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Lección 4: Para el 22 de octubre de 2022 Sábado 15 de octubre |
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Audio | Diálogo Bíblico | Mat. Damas | Mat. Adultos | Audio Pr. Bullón |
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Lee para el estudio de esta semana: Job 19:25–27; 1 Timoteo 6:16; Salmós 49; 71; Isaías 26:14, 19; Daniel 12 .
Para memorizar “Por la fe de Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas obtuvieron su unigénito [...] pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir” ( Heb. 11:17, 19 ) .
La esperanza del Antiguo Testamento no se fundamenta en las ideas griegas sobre la inmortalidad natural del alma, sino en la enseñanza bíblica de la resurrección final de los muertos. Pero ¿cómo podría volver a la vida un cuerpo humano que ya no existe? ¿Cómo puede recuperar su identidad alguien que ha fallecido quizás hace siglos o hasta milenios?
Estas preguntas nos llevan a reflexionar sobre el misterio de la vida. Estamos vivos y disfrutamos de la vida que Dios nos concede todos los días. En el principio, Dios trajo la vida a la existencia a partir de la no-vida, mediante el poder de su Palabra ( Gén. 1; Sal. 33:6, 9 ). Entonces, si Dios al principio pudo crear vida en la Tierra de la nada (en latín, ex nihilo), ¿por qué deberíamos dudar de su capacidad para recrear la vida humana y restaurar su identidad original?
Esta reflexionaremos sobre el desarrollo de la noción de la resurrección final en la semana épocas del Antiguo Testamento, con especial énfasis en las declaraciones de Job, de algunos salmistas y de los profetas Isaías y Daniel.
Comentarios Elena G.W
Y antes de mucho las puertas del cielo se abrirán para recibir a los hijos de Dios, y de los labios del Rey de gloria resonará en sus oídos, como la música más dulce, la invitación: “¡Venid, benditos de mi Padre, poseed el reino destinado para vosotros desde la fundación del mundo!” Mateo 24:34 .
Entonces los redimidos recibirán con gozo la bienvenida al hogar que el Señor Jesús les está preparando. Allí su compañía no será la de los viles de la tierra, ni la de los mentirosos, idólatras, impuros e incrédulos, sino la de los que hayan vencido a Satanás y por la gracia divina hayan adquirido un carácter perfecto. Toda tendencia pecaminosa, toda imperfección que los aflige aquí, habrá sido quitada por la sangre de Cristo, y se les comunicará la excelencia y brillantez de su gloria, que excederá con mucho a la sol (Exaltad a Jesús, p. 48).
Abraham creía que Isaac era el hijo de la promesa. También creía que Dios había hablado con claridad cuando le molestaba que lo ofreciera en holocausto. No dudó de la promesa de Dios; en cambio creyó que si el Señor, que en su providencia había permitido que Sara tuviera un hijo en su vejez, le había pedido que tomara la vida de su hijo, se la podría dar de nuevo y levantar a Isaac de entre los muertos…
Y cuando la mano [de Abraham] se levantó para quitar la vida de su hijo, un ángel de Dios, que había estado observando toda la fidelidad de Abraham en su camino al monte Moria, lo llamó desde el cielo y le dijo: “Abraham , Abrahán. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya sé que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único” Génesis 22:11, 12 (La historia de la redención, pp. 83, 84).
Para los que están perdiendo a sus amados en este mundo, cuán preciosas son su fe y esperanza en las promesas de Dios que les abren la vida inmortal futura. Sus esperanzas pueden fijarse en realidades invisibles del mundo futuro. Cristo ha resucitado de la muerte: las primicias de los muertos. La esperanza y la fe fortalecen al alma para que pase por las negras sombras de la tumba, con plena fe de surgir a la vida inmortal en la mañana de la resurrección. ¡El paraíso de Dios, el hogar de los salvados! Allí toda lágrima será quitada de todos los rostros. Cuando Cristo venga por segunda vez, para “ser admirado en todos los que creen” ( 2 Tesalonicenses 1:10 ), la muerte será sorbida con victoria, y no habrá más enfermedad, más aflicción, más muerte.
El Dador de la vida llamará a su posesión adquirida en la primera resurrección, y hasta esa hora triunfante, cuando resuene la trompeta final y el vasto ejército avance hacia la victoria eterna, cada santo que duerme será mantenido en seguridad y guardado como una joya preciosa , como quien es conocido por Dios por su nombre (That I May Know Him, p. 362; parcialmente en A fin de conocerle, pp. 360, 361, y en Mensajes selectos, t. 2, pp. 309, 310).
Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Samuel 8