Lección 6: Para el 5 de noviembre de 2022
ÉL MURIÓ POR NOSOTROS

Sábado 29 de octubre 

 

 

AudioDiálogo BíblicoMat. DamasMat. AdultosAudio Pr. Bullón

Lee para el estudio de esta semana: Apocalipsis 13:8; Mateo 17:22, 23; Marcos 9:30–32; Juan 19:1–30; Romanos 6:23; 1 Corintios 1:18–24 .

Para memorizar “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él crea, no se pierda, mas tenga vida eterna” ( Juan 3:14, 15 ).

Se ha dicho que no podemos evitar ni la muerte ni los impuestos. Eso no es totalmente cierto: la gente puede evitar los impuestos, pero no la muerte. Es posible que puedan posponer la muerte unos años, pero, tarde o temprano, la muerte siempre llega. Y, porque sabemos que los muertos (justos e injustos) en un principio acaban en el mismo lugar, nuestra esperanza de la resurrección lo es todo para nosotros. Como dijo Pablo, en esta esperanza, incluso “también los que durmieron en Cristo perecieron” ( 1 Cor. 15:18 ), lo cual es algo bastante extraño si los que “durmieron en Cristo” están revoloteando en el cielo en presencia de Dios .
Por lo tanto, la resurrección de Cristo es fundamental para nuestra fe, porque en su resurrección tenemos la seguridad de la nuestra. Pero, antes de que Cristoara de resucitar entre los muertos, por supuesto, tenía que morir. Por eso, en medio de la agonía del Getsemaní, anticipándose a su muerte, oró: “Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora” ( Juan 12:27 ). Y su propósito era morir, para darnos vida.

Esta semana nos centraremos en la muerte de Cristo y lo que significa para la promesa de la vida eterna.


Comentarios Elena GW
Cuando, en respuesta a sus oraciones, la vida de Ezequías fue prolongada por quince años, el rey agradecido, tributó a Dios loores por su gran misericordia. En su canto de alabanza, dice por qué se alegraba: “No te ha de alabar el sepulcro; la muerte no te celebrare; ni esperarán en tu verdad los que bajan al hoyo. El viviente, el viviente sí, él te alabará, como yo, el día de hoy”. Isaías 38:18, 19 (VM). La teología de moda presenta a los justos que fallecen como si estuvieran en el cielo gozando de la bienaventuranza y loando a Dios con lenguas inmortales, pero Ezequías no veía tan gloriosa perspectiva en la muerte. Sus palabras concuerdan con el testimonio del salmista: “Porque en la muerte no hay memoria de ti: ¿Quién te loará en el sepulcro?” Salmo 6:5. “No son los muertos los que alaban a Jehová, ni todos los que bajan al silencio”. Salmo 115:17 (VM) (El conflicto de los siglos, p. 534).
La resurrección de Jesús fue una muestra de la resurrección final de todos los que duermen con él. El cuerpo resucitado del Salvador, su semblante, el acento de su voz, eran familiares a sus seguidores. De la misma manera se levantarán los que duermen en Jesús. Conoceremos a nuestros amigos del mismo modo como los discípulos conocieron a Jesús. Pueden haber estado deformados, enfermos o desfigurados en esta vida mortal; no obstante en su cuerpo resucitado y glorificado se conservará perfectamente su identidad individual y reconoceremos, en el rostro radiante con la luz reflejada del rostro de Jesús, los rasgos de los que amamos.
En su segunda venida, todos los preciosos muertos oirán su voz y surgirán a una vida gloriosa e inmortal. El mismo poder que resucitó a Cristo de los muertos resucitará a su iglesia y la glorificará con él, por encima de todos los principados y potestades, por encima de todo nombre que se nombra, no solamente en este mundo, sino también en el mundo venidero (The Faith I Live By, p. 180; parcialmente en La fe por la cual vivo, p. 182, y en El Deseado de todas las gentes, p. 731).
Nuestra única esperanza es perfecta confianza en la sangre de Aquel que puede salvar hasta lo sumo a los que se allegan a Dios mediante él. La muerte de Cristo en la cruz del Calvario es nuestra única esperanza en este mundo, y será nuestro tema en el mundo venidero. ¡Oh, no comprendemos el valor de la expiación! Si la comprendiéramos, hablaríamos más acerca de ella. El don de Dios en su amado Hijo fue la expresión de un amor incomprensible. Fue lo máximo que Dios pudo hacer para mantener el honor de su ley y, sin embargo, salvar al transgresor. ¿Por qué no debe el hombre estudiar el tema de la redención? Es el tema supremo en el cual se puede ocupar la mente humana. Si los hombres contemplaran el amor de Cristo desplegado en la cruz, su fe se fortalecería para apropiarse de los méritos de su sangre derramada,


  Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Samuel 22