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Lección 5: Para el 29 de octubre de 2022 Sábado 22 de octubre |
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Audio | Diálogo Bíblico | Mat. Damas | Mat. Adultos | Audio Pr. Bullón |
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Lee para el estudio de esta semana: Judas 9; Lucas 9:28–36; 1 Reyes 17:8–24; Lucas 7:11–17; Marcos 5:35–43; Juan 11:1–44 .
Para memorizar
“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que viva y crea en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? ( Juan 11:25, 26 ).
Las referencias del Antiguo Testamento a la resurrección que hemos visto hasta ahora se basan mayormente en expectativas personales ( Job 19:25-27; Heb. 11:17-19; Sal. 49:15; Sal. 71:20 ) y en promesas futuras ( Daniel 12:1, 2, 13 ). Sin embargo, también tenemos registros inspiradores de casos en los que hubo gente que realmente resucitó de entre los muertos.
La primera resurrección fue la de Moisés ( Jue. 9; Luc. 9:28–36 ). Luego, también resucitaron el hijo de la viuda de Sarepta ( 1 Rey. 17:8-24 ) y el hijo de la sunamita ( 2 Rey. 4:18-37 ). Cristo, cuando estuvo aquí, en la carne, resucitó al hijo de la viuda de Naín ( Luc. 7:11-17 ), a la hija de Jairo ( Luc. 8:40-56 ) y luego a Lázaro ( Juan 11 ) . Estos casos confirman la enseñanza bíblica de la inconsciencia de los muertos ( Job 3:11-13; Sal. 115:17; 146:4; Ecl. 9:5, 10 ). En ninguno de estos relatos, ni en ninguna otra narración bíblica de resurrección, se hace mención de una supuesta experiencia más allá de la muerte.
Esta semana reflexionaremos con más detenimiento sobre las resurrecciones que tuvieron lugar antes de la muerte y la resurrección de Cristo.
Comentarios Elena G.W
La incondicional obediencia de Abraham fue uno de los casos más notables de fe y confianza en Dios que se encuentran en los anales sagrados. Con la sola promesa de que sus descendientes poseerían Canaán, sin la menor evidencia externa, siguió adonde Dios le llevó, cumplió plena y sinceramente las condiciones de su parte y confiando en que el Señor cumpliría fielmente su palabra. El patriarca fue adonde Dios le indica que era su deber ir; pasó por el desierto sin terror; hubo entre naciones idólatras, con el único pensamiento: “Dios habló; obedezco su voz; él me guiará y me protegerá” (Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 516).
Todos los seres creados viven por la voluntad y el poder de Dios. Son recipientes de la vida del Hijo de Dios. No importa cuán capaces y talentosos sean, no importa cuán amplias sean sus capacidades, son provistos con la vida que procede de la Fuente de toda vida. Él es el manantial, la fuente de vida. Solo el único que tiene inmortalidad, que mora en luz y vida, podía decir: “Tengo poder para ponerla [mi vida], y tengo poder para volverla a tomar”. Juan 10:18 (Mensajes selectos, t. 1, p. 354).
El hablar de religión de una manera casual, el orar sin hambre del alma ni fe viviente, no vale nada. Una fe nominal en Cristo, que le acepta simplemente como Salvador del mundo, no puede traer sanidad al alma. La fe salvadora no es un mero sentimiento intelectual a la verdad. El que aguarda hasta tener un conocimiento completo antes de querer ejercer fe, no puede recibir bendición de Dios. No es suficiente creer acerca de Cristo; debemos creer en él. La única fe que nos beneficiará es la que le acepta a él como Salvador personal; que nos pone en posesión de sus méritos. Muchos estiman que la fe es una opinión. La fe salvadora es una transacción por la cual los que reciben a Cristo se unen con Dios mediante un pacto. La fe genuina es vida. Una fe viva significa un aumento de vigor,
Nuestra confesión de su fidelidad es el factor escogido por el Cielo para revelar a Cristo al mundo. Debemos reconocer su gracia como fue dada a conocer por los santos de antaño; pero lo que será más eficaz es el testimonio de nuestra propia experiencia. Somos testigos de Dios mientras revelamos en nosotros mismos la obra de un poder divino. Cada persona tiene una vida distinta de todas las demás y una experiencia que difieren de la suya. Dios desea que nuestra alabanza ascienda a él señalada por nuestra propia individualidad. Estos preciosos reconocimientos para alabanza de la gloria de su gracia, cuando son apoyados por una vida semejante a la de Cristo, tienen un poder irresistible que obra para la salvación de las almas (El Deseado de todas las gentes, pp. 312, 313) .
Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Samuel 15