar en consecuencia. A través de él, hemos “saboreado el don celestial” y hemos “experimentado la buena palabra de Dios y los poderes del mundo venidero” (Heb. 6:4, 5, NVI). La realidad de la ascensión y el ministerio de Jesús en el Santuario celestial es una “segura y firme ancla del alma” (Heb. 6:19), la garantía de que las promesas tienen fundamento y son dignas de confianza (Heb. 7:22). Para nosotros, la fe tiene un ancla histórica.

Sin embargo, el propósito de Dios se cumplirá no solo en Jesús, sino también en nosotros. Hemos dicho que la ascensión de Jesús cumplió la tipología de las dos primeras peregrinaciones anuales de Israel, la Pascua y el Pentecostés. Según Hebreos y el libro de Apocalipsis, la última peregrinación, la fiesta de los Tabernáculos, aún no se ha cumplido. La celebraremos con Jesús, cuando estemos en la “ciudad […] cuyo arquitecto y constructor es Dios”, en la Patria celestial (Heb. 11:10, 13-16). No construiremos tabernáculos, sino que el Tabernáculo, o Tienda, de Dios descenderá del cielo, y viviremos con él para siempre (Apoc. 7:15–17; 21:1–4; 22:1–5; Núm. 6:24-26).


¿Cómo podemos aprender a hacer que la promesa de la vida eterna dé frutos para nosotros ahora, en medio de un mundo tan lleno de dolor y sufrimiento? ¿Qué respuesta puedes dar a quienes dicen que todo esto es solo una fantasía para ayudarnos a sentirnos mejor con nuestra vida aquí y ahora?—

 


Comentarios Elena G.W
Jueves 3 de marzo - ELLOS VERÁN SU ROSTRO


“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Hebreos 11:1. ¿No hemos comprobado esto en lo pasado al avanzar por fe para alcanzar las cosas que ahora vemos?… La fe no consiste solamente en mirar hacia adelante, a las cosas que no se ven; se confirma contemplando la experiencia pasada, los resultados tangibles, la verificación de la Palabra de Dios… Rogad: “Señor, aumenta mi fe”. La fe aviva los sentidos y los hace trabajar diligentemente para producir resultados. La fe eleva y ennoblece las facultades del alma, capacitándolas para aferrarse de lo invisible…

 

Contemplando a Jesús, no solamente como nuestro ejemplo sino como el Autor y Consumador de nuestra fe, avancemos, confiando en que él suplirá con su fortaleza todo lo que se necesita para cumplir cada deber (Alza tus ojos, p. 70).

La fe es necesaria tanto en los asuntos más pequeños como en los mayores de la vida. En todos nuestros negocios y nuestras ocupaciones diarias, la fuerza sustentadora de Dios llega a ser real para nosotros por medio de una confianza constante…

Solamente la sensación de la presencia de Dios puede desvanecer el temor que, para el niño tímido, haría de la vida una carga. Grabe él en su memoria la promesa: “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende” Salmo 34:7. Lea la maravillosa historia de Eliseo cuando estaba en la ciudad de la montaña y había entre él y el ejército de enemigos armados un círculo poderoso de ángeles celestiales. Lea cómo se le apareció el ángel de Dios a Pedro cuando estaba en la prisión, condenado a muerte; cómo lo libertó, pasando por entre los guardianes armados y las macizas puertas de hierro con sus cerrojos y barrotes…

Doquiera haya corazones llenos de fe que sirvan de conducto transmisor de su poder, no será menos notable su modo de obrar ahora que entonces (Reflejemos a Jesús, p. 119).

“De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna”. Por medio del amado Juan, que escuchó estas palabras, el Espíritu Santo declaró a las iglesias: “Y este es el testimonio: Que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida”.1 Juan 5:11,12 Y Jesús dijo: “Yo le resucitaré en el día postrero”. Cristo se hizo carne con nosotros, a fin de que pudiésemos ser espíritu con él. En virtud de esta unión hemos de salir de la tumba, no simplemente como manifestación del poder de Cristo, sino porque, por la fe, su vida ha llegado a ser nuestra. Los que ven a Cristo en su verdadero carácter, y le reciben en el corazón, tienen vida eterna. Por el Espíritu es como Cristo mora en nosotros; y el Espíritu de Dios, recibido en el corazón por la fe, es el principio de la vida eterna (El Deseado de todas las gentes, p. 352).

 

Reavivados por su Palabra: Hoy, Génesis 49
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Viernes 04 de marzo

AudioDiálogo BíblicoMat. DamassMat. Adultos

Para Estudiar y Meditar

“La ascensión de Cristo al cielo fue la señal de que sus seguidores iban a recibir la bendición prometida. Habían de esperarla antes de empezar a hacer su obra. Cuando Cristo entró por los portales celestiales, fue entronizado en medio de la adoración de los ángeles. Tan pronto como esta ceremonia hubo terminado, el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos en abundantes raudales, y Cristo fue de veras glorificado con la misma gloria que había tenido con el Padre desde toda la eternidad. El derramamiento pentecostal era la comunicación del Cielo de que el Redentor había iniciado su ministerio celestial. De acuerdo con su promesa, había enviado al Espíritu Santo del cielo a sus seguidores como prueba de que, como Sacerdote y Rey, había recibido toda autoridad en el cielo y en la Tierra, y era el Ungido sobre su pueblo. […]

“Podían pronunciar el nombre de Jesús con seguridad; porque ¿no era él su Amigo y Hermano mayor? Puestos en comunión con Cristo, se sentaron con él en los lugares celestiales. ¡Con qué ardiente lenguaje revestían sus ideas al testificar por él! (HAp 31, 32, 38).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR

  • 1. El salmista dijo: “Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?” (Sal. 42:2). ¿Cómo podemos tener la misma sed de llegar a la presencia de Dios? Si no nos regocijamos ahora en la presencia de Dios mientras lo adoramos y nos presentamos ante su presencia con fe, ¿nos regocijaremos en el futuro? ¿Cuáles son los factores que llevan al gozo delante de Dios?

    2. En un libro que se burla de la fe, alguien creó un robot que supuestamente ejercía nuestra fe por nosotros. Aunque esto era una parodia, ¿cómo podemos cuidarnos de no hacer lo que hizo Israel en el desierto, que es pedir intermediarios entre nosotros y Dios? Tendemos a permitir que otros estudien la Biblia por nosotros para encontrar las gemas de la verdad en la Biblia. Algunos pueden sentirse tentados a pensar que las oraciones de otros en su favor tienen más peso ante Dios que sus propias oraciones. ¿Por qué debemos evitar esta trampa espiritual? ¿Por qué, gracias a Jesús, podemos acercarnos a Dios sin la necesidad de nadie más?

    3. Hebreos trata sobre la seguridad de la salvación. Sin embargo, ¿cómo debemos cuidarnos de no confundir presunción con seguridad?

Ver material Auxiliar

 

Reavivados por su Palabra: Hoy, Génesis 50
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Lección 11: Para el 12 de marzo de 2022

JESÚS, EL AUTOR Y CONSUMADOR DE LA FE

Sábado 5 de marzo

AudioComentario EGWPresentación de la LecciónMat. DamasMat. AdultosAudio Pr. Bullón

Lee para el estudio de esta semana

Hebreos 10:35–39; Romanos 1:17; Hebreos 11; Josué 2:9–11; Hebreos 12:1–3.

Para memorizar

“Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (Heb. 12:2).

Hebreos 11 y 12 probablemente sean los capítulos más amados del libro. Describen la vida cristiana como una carrera en la que todos participamos y en la que todos los que se mantengan fieles recibirán la recompensa. También describen el drama de la Redención como una carrera en la que hubo personas de fe en el pasado que perseveraron, a pesar de los sufrimientos, pero que aún no han recibido la recompensa.

Y eso se debe a que la historia también termina con nosotros, no solo con ellos. Somos el acto final. El drama culmina con nuestra entrada y ejecución de la última parte de la carrera, y con Jesús sentado en la línea de meta a la diestra de Dios. Él aporta inspiración y el mejor ejemplo de cómo se lleva a cabo la carrera. Él es el Testigo supremo de que la recompensa es verdadera y que él es el Precursor que nos abre el camino (Heb. 6:19, 20; 10:19-23).

Hebreos 11 explica que la fe es confiar en las promesas de Dios, aunque todavía no podamos verlas. Esta lección explorará qué es la fe y cómo se obtiene a través de los ejemplos del pasado pero, de manera especial y central, a través del ejemplo de Jesús, “el autor y consumador de la fe” (Heb. 12:2).—


Comentarios Elena G.W
Sábado 5 de marzo


Era [con el] propósito único de ganar la carrera de la vida eterna, que Pablo anhelaba ver revelado en las vidas de los creyentes corintios. Sabía que a fin de alcanzar el ideal de Cristo para con ellos, tenían por delante una lucha de toda la vida, que no tendría tregua. Les pedía que lucharan lealmente, día tras día, en busca de piedad y excelencia moral. Les rogaba que pusieran a un lado todo peso y se esforzaran hacia el blanco de la perfección en Cristo.

 

Pablo señaló a los corintios la experiencia del antiguo Israel, las bendiciones que recompensaron su obediencia y los juicios que siguieron a sus transgresiones. Les recordó la milagrosa manera en que los hebreos fueron guiados desde Egipto, bajo la protección de la nube de día y de la columna de fuego de noche… Por estos actos Dios había reconocido a Israel como su iglesia… Los hebreos, en todos sus viajes, tenían a Cristo como su jefe. La piedra herida representaba a Cristo, que había de ser herido por las transgresiones de los hombres, para que pudiera fluir a todos la corriente de la salvación (Los hechos de los apóstoles, pp. 253, 254).

Tan ciertamente como que tenemos un Salvador personal, tenemos también un adversario personal, cruel y astuto, que siempre vigila nuestros pasos y trata de desviarnos. Puede obrar con más eficacia bajo un disfraz. Dondequiera que se adelante la opinión de que no existe, allí está más activo…

Tratad de ser fieles alumnos en la escuela de Cristo, aprendiendo diariamente a conformar vuestra vida al Modelo divino. Dirigid vuestro rostro hacia el cielo, y avanzad hacia el blanco del premio de vuestra elevada vocación en Cristo Jesús. Corred la carrera cristiana con paciencia, y revelaos superiores a toda tentación que os sobrevenga, por gravosa que sea. Resistid al diablo y huirá de vosotros. Acercaos a Dios; y si estáis deseosos de tomar el primer paso hacia arriba, encontrareis su mano extendida en vuestro auxilio. Depende de vosotros, individualmente, si caminareis en la luz del Sol de Justicia, o en las tinieblas del error. La verdad de Dios puede seros bendición solo en la medida que permitáis que os influya con su pureza y que refine vuestro carácter (Sons and Daughters of God, p. 79; parcialmente en Hijos e hijas de Dios, p. 81).

Los competidores de los antiguos juegos, después de haberse sometido a la renuncia personal y a rígida disciplina, no estaban todavía seguros de la victoria.

Tal no es el caso en la lucha cristiana. Ninguno que cumpla con las condiciones se chasqueará al fin de la carrera. Ninguno que sea ferviente y perseverante dejará de tener éxito. La carrera no es del veloz, ni la batalla del fuerte. El santo más débil, tanto como el más fuerte, puede llevar la corona de gloria inmortal. Puede ganarla todo el que, por el poder de la gracia divina, pone su vida en conformidad con la voluntad de Cristo (Los hechos de los apóstoles, p. 252).

 

 

Reavivados por su Palabra: Hoy, Éxodo 1
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Domingo 6 de marzo EL JUSTO VIVIRÁ POR FE

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Lee Hebreos 10:35 al 39. ¿Qué nos está diciendo Dios en estos versículos?

La paciencia es una característica del pueblo de Dios del tiempo del fin, sin la cual no podrá recibir las promesas (Apoc. 13:10; 14:12). Sin embargo, para perseverar, los creyentes necesitan “retener” su fe (Heb. 10:23; 4:14). Pablo muestra que la generación del desierto no pudo recibir la promesa porque le faltó fe (Heb. 3:19). Hebreos, además, revela que los creyentes están en el umbral del cumplimiento de las promesas (Heb. 9:28; 10:25, 36-38) y que necesitan ejercer fe si quieren recibir las promesas (Heb. 10:39).

Pablo presenta su exposición sobre la fe con una cita de Habacuc 2:2 al 4. Habacuc le había preguntado a Dios por qué toleraba a la gente traicionera que oprimía a los justos (Hab. 1:12-17). El profeta y su pueblo estaban sufriendo; por ende, querían que Dios actuara. Sin embargo, Dios respondió que había un tiempo señalado para el cumplimiento de su promesa y que tendrían que esperar (Habacuc 2:2 al 4). Habacuc y su pueblo vivieron, como nosotros, entre el momento de la promesa y el momento de su cumplimiento. El mensaje de Dios en Hebreos continúa así: “El que ha de venir vendrá, y no tardará” (Heb. 10:37; ver además Hab. 2:3).

El mensaje se refiere a Jesús. Él es el Justo, la personificación de la fe que agrada a Dios y que da vida (Heb. 10:5-10).

¿Por qué “tardar”, entonces? No tardará. Él ya ha venido a morir por nosotros (Heb. 9:15-26), y seguramente volverá a la hora señalada (Heb. 9:27, 28; 10:25).

El mensaje de Dios sigue: “Mas el justo vivirá por fe” (Heb. 10:38). Pablo dice lo mismo en Romanos 1:17 y Gálatas 3:11. Romanos 1:16 y 17 es especialmente esclarecedor porque explica que la justicia de Dios se “revela por fe y para fe”. Lo que Pablo quiere decir es que la fidelidad de Dios a sus promesas está en primer lugar, y su fidelidad produce, como resultado, nuestra fe, o fidelidad.

Por lo tanto, debido a que Dios permanece fiel a sus promesas (2 Tim. 2:13), los justos, en respuesta a la fidelidad de Dios, también permanecerán fieles.

¿Por qué es importante reconocer que nuestra fe es el resultado de la fidelidad de Dios y que se alimenta de ella? ¿Cómo podemos aprender más a confiar en su fidelidad en relación con nosotros y en las promesas que nos dejó?—


Comentarios Elena G.W
Domingo 6 de marzo EL JUSTO VIVIRÁ POR FE


La vida cristiana es más de lo que muchos se la representan. No consiste toda ella en dulzura, paciencia, mansedumbre y benevolencia. Estas virtudes son esenciales; pero también se necesita valor, fuerza, energía y perseverancia. La senda que Cristo señala es estrecha y requiere abnegación. Para internarse en ella e ir al encuentro de dificultades y desalientos, se requieren hombres y no seres débiles…

 

Se necesitan hombres firmes que no esperen a que el camino se les allane y quede despejado de todo obstáculo, hombres que inspiren nuevo celo a los débiles esfuerzos de los desalentados obreros, hombres cuyos corazones irradien el calor del amor cristiano, y cuyas manos tengan fuerza para desempeñar la obra del Maestro (El ministerio de curación, p. 397).

“Aunque me chasqueé dos veces —escribió [Guillermo Miller]—, no estoy aún abatido ni desanimado… Mi esperanza en la venida de Cristo es tan firme como siempre. No he hecho más que lo que, después de años de solemne consideración, sentía que era mi solemne deber hacer”… “Algo sé de cierto, y es que no he predicado nada en que no creyese; y Dios ha estado conmigo, su poder se ha manifestado en la obra, y mucho bien se ha realizado”…

Dios no se olvidó de su pueblo; su Espíritu siguió acompañando a los que no negaron temerariamente la luz que habían recibido ni denunciaron el movimiento adventista. En la Epístola a los Hebreos hay palabras de aliento y de admonición para los que vivían en la expectación y fueron probados en esa crisis: “No desechéis pues esta vuestra confianza, que tiene una grande remuneración. Porque tenéis necesidad de la paciencia, a fin de que, habiendo hecho la voluntad de Dios, recibáis la promesa. Porque dentro de un brevísimo tiempo, vendrá el que ha de venir, y no tardará”. Hebreos 10:35-37 (El conflicto de los siglos, p. 402).

[Dios] ha dado a cada hombre su tarea, y a todos llama para que comiencen la obra donde están. No puede hacer lo que desea hasta que el instrumento humano desempeñe su parte.

A veces el brazo de la fe parece demasiado corto aun para tocar las ropas del Salvador, pero allí está la promesa, respaldada por Dios: “Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí (Isaías 58:9)…

No son nuestros esfuerzos los que conducen a la victoria. La logramos viendo a Dios en sus promesas, creyendo y confiando en él. Aferrémonos por medio de la fe de la mano del Poder infinito. El Señor —que lo ha prometido— es fiel.

Surgirán preguntas que no podrán ser resueltas por el pensamiento humano. No pierdan tiempo tratando de resolverlas. Emprendan la tarea que está esperando que se la realice, confiando en que Dios será su sabiduría. Su justicia irá delante de ustedes, y las preguntas que los perturban se contestarán solas (Alza tu ojos, p. 131).

 

Reavivados por su Palabra: Hoy, Éxodo 2
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Lunes 7 de marzo - POR FE, ABRAHAM...

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Hebreos define la fe como “la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve” (Heb. 11:1, NVI). Luego ofrece una lista de personas fieles de la historia de Israel que ejemplifican lo que es la fe, y muestra cómo manifestaron esa fe con sus obras.

Lee Hebreos 11:1 al 19. ¿Qué hicieron estos “héroes” de la fe que sirve de ejemplo? Sus acciones, ¿qué relación tienen con la esperanza en las cosas que no se ven?

Abraham es probablemente el personaje más importante de este capítulo. El último acto de fe de Abraham es especialmente instructivo con respecto a la verdadera naturaleza de la fe.

Hebreos señala que la directiva de Dios a Abraham de ofrecer a Isaac como sacrificio parecía implicar una contradicción por parte de Dios (Heb. 11:17, 18). Isaac no era el único hijo de Abraham. Ismael era el primogénito de Abraham, pero Dios le había dicho a Abraham que estaba bien que aceptara la petición de Sara y que expulsara a Ismael y a su madre porque Dios los cuidaría, y también porque la descendencia de Abraham se contaría a través de Isaac (Gén. 21:12, 13). Sin embargo, en el capítulo siguiente, Dios le pide a Abraham que ofrezca a Isaac como holocausto. La instrucción de Dios en Génesis 22 parecía contradecir rotundamente las promesas de Dios de Génesis 12 al 21.

Hebreos concluye que Abraham resolvió asombrosamente el enigma al llegar a la conclusión de que Dios resucitaría a Isaac después de haberlo ofrecido. Esto es asombroso porque nadie había resucitado todavía. Sin embargo, parece que la experiencia previa de Abraham con Dios lo llevó a esa conclusión. Hebreos 11:12 señala que Isaac fue concebido mediante el poder de Dios por uno que estaba “casi muerto”. Pablo también señala que, a pesar de que Abraham estaba “casi muerto” y que Sara era estéril, Abraham creyó “en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes” porque creía que Dios “da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen” (Rom. 4:17-20). Por lo tanto, Abraham debió haber asumido que si Dios, en algún sentido, ya le había dado vida a Isaac de entre los muertos, podría hacerlo de nuevo. En la conducción de Dios en el pasado, Abraham vio un indicio de lo que podría hacer en el futuro.

¿Por qué es tan importante meditar en la manera en que Dios condujo nuestra vida en el pasado para afirmar nuestra fe y nuestra confianza en él ahora?—


Comentarios Elena G.W
Lunes 7 de marzo - POR FE, ABRAHAM...


La incondicional obediencia de Abraham fue uno de los casos más notables de fe y confianza en Dios que se encuentran en los anales sagrados. Con la sola promesa de que sus descendientes poseerían Canaán, sin la menor evidencia externa, siguió adonde Dios le llevaba, cumpliendo plena y sinceramente las condiciones de su parte y confiando en que el Señor cumpliría fielmente su palabra. El patriarca fue adonde Dios le indicó que era su deber ir; pasó por el desierto sin terror; vivió entre naciones idólatras, con el único pensamiento: “Dios habló; obedezco su voz; él me guiará y me protegerá”.

 

Los mensajeros de Dios necesitan hoy una fe y una confianza como la que tuvo Abraham. Pero muchos de aquellos a quienes el Señor podría usar no quieren avanzar oyendo y obedeciendo su voz sobre todas las demás… El Señor haría mucho por sus siervos si ellos estuviesen completamente consagrados a él, estimando sus servicios por encima de los vínculos de la parentela y toda otra asociación terrenal (Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 516).

Satanás quiere destruir la confianza y la fe de los hombres en Dios, dejarlos descontentos de su condición en la vida, e inducirlos a procurar el conocimiento de lo que Dios sabiamente les vedó y a menospreciar lo que les reveló en su santa Palabra.

Muchos se agitan cuando no pueden saber qué resultará en definitiva de los asuntos. No pueden soportar la incertidumbre, y en su impaciencia rehusan esperar para ver la salvación de Dios… Si tan solo confiaran en Dios y velaran en oración, hallarían consuelo divino. Su espíritu sería calmado por la comunión con Dios. Los cansados y trabajados hallarían descanso para sus almas, con solo ir a Jesús (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 742, 743).

El pueblo de Dios debe adquirir una experiencia más profunda y más vasta en las cosas religiosas. Jesús es nuestro ejemplo. Si, mediante una fe viva y una santificada obediencia a la Palabra de Dios, manifestamos el amor y la gracia de Cristo, si mostramos que tenemos un concepto correcto de las dispensaciones providenciales por cuyo medio Dios dirige su obra, manifestaremos al mundo un poder convincente. No es un puesto destacado lo que nos da valor a los ojos de Dios. El hombre se mide por su consagración y fidelidad en el cumplimiento de la voluntad divina. Si el pueblo remanente de Dios quiere andar en humildad y fe, Dios ejecutará por medio de él su plan eterno, haciéndole capaz de trabajar en armonía, para dar al mundo la verdad tal cual es en Jesús. Él se valdrá de todos —hombres, mujeres y niños— para hacer brillar la luz sobre el mundo y sacar de su medio un pueblo fiel a sus mandamientos. Por medio de la fe que su pueblo deposita en él, Dios mostrará al mundo que él es el Dios verdadero, el Dios de Israel (Testimonios para la iglesia, t. 9, pp. 218, 219).

 

 

Reavivados por su Palabra: Hoy, Éxodo 3
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Martes 8 de marzo MOISÉS: CREER EN EL INVISIBLE

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Lee Hebreos 11:20 al 28. ¿Qué hicieron estos hombres de fe? ¿Qué relación guardan sus acciones con la esperanza y las cosas que no se ven?

Moisés es el segundo gran ejemplo en este capítulo de fe. La vida de Moisés se presenta y cierra con dos actitudes desafiantes con el rey. Sus padres escondieron a Moisés cuando nació, porque “no temieron el decreto del rey” (Heb. 11:23), y Moisés salió de Egipto “no temiendo la ira del rey” (Heb. 11:27). Sin embargo, el acto más significativo de Moisés fue que “rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón” (Heb. 11:24). La referencia a la madre adoptiva de Moisés como “la hija de Faraón” sugiere que estaba previsto que él fuese el próximo faraón. Sin embargo, Moisés estuvo dispuesto a dejar atrás la perspectiva de convertirse en el gobernante de la nación más poderosa en ese momento, y en su lugar llegar a ser el líder de unos esclavos recién liberados; refugiados, en realidad.

Compara Hebreos 11:24 al 27 con 10:32 al 35. ¿Qué similitudes había entre la situación de los destinatarios originales de Hebreos y la experiencia de Moisés?

La grandeza de Moisés consistió en que pudo ver más allá de las promesas del rey de Egipto y contemplar lo invisible; es decir, las promesas de Dios. Hebreos dice que la clave fue que la vista de Moisés estaba fija en “el galardón”, no en las riquezas de Egipto. Este galardón, o recompensa, es el mismo que se menciona en Hebreos 10:35, que Dios ha prometido a todos los que creen en él.

Las palabras de Pablo sobre la decisión de Moisés debieron de haber resonado poderosamente en el corazón de sus lectores originales. Estos habían estado soportando reproches e insultos debido a su fe en Cristo. También se habían visto aquejados y perdieron sus posesiones (Heb. 10:32–34). Algunos estaban en prisión (Heb. 13:3). Paralelamente, Moisés eligió ser maltratado con el pueblo de Dios, y trocó la riqueza de Egipto por los insultos relacionados con Cristo porque creía que la recompensa de Cristo era mayor que cualquier cosa que Egipto pudiera ofrecer.

¿Cuáles son algunas de las luchas que has enfrentado a causa de tu fe? ¿A qué has tenido que renunciar por esto? ¿Por qué finalmente la recompensa vale la pena, aunque no puedas verla ahora?—

Comentarios Elena G.W

Todos los que ocupaban el trono de los faraones debían llegar a ser miembros de la casta sacerdotal; y Moisés, como presunto heredero, debía ser iniciado en los misterios de la religión nacional… Pero aunque era celoso e incansable estudiante, no pudieron inducirle a la adoración de los dioses. Fue amenazado con la pérdida de la corona, y se le advirtió que sería desheredado por la princesa si insistía en su apego a la fe hebrea. Pero permaneció inconmovible en su determinación de no rendir homenaje a otro Dios que el Hacedor del cielo y de la tierra (Historia de los patriarcas y profetas, p. 251).

En la edificación de su obra, el Señor no siempre allana el camino delante de sus siervos. A veces prueba la confianza de su pueblo haciéndole avanzar por fe. A menudo lo pone en situaciones difíciles y críticas, y le ordena avanzar cuando ya sus pies parecen tocar las aguas del mar Rojo. Es en ocasiones semejantes, mientras sus siervos elevan oraciones a él con fervor y fe, cuando él abre la vía delante de ellos y los conduce a lugares espaciosos.

El Señor quiere que su pueblo actual esté convencido de que hará por él cosas tan grandes como las que hizo en favor de los hijos de Israel durante su viaje de Egipto a Canaán. Debemos tener una fe bien fundada, que no vacile en seguir los mandatos del Señor en los momentos difíciles. “¡Adelante!” Tal es la orden que Dios da a su pueblo (Testimonios para la iglesia, t. 9, p. 217).

Todos los que estén dispuestos a apartarse de los placeres terrenales, y con Moisés elegir más bien sufrir aflicción con el pueblo de Dios que gozar de los placeres temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros del mundo, recibirán con el fiel Moisés la corona inmarcesible de la inmortalidad, el sobremanera grande y eterno peso de gloria…

La obra de la salvación no es un juego de niños, del cual podemos echar mano a voluntad y abandonarlo cuando nos plazca. Solo si nuestro propósito es constante y nuestro esfuerzo incansable, ganaremos la victoria al final. Los que pacientemente persisten en el bienhacer, tendrán vida eterna y recibirán la recompensa inmortal… Todos los que están empeñados en este conflicto con Satanás y sus huestes, tienen que hacer frente a una tarea bien difícil. No deben ser tan impresionables como la cera, que el fuego derrite y le da cualquier forma. Deben ser capaces de soportar inclemencias como cualquier soldado, permanecer en sus puestos, y ser fieles constantemente (Testimonios para la iglesia, t. 2, pp. 92, 93).

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Reavivados por su Palabra: Hoy, Éxodo 4
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Miércoles 9 de marzo POR FE, RAHAB Y EL RESTO...

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Lee Hebreos 11:31 y Josué 2:9 al 11. ¿Por qué se incluyó a Rahab, una prostituta pagana, en este pasaje de personajes bíblicos sagrados?

Rahab probablemente sea el personaje menos esperado que encontramos en Hebreos 11. Rahab es una de las dos mujeres que se mencionan por su nombre. Ella es la décima en la lista. Los nueve anteriores son antepasados y patriarcas de Israel, y a cada uno se lo consideraba justo. Con Rahab, nos encontramos no solo la sorpresa de que es una mujer (en una genealogía masculina), sino también que se había dedicado a la prostitución, y que provenía de una nación pagana.

Lo más sorprendente es que también es el centro temático y el clímax del capítulo. La lista está organizada de una manera única. Cada entrada comienza con el uso repetitivo de la frase “por la fe”. El patrón básico es “Por la fe, Fulano hizo tal o cual cosa”, o “Por la fe, esto y aquello le sucedió a Fulano”. Este patrón repetitivo aumenta la expectativa del lector de escuchar la afirmación culminante de que “por la fe Josué condujo al pueblo a la Tierra Prometida”.

Pero eso no es lo que dice el texto. Josué no es tenido en cuenta y la prostituta ocupa su lugar. Después de la mención de Rahab, el patrón repetitivo termina abruptamente con: “¿Y qué más digo?” (Heb. 11:32). Luego, Pablo enumera rápidamente algunos nombres y eventos que no explica en detalle.

El acto de fe de Rahab fue que oyó, creyó y obedeció, aunque no vio. No vio las plagas de Egipto, ni la liberación en el Mar Rojo, ni el agua fluir de la roca, ni el pan descender del cielo; sin embargo, ella creyó. Ella era un buen ejemplo para la audiencia de Hebreos, que no escuchó a Jesús predicar ni lo vio hacer un milagro; y también para nosotros, que tampoco vimos ninguna de estas cosas.

“Rahab era una prostituta que vivía en la muralla de Jericó. Encubrió a los dos espías israelitas enviados a reconocer las defensas de esa ciudad. Debido a su bondad hacia ellos, y su profesión de fe en el Dios verdadero, los espías prometieron salvar su vida y la de su familia cuando se produjera el ataque” (Introducción a Rahab en HD 37).

Luego, Pablo sigue (Heb. 11:35–38) con una lista de las dificultades que muchos enfrentaron. La frase “no aceptando el rescate” (Heb. 11:35) implica que tenían la posibilidad de escapar, pero optaron por no hacerlo, porque su vista estaba puesta en la recompensa de Dios.

Aunque nosotros no vimos cuando sucedieron estas cosas (la Creación en seis días, el Éxodo, la Cruz de Cristo), ¿por qué tenemos tantas buenas razones para creer que ocurrieron?—


Comentarios Elena G.W
Miércoles 9 de marzo POR FE, RAHAB Y EL RESTO...


Mientras avanzaban, las huestes de Israel comprobaron que las había precedido el conocimiento de las obras poderosas del Dios de los hebreos, y que algunos de entre los paganos iban aprendiendo que él solo era el verdadero Dios. En la impía Jericó, este fue el testimonio de una mujer pagana: “Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra”. Josué 2:11. El conocimiento de Jehová que así había llegado a ella, resultó su salvación. Por la fe, “Rahab la ramera no pereció juntamente con los incrédulos”. Hebreos 11:31. Y su conversión no fue un caso aislado de la misericordia de Dios hacia los idólatras que reconocían su autoridad divina. En medio de aquella tierra, un pueblo numeroso, el de los gabaonitas, renunció a su paganismo, y uniéndose con Israel participó en las bendiciones del pacto…

 

Cristo vino para derribar el muro de separación, para abrir todos los departamentos de los atrios del templo, a fin de que toda alma tuviese libre acceso a Dios. Su amor es tan amplio, tan profundo y completo, que lo compenetra todo. Arrebata de la influencia satánica a aquellos que fueron engañados por sus seducciones, y los coloca al alcance del trono de Dios, al que rodea el arco iris de la promesa (Profetas y reyes, pp. 273, 274).

El cristianismo no promete exención del dolor. “Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios”. Hechos 14:22. Se necesita fe, una fe confiada y vigorosa que crea que Dios no conducirá a sus hijos a ninguna tentación mayor que la que pueden soportar. Lo que una fe tal tiene poder para hacer lo dice Pablo en su carta a los Hebreos.

“Por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros… mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección”. Hebreos 11:33-35.

En este mundo, esos héroes de la fe fueron considerados indignos de la vida; pero en el cielo están registrados como hijos de Dios, dignos del más alto honor (En los lugares celestiales, p. 270).

Requiere sacrificio entregarnos a Dios, pero es sacrificio de lo inferior por lo superior, de lo terreno por lo espiritual, de lo perecedero por lo eterno. No desea Dios que se anule nuestra voluntad, porque solamente mediante su ejercicio podemos hacer lo que Dios quiere. Debemos entregar nuestra voluntad a él para que podamos recibirla de vuelta purificada y refinada, y tan unida en simpatía con el Ser divino que él pueda derramar por nuestro medio los raudales de su amor y su poder. Por amarga y dolorosa que parezca esta entrega al corazón voluntarioso y extraviado, aun así nos dice: “Mejor te es” (El discurso del Maestro de Jesucristo, p. 56).

Reavivados por su Palabra: Hoy, Éxodo 5
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Jueves 10 de marzo JESÚS, EL AUTOR Y CONSUMADOR DE LA FE

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Lee Hebreos 12:1 al 3. ¿Qué nos piden estos versículos que hagamos?

El clímax de la exposición sobre la fe realmente llega con Jesús en Hebreos 12. Pablo comenzó la carta con Jesús, quien es el que “ha de venir” y quien “no tardará” (Heb. 10:37), y Pablo la cierra con Jesús, el “consumador” de nuestra fe (Heb. 12:2). Jesús es el “autor y consumador de la fe”. Esto significa que Jesús es quien hace posible la fe y es el ejemplo que encarna perfectamente de qué se trata una vida de fe. Con Jesús, la fe ha alcanzado su expresión perfecta.

Jesús es el “autor” de nuestra fe en, al menos, tres sentidos.

En primer lugar, es el único que ha terminado la carrera en su sentido más cabal. Los otros que se mencionan en el capítulo anterior aún no han alcanzado la meta (Heb. 11:39, 40). Sin embargo, Jesús entró en el reposo de Dios en el cielo y está sentado a la diestra del Padre. Nosotros, junto con estos otros, reinaremos con Jesús en el futuro (Apoc. 20:4).

En segundo lugar, fue precisamente la vida perfecta de Jesús lo que hizo posible que estos otros corrieran su carrera (Heb. 10:5-14). Si Jesús no hubiera venido, la carrera de todos los demás habría sido inútil.

Finalmente, Jesús es la razón por la que tenemos fe. Al ser uno con Dios, expresó la fidelidad de Dios hacia nosotros. Dios nunca se rindió en sus esfuerzos por salvarnos, y por eso al final alcanzaremos la recompensa si no nos rendimos. Jesús corrió con paciencia y permaneció fiel, aunque nosotros dejemos de ser fieles (2 Tim. 2:13). Nuestra fe es solo una respuesta a su fidelidad.

En definitiva, Jesús es el “consumador” de la fe porque ejemplifica perfectamente cómo se corre la carrera de la fe. ¿Cómo la corrió? Dejó de lado todo peso al renunciar a todo por nosotros (Fil. 2:5-8). Él nunca pecó, nunca. Jesús mantuvo su vista fija en la recompensa, que era el gozo puesto ante él, el de ver a la raza humana redimida por su gracia. Así que, soportó incomprensión y abusos; soportó la vergüenza de la Cruz (Heb. 12:2, 3).

Ahora nos toca correr a nosotros. Aunque con nuestras propias fuerzas nunca podremos lograr lo que Jesús hizo, tenemos su ejemplo perfecto ante nosotros, y por la fe en él y manteniendo la vista en él (como los demás antes que nosotros) seguimos adelante con fe, confiando en sus promesas de una gran recompensa.—


Comentarios Elena G.W
ueves 10 de marzo JESÚS, EL AUTOR Y CONSUMADOR DE LA FE


[En] la carrera celestial, todos podemos correr, y recibir el premio. No hay incertidumbre ni riesgo en el asunto. Debemos revestirnos de las gracias celestiales y con los ojos dirigidos hacia arriba, a la corona de la inmortalidad, tener siempre presente el Modelo. Fue Varón de dolores, experimentado en quebranto. Debemos tener constantemente presente la vida de humildad y abnegación de nuestro divino Señor. Y a medida que procuramos imitarlo, manteniendo los ojos fijos en el premio, podemos correr esa carrera con certidumbre, sabiendo que si hacemos lo mejor que podamos, lo alcanzaremos con seguridad…

 

Ya que tenemos este gran incentivo, ¿no podemos correr “con paciencia la carrera que nos es propuesta, puestos los ojos en el autor y consumador de la fe, en Jesús”? Él nos ha indicado el camino, y ha señalado todo el trayecto con sus pisadas. Es la senda que él ha recorrido, y podemos experimentar con él la abnegación y el sufrimiento, y andar en esa senda señalada por su propia sangre (Testimonios para la iglesia, t. 2, pp. 320, 321).

[Sin] su gracia nuestros esfuerzos no producirán beneficios duraderos. Seremos vencedores por medio de la gracia de Cristo; por los méritos de su sangre seremos contados entre aquellos cuyos nombres no serán borrados del libro de la vida. Los que logren la victoria finalmente vivirán una vida que se equipara con la de Dios y se ceñirán la corona del vencedor. Puesto que nos aguarda esta grande y eterna recompensa, deberíamos correr con paciencia la carrera, mirando a Jesús, el autor y consumador de nuestra fe…

Todo lo que mancha y contamina el alma debe desaparecer, debe ser limpiado del corazón. Debemos saber lo que significa participar de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que está en el mundo por causa de la concupiscencia… ¿O aceptarán la gran provisión de la salvación, y por los méritos del infinito sacrificio hecho en favor de ustedes llegar a ser participantes de la naturaleza divina? Dios dio a su Hijo unigénito para que por medio de su vergüenza, sufrimiento y muerte, ustedes pudieran tener gloria, honor e inmortalidad (Cada día con Dios, p. 173).

Renunciad a vuestra confianza propia y a vuestra suficiencia propia, hermanos, y seguid al manso Dechado. Tened siempre a Cristo presente, y recordad que es vuestro ejemplo y que debéis andar en sus pisadas. Mirad a Jesús, autor de nuestra fe, quien por el gozo que le fue propuesto soportó la cruz, despreciando la vergüenza. Sufrió la contradicción de los pecadores. Por causa de nuestros pecados fue una vez el Cordero manso, herido, golpeado e inmolado.

Por lo tanto, suframos alegremente algo por amor de Jesús, crucifiquemos diariamente el yo, y participemos aquí de los sufrimientos de Cristo, a fin de que seamos participantes con él de su gloria, y seamos coronados de gloria, honor, inmortalidad y vida eterna (Primeros escritos, pp. 113, 114).

 

Reavivados por su Palabra: Hoy, Éxodo 6
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Viernes 11 de marzo

AudioDiálogo BíblicoMat. DamassMat. Adultos

Para Estudiar y Meditar

“Por medio de la fe llegaste a ser de Cristo, y por medio de la fe tienes que crecer en él; dando y tomando a la vez. Tienes que darle todo –tu corazón, tu voluntad, tu servicio–, darte a él para obedecer todos sus requerimientos; y debes tomar todo –a Cristo, la plenitud de toda bendición, para que habite en tu corazón y para que sea tu fortaleza, tu justicia, tu eterno Ayudador–, con el fin de recibir poder para obedecer” (CC 59, 60).

“Dios jamás nos pide que creamos sin darnos suficientes evidencias sobre las cuales basar nuestra fe. Su existencia, su carácter, la veracidad de su Palabra, todas estas cosas están establecidas por medio de testimonios que apelan a nuestra razón, y estos testimonios son abundantes. Sin embargo, Dios jamás ha quitado la posibilidad de dudar. Nuestra fe debe reposar sobre evidencias, no sobre demostraciones. Quienes deseen dudar tendrán oportunidad; mientras que los que realmente desean conocer la verdad encontrarán evidencias abundantes sobre las cuales establecer su fe.

“Es imposible para las mentes finitas comprender plenamente el carácter o las obras del Infinito. Para el intelecto más perspicaz, para la mente más altamente educada, ese santo Ser siempre habrá de permanecer envuelto en el misterio. ‘¿Puedes tú descubrir las cosas recónditas de Dios? ¿Puedes hasta lo sumo llegar a conocer al Todopoderoso? Ello es alto como el cielo, ¿qué podrás hacer? Más hondo es que el infierno, ¿qué podrás saber?’ (Job 11:7, 8)” (CC 90, 91).

 

PREGUNTAS PARA DIALOGAR

  • 1. Un erudito cristiano primitivo escribió: Credo ut intelligam, en latín, que significa: “Creo para poder entender”. Hebreos 11:3 dice que “por la fe entendemos”. ¿Cuál es la relación entre la fe y la comprensión? ¿Por qué la fe a menudo viene antes que el entendimiento? Es decir, ¿por qué a veces debemos acercarnos con fe a lo que, al menos al principio, no entendemos, y luego entenderemos más?

    2. La palabra griega pistis significa tanto “fe” como “fidelidad”. ¿Por qué son importantes ambos significados al tratar de comprender lo que significa vivir “por la fe”? Los personajes de Hebreos 11, ¿cómo mostraron, por medio de su fidelidad, la realidad de su fe? ¿Cómo podemos hacer lo mismo nosotros?

    3. Aunque entendemos que la fe es un don de Dios (Rom. 12:3), ¿qué papel desempeñamos nosotros para recibir y conservar ese don?

Ver material Auxiliar

Reavivados por su Palabra: Hoy, Éxodo 7
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Lección 9: Para el 26 de febrero de 2022
JESÚS, EL SACRIFICIO PERFECTO

Sábado 19 de febrero

AudioComentario EGWPresentación de la LecciónMat. DamasMat. AdultosAudio Pr. Bullón

Lee para el estudio de esta semana: Hebreos 9:15; Génesis 15:6–21; Jeremías 34:8-22; Efesios 3:14-19; Hebreos 7:27; 10:10; 9:22–28.

Para memorizar

“Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados” (Heb. 10:14).


La idea de que un hombre declarado culpable y ejecutado en una cruz debería ser adorado como Dios era ofensiva para la mentalidad antigua. Las escasas referencias a la crucifixión en la literatura romana muestran su aversión a la idea. Para los judíos, la Ley declaraba que un hombre empalado en un árbol era maldito por Dios (Deut. 21:23).

Por consiguiente, los primeros motivos que encontramos en las pinturas cristianas de las catacumbas eran el pavo real (que supuestamente simboliza la inmortalidad), una paloma, la palma de la victoria del atleta y el pez. Posteriormente aparecieron otras temáticas: el arca de Noé; Abraham sacrificando el carnero en lugar de Isaac; Daniel en el foso de los leones; Jonás escupido por el pez; un pastor que lleva un cordero; o representaciones de milagros como la curación del paralítico y la resurrección de Lázaro. Estos eran símbolos de salvación, victoria y cuidado. La cruz, por otro lado, transmitía una sensación de derrota y vergüenza. Sin embargo, fue la cruz la que se convirtió en emblema del cristianismo. De hecho, Pablo simplemente calificó el evangelio como “la palabra de la cruz” (1 Cor. 1:18).

Esta semana veremos la Cruz tal como aparece en el libro de Hebreos.---


Comentarios Elena G.W
Sábado 19 de febrero


Fue la cruz, instrumento de vergüenza y tortura, la que trajo esperanza y salvación al mundo. Los discípulos no eran sino hombres humildes, sin riquezas, y sin otra arma que la palabra de Dios; sin embargo en la fuerza de Cristo salieron para contar la maravillosa historia del pesebre y la cruz y triunfar sobre toda oposición. Aunque sin honor ni reconocimiento terrenales, eran héroes de la fe. De sus labios salían palabras de elocuencia divina que hacían temblar al mundo (Los hechos de los apóstoles, p. 64).

 

[E]n los días de Pablo, la cruz se consideraba con sentimientos de repulsión y horror. El ensalzar como Salvador de la humanidad a uno que había muerto en la cruz provocaría naturalmente el ridículo y la oposición…

Pero para Pablo, la cruz era el único objeto de supremo interés. Desde que fuera contenido en su carrera de persecución contra los seguidores del crucificado Nazareno, no había cesado de gloriarse en la cruz. En aquel entonces se le había dado una revelación del infinito amor de Dios, según se revelaba en la muerte de Cristo; y se había producido en su vida una maravillosa transformación que había puesto todos sus planes y propósitos en armonía con el cielo. Desde aquella hora había sido un nuevo hombre en Cristo. Sabía por experiencia personal que una vez que un pecador contempla el amor del Padre, como se lo ve en el sacrificio de su Hijo, y se entrega a la influencia divina, se produce un cambio de corazón, y Cristo es desde entonces todo en todo (Los hechos de los apóstoles, pp. 199, 200).

La cruz del Calvario nos atrae con poder, ofreciéndonos una razón por la cual deberíamos amar a nuestro Salvador y hacerlo el primero y el último y el mejor en todo. Deberíamos ocupar el lugar que nos corresponde como penitentes humildes al pie de la cruz. Allí, al contemplar la agonía de nuestro Salvador, al Hijo de Dios que muere —el Justo por los injustos—, podemos aprender lecciones de mansedumbre y humildad de mente. Contemplemos a Aquel a cuya sola palabra acudirían legiones de ángeles en su ayuda, transformado en un objeto de diversión y burla, de injurias y odio. Él mismo se entrega como un sacrificio por el pecado. Al ser vilipendiado, no amenaza; cuando se lo acusa falsamente, no abre su boca. En la cruz, ora por sus asesinos. Al morir, paga un precio infinito por cada uno de ellos. Soporta sin murmurar el castigo por los pecados del hombre. Y esta víctima que no se queja es el Hijo de Dios. Su trono existe desde la eternidad y su reino no tendrá fin (Exaltad a Jesús, p. 227).

 

Reavivados por su Palabra: Hoy, Génesis 37. .
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Domingo 20 de febrero
¿POR QUÉ SE NECESITABAN SACRIFICIOS?

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Lee Hebreos 7:11 al 19. ¿Por qué se necesitaba un nuevo pacto?

Según Hebreos, el hecho de que Jesús fuera nombrado sacerdote según el orden de Melquisedec implicaba que se había establecido un pacto nuevo. El Antiguo Pacto se había dado sobre la base del sacerdocio levítico (Heb. 7:11). Los sacerdotes levitas actuaban como mediadores entre Dios e Israel, y la ley excluía a cualquier otra persona del sacerdocio. Por lo tanto, el autor concluye que un cambio de sacerdocio implica un cambio de la ley sacerdotal, así como un cambio de pacto (Heb. 7:12, 18, 19).

El problema con el Pacto Antiguo era que no podía ofrecer la perfección (Heb. 7:11). Pablo está hablando del sacerdocio levítico y su ministerio (sacrificios, fiestas, etc.). Los sacrificios de animales ofrecidos a través de ellos no podían ofrecer una purificación verdadera y total del pecado, ni acceso a Dios (Heb. 10:1-4; 9:13, 14; 10:19-23).

El hecho de que haya sido necesario el Nuevo Pacto no significa que Dios fuera injusto con Israel cuando le dio el Antiguo Pacto. El ministerio levítico y los servicios del Tabernáculo fueron diseñados para protegerlos de la idolatría y también para señalarles el futuro ministerio de Jesús. Hebreos enfatiza que los sacrificios eran “una sombra –un tenue anticipo de las cosas buenas por venir” (Heb. 10:1, NTV).

Al señalarles a Jesús, los sacrificios deberían haber ayudado al pueblo a depositar su esperanza y su fe en “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29; comparar con Isa. 53). Este es el mismo comentario que hace Pablo cuando dice que la Ley “vino a ser nuestro guía encargado de conducirnos a Cristo, para que fuéramos justificados por la fe” (Gál. 3:24, NVI) o que “Cristo es el fin de la ley, para que todo el que cree reciba la justicia” (Rom. 10:4, NVI).

En otras palabras, incluso los Diez Mandamientos, por más buenos y perfectos que sean, no pueden causar la salvación (Rom. 3:20-28; 7:12-14). Ofrecen una norma perfecta de justicia, pero no brindan justicia, así como el mirarse en un espejo tampoco puede borrar las arrugas de la edad. Para la justicia perfecta, necesitamos a Jesús como nuestro Sustituto.

¿Por qué la Ley no puede salvarnos? A fin de cuentas, si guardáramos todos los mandamientos, y los guardáramos bien –incluso a la perfección, ¿por qué no podría eso salvarnos?

 

 

Comentarios Elena G.W
Domingo 20 de febrero¿POR QUÉ SE NECESITABAN SACRIFICIOS?


Los pecados de la gente eran transferidos simbólicamente al sacerdote oficiante, que era mediador del pueblo. El sacerdote no podía por sí mismo convertirse en ofrenda por el pecado y hacer expiación con su vida, porque también era pecador. Por lo tanto, en vez de sufrir él mismo la muerte, sacrificaba un cordero sin defecto. El castigo del pecado era transferido al animal inocente, que así llegaba a ser su sustituto inmediato y simbolizaba la perfecta ofrenda de Jesucristo. Mediante la sangre de esta víctima, el hombre veía por fe en el porvenir la sangre de Cristo que expiaría los pecados del mundo (Mensajes selectos t. 1, p. 270).

Pablo trató de dirigir los pensamientos de sus oyentes hacia el gran sacrificio hecho por el pecado. Señaló los sacrificios que eran sombra de los bienes venideros, y presentó entonces a Cristo como la realidad prefigurada por todas esas ceremonias: el objeto al cual todas señalaban como la única fuente de vida y esperanza para el hombre caído. Los santos hombres de la antigüedad se salvaron por la fe en la sangre de Cristo. Mientras miraban las agonías de muerte de las víctimas sacrificadas, contemplaban a través del abismo de los siglos al Cordero de Dios que habría de quitar el pecado del mundo.

Dios reclama con derecho el amor y la obediencia de todas sus criaturas. Les ha dado en su ley una norma perfecta de justicia. Pero muchos olvidan a su Hacedor, y en oposición a su voluntad eligen seguir sus propios caminos. Retribuyen con enemistad el amor que es tan alto como el cielo, tan ancho como el universo. Dios no puede rebajar los requerimientos de su ley para satisfacer la norma de los impíos; ni pueden los hombres, por su propio poder, satisfacer las demandas de la ley. Solamente por la fe en Cristo puede el pecador ser limpiado de sus culpas y capacitado para prestar obediencia a la ley de su Hacedor (Los hechos de los apóstoles, p. 339).

Ha sido tan grande la ceguera espiritual de los hombres, que han procurado hacer ineficaz la Palabra de Dios. Con sus tradiciones han declarado que el gran plan de salvación se preparó para abolir la ley de Dios y terminar con su vigencia. En cambio, el Calvario es el poderoso argumento que prueba la inmutabilidad de los preceptos de Jehová…

La condición del carácter debe compararse con la gran norma moral de justicia. Debe haber una búsqueda de los pecados peculiares que han sido ofensivos para Dios, que han deshonrado su nombre y apagado la luz del espíritu, y matado el primer amor del alma.

Se asegura la victoria mediante la fe y la obediencia… La tarea de vencer no ha quedado restringida a los días de los mártires. Nosotros debemos luchar en estos tiempos de sutil tentación y mundanalidad. El conflicto es para nosotros en estos días de sutiles tentaciones a la mundanalidad, la seguridad propia, a la indulgencia del orgullo, a la codicia, a las falsas doctrinas, a la inmoralidad de la vida. ¿Permaneceremos en pie ante la prueba de Dios? (That I May Know Him, p. 256; parcialmente en A fin de conocerle, p. 255)

 

Reavivados por su Palabra: Hoy, Génesis 31.
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Lunes 21 de febrero DIVERSOS TIPOS DE SACRIFICIOS


AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

La muerte de Jesús posibilitó el perdón, o remisión, de nuestros pecados. Sin embargo, la remisión de nuestros pecados implica mucho más que la cancelación del castigo por nuestra transgresión del Pacto. Implica otros elementos de igual importancia. Por tal motivo, el sistema de sacrificios israelita tenía cinco tipos diferentes de sacrificios. Cada uno era necesario para expresar la riqueza del significado de la Cruz de Cristo.

Lee Efesios 3:14 al 19. ¿Cuál fue el pedido de oración de Pablo en favor de los creyentes?

La ofrenda para holocausto (u ofrenda encendida) requería que todo el animal se consumiera en el Altar (Lev. 1). Representaba a Jesús, cuya vida fue consumida por nosotros. La Expiación requirió el compromiso total de Jesús con nosotros. Aunque era igual a Dios, Jesús “se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo” (Fil. 2:5-8).

La ofrenda de cereal era una ofrenda de gratitud a Dios por la provisión del sustento para su pueblo (Lev. 2). También representa a Jesús, “el pan de vida” (Juan 6:35, 48), a través del cual tenemos vida eterna.

La ofrenda de paz, o de comunión, implicaba una comida comunitaria con amigos y familiares para celebrar la prosperidad y el bienestar provistos por Dios (Lev. 3). Representaba a Cristo, cuyo sacrificio nos ofreció paz (Isa. 53:5; Rom. 5:1; Efe. 2:14). También enfatiza que debemos participar del sacrificio de Jesús comiendo su carne y bebiendo su sangre (Juan 6:51–56).

La ofrenda por el pecado, o de purificación, ofrecía expiación por los pecados (Lev. 4:1–5:13). Este sacrificio enfatizaba el papel de la sangre del animal, que representaba su vida, para ofrecer redención de los pecados (Lev. 17:11), y apuntaba a la sangre de Jesús, que nos redime de nuestros pecados (Mat. 26:28; Rom. 3:25; Heb. 9:14).

La ofrenda por la culpa, o de reparación (Lev. 5:14–6:7), brindaba perdón en los casos en que era posible la reparación, o restitución. Nos indica que el perdón de Dios no nos libra de la responsabilidad de ofrecer reparación, o restitución, cuando sea posible, a quienes hemos agraviado.

Los sacrificios del Santuario nos enseñan que la experiencia de la salvación es más que simplemente aceptar a Jesús como nuestro Sustituto. También necesitamos “alimentarnos” de él, compartir sus beneficios con los demás y ofrecer reparación a quienes hemos agraviado.—

Comentarios Elena G.W
Lunes 21 de febrero DIVERSOS TIPOS DE SACRIFICIOS

No es solamente el privilegio sino también el deber de todo cristiano mantener una íntima unión con Cristo, y tener una rica experiencia en las cosas de Dios… Cuando leemos acerca de la vida de hombres que han sido eminentes por su piedad, a menudo consideramos su experiencia y sus conquistas como muy fuera de nuestro alcance. Pero este no es el caso. Cristo murió por todos; y se nos asegura en su Palabra que él está más dispuesto a dar su Espíritu Santo a los que se lo piden que los padres terrenales a dar buenas dádivas a sus hijos. Los profetas y apóstoles no perfeccionaron caracteres cristianos por milagro. Ellos utilizaron los medios que Dios había colocado a su alcance; y todos los que desean aplicar el mismo esfuerzo obtendrán los mismos resultados.

En su carta a la iglesia de Efeso, Pablo… les asegura que elevará sus fervientes oraciones por su prosperidad espiritual:

“Doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo… que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios”. Efesios 3:14, 16-19 (La edificación del carácter, p. 83).

[Jesús fue] “hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte”. Voluntariamente tomó la naturaleza humana. Fue un acto suyo y por su propio consentimiento. Revistió su divinidad con humanidad. Él había sido siempre como Dios, pero no apareció como Dios. Veló las manifestaciones de la Deidad que habían producido el homenaje y originado la admiración del universo de Dios. Fue Dios mientras estuvo en la tierra, pero se despojó de la forma de Dios y en su lugar tomó la forma y la figura de un hombre. Anduvo en la tierra como un hombre. Por causa de nosotros se hizo pobre, para que por su pobreza pudiéramos ser enriquecidos. Puso a un lado su gloria y su majestad. Era Dios, pero por un tiempo se despojó de las glorias de la forma de Dios. Aunque anduvo como pobre entre los hombres, repartiendo sus bendiciones por dondequiera que iba, a su orden legiones de ángeles habrían rodeado a su Redentor y le hubieran rendido homenaje. Pero anduvo por la tierra sin ser reconocido, sin ser confesado por sus criaturas, salvo pocas excepciones. La atmósfera estaba contaminada con pecados y maldiciones en lugar de himnos de alabanza. La parte de Cristo fue pobreza y humillación. Mientras iba de un lado a otro cumpliendo su misión de misericordia para aliviar a los enfermos, para reanimar a los deprimidos, apenas si una voz solitaria lo llamó bendito, y los más encumbrados de la nación lo pasaron por alto con desprecio (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 5, p. 1101).

Reavivados por su Palabra: Hoy, Génesis 25
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Martes 22 de febrero EL SACRIFICIO PERFECTO DE JESÚS


AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Lee Hebreos 7:27 y 10:10. ¿Cómo se describe el sacrificio de Jesús en estos pasajes?

Los sacerdotes levitas, que “llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no podían continuar” (Heb. 7:23), contrastan con Jesús, quien vive para siempre y tiene un sacerdocio eterno (Heb. 7:24, 25). Los sacerdotes levitas “cada día” (Heb. 7:27) y “cada año” (Heb. 9:25) ofrecían ofrendas y sacrificios que “no [tenían] poder alguno para perfeccionar la conciencia de los que celebran ese culto” (Heb. 9:9 NVI10:1–4).

Sin embargo, Jesús ofreció “una vez para siempre un solo sacrificio” (Heb. 10:10, 12-14) que limpia nuestra conciencia (Heb. 9:14; Heb. 10:1-10) y quita el pecado de en medio (Heb. 9:26). El sacrificio de Jesús es superior al sacrificio de los animales porque Jesús era el Hijo de Dios (Heb. 7:26-28), y cumplió perfectamente la voluntad de Dios (Heb. 10:5-10).

La descripción del sacrificio de Jesús, “una vez para siempre”, tiene varias implicaciones importantes.

En primer lugar, el sacrificio de Jesús es perfectamente eficaz y nunca podrá ser superado. Los sacrificios de los sacerdotes levitas se repetían porque no eran eficaces; “de otra manera, ¿no habrían dejado ya de hacerse sacrificios? Pues los que rinden culto, purificados de una vez por todas, ya no se habrían sentido culpables de pecado” (Heb. 10:2 NVI).

En segundo lugar, los diferentes tipos de sacrificios del Antiguo Testamento encontraron su cumplimiento en la Cruz. Por lo tanto, Jesús no solo nos limpia de pecado (Heb. 9:14); también ofrece santificación (Heb. 10:10-14; 9:26). Antes de que los sacerdotes pudieran acercarse a Dios en el Santuario y ministrar en favor de sus semejantes, tenían que purificarse y santificarse, o consagrarse (Lev. 8, 9). El sacrificio de Jesús nos limpia y nos consagra (Heb. 10:10-14) para que podamos acercarnos a Dios con confianza (Heb. 10:19-23) y servirlo como “real sacerdocio” (Heb. 9:14; 1 Ped. 2:9).

Finalmente, el sacrificio de Jesús también sustenta nuestra vida espiritual. Ofrece un ejemplo para observar y seguir. Por lo tanto, Hebreos nos invita a fijar nuestros ojos en Jesús, especialmente en los eventos de la Cruz, y a seguir su ejemplo (Heb. 12:1-4; 13:12, 13).

La Cruz es la base de todos los beneficios que Dios nos concede. Ofrece purificación del pecado, santificación para servir y alimento para crecer. ¿Cuál es la mejor forma de experimentar más de lo que recibimos en Jesús?—

Comentarios Elena G.W
Martes 22 de febrero EL SACRIFICIO PERFECTO DE JESÚS

Mientras Dios deseaba enseñar a los hombres que el don que los reconcilia consigo mismo proviene de él, el gran enemigo de la humanidad procuró representar a Dios como un ser que se deleita en destruirlos. De este modo los sacrificios y los ritos mediante los cuales el cielo quería revelar el amor divino fueron pervertidos.

Con sus palabras y sus acciones, durante su ministerio terrenal, el Mesías iba a revelar a la humanidad la gloria de Dios el Padre. Cada acto de su vida, cada palabra que hablara, cada milagro que realizara, iba a dar a conocer a la humanidad caída el amor infinito de Dios.

Mediante los patriarcas y los profetas, así como mediante las figuras y los símbolos, Dios hablaba al mundo del advenimiento de quien lo libertaría del pecado (Exaltad a Jesús, p. 20).

El fundamento de nuestra esperanza en Cristo es el hecho de que nos reconozcamos a nosotros mismos como pecadores necesitados de restauración y redención. Porque somos pecadores tenemos ánimo para reclamarlo como nuestro Salvador. Por lo tanto, prestemos atención, no sea que tratemos a los que yerran en forma tal que manifieste que no tenemos necesidad de redención. No delatemos, condenemos y destruyamos como si nosotros fuéramos perfectos. La obra de Cristo es reparar, curar, restaurar. Dios es amor en sí mismo, en su misma esencia. Él… no da a Satanás ocasión de triunfo por presentar la peor apariencia o por exponer nuestras debilidades a nuestros enemigos.

Cristo vino a poner la salvación al alcance de todos. Los que más yerran, los más pecaminosos, no fueron pasados por alto; sus labores estaban especialmente dedicadas a aquellos que más necesitaban la salvación que él había venido a ofrecer. Cuanto mayores eran sus necesidades de reforma, más profundo era el interés de él, mayor su simpatía, y más fervientes sus labores. Su gran corazón lleno de amor se conmovió hasta sus profundidades en favor de aquellos cuya condición era más desesperada, de aquellos que más necesitaban su gracia transformadora (In Heavenly Places, p. 291; parcialmente en En los lugares celestiales, p. 293 y en La maravillosa gracia de Dios, p. 234).

No hay descanso para el cristiano vivo antes de llegar al mundo eterno. El obedecer a los Mandamientos de Dios es hacer lo recto y solo lo recto. Tal es la virilidad cristiana.

Pero muchos necesitan aprender frecuentes lecciones de la vida de Cristo, que es el autor y consumador de nuestra fe. “Reducid pues a vuestro pensamiento a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, porque no os fatiguéis en vuestros ánimos desmayando. Que aun no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado”. Hebreos 12:3, 4. Debemos crecer en la gracia cristiana. Manifestando mansedumbre bajo la provocación y apartándoos de la bajeza terrenal, dais evidencia de que el Salvador mora en vosotros, y cada uno de vuestros pensamientos, palabras y actos atraerá a los hombres a Jesús más bien que a vosotros mismos. Hay mucho trabajo que hacer, y poco tiempo en que hacerlo. Sea, pues, la obra de vuestra vida inspirar en todos el pensamiento de que tienen que trabajar para Cristo. Dondequiera que haya deberes que cumplir que otros no entienden porque no desean ver la obra de su vida, aceptadlos y hacedlos.

La norma de la moralidad no es bastante elevada entre el pueblo de Dios (Testimonios para la iglesia, t. 5, pp. 562, 563).

Reavivados por su Palabra: Hoy, Génesis 26
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Miércoles 23 de febrero LA CRUZ Y EL COSTO DEL PERDÓN

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Lee Hebreos 9:22 al 28. ¿Qué dice este pasaje sobre la obra de Cristo en el Santuario celestial?

La idea de que el Santuario celestial necesita ser purificado tiene sentido en el contexto del Santuario del Antiguo Testamento. El Santuario es un símbolo del reinado, o gobierno, de Dios (1 Sam. 4:4; 2 Sam. 6:2), y la forma en que Dios trata con el pecado de su pueblo afecta la percepción pública de la justicia de su Reino (Sal. 97:2). Como gobernante, Dios es el Juez de su pueblo, y se espera que sea justo, que reivindique al inocente y condene al culpable. Por lo tanto, cuando Dios perdona al pecador, asume la responsabilidad judicial. El Santuario, que representa el carácter y la administración de Dios, está contaminado. Esto explica por qué Dios carga con nuestros pecados cuando perdona (Éxo. 34:7; Núm. 14:17-19; en el hebreo original, “perdonar” [nosé’], en estos versículos, significa “llevar, cargar”).

El sistema sacrificial del Santuario israelita ilustra este aspecto. Cuando una persona buscaba el perdón, llevaba un animal como sacrificio en su nombre, confesaba los pecados y lo mataba. La sangre del animal se untaba sobre los cuernos del altar o se rociaba delante del velo, en el primer departamento del Santuario. Así, el pecado se transfería simbólicamente al Santuario. Dios tomaba los pecados del pueblo y los cargaba sobre sí mismo.

En el sistema israelita, la purificación, o expiación, de los pecados se daba en dos fases. Durante el año, los pecadores arrepentidos llevaban sacrificios al Santuario, con lo que quedaban limpios de su pecado, pero ese pecado se trasladaba al Santuario, a Dios mismo. Al final del año, en el Día de la Expiación, que era el Día del Juicio, Dios purificaba el Santuario, con lo que quitaba su responsabilidad judicial al transferir los pecados del Santuario al macho cabrío, Azazel, que representaba a Satanás (Lev. 16:15-22).

Este sistema de dos fases, representado por los dos departamentos del Santuario terrenal, que eran un modelo del Santuario celestial (Éxo. 25:9; Heb. 8:5), le permitía a Dios mostrar misericordia y justicia al mismo tiempo. Los que confesaban sus pecados durante el año demostraban lealtad a Dios al guardar un descanso solemne y afligirse en el Día de la Expiación (Lev. 16:29–31). Toda persona que no mostraba lealtad era “cortada” (Lev. 23:27–32).

Piensa en lo que experimentarías si tuvieras que afrontar el justo castigo por tus pecados. Esa verdad, ¿en qué medida debería ayudarte a comprender lo que Cristo ha hecho por ti?—

Comentarios Elena G.W
Miércoles 23 de febrero LA CRUZ Y EL COSTO DEL PERDÓN

Solo una vez al año el sumo sacerdote podía entrar en el Lugar Santísimo después de preparativos sumamente solemnes y cuidadosos. Y ningún ojo mortal, salvo el del sumo sacerdote, podía contemplar la sagrada grandiosidad de este compartimiento, porque era la morada especial de la gloria visible de Dios. El sumo sacerdote siempre entraba temblando, mientras la gente aguardaba su regreso en medio del más solemne silencio. Sus más fervientes deseos eran que Dios los bendijera. Frente al propiciatorio Dios mantenía comunión con el sumo sacerdote. Si este permanecía más tiempo del que parecía conveniente, la gente a menudo comenzaba a aterrorizarse, temerosa de que por causa de sus pecados o algún pecado del sacerdote la gloria del Señor le hubiera quitado la vida. Pero cuando oían el sonido de las campanillas que llevaba en su vestimenta, sentían un profundo alivio. Salía entonces el sumo sacerdote y bendecía al pueblo (La historia de la redención, p. 159).

El inmaculado Hijo de Dios pendía de la cruz: su carne estaba lacerada por los azotes; aquellas manos que tantas veces se habían extendido para bendecir, estaban clavadas en el madero; aquellos pies tan incansables en los ministerios de amor estaban también clavados a la cruz; esa cabeza real estaba herida por la corona de espinas; aquellos labios temblorosos formulaban clamores de dolor. Y todo lo que sufrió: las gotas de sangre que cayeron de su cabeza, sus manos y sus pies, la agonía que torturó su cuerpo y la inefable angustia que llenó su alma al ocultarse el rostro de su Padre, habla a cada hijo de la humanidad y declara: Por ti consiente el Hijo de Dios en llevar esta carga de culpablidad; por ti saquea el dominio de la muerte y abre las puertas del Paraíso. El que calmó las airadas ondas y anduvo sobre la cresta espumosa de las olas, el que hizo temblar a los demonios y huir a la enfermedad, el que abrió los ojos de los ciegos y devolvió la vida a los muertos, se ofrece como sacrificio en la cruz, y esto por amor a ti. Él, el Expiador del pecado, soporta la ira de la justicia divina y por causa tuya se hizo pecado (El Deseado de todas las gentes, pp. 703, 704).

En esta vida, podemos apenas empezar a comprender el tema maravilloso de la redención. Con nuestra inteligencia limitada podemos considerar con todo fervor la ignominia y la gloria, la vida y la muerte, la justicia y la misericordia que se tocan en la cruz; pero ni con la mayor tensión de nuestras facultades mentales llegamos a comprender todo su significado. La largura y anchura, la profundidad y altura del amor redentor se comprenden tan solo confusamente. El plan de la redención no se entenderá por completo ni siquiera cuando los rescatados vean como serán vistos ellos mismos y conozcan como serán conocidos; pero a través de las edades sin fin, nuevas verdades se desplegarán continuamente ante la mente admirada y deleitada. Aunque las aflicciones, las penas y las tentaciones terrenales hayan concluido, y aunque la causa de ellas haya sido suprimida, el pueblo de Dios tendrá siempre un conocimiento claro e inteligente de lo que costó su salvación (El conflicto de los siglos, p. 632).

Reavivados por su Palabra: Hoy, Génesis 27
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Jueves 24 de febrero EL JUICIO Y EL CARÁCTER DE DIOS

AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Lee Romanos 3:21 al 26; 1:16 y 17; y 5:8. La Redención en la Cruz para perdón de nuestros pecados, ¿qué revela acerca de Dios?

El perdón de nuestros pecados implica dos fases en la mediación de Jesús en los dos departamentos del Santuario celestial. En primer lugar, Jesús quitó de en medio nuestros pecados y él mismo los cargó en la Cruz para ofrecer perdón a todos los que creen en él (Hech. 2:38; 5:31). En la Cruz, Jesús obtuvo el derecho de perdonar a todo el que crea en él porque él cargó con esos pecados. También estableció un Nuevo Pacto, que le permite poner la Ley de Dios en el corazón de los creyentes mediante el Espíritu Santo (Heb. 8:10-12; Eze. 36:25-27).

Una segunda fase del ministerio de Jesús consiste en un juicio, el juicio previo al Advenimiento, que aún era futuro desde el punto de vista de los hebreos (Heb. 2:1-4; 6:2; 9:27, 28; 10:25). Este juicio comienza con el pueblo de Dios y se describe en Daniel 7:9 al 27, Mateo 22:1 al 14 y Apocalipsis 14:7. Su propósito es mostrar la justicia de Dios al perdonar a su pueblo. En este juicio, los registros de su vida estarán abiertos para que los vea el Universo. Dios mostrará lo que sucedió en el corazón de los creyentes y cómo abrazaron a Jesús como su Salvador y aceptaron al Espíritu en su vida.

En cuanto a este juicio, Elena de White escribió: “El hombre no puede por sí mismo hacer frente a estas acusaciones. Con sus ropas manchadas de pecado, confiesa su culpabilidad delante de Dios. Pero Jesús, nuestro Abogado, presenta una súplica eficaz en favor de todos los que mediante el arrepentimiento y la fe le han confiado la guarda de sus almas. Intercede por su causa y vence a su acusador con los poderosos argumentos del Calvario. Su perfecta obediencia a la Ley de Dios, aun hasta la muerte de la Cruz, le ha dado toda potestad en el cielo y en la Tierra, y él solicita a su Padre misericordia y reconciliación para el hombre culpable. […] Pero, aunque debemos comprender nuestra condición pecaminosa, debemos fiar en Cristo como nuestra justicia, nuestra santificación y redención. No podemos contestar las acusaciones de Satanás contra nosotros. Solo Cristo puede presentar una intercesión eficaz en nuestro favor. Él puede hacer callar al acusador con argumentos que no se basan en nuestros méritos, sino en los suyos” (TI 5:445, 446).

¿Por qué la Cruz y el ministerio de Jesús en nuestro favor sugieren que debemos esperar el Juicio con confianza, pero con humildad y arrepentimiento?—

Comentarios Elena G.W
ueves 24 de febrero EL JUICIO Y EL CARÁCTER DE DIOS

Cristo se humilló para encabezar a la humanidad, para afrontar las tentaciones y sobrellevar las pruebas que los hombres deben arrastrar de parte del enemigo caído, a fin de saber cómo socorrer a los que son tentados.

Y Cristo ha sido hecho nuestro Juez. No es el Padre el Juez. Tampoco lo son los ángeles. Nos juzgará Aquél que se revistió de nuestra humanidad y vivió una vida perfecta en este mundo. Él solo puede ser nuestro Juez. ¿Os acordaréis de ello, hermanos y hermanas? ¿Lo recordaréis también, vosotros los predicadores? ¿Y vosotros también, padres y madres? Cristo se revistió de nuestra humanidad para poder ser nuestro Juez. Ninguno de vosotros ha sido designado para juzgar a otros. Todo lo que podéis hacer es corregiros a vosotros mismos. Os exhorto, en el nombre de Cristo, a obedecer la orden que os da, de no sentaros jamás en el sitial del juez. Día tras día, este mensaje ha repercutido en mis oídos: “Bajad del estrado del tribunal. Bajad de él con humildad” (Testimonios para la iglesia, t. 9, p. 149).

“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados”. Aquí hay una declaración que define el propósito del Señor hacia un pueblo corrompido e idólatra. “¿Cómo podré abandonarte, oh Efraín? ¿Te entregaré yo, Israel? ¿Cómo podré hacerte como Adma, o ponerte como a Zeboim? Mi corazón se conmueve dentro de mí, se inflama toda mi compasión”. ¿Tendrá que abandonar Dios a un pueblo, en favor del cual ha hecho algo tan grande, a saber, dar a su Hijo unigénito, la expresa imagen de sí mismo? Dios permite que su Hijo sea entregado por nuestras ofensas. Él mismo asume los atributos del juez frente al portador del pecado, despojándose de las amorosas características de un padre.

De este modo el amor se manifiesta en la forma más maravillosa a una raza rebelde. ¡Qué espectáculo para los ángeles! ¡Qué esperanza para el hombre, ya que “siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”! El justo sufrió por el injusto; llevó nuestros pecados en su propio cuerpo sobre el madero. “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (Testimonios para los ministros, pp. 245, 246)

Necesitamos tener una visión más elevada y más clara del carácter de Cristo… No debemos pensar en Dios únicamente como un juez, y olvidarlo como un Padre amante. Ninguna cosa puede causar mayor daño a nuestras almas que esto, porque toda nuestra vida espiritual está moldeada de acuerdo con nuestras concepciones del carácter de Dios. Tenemos lecciones que aprender del amor de Jesús.

“Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados: y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor suave”. Efesios 5:2. Esta es la altura del amor que se requiere que alcancemos. Y la textura de este amor no está manchada con el egoísmo (Nuestra elevada vocación, p. 178).s

Reavivados por su Palabra: Hoy, Génesis 28
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Viernes 25 de febrero

AudioDiálogo BíblicoMat. DamassMat. Adultos

Para Estudiar y Meditar

Lee Elena G. de White, El Deseado de todas las gentes, “Calvario”, pp. 690-705; “ ‘Consumado es’ ”, pp. 706-713.

El profesor Jiří Moskala ha explicado la naturaleza de este juicio previo al Advenimiento. Dios “no está ahí para mostrar mis pecados como en un escaparate. Al contrario, apuntará en primer lugar a su asombrosa y poderosa gracia transformadora y, frente a todo el Universo, él, como el verdadero Testigo de toda mi vida, explicará mi actitud hacia Dios, mis motivaciones, mi pensamiento, mis hechos, mi orientación y mi dirección en la vida. Él demostrará todo. Jesús testificará que cometí muchos errores, que transgredí su santa Ley, pero también que me arrepentí, que pedí perdón y que su gracia me transformó. Proclamará: ‘Mi sangre es suficiente para el pecador Moskala, su orientación de vida está puesta en mí, su actitud hacia mí y hacia los demás es cálida y desinteresada; es digno de confianza, es mi buen siervo y fiel’ ” (“Toward a Biblical Theology of God’s Judgment: A Celebration of the Cross in Seven Phases of Divine Universal Judgment”, p. 155).

“Tanto los redimidos como los seres que no cayeron hallarán en la Cruz de Cristo su ciencia y su canto. Se verá que la gloria que resplandece en el rostro de Jesús es la gloria del amor abnegado. A la luz del Calvario se verá que la ley del amor autorrenunciante es la ley de vida para la Tierra y el cielo; que el amor que ‘no busca lo suyo’ tiene su fuente en el corazón de Dios; y que en el Manso y Humilde se manifestó el carácter del que mora en la luz a la que ningún hombre puede acceder” (DTG 11).

Preguntas para dialogar

1. Los seres humanos siempre han tenido la tendencia a ofrecer diferentes tipos de sacrificios a Dios a cambio del perdón o la salvación. Algunos le ofrecen actos heroicos de penitencia (viajes largos y demás), otros le ofrecen una vida de servicio, o actos de privación, etc. ¿Cómo deben considerarse estos actos a la luz del sacrificio de Jesús y la afirmación de las Escrituras de que la Cruz ha puesto fin a todos los sacrificios (Dan. 9:27; Heb. 10:18)?

2. Al mismo tiempo, ¿cuál es el papel del sacrificio en la vida del creyente? ¿Qué quiso decir Jesús cuando enseñó que debemos tomar nuestra cruz y seguirlo (Mat. 16:24), o el apóstol Pablo cuando dijo que deberíamos ofrecer nuestro cuerpo “en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios” (Rom. 12:1)? ¿Cuál es la relación entre las instrucciones de Jesús y las de Pablo (Mat. 16:24; Rom. 12:1) y Hebreos 13:15 y 16?

Ver material Auxiliar

Reavivados por su Palabra: Hoy, Génesis 28
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