Lección 13: Para el 25 de junio de 2022
ISRAEL EN EGIPTO

Sábado 18 de junio

AudioComentario EGWDiálogo BíblicoMat. DamasMat. AdultosAudio Pr. Bullón


LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 46; Romanos 10:12, 13; Génesis 47; 48; Hechos 3:25, 26; Génesis 49; Filipenses 2:10; Génesis 49:29–50:21.

PARA MEMORIZAR: “Así habitó Israel en la tierra de Egipto, en la tierra de Gosén; y tomaron posesión de ella, y se aumentaron, y se multiplicaron en gran manera” (Gén. 47:27).

Génesis abarca los últimos años de Jacob y José juntos. Vemos a Jacob (Israel) dejar Canaán (Gén. 46) para establecerse en Egipto (Gén. 47), y allí morirá (Gén. 49:29–50:21). Y, aun en este escenario egipcio, la expectativa de la Tierra Prometida ocupa un lugar preponderante (Gén. 50:22-26).

En cuanto Jacob llega a Egipto, bendice a Faraón (Gén. 47:7-10), y así cumple (parcialmente, por supuesto) la promesa abrahámica de ser una bendición para las naciones (Gén. 12:3). Posteriormente, ya a punto de morir, Jacob bendice a los hijos de José (Gén. 48). También bendice a sus propios hijos (Gén. 49:1–28) y hace predicciones impresionantes acerca de cada uno de ellos, en el contexto de las futuras doce tribus de Israel (Gén. 49:1–27).

Sin embargo, el hecho de que Israel como pueblo “habite” en el exilio, en Egipto, como extranjeros, está en tensión con la esperanza de la Tierra Prometida. Y, aunque el mismo libro del Génesis termina con los hijos de Israel en Egipto, algunas de las últimas palabras de José apuntan a otro lugar: “Yo voy a morir; mas Dios ciertamente os visitará, y os hará subir de esta tierra a la tierra que juró a Abraham, a Isaac y a Jacob” (Gén. 50:24).


Comentarios Elena G.W


A causa de los servicios que José había prestado a la nación egipcia, no solamente se les otorgó una parte del país para que moraran allí, sino que fueron exonerados del pago de impuestos, y se les proveyó liberalmente de los alimentos necesarios mientras duró el hambre. El rey reconoció públicamente que gracias a la misericordiosa intervención del Dios de José, Egipto gozaba de abundancia mientras otras naciones estaban pereciendo de hambre. Vio también que la administración de José había enriquecido grandemente el reino, y su gratitud rodeó a la familia de Jacob con el favor real (Historia de los patriarcas y profetas, p. 246).

El trato de Dios con su pueblo debe mencionarse con frecuencia. ¡Cuán a menudo levantó el Señor, en su trato con el antiguo Israel, los hitos del camino! A fin de que no olvidasen la historia pasada, ordenó a Moisés que inmortalizase esos acontecimientos en cantos, a fin de que los padres pudiesen enseñárselos a sus hijos. Habían de levantar monumentos recordativos bien a la vista. Debían esmerarse para conservarlos, a fin de que cuando los niños preguntasen acerca de esas cosas, les pudiesen repetir toda la historia. Así eran recordados, el trato providencial y la señalada bondad y misericordia de Dios manifestadas en su cuidado y en la liberación de su pueblo. Se nos exhorta a traer “a la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sostuvisteis gran combate de padecimientos”. Hebreos 10:32. El Señor ha obrado como un Dios realizador de prodigios en favor de su pueblo en esta generación. Es necesario recordar con frecuencia a los hermanos jóvenes y ancianos, la historia pasada de la causa de Dios. Necesitamos relatar a menudo la bondad de Dios y alabarle por sus obras admirables (Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 365).

En la providencia de Dios, diariamente nos ponemos en contacto con los inconversos. Dios está preparando el camino delante de nosotros con su propia mano derecha a fin de que su obra pueda progresar rápidamente. Como colaboradores con él, tenemos una obra sagrada que realizar. Debemos sentir aflicción de espíritu por los que se encuentran en lugares elevados, y debemos extenderles la graciosa invitación de venir a la fiesta de bodas.

Aunque ahora se encuentra casi exclusivamente en posesión de hombres impíos, todo el mundo, con sus riquezas y tesoros, pertenece a Dios. “De Jehová es la tierra y su plenitud”. Salmo 24:1… Ojalá que los cristianos comprendiesen cada vez con más plenitud que tienen el privilegio y el deber, mientras se aferran a los principios correctos, de aprovechar cada oportunidad enviada por el cielo para promover el reino de Dios en este mundo (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 194).

 

Reavivados por su Palabra: Hoy, Deuteronomio 3

 

 

 

 

Lección 12: Para el 18 de junio de 2022
JOSÉ, PRÍNCIPE DE EGIPTO

Sábado 11 de junio

AudioComentario EGWDiálogo BíblicoMat. DamasMat. AdultosAudio Pr. Bullón


LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 41:37–46; 1 Reyes 3:12; Génesis 42; Romanos 5:7–11; Génesis 43; 44; 45.

PARA MEMORIZAR: “Dijo además Faraón a José: He aquí yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto” (Gén. 41:41).

José es ahora autoridad de Egipto, y sus propios hermanos se postrarán ante él sin saber quién es (Gén. 42). Los hermanos de José se humillarán cuando José los obligue a regresar con Benjamín (Gén. 43) y, cuando la seguridad de Benjamín se vea amenazada, a su entender (Gén. 44), suplicarán gracia ante este hombre poderoso, a quien ven “como Faraón”. Al final, cuando José revele su identidad, comprenderán que, a pesar de lo que habían hecho, Dios había sacado algo bueno de todo esto.

Curiosamente, toda la secuencia de eventos que sigue, que se suponía que tendría que ser sobre el éxito de José, trata más del arrepentimiento de sus hermanos. Los viajes de ida y vuelta desde José hasta su padre, y los obstáculos que encuentran, los hicieron recordar sus actos malvados hacia José y su padre, y se dieron cuenta de su iniquidad para con Dios. Los hermanos de José viven toda esa experiencia como un juicio divino. Y, sin embargo, el conmovedor final, que hace llorar y alegrar a todos, también contiene un mensaje de perdón para ellos, a pesar de sus injustificables actos de maldad.


Comentarios Elena G.W

 

El papel que desempeñó José en las escenas de la oscura prisión fue lo que lo elevo finalmente a la prosperidad y el honor. Dios tenia el propósito de que se fogueara por medio de las tentaciones, la adversidad y las penalidades, a fin de prepararlo para ocupar un puesto encumbrado.

José llevaba su religión por doquiera, y este fue el secreto de su fidelidad inmutable.

Aquel que recibe a Cristo mediante una fe viviente, tiene una relación viviente con Dios, y es un vaso de honra. Lleva consigo la atmosfera del cielo, que es la gracia de Dios, un tesoro que el mundo no puede comprar. El que está en una relación viviente con Dios puede estar en un puesto humilde, y sin embargo su valor moral es tan precioso como lo fue el de José y Daniel que fueron reconocidos por reyes paganos como hombres con quienes estaba el Espíritu de Dios (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 1, pp. 1111, 1112).

[Los hermanos de José] vendieron a José como esclavo, y estaban temerosos de que Dios tuviera el propósito de castigarlos permitiendo que llegaran a ser esclavos. Ellos humildemente confesaron las faltas que habían cometido contra José, y le suplicaron su perdón, y se regocijaron grandemente al encontrarlo vivo, pues habían sufrido remordimiento y gran angustia mental desde el momento cuando lo habían tratado con crueldad. Y ahora, al saber que no eran culpables de su sangre, se aliviaron sus mentes turbadas (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 1, p. 1112).

Las evidencias de una genuina obra de gracia en el corazón han de fundarse, no en los sentimientos, sino en la vida. “Por sus frutos —dijo Cristo— los conoceréis”…

La obra de gracia en el corazón no es una obra instantánea. Se efectúa por una vigilancia continua y cotidiana y creyendo en las promesas de Dios. A la persona arrepentida y creyente, que alberga fe y anhela con fervor la gracia renovadora de Cristo, Dios no la devolverá vacía. Le dará gracia. Y los ángeles ministradores la ayudarán mientras persevera en sus esfuerzos para avanzar (El evangelismo, p. 212).

[C]uando el corazón cede a la influencia del Espíritu de Dios, la conciencia se vivifica y el pecador discierne algo de la profundidad y santidad de la sagrada ley de Dios, fundamento de su gobierno en los cielos y en la tierra. “La Luz verdadera, que alumbra a todo hombre que viene a este mundo”,3 ilumina las cámaras secretas del alma, y quedan reveladas las cosas ocultas. La convicción se posesiona de la mente y del corazón. El pecador reconoce entonces la justicia de Jehová, y siente terror de aparecer en su iniquidad e impureza delante del que escudriña los corazones. Ve el amor de Dios, la belleza de la santidad y el gozo de la pureza. Ansía ser purificado y restituido a la comunión del cielo (El camino a Cristo, p. 24).

 

Reavivados por su Palabra: Hoy, Números 32

 

Lección 10: Para el 4 de junio de 2022
JACOB-ISRAEL

Sábado 28 de mayo

AudioComentario EGWDiálogo BíblicoMat. DamasMat. AdultosAudio Pr. Bullón

Lee para el estudio de esta semana Génesis 32:22–31; Oseas 12:3, 4; Jeremías 30:5–7; Génesis 33; 34:30–35:29. Para memorizar

“Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido” (Gén. 32:28).

La saga familiar de Jacob continúa, con sus cosas buenas y malas. Sin embargo, a pesar de todo, se revelan la mano de Dios y su fidelidad a las promesas del Pacto.

Esta semana veremos más de Jacob, ahora que dejó a Labán y, al regresar a casa, tuvo que enfrentarse a Esaú, la víctima de la traición de Jacob. ¿Qué le haría ahora su hermano, tan gravemente perjudicado?

Afortunadamente para Jacob, en medio del temor de lo que ocurriría, el Señor Dios de sus padres volvió a aparecerle en un incidente que fue un precursor de lo que posteriormente se conocería como el “tiempo de angustia de Jacob” (ver Jer. 30:5–7). Y esa noche Jacob, el suplantador, se convirtió en “Israel”, un nuevo nombre para un nuevo comienzo, comienzo que finalmente conduciría a la creación de una nación que llevaría su nombre en su honor.

En otras palabras, a pesar de todo lo que sucede, las Escrituras relatan la historia de los patriarcas y su familia para mostrarnos que Dios es fiel en cumplir lo que prometió y que lo hará a pesar de que, a veces, al parecer su pueblo haga todo lo posible para impedir ese cumplimiento.

Comentarios Elena G.W

Jacob había escogido la herencia de la fe. Había tratado de lograrla mediante la astucia, la traición y el engaño; pero Dios permitió que su pecado produjera su corrección. Sin embargo, a través de todas las experiencias amargas de sus años posteriores, Jacob no se desvió nunca de su propósito, ni renunció a su elección. Había comprendido que, al valerse de la habilidad y la astucia humanas para conseguir la bendición, había obrado contra Dios.

De aquella lucha nocturna al lado del Jaboc, Jacob salió hecho un hombre distinto. La confianza en sí mismo había desaparecido. Desde entonces en adelante ya no manifestó su astucia anterior. En vez del disimulo y el engaño, los principios de su vida fueron la sencillez y la veracidad. Había aprendido a confiar con sencillez en el brazo omnipotente; y en la prueba y la aflicción se sometió humildemente a la voluntad de Dios. Los elementos más bajos de su carácter habían sido consumidos en la hornaza, y el oro verdadero se purificó, hasta que la fe de Abrahán e Isaac apareció en Jacob con toda nitidez (Historia de los patriarcas y profetas, p. 208).

El carácter de Dios, tal como se revela en Cristo, invita nuestra fe y amor; pues tenemos un Padre cuya misericordia y compasión no fallan. En cada paso de nuestra jornada hacia el cielo estará con nosotros para guiarnos en cada perplejidad, para ayudarnos en cada tentación…

El que constantemente depende de Dios con fe sencilla y confianza acompañada de oración, estará rodeado por los ángeles del cielo. El que vive por fe en Cristo será fortalecido y elevado, podrá pelear la buena batalla de la fe y echar mano de la vida eterna (En los lugares celestiales, p. 18).

Es una maravilla para mí que Dios soporte por tanto tiempo la perversidad de los hijos de los hombres, que tolere su desobediencia y los deje vivir, mientras abusan de su misericordia, y levantan falso testimonio contra él mediante declaraciones por demás impías. Pero los caminos de Dios no son los nuestros, y no deberíamos maravillarnos por su amante paciencia, su tierna piedad y su infinita compasión, porque nos ha dado evidencias indubitables de que es tal como lo señala su carácter: Tardo para la ira, y que manifiesta misericordia para miles de los que lo aman y guardan sus mandamientos…

Las obligaciones que descansan sobre nosotros no son insignificantes. Nuestro sentido de dependencia nos debe acercar a Dios; nuestro concepto del deber que debemos llevar a cabo nos debe inducir a esforzarnos, combinando nuestros esfuerzos con ferviente oración, con obras, con fe y con oración constante. ¡Poder! ¡Poder! ¡Nuestro gran clamor consiste en solicitar poder sin medida! Nos espera. Solo tenemos que obtenerlo, confiar en la Palabra de Dios, obrar por fe, confiar firmemente en las promesas y luchar para obtener los dones de la gracia de Dios. La erudición no es esencial, el genio no es necesario, la elocuencia puede faltar, pero Dios escucha las oraciones del corazón humilde y contrito, y cuando él escucha no hay obstáculos que puedan impedir la marcha. El poder de Dios nos hará eficientes (Cada día con Dios, p. 185).

 

  Reavivados por su Palabra: Hoy, Números 18

Lección 11: Para el 11 de junio de 2022
JOSÉ, EXPERTO EN SUEÑOS

Sábado 4 de junio

AudioComentario EGWDiálogo BíblicoMat. DamasMat. AdultosAudio Pr. Bullón

Lee para el estudio de esta semana

Génesis 37; Mateo 20:26, 27; Hechos 7:9; Génesis 38; 39; 40:1–41:36.

Para memorizar

“Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador” (Gén. 37:19).

La historia de José (Gén. 37-50) abarca la última parte del libro de Génesis, desde sus primeros sueños en Canaán (Gén. 37:1-11) hasta su muerte en Egipto (Gén. 50:26). De hecho, José ocupa más espacio en el libro de Génesis que cualquier otro patriarca. Aunque José es solo uno de los hijos de Jacob, Génesis lo presenta como un gran patriarca, como Abraham, Isaac y Jacob.

Como veremos también, la vida de José destaca dos importantes verdades teológicas: en primer lugar, Dios cumple sus promesas; en segundo lugar, Dios puede convertir el mal en bien.

En el estudio de esta semana, nos centraremos en los primeros años de vida de José. Es el hijo preferido de Jacob, al que irónicamente se lo apoda bá‘al hajalomot, el “soñador” (Gén. 37:19), que significa literalmente “experto en sueños”. Este título le sienta muy bien, porque no solo recibe, entiende e interpreta los sueños proféticos, sino también los cumple en su vida.

En estos capítulos veremos nuevamente que la providencia de Dios se afianza, a pesar de la maldad y la perversidad del corazón humano.


Comentarios Elena G.W

José ejemplifica a Cristo. Jesús vino a los suyos, pero los suyos no lo recibieron. Fue rechazado y despreciado porque sus obras eran justas, y su vida consecuente y abnegada era un reproche continuo para los que profesaban piedad pero cuyas vidas eran corruptas. La integridad y la virtud de José fueron terriblemente atacadas y no prevaleció la mujer que quiso descarriarlo; por lo tanto, se robusteció su odio contra la virtud y la integridad que ella no pudo corromper, y testificó falsamente contra él. El inocente sufrió debido a su rectitud. Fue arrojado en la prisión a causa de su virtud. José fue vendido a sus enemigos por sus propios hermanos por una pequeña suma de dinero. El Hijo de Dios fue vendido a sus más acérrimos enemigos por uno de sus propios discípulos. Jesús fue manso y santo. La suya fue una vida sin par de abnegación, bondad y santidad. No fue culpable de ninguna falta. Sin embargo, fueron sobornados falsos testigos para que testificaran contra él. Fue aborrecido porque había reprochado fielmente el pecado y la corrupción. Los hermanos de José lo desnudaron de su túnica multicolor. Los verdugos de Cristo echaron suertes sobre su túnica inconsútil (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 1, p. 1110).

Deberíamos aprender ahora a conocer a Dios, poniendo a prueba sus promesas. Los ángeles toman nota de cada oración ferviente y sincera. Sería mejor sacrificar nuestros propios gustos antes que descuidar la comunión con Dios. La mayor pobreza y la más absoluta abnegación, con la aprobación divina, valen más que las riquezas, los honores, las comodidades y amistades sin ella. Debemos darnos tiempo para orar. Si nos dejamos absorber por los intereses mundanos, el Señor puede darnos ese tiempo que necesitamos, quitándonos nuestros ídolos, ya sean estos oro, casas o tierras feraces (El conflicto de los siglos, p. 606).

Nuestro Padre celestial no aflige o lastima voluntariamente a los hijos de los hombres. Tiene su propósito en el torbellino y en la tormenta, en el incendio y en la inundación. El Señor permite que vengan calamidades sobre su pueblo para salvarlo de mayores peligros. Desea que cada uno examine su corazón estrecha y cuidadosamente, y entonces se acerque a Dios para que Dios pueda acercarse a él.

Nuestra vida está en las manos de Dios. Él ve peligros que nos amenazan que nosotros no podemos ver. Es el dador de todas nuestras bendiciones… el ordenador de todas nuestras vicisitudes… Puede permitir que venga sobre su pueblo lo que llene su corazón con tristeza, porque ve que necesita enderezar la senda para sus pies, para que el cojo no se salga del camino. Conoce nuestra condición y recuerda que somos polvo. Aun los mismos cabellos de nuestra cabeza están contados… Las pruebas nos llegan a todos para inducirnos a investigar nuestro corazón, para ver si está purificado de todo lo que contamina. El Señor constantemente trabaja para nuestro bien presente y eterno (En los lugares celestiales, p. 267).

  Reavivados por su Palabra: Hoy, Números 25

 

 

 

Segundo Trimestre de 2022

“Jacob el suplantador”

Lección 9 :- Para el 28 de Mayo de 2022

Sábado 21 de mayo

Lee Para el Estudio de esta Semana: Génesis 25:21–3428:10–2211:1–929:1–3030:25–32.

Para Memorizar: “Y Esaú respondió: Bien llamaron su nombre Jacob, pues ya me ha suplantado dos veces: se apoderó de mi primogenitura, y he aquí ahora ha tomado mi bendición. Y dijo: ¿No has guardado bendición para mí?” (Gén. 27:36).

Ahora retomamos la historia familiar de Isaac, el hijo del milagro y predecesor de la simiente prometida. Sin embargo, la historia no comienza particularmente bien. El carácter defectuoso de su hijo Jacob se manifestará en la rivalidad entre los dos hermanos por la primogenitura (Gén. 25:27–34) y, por consiguiente, en el derecho a obtener la bendición de Isaac (Gén. 27).

Como Jacob engaña a su padre y le roba la bendición a su hermano mayor, tendrá que huir para salvar su vida. En el exilio, Dios lo confronta en Betel (Gén. 28:10-22). Desde entonces, Jacob, el engañador, también sufrirá algunos desengaños. En vez de Raquel, a quien Jacob amaba (Gén. 29), le llevaron a Lea, la hija mayor, y él tendrá que trabajar catorce años para ganarse a sus esposas.

Sin embargo, Jacob también experimentará la bendición de Dios, porque en el exilio tendrá a sus doce hijos y Dios aumentará su riqueza.

Por lo tanto, en todo lo demás que veamos en esta historia, podremos ver que Dios cumplirá las promesas de su pacto, de una u otra forma, sin importar la frecuencia con la que su pueblo falle.

 

Domingo 22 de mayo: Jacob y Esaú

Lee Génesis 25:21 al 34. Compara las dos personalidades de Jacob y Esaú. ¿Qué cualidades de Jacob lo predisponían para merecer la bendición de Isaac?

Ya desde el vientre de su madre entendemos que Jacob y Esaú son diferentes y lucharán entre sí. Mientras a Esaú se lo describe como un cazador robusto que corre por el campo, Jacob es visto como alguien “quieto” que se sienta en la tienda a meditar. La palabra hebrea tam, traducida como “tranquilo” (NVI), es el mismo verbo que se aplica a Job y a Noé, traducido como “perfecto” para Job (Job 8:20) y para Noé (Gén. 6:9).

Esta diferencia de carácter se vuelve más evidente más adelante en sus vidas (Gén. 27:1–28:5). Cuando Esaú llega a casa cansado y hambriento, Jacob le cocina lentejas. Para Esaú, el disfrute inmediato, visible y físico de la comida “en este día” (Gén. 25:31) es más importante que la bendición futura relacionada con su primogenitura (comparar con Heb. 12:1617).

“Las promesas hechas a Abraham y confirmadas a su hijo eran miradas por Isaac y Rebeca como la meta suprema de sus deseos y esperanzas. Esaú y Jacob conoc&icacute;an esas promesas. Se les hab&icacute;a enseñado a considerar la primogenitura como asunto de gran importancia, porque no solo abarcaba la herencia de las riquezas terrenales, sino también la preeminencia espiritual. El que la recib&icacute;a deb&icacute;a ser el sacerdote de la familia, y de su linaje descender&icacute;a el Redentor del mundo” (PP 175, 176).

Para Jacob, a diferencia de su hermano, lo que importa es la relevancia espiritual futura de la bendición. Sin embargo, más tarde, por instigación de su madre (ver Gén. 27), Jacob engaña a su padre en forma abierta y deliberada, incluso usando el nombre de “Jehová tu Dios” (Gén. 27:20) para perpetrar ese engaño. Efectúa este terrible engaño, aun cuando era por algo que sabía que era bueno.

Los resultados fueron trágicos, añadiendo nuevas capas de disfunción a una familia de por sí disfuncional.

Jacob quería algo bueno, algo de valor, y eso era admirable (especialmente en comparación con la actitud de su hermano). Sin embargo, usó el engaño y la mentira para conseguirlo. ¿Cómo podemos evitar caer en una trampa similar de hacer lo malo para lograr algo “bueno”?

 

Lunes 23 de mayo: La escalera de Jacob

En cuanto Esaú se entera de que Jacob recibió la bendición de su padre, comprende que su hermano lo engañó y lo suplantó (Gén. 27:36), y quiere matarlo (Gén. 27:42). Rebeca está preocupada y quiere impedir este crimen, que sería fatal para ambos hijos (Gén. 27:45). Entonces, con el apoyo de Isaac (Gén. 28:5), insta a Jacob a que huya al lugar de la familia de ella (Gén. 27:43). En su camino al exilio, Jacob se encuentra con Dios mediante un sueño en un lugar que llamará Betel, “casa de Dios”, y allí hará un voto.

Lee Génesis 28:10 al 22. Compara con Génesis 11:1 al 9. ¿En qué se diferencia Betel de Babel? De la experiencia de Jacob en Betel en comparación con lo que sucedió en Babel, ¿qué lección podemos aprender acerca de nuestra relación con Dios?

En este sueño, Jacob ve una escalera extraordinaria que se conecta con Dios. El mismo verbo hebreo, natsav, se usa para referirse a la escalera que “estaba apoyada” en tierra (Gén. 28:12) y a Jehová, que “estaba en lo alto” (Gén. 28:13), relacionando la escalera con Jehová de forma directa.

La escalera se vincula con el intento de Babel de llegar al cielo. Como la torre de Babel, la escalera llega a la “puerta del cielo”. Pero mientras que la torre de Babel representa el esfuerzo humano por subir para llegar a Dios, la escalera de Betel enfatiza que el acceso a Dios solo se puede lograr por intermedio de Dios que viene hasta nosotros, y no mediante el esfuerzo humano.

En cuanto a la “piedra” sobre la que Jacob puso la cabeza y tuvo el sueño, se convierte en el símbolo de bet-El, “casa de Dios” (Gén. 28:17; comparar con Gén. 28:22), que apunta al Templo, el Santuario, el centro de la actividad salvífica de Dios para la humanidad.

Sin embargo, Jacob no limita a lo espiritual y lo místico su expresión de adoración y su sensación de asombro por lo que le había sucedido. Es decir, quería responder en términos concretos y visibles. Por lo tanto, Jacob decide apartar “el diezmo” para Dios, no para obtener la bendición de Dios, sino como una respuesta de agradecimiento al regalo que Dios ya le dio. Aquí nuevamente vemos la idea del diezmo mucho antes del surgimiento de la nación de Israel.

Vuelve a leer Génesis 28:11. El “diezmo” se toma de “todo lo que me dieres” (Gén. 28:22). ¿Qué aspecto importante debemos extraer de lo que Jacob dice aquí sobre el diezmo y cuál es?

 

Martes 24 de mayo: El engañador engañado

Lee Génesis 29:1 al 30. ¿Cómo y por qué Dios permite el engaño de Labán? ¿Qué lecciones aprendió Jacob?

Lo primero que Jacob ve cuando llega al lugar de destino es una piedra, quizás un indicio que le recuerda la piedra de Betel, que simbolizaba la presencia de Dios (Gén. 28:1819). A fin de cuentas, es esta piedra la que le dará a Jacob la oportunidad de interactuar con Raquel.

Cuando Jacob se entera por los pastores que estaban allí que Raquel está llegando con sus ovejas para dar de beber a su rebaño, insta a los pastores a quitar la piedra. Ellos se niegan, lo que le da a Jacob la oportunidad de hacerlo solo y de presentarse a Raquel (Gén. 29:11).
Raquel respondió corriendo hasta su familia. Este primer contacto entre Jacob y Raquel fue productivo: “Jacob amó a Raquel” (Gén. 29:18), tanto que los siete años que trabajó para Labán a cambio de Raquel fueron como unos “pocos días” (Gén. 29:20).

Sin embargo, después de estos siete años, Jacob es engañado. La noche de la boda, es Lea, la hermana mayor, y no Raquel, a quien Jacob descubre en su cama. Aprovechando la confusión de la fiesta y la intensa emoción y vulnerabilidad de Jacob, Labán había preparado este truco. Curiosamente, Jacob usa la misma palabra raíz para “engañar” (Gén. 29:25) que Isaac había usado para caracterizar el comportamiento de Jacob hacia su padre y su hermano (Gén. 27:35).

Ten en cuenta que el mismo pensamiento también está implícito en la lex talionis (ley del talión): “Ojo por ojo, diente por diente” (Éxo. 21:24; comparar con Gén. 9:6), que obliga al culpable a identificarse con su víctima en el sentido de que el culpable experimenta lo mismo que experimentó la víctima. De igual modo, entonces, lo que Jacob le había hecho a otra persona ahora se lo habían hecho a él.

Jacob comprende ahora lo que significa ser víctima de un engaño. Irónicamente, Dios le enseña a Jacob acerca de su propio engaño mediante el engaño de Labán. Aunque Jacob como “engañador” (Gén. 27:12, PDT) sabe bien lo que significa el engaño, se sorprende cuando es víctima de la artimaña. Por lo tanto, pregunta: “¿Por qué, pues, me has engañado?” (Gén. 29:25), lo que muestra que él sabe que el engaño está mal.

Aunque Jacob era engañador, fue engañado. ¿Cómo podemos aprender a confiar en Dios cuando no vemos que se haga “justicia”, cuando vemos que las personas que hacen el mal se salen con la suya o cuando vemos sufrir a los inocentes?

 

Miércoles 25 de mayo: La bendición de la familia

Para Jacob, los últimos siete años de exilio fueron una carga, y con todo, también fueron los años más fructíferos. Jacob será el padre de once de los doce hijos que pasarán a ser los antepasados ​​del pueblo de Dios.

Este segmento constituye el centro de la historia de Jacob (Gén. 25:19–35:26), y comienza y termina con la frase clave: Dios “abrió su matriz”, refiriéndose a Lea (Gén. 29:31, RVA) y a Raquel (Gén. 30:22, RVA). Cada vez que esta declaración va seguida de nacimientos, la evidencia es que estos nacimientos son el resultado de la acción milagrosa de Dios.

Lee Génesis 29:31 al 30:22. ¿Cómo debemos entender hoy el significado de lo que ocurre aquí?

Dios abrió la matriz de Lea y esta tuvo un hijo, Rubén, cuyo nombre contiene el verbo ra’á, que significa “ver”. Debido a que Dios “vio” que Jacob no la amaba (Gén. 29:31), este niño fue una compensación por su dolor y sufrimiento.

Además, ella le pone el nombre de Simeón, que contiene el verbo shamá‘, “oyó”, a su segundo hijo, porque Dios “oyó” (shamá‘) la profundidad y la humillación de su dolor y, por lo tanto, tuvo piedad de ella, así como había oído la aflicción de Agar (Gén. 29:33).

El hijo de Lea, “Simeón”, también resonará con el nombre del hijo de Agar, “Ismael”, que significa “Dios oye” (ver Gén. 16:11). Cuando Lea da a luz a su último hijo, lo llama Judá, que significa “alabanza”. Lea ya no vuelve a referirse a su dolor ni a su bendición. Ella solo se concentra en Dios y lo alaba por su gracia.

Curiosamente, recién cuando Lea no puede volver a dar a luz, Dios “se acuerda” de Raquel y abre la matriz de Raquel (Gén. 30:22). Raquel, la esposa amada, tuvo que esperar siete años después de su matrimonio y catorce años después de su compromiso con Jacob, para tener su primer hijo (Gén. 29:1827; comparar con 30:25). Ella lo llamó “José” para señalar que Dios había “quitado [’asaf] mi afrenta” y expresó: “añádame [iasaf] Jehová otro hijo” (Gén. 30:2324). Por muy equivocadas que fueran algunas de estas acciones, Dios todavía podía usar estas acciones, aunque no las aprobara, para crear una nación a partir de la simiente de Abraham.

¿De qué manera esta historia revela que los propósitos de Dios se cumplirán en el cielo y en la Tierra, a pesar de las debilidades y errores humanos?

 

Jueves 26 de mayo: Jacob se va

En esta historia, Jacob, quien engañó a su padre y a su hermano con el propósito de adquirir la primogenitura y robó la bendición que Isaac tenía la intención de darle a su hijo mayor, adoptó una postura pasiva con Labán y lo sirvió fielmente. Jacob sabe bien que su suegro lo engañó y, no obstante, lo dejó pasar. Es difícil entender la pasividad de Jacob teniendo en cuenta su temperamento. Jacob podría haberse rebelado, o al menos resistirse a Labán o negociar con él. Pero no lo hizo. Simplemente hizo lo que Labán le pidió, por más que todo fuera injusto.

Sin embargo, en el nacimiento del primer hijo de Raquel, José, Jacob finalmente alcanzó el año catorce de sus “servicios” a Labán (Gén. 30:26), y ahora considera dejar a Labán para regresar a la Tierra Prometida. Pero a Jacob le preocupa proveer para su “propia casa” (Gén. 30:30).

Lee Génesis 30:25 al 32. ¿Qué sucede aquí y qué tipo de razonamiento utiliza Jacob? ¿Cuál es la respuesta de Labán?

Había sido un rodeo muy largo para Jacob, quien originalmente se había ido de casa para encontrar una esposa. Probablemente no había sido su intención inicial permanecer tanto tiempo lejos de su país, pero los acontecimientos lo mantuvieron alejado durante años. Ahora es el momento de regresar a casa, ¡y con qué familia tan numerosa!

Con todo, ¿por qué Jacob no dejó a Labán antes? La sumisión antinatural del patriarca sugiere que quizás haya cambiado; que entendió la lección de la fe. Es decir, Jacob esperó la señal de Dios para irse. Recién cuando Dios le habla, Jacob decide trasladarse.

Dios se revela a Jacob como “el Dios de Bet-el” y le ordena que deje la casa de Labán y regrese “a la tierra de [s]u nacimiento” (Gén. 31:13), con las mismas palabras que Dios usó para llamar a Abram para que se fuera “de [s]u tierra” (Gén. 12:1).

Lo que también lo ayudó a ver que era hora de irse, fue la actitud de los hijos de Labán y del mismo Labán (ver Gén. 31:12). “Jacob habr&icacute;a dejado a su astuto pariente mucho antes, si no hubiese temido encontrarse con Esaú. Ahora sintió que estaba en peligro frente a los hijos de Labán, quienes, considerando suya la riqueza de Jacob, podr&icacute;an tratar de obtenerla por la fuerza” (PP 191).

Por lo tanto, tomó a su familia y posesiones y se fue, comenzando así otra etapa en la gran saga del pueblo del pacto de Dios.

 

Viernes 27 de mayo

Para Estudiar y Meditar:

Dios eligió a Jacob no porque él lo mereciera, sino por su gracia. Y, sin embargo, Jacob trabajó duro para tratar de merecer la gracia; lo que en sí es una contradicción. Si se la merecía, entonces no sería gracia, sería por sus obras (ver Rom. 4:1-5), lo que es contrario al evangelio. Recién más tarde Jacob comenzó a comprender el significado de la gracia de Dios y lo que significaba confiar en el Señor, vivir por fe y ser completamente dependiente del Señor. La experiencia de Jacob contiene una lección importante para los ambiciosos: no se esfuercen por ascender a expensas de los demás.

“Jacob pensó lograr el derecho a la primogenitura mediante el engaño, pero se chasqueó. Pensó que había perdido todo, su relación con Dios, su hogar y todo lo demás, y allí estaba como un fugitivo frustrado. ¿Pero qué hizo Dios? Lo contempló en su condición desesperada. Vio su desengaño, y vio que había en él elementos que redundarían para gloria de Dios. Tan pronto Dios vio su condición, le presentó la escalera mística que representa a Jesucristo. Aquí está el hombre que había perdido toda relación con su Dios, y el Dios del cielo lo contempla y consiente en que Cristo salve el abismo abierto por el pecado. Podríamos mirar y decir: “Anhelo el cielo, ¿pero cómo puedo alcanzarlo? No veo ningún camino”. Eso es lo que pensó Jacob, y por eso Dios le mostró la visión de la escalera, y esa escalera conecta la Tierra con el cielo, con Jesucristo. Un hombre puede subir por ella, pues la base descansa sobre la tierra y el peldaño superior llega hasta el cielo” (Comentarios de Elena de White, CBA 1:1109).

 

Preguntas para Dialogar:

  • Observa el carácter de estas personas (Isaac, Rebeca, Jacob, Esaú, Labán, Raquel, Lea) en algunos de estos relatos de la historia sagrada. Observa todas las mentiras y engaños cometidos. ¿Qué nos enseña esto sobre la naturaleza humana en general y sobre la gracia de Dios?
  • Al leer la historia de Jacob, ¿qué evidencia podemos encontrar de que con el tiempo su carácter fue madurando y creciendo?
  • ¿En qué sentido nosotros, como adventistas del séptimo día, podríamos estar en peligro de tener la actitud de Esaú hacia su primogenitura? Es decir, ¿cómo podemos asegurarnos de que nunca dejaremos de amar y apreciar toda la luz que Dios nos ha dado?