Lección 5

  • Categoría: ESCUELA SABATICA 4-21
  • Publicado el Jueves, 28 Octubre 2021 18:43
  • Escrito por Super User
  • Visto: 36
Lección 5: Para el 30 de octubre de 2021
“EL EXTRANJERO DENTRO DE TUS PUERTAS”

Sábado 30 de octubre Audio  Comentario EGW Mat. Damas Mat. Adultos Audio Pr. Bullón

Lee para el estudio de esta semana

Deuteronomio 4:1–9; Mateo 15:1–9; Números 25:1–15; 1 Corintios 10:13; Deuteronomio 4:32–35; Mateo 5:13–16.

Para memorizar

“Y ¿qué nación grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros?” (Deut. 4:8).

Los primeros tres capítulos de Deuteronomio fueron básicamente una lección de historia, al recordarle al pueblo lo que había pasado hasta ese momento. Para cuando llegamos al capítulo 4, la lección de historia cambia más a un modo sermón, con una finalidad: mostrar el poder y la gracia de Dios obrando entre el pueblo y que, aunque cometieron errores, el Señor todavía iba a honrar su pacto con ellos.

El capítulo 4 comienza con la palabra hebrea (una conjunción y un adverbio), we‘attah, que puede traducirse como “Y ahora” o “Ahora, pues”. Acababan de repasar su historia reciente, un recordatorio de lo que Dios había hecho al guiarlos hasta este punto; entonces, o “ahora, pues”, deben hacer lo que Dios les dice que hagan en respuesta (ver también Deut. 10:12).

El primer verbo hebreo que aparece después de “Ahora, pues” es shema’, el mismo verbo que se usa al principio de la oración Shemá, y significa “escucha”, “oye” u “obedece”, un verbo que se repite a lo largo de Deuteronomio. En otras palabras, es como si el capítulo comenzara diciendo: “Ahora, pues, Israel, debido a lo que hice por ti, debes obedecer lo siguiente…”


Comentarios Elena G.W

Si ellos guardaban sus mandamientos, Dios prometía darles el mejor trigo, y sacarles miel de la roca. Habría de satisfacerlos con una larga vida, y mostrarles su salvación.

Por su desobediencia a Dios, Adán y Eva habían perdido el Edén, y debido a su pecado toda la tierra quedó maldita. Pero si el pueblo de Dios seguía su instrucción, su tierra había de ser restaurada a la fertilidad y la belleza. Dios mismo les dio instrucciones en cuanto a la forma de cultivar el suelo, y ellos habían de cooperar con él en su restauración. De modo que toda la tierra, bajo el dominio de Dios, llegaría a ser una lección objetiva de verdad espiritual. Así como en obediencia a las leyes naturales de Dios, la tierra había de producir sus tesoros, así en obediencia a sus leyes morales el corazón de la gente había de reflejar los atributos del carácter de Dios. Aun los paganos reconocerían la superioridad de los que servían y adoraban al Dios viviente (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 231, 232).

¿Dónde encontraremos leyes más nobles, puras y justas que las presentadas en los libros de estatutos que registran las instrucciones de Moisés a los hijos de Israel? ¿Y de qué otra fuente podemos obtener tanta fuerza o aprender tan noble ciencia? ¿Qué otro libro enseñará a los hombres tan bien a amar, temer y obedecer a Dios? ¿Qué otro libro presenta a los estudiantes más ciencia ennoblecedora, más admirable historia? Presenta claramente la justicia y predice las consecuencias de ser desleales para con la ley de Jehová (Consejos para los maestros, p. 414).

El Señor ha dado grande luz y privilegios a su pueblo. “Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos —dice— Guardadlos, pues, y ponedlos por obra; porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta”. Deuteronomio 4:5, 6

Como pueblo, hemos de colocarnos bajo el estandarte de Jesucristo. Debemos consagrarnos a Dios como un pueblo distinto, separado y peculiar. Él nos habla, y nos dice: “Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David” (Fundamentals of Christian Education, p. 478).

Debería haber un conocimiento bien fundado acerca de la forma como acudir a Dios con reverencia, temor piadoso y amor devocional. Está aumentando la falta de reverencia hacia nuestro Hacedor, y está creciendo la desconsideración por su grandeza y majestad. Pero Dios nos habla en estos días finales…

En estos tiempos peligrosos, los que profesan ser el pueblo de Dios que observa sus mandamientos, deberían guardarse de la tendencia a perder su espíritu de reverencia y santo temor. Las Escrituras enseñan a los hombres cómo acercarse a su Creador: con humildad y reverencia, por medio de la fe en el divino Mediador. Que el hombre se aproxime dobladas las rodillas, como un súbdito de la gracia, un suplicante que comparece ante el trono de la misericordia. De ese modo dará testimonio de que toda su alma, todo su cuerpo y todo su espíritu están sujetos al Creador (La maravillosa gracia de Dios, p. 91).

 

Reavivados por su Palabra: Hoy, Filipenses 4..
Escuche Reavivados por su Palabra

 

Domingo 24 de octubre
“CIRCUNCIDAD VUESTRO CORAZÓN”
AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adultos

Deuteronomio 10, la continuación de Deuteronomio 9, es básicamente la reafirmación del pacto que Dios había hecho con Israel. De hecho, gran parte de este libro es una especie de renovación del Pacto. Es decir, incluso después de su terrible pecado en Horeb, en el que no bien Moisés los dejó por un tiempo cayeron en la idolatría, el Señor todavía no había terminado con ellos.

Lee Deuteronomio 10:1 al 11. ¿Qué sucedió aquí que nos ayuda a comprender que Dios perdonó el pecado de su pueblo y reafirmó la promesa del pacto que hizo con ellos y con sus padres?

Moisés rompió las tablas de los Diez Mandamientos (Deut. 9:17), una señal del Pacto quebrantado (Deut. 32:19). “Para demostrar cuánto aborrecía ese crimen, arrojó al suelo las tablas de piedra, que se quebraron a la vista del pueblo, dando a entender en esta forma que así como ellos habían roto su pacto con Dios, así también Dios rompía su pacto con ellos” (PP 331).

Por ende, el hecho de que Dios le haya dicho a Moisés que cortara nuevas tablas “como las primeras” y que escribiera en ellas las palabras que estaban en las primeras muestra que Dios aun así había perdonado al pueblo y no había terminado con él.

Lee Deuteronomio 10:14 al 16. ¿Qué quiere decirles Dios aquí? ¿Cuál es el significado de las imágenes que el Señor utilizó?

Aquí hay una mezcla de imágenes: el prepucio, el corazón, la cerviz. Sin embargo, la idea es clara. La circuncisión era una señal del Pacto, pero es solo una señal externa. Dios quería su corazón; es decir, su mente, sus afectos, su amor. La imagen de la cerviz simplemente indicaba cuán tercos eran en su renuencia a obedecer al Señor. Y, básicamente –aquí y en otros lugares–, el Señor les estaba diciendo que acabaran con sus lealtades divididas y lo sirvieran con todo su corazón y su alma.

Piensa en todas las veces que el Señor perdonó tus pecados. ¿Qué debería decirte eso acerca de su gracia?


Comentarios Elena G.W

Después requirió que Abraham y su descendencia se circuncidaran, lo que era un círculo cortado en la carne, como señal de que Dios los había cortado y separado de todas las naciones para que constituyeran su tesoro especial. Mediante esa señal se comprometían solemnemente a no contraer matrimonio con personas provenientes de otras naciones, porque si lo hacían podían perder su reverencia por Dios y su santa ley, y llegarían a ser semejantes a los pueblos idólatras que los rodeaban.

Mediante el acto de la circuncisión aceptaban solemnemente cumplir su parte de las condiciones del pacto hecho con Abraham, es a saber, mantenerse separados de todas las naciones y ser perfectos. Si los descendientes de Abraham se hubieran mantenido separados de las otras naciones, no habrían caído en la idolatría. Al mantenerse separados de las otras naciones, la gran tentación de participar de sus costumbres pecaminosas y de revelarse contra Dios no hubiera existido para ellos. Perdieron en gran medida su carácter peculiar y santo al mezclarse con las naciones que los rodeaban. A fin de castigarlos, el Señor trajo hambre sobre la tierra, lo que los obligó a descender a Egipto para preservar su vida. Pero Dios no los olvidó mientras estaban en Egipto, por causa de su pacto con Abraham (La historia de la redención, pp. 149, 150).

Es Dios el que circuncida el corazón. Toda la obra es del Señor de principio a fin. El pecador que perece puede decir: “Soy un pecador perdido, pero Cristo vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. Él dice: ‘No he venido a llamar a justos, sino a pecadores’. Marcos 2:17. Soy pecador y Cristo murió en la cruz del Calvario para salvarme. No necesito permanecer un solo momento más sin ser salvado. Él murió y resucitó para mi justificación y me salvará ahora. Acepto el perdón que ha prometido” (Mensajes selectos, t. 1, p. 459).

Cuando colocamos nuestra vida en completa obediencia a la ley de Dios, considerando a Dios como nuestro Guía supremo, y nos aferramos a Cristo como nuestra esperanza de justicia, Dios obrará en nuestro favor. Esta es una justicia de fe, una justicia oculta en un misterio del cual los mundanos no saben nada y que no pueden entender. Sofistería y contienda forman parte del séquito de la serpiente, pero los mandamientos de Dios —diligentemente estudiados y practicados— nos abren una comunicación con el cielo y hacen que distingamos lo verdadero de lo falso. Esta obediencia da como resultado en nosotros la voluntad divina que produce en nuestra vida la justicia y perfección que se vieron en la vida de Cristo (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 1, p. 1132).

Cada verdadero retorno al Señor imparte gozo permanente a la vida. Cuando el pecador cede a la influencia del Espíritu Santo, ve su propia culpabilidad y contaminación en contraste con la santidad del gran Escudriñador de los corazones. Se ve condenado como transgresor. Pero no por esto debe ceder a la desesperación, pues ya ha sido asegurado su perdón. Puede regocijarse en el conocimiento de que sus pecados están perdonados y en el amor del Padre celestial que le perdona. Es una gloria para Dios rodear a los seres humanos pecaminosos y arrepentidos con los brazos de su amor, vendar sus heridas, limpiarlos de pecado y cubrirlos con las vestiduras de salvación (Profetas y reyes, p. 493).

 

Reavivados por su Palabra: Hoy, Gálatas 3.
Escuche Reavivados por su Palabra

 

 

Lunes 25 de octubre |
“AMARÉIS AL EXTRANJERO”
AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adulto

En medio de estas amonestaciones, Moisés declara: “He aquí, de Jehová tu Dios son los cielos, y los cielos de los cielos, la tierra, y todas las cosas que hay en ella” (Deut. 10:14). Qué expresión tan poderosa de la soberanía del Señor, una idea que también se encuentra en otros lugares de la Biblia: “De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan” (Sal. 24:1).

Lee Deuteronomio 10:17 al 19. ¿Qué otra declaración hace Moisés acerca del Señor también? Más aún, ¿qué le ordena Dios a su pueblo como resultado de esa declaración?

Jehová no solo es el Soberano del cielo y de la Tierra; también es “Dios de dioses y Señor de señores” (Deut. 10:17). Esto no significa que haya otros dioses, dioses menores, como los supuestos dioses que adoraban los paganos a su alrededor. Más que hablar de que solo él es el único Dios (“Ved ahora que yo, yo soy, y no hay dioses conmigo” [Deut. 32:39]), más bien es una forma de afirmar su supremacía total sobre todos los demás poderes, reales o imaginarios, ya sea en el cielo o en la Tierra.

El pasaje también dice que él es “el gran Dios, poderoso y terrible, que no actúa con parcialidad ni acepta sobornos” (NVI). Todo esto es parte del mensaje mayor: Jehová es tu Dios; y tú, su pueblo. Debes obedecerle.

Qué contraste tan poderoso se presenta aquí también. Sí, Jehová es Dios de dioses y Señor de señores, el Gobernante soberano y Sustentador de la creación (Col. 1:16, 17), pero también se preocupa por los huérfanos, las viudas y los extranjeros, y muestra su cuidado al satisfacer sus necesidades físicas inmediatas. El Dios que toma nota cuando un gorrión cae al suelo (Mat. 10:29) conoce la difícil situación de los marginados de la sociedad. En otras palabras, es como si el Señor le estuviera diciendo al pueblo: “Está bien, tal vez sean los elegidos, son especiales y los amo, pero también amo a los demás, incluyendo a los necesitados y los desamparados que hay entre ustedes. Y, así como yo los amo, ustedes también deben amarlos. Esta es una de las obligaciones del Pacto y también es importante”.

Lee Salmo 146:5 al 10. ¿Cuál es el mensaje del Salmo que refleja lo que Dios está diciendo aquí, y qué debería significar esto para nosotros hoy, como cristianos?


Comentarios Elena G.W

En la creación del hombre resulta manifiesta la intervención de un Dios personal. Cuando Dios hubo hecho al hombre a su imagen, el cuerpo humano quedó perfecto en su forma y organización, pero estaba aún sin vida. Después, el Dios personal y existente de por sí infundió en aquella forma el soplo de vida, y el hombre vino a ser criatura viva e inteligente. Todas las partes del organismo humano fueron puestas en acción. El corazón, las arterias, las venas, la lengua, las manos, los pies, los sentidos, las facultades del espíritu, todo ello empezó a funcionar, y todo quedó sometido a una ley. El hombre fue hecho alma viviente. Por medio de Cristo el Verbo, el Dios personal creó al hombre, y lo dotó de inteligencia y de facultades…

Sobre todos los órdenes inferiores de los seres, Dios dispuso que el hombre, corona de su creación, expresara el pensamiento divino y revelara la gloria de Dios. Pero no por ello tiene el hombre que enaltecerse como Dios (El ministerio de la curación, pp. 322, 323).

El Dios que repara en la caída de un gorrión, también percibe vuestro proceder y sentimientos; advierte vuestra envidia, vuestros prejuicios, vuestros intentos de justificar vuestro proceder frente a cualquier injusticia. Cuando juzgáis mal las palabras y los actos de otro, y vuestros propios sentimientos están agitados, de modo que hacéis declaraciones incorrectas, y se sabe que estáis en desacuerdo con ese hermano, entonces inducís a otros, por su confianza en vosotros, a considerar a esa persona como vosotros lo hacéis; y muchos quedan contaminados por la raíz de amargura que aparece de ese modo…

También Dios requiere que cuando hayáis cometido una injusticia, por pequeña que sea, confeséis vuestra falta, no solo al que ofendisteis, sino a aquellos que por vuestra influencia fueron inducidos a considerar a vuestro hermano en forma equivocada, y a anular la obra que Dios le encomendó… y la bendición del Señor reposará sobre vosotros. Así es como moriréis al yo, y Cristo se formará en vosotros (Sons and Daughters of God, p. 309; parcialmente en Hijos e hijas de Dios, p. 311).

Cristo no admitía distinción alguna de nacionalidad, jerarquía social, ni credo. Los escribas y fariseos deseaban hacer de los dones del cielo un beneficio local y nacional, y excluir de Dios al resto de la familia humana. Pero Cristo vino para derribar toda valla divisoria. Vino para manifestar que su don de misericordia y amor es tan ilimitado como el aire, la luz o las lluvias que refrigeran la tierra.

La vida de Cristo fundó una religión sin castas; en la que judíos y gentiles, libres y esclavos, unidos por los lazos de fraternidad, son iguales ante Dios. Nada hubo de artificioso en sus procedimientos. Ninguna diferencia hacía entre vecinos y extraños, amigos y enemigos. Lo que conmovía el corazón de Jesús era el alma sedienta del agua de vida (El ministerio de curación, pp. 15, 16).

Reavivados por su Palabra: Hoy, Colosenses 2.
Escuche Reavivados por su Palabra

 

 

Martes 26 de octubre
PORQUE EXTRANJEROS FUISTEIS EN EGIPTO
AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adulto

“Amaréis, pues, al extranjero; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto” (Deut. 10:19). ¿Cuál es el mensaje para el antiguo Israel aquí? ¿Cuál debería ser el mensaje de este versículo para nosotros también?

Siglos antes, el Señor le dijo a Abram: “Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años” (Gén. 15:13; ver además Gén. 17:8; Hech. 13:17). Esto es, por supuesto, lo que sucedió; y en los primeros capítulos del Éxodo la dramática historia de su redención y la salvación de Egipto (Éxo. 14:13; 15:13) se registró para la posteridad como anuncio de la redención y la salvación que se nos ha dado en Cristo Jesús. En este versículo, el Señor quiere que recuerden dónde habían estado y lo que habían sido, es decir, extranjeros en otra tierra.

En otras palabras, el Señor les dice: “Recuerden cuando eran marginados y esclavos de la sociedad; estaban a merced de quienes eran más fuertes y podían abusar de ustedes”. Aunque Israel era una nación escogida, llamada por Dios “reino de sacerdotes” (Éxo. 19:6), y aunque había algunas diferencias entre ellos y los extranjeros que vivían entre ellos (especialmente en lo respectivo a algunos servicios religiosos), en materia de “derechos humanos”, el extranjero, la viuda y el huérfano debían ser tratados con la misma equidad y justicia que los israelitas nativos demandaban para sí mismos.

Lee Mateo 7:12. ¿Cómo encapsula el versículo lo que el Señor estaba diciendo al antiguo Israel acerca de cómo debían tratar a los débiles que hubiera entre ellos?

Esta advertencia a Israel acerca de cómo debían tratar a los marginados de ninguna manera era la norma en el mundo antiguo, donde en algunos casos los marginados eran tratados como animales, o aún peor.

En contraste, Israel debía ser diferente, una luz para las naciones. Y esa diferencia se luciría en el Dios al que adoraban, en cómo lo adoraban y en todo el sistema de verdades que Dios les había dado. Sin embargo, su trato amable hacia los marginados podría haber sido un poderoso testimonio al mundo de la superioridad de su Dios y de su fe, que en cierto sentido era el objetivo de su existencia como pueblo: dar testimonio al mundo acerca de su Dios.


Comentarios Elena G.W

Los que creen la Palabra de Dios lean las instrucciones contenidas en Levítico y Deuteronomio. Allí verán qué clase de educación se daba a las familias de Israel. Si bien el pueblo elegido por Dios debía destacarse y ser santo, separado de las naciones que no le conocían, tenía que tratar bondadosamente al extranjero. No debía despreciarlo porque no pertenecía a Israel. Los israelitas tenían que amar al extranjero, porque Cristo moriría tan ciertamente por él para salvarlo como lo haría para salvar a Israel. En sus fiestas de agradecimiento, cuando ellos recordaban las bendiciones de Dios, el extranjero debía ser bienvenido. En el tiempo de la cosecha, había que dejar en el campo una porción para el extranjero y el pobre. Así los extranjeros también participaban de las bendiciones espirituales de Dios. El Señor Dios de Israel ordenó que fuesen aceptados si decidían formar parte de la sociedad que lo reconocían como Señor. De esta manera, conocerían la ley de Jehová y lo glorificarían mediante su obediencia.

Dios también desea hoy que sus hijos compartan sus bendiciones con el mundo, tanto en las cosas espirituales como en las temporales. Las preciosas palabras que siguen acerca del Salvador se dijeron para beneficio de cada discípulo de todas las épocas: “Ríos de agua viva brotarán de su corazón”. Juan 7:38.

Pero en vez de compartir los dones de Dios, muchos de los profesos cristianos se enfrascan en sus propios y mezquinos intereses y privan egoístamente a sus semejantes de las bendiciones de Dios (Testimonios para la iglesia, t. 6, pp. 276, 277).

Dios no aprobará ningún medio por el cual un hombre, aun en el menor grado, domine u oprima a su prójimo. La única esperanza para el hombre caído es contemplar a Jesús, y recibirlo como su único Salvador; tan pronto como el hombre comienza a formar una regla de hierro para otros hombres; tan pronto como empieza a enjaezar a los hombres y a guiarlos siguiendo los dictados de su propia mente, deshonra a Dios, y pone en peligro su propia alma y las almas de sus hermanos…

Él [Dios] espera que sus obreros sean bondadosos. ¡Cuánta misericordia revela el trato de Dios! Véase Deuteronomio 10:17-20; 2 Crónicas 20:5-7, 9; 1 Pedro 1:17. Pero las reglas de Dios han sido descuidadas, y se ha ofrecido fuego extraño ante el Señor (El ministerio de publicaciones, p. 154).

“Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos”. Mateo 7:12.

En la seguridad del amor de Dios hacia nosotros, Jesús ordena, en un abarcante principio que incluye todas las relaciones humanas, que nos amemos unos a otros…

En nuestro trato con otros, pongámonos en su lugar. Comprendamos sus sentimientos, sus dificultades, sus chascos, sus gozos y sus pesares. Identifiquémonos con ellos; luego tratémoslos como quisiéramos que nos trataran a nosotros si cambiásemos de lugar con ellos. Esta es la regla de la verdadera honradez. Es otra manera de expresar esta ley: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Mateo 22:39. Es la médula de la enseñanza de los profetas, un principio del cielo. Se desarrollará en todos los que se preparan para el sagrado compañerismo con él (El discurso maestro de Jesucristo, pp. 113, 114).

 

Reavivados por su Palabra: Hoy, Colosenses 3.
Escuche Reavivados por su Palabra

 

Miércoles 27 de octubre
“JUZGAD JUSTAMENTE”
AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adulto


Como creyentes, hemos sido llamados a reflejar el carácter de Dios. Pablo escribió: “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros” (Gál. 4:19). Después de todo, originalmente habíamos sido hechos “a imagen de Dios” (Gén. 1:27), una imagen que luego el pecado desfiguró. Y, como vimos, cuando Moisés habló del poder y la majestad de Dios, también dijo que Dios no aceptaba sobornos y que se preocupaba por los débiles y los marginados. Dios hace esto; por lo tanto, nosotros también debemos hacer lo mismo.

Lee los siguientes pasajes de Deuteronomio. ¿Cuál es el tema común entre todos ellos? Deuteronomio 1:16; 16:19; 24:17; 27:19.

Es casi proverbial el hecho de que los débiles, los pobres y los marginados no obtengan el mismo tipo de “justicia” en la mayoría de los tribunales humanos que quienes tienen dinero, poder y conexiones. No importa el país, la época, la cultura, ni cuán elevados sean los principios de justicia y equidad consagrados en constituciones o leyes, o lo que sea; la realidad sigue siendo la misma: los pobres, los débiles y los marginados casi nunca obtienen la justicia que otros reciben.

Por eso, es notable lo que el Señor mismo estaba diciendo aquí. Esta injusticia, que está en todas partes, no debe cometerse en Israel, entre el pueblo de Dios, los que lo representarán ante el mundo. En cierto sentido, para usar un término de la era moderna, el Señor quería que hubiera “igualdad ante la ley” en el antiguo Israel.

Pero, esto va más profundo que un asunto de mera jurisprudencia. “Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios” (Lev. 19:2). Ellos sabían quién era el Dios verdadero, tenían las formas correctas de adoración y daban las ofrendas correctas. Eso está bien. Pero, en definitiva, ¿de qué servía todo eso si maltrataban a los débiles y los pobres de entre ellos? Vez tras vez, en los escritos de los profetas, el Señor critica a los opresores de los pobres y los necesitados de Israel. ¿Cómo ser “santo” y maltratar a los demás al mismo tiempo? No se puede, sin importar cuán estricta sea la adhesión a los ritos religiosos correctos.

Lee Amós 2:6; 4:1; 5:11; Isaías 3:14 y 15; 10:1 y 2; y Jeremías 2:34. ¿Qué dicen los profetas que refleja lo que el Señor había advertido sobre el antiguo Israel? Estas palabras ¿qué nos dicen a nosotros hoy?


Comentarios Elena G.W

Moisés repitió al pueblo las palabras del Señor, y le anunció el nombramiento de los setenta ancianos. Las instrucciones que el gran jefe les dio a estos hombres escogidos podrían muy bien servir como modelo de integridad judicial para los jueces y legisladores de los tiempos modernos: “Oíd entre vuestros hermanos, y juzgad justamente entre el hombre y su hermano, y el que le es extranjero. No tengáis respeto de personas en el juicio: así al pequeño como el grande oiréis: no tendréis temor de ninguno, porque el juicio es de Dios”. Deuteronomio 1:16, 17 (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 399, 400).

Es extraño que profesos cristianos hagan caso omiso de las enseñanzas claras y positivas de la Palabra de Dios y no sientan remordimiento de conciencia. Dios coloca sobre ellos la responsabilidad de cuidar del infortunado, el ciego, el cojo, la viuda y el huérfano; pero muchos no hacen el menor esfuerzo por tenerlo en cuenta. A fin de salvar a los tales, Dios frecuentemente los pone bajo la vara de la aflicción y los coloca en situaciones similares a las que ocupaban las personas que necesitaban comprensión y apoyo, pero que no lo recibieron de sus manos.

Dios considerará responsable a la iglesia, como un cuerpo, por la conducta equivocada de sus miembros. Si se permite que en cualquiera de sus miembros exista un espíritu egoísta e indiferente hacia el infortunado… Él ocultará su rostro de su pueblo hasta que cumplan con su deber y quiten el mal que hay entre ellos. Si cualquiera que profesa el nombre de Cristo representa mal a su Salvador olvidándose de su deber hacia el afligido, o si en cualquier forma procuran sacar ventaja de la lesión de los desafortunados, robándoles así de sus recursos, el Señor considera a la iglesia responsable por el pecado de sus miembros hasta que hayan hecho todo lo que pueden para remediar el mal existente. Él no oirá la oración de su pueblo mientras el huérfano, el cojo, el ciego y el enfermo que están entre ellos sean descuidados (Testimonios para la iglesia, t. 3, p. 567)

Debe haber un poder que obre en el interior, una vida nueva de lo alto, antes de que el hombre pueda convertirse del pecado a la santidad.

Nadie recibe la santidad como derecho de primogenitura o como obsequio de parte de algún otro ser humano. La santidad es el don de Dios por medio de Cristo. Los que reciben al Salvador llegan a ser hijos de Dios. Son sus hijos espirituales, nacidos de nuevo, renovados en justicia y verdadera santidad. Sus mentes son cambiadas. Con visión más clara contemplan las realidades eternas. Son adoptados en la familia de Dios, y llegan a adquirir su semejanza, transformados por su Espíritu de gloria en gloria. Después de albergar un amor supremo por sí mismos, llegan a albergar un amor supremo por Dios y por Cristo… Aceptar a Cristo como Salvador personal y seguir su ejemplo de abnegación, he aquí el secreto de la santidad (La maravillosa gracia de Dios, p. 120).

Reavivados por su Palabra: Hoy, Colosenses 4.
Escuche Reavivados por su Palabra

 

 

 

Jueves 28 de octubre
RELIGIÓN PURA ANTE DIOS
AudioDiálogo BíblicoComentario EGWMat. DamasMat. Adulto

Lee Deuteronomio 24:10 al 15. ¿Qué principios importantes se expresan aquí con respecto a cómo debemos tratar a los que están bajo nuestro control?

Una vez más, vemos la preocupación del Señor por la dignidad humana básica. Puede ser que alguien te deba algo, y sea hora de recobrarlo, pero muéstrale un poco de respeto, un poco de dignidad, ¿sí? No irrumpas en su casa para exigirle. Espera afuera y deja que él salga y te lo dé. Deuteronomio 24:12 y 13 parece decir que si algún pobre te da su manto como “garantía”, al menos debes dejarlo dormir con él durante la noche. Los otros versículos hablan de cómo tratar a los pobres que trabajan para ellos, que pueden ser oprimidos con tanta facilidad. No los opriman, porque a los ojos de Dios es un pecado, y por cierto grave. Nuevamente, si Israel debía dar testimonio como pueblo santo que anda en la verdad en medio de un mundo lleno de errores, idolatría, maldad y pecado, seguramente tendrían que ser amables con los más débiles y marginados de entre ellos. De lo contrario, su testimonio no serviría para nada.

Lee Santiago 1:27 a 2:11. ¿Qué dice Santiago aquí que refleja lo que el Señor le estaba diciendo a su pueblo en Deuteronomio? ¿Qué importancia tiene el hecho de que en estos versículos Santiago vincule el maltrato a los pobres con los Diez Mandamientos?

Aunque no hay nada en los Diez Mandamientos que tenga relación directa con usar favoritismo hacia los ricos en desmedro de los pobres, adherirse estrictamente a la letra de la Ley y, al mismo tiempo, maltratar a los pobres o los necesitados constituye una burla de la propia profesión de fe y de cualquier pretensión de guardar los Mandamientos. Amar a tu prójimo como a ti mismo es la máxima expresión de la Ley de Dios, y esta es Verdad Presente tanto ahora como lo fue en la época de Santiago, y como lo fue cuando Moisés le habló a Israel en las fronteras de la Tierra Santa.

¿Por qué nosotros, como adventistas del séptimo día, que nos tomamos en serio la observancia de la Ley, debemos cerciorarnos de tomar en serio las palabras de Santiago y Deuteronomio? Según lo que leemos en Santiago, ¿por qué creer en la observancia de la Ley solo debería fortalecer nuestra determinación de ayudar a los pobres y los necesitados de entre nosotros?


Comentarios Elena G.W

La ley dada por Moisés ordenaba que se tratase con tierna consideración a los pobres. Cuando uno de estos daba su ropa como prenda o como garantía de una deuda, no se permitía al acreedor entrar en la casa para obtenerla; tenía que esperar en la calle hasta que le trajeran la prenda. Cualesquiera fuesen las circunstancias, era necesario que fuera devuelta la prenda a su dueño antes de la puesta del sol. Deuteronomio 24:10-13. En los días de Cristo se daba poca importancia a estas reglas misericordiosas, pero Jesús enseñó a sus discípulos que se sometieran a la decisión del tribunal, aunque este exigiese más de lo autorizado por la ley de Moisés (El discurso maestro de Jesucristo, p. 63).

Cristo demostró que nuestro prójimo no es meramente quien pertenece a la misma iglesia o fe que nosotros. No tiene que ver con distinción de raza, color o clase. Nuestro prójimo es toda persona que necesita nuestra ayuda. Nuestro prójimo es toda alma que está herida y magullada por el adversario. Nuestro prójimo es todo aquel que pertenece a Dios.

Mediante la historia del buen samaritano, Jesús pintó un cuadro de sí mismo y de su misión. El hombre había sido engañado, estropeado, robado y arruinado por Satanás, y abandonado para que pereciese; pero el Salvador se compadeció de nuestra condición desesperada. Dejó su gloria, para venir a redimirnos. Nos halló a punto de morir, y se hizo cargo de nuestro caso. Sanó nuestras heridas. Nos cubrió con su manto de justicia. Nos proveyó un refugio seguro e hizo completa provisión para nosotros a sus propias expensas. Murió para redimirnos. Señalando su propio ejemplo, dice a sus seguidores: “Esto os mando: Que os améis los unos a los otros”. “Como os he amado, que también os améis los unos a los otros”. Juan 15:17; 13:34 (El Deseado de todas las gentes, pp. 464, 465).

La verdad divina ejerce poca influencia sobre el mundo, cuando debiera ejercer mucha influencia por nuestra práctica. Abunda la mera profesión de religión, pero tiene poco peso. Podemos aseverar ser seguidores de Cristo, podemos afirmar que creemos toda la verdad de la Palabra de Dios; pero esto no beneficiará a nuestro prójimo a menos que nuestra creencia penetre en nuestra vida diaria. Lo que profesamos puede ser tan sublime como el cielo, pero no nos salvará a nosotros ni a nuestros semejantes a menos que seamos cristianos. Un ejemplo correcto hará más para beneficiar al mundo que todo lo que profesemos.

Ninguna práctica egoísta puede servir a la causa de Cristo. Su causa es la causa de los oprimidos y de los pobres. En el corazón de los que profesan seguirle, se necesita la tierna simpatía de Cristo, un amor más profundo por aquellos a quienes estimó tanto que dio su propia vida para salvarlos. Estas almas son preciosas, infinitamente más preciosas que cualquier otra ofrenda que podamos llevar a Dios. El dedicar toda energía a alguna obra aparentemente grande, mientras descuidamos a los menesterosos y apartamos al extranjero de su derecho, no es un servicio que reciba su aprobación (Palabras de vida del gran Maestro, p. 316).

Reavivados por su Palabra: Hoy, 1 Tessalonicenses 1
Escuche Reavivados por su Palabra

 

 

Viernes 29 de octubreAudioDiálogo Bíblico Mat. DamasMat. Adulto

Para Estudiar y Meditar

Es difícil imaginar que aun en las mejores épocas, como en los reinados de David y Salomón, cuando la nación de Israel había sido tan bendecida por Dios, sin embargo, quizá haya oprimido tanto a los pobres, los desamparados y los marginados de entre ellos.

“Por eso, como pisotean al desvalido y le imponen tributo de grano, no vivirán en las casas de piedra labrada que han construido, ni beberán del vino de los selectos viñedos que han plantado.

¡Yo sé cuán numerosos son sus delitos, cuán grandes sus pecados!” (Amós 5:11, 12, NVI).

“El Señor entra en juicio contra los ancianos y jefes de su pueblo: ¡Ustedes han devorado la viña, y el despojo del pobre está en sus casas!” (Isa. 3:14, NVI).

 

PREGUNTAS PARA DIALOGAR

  • 1. Israel necesitaba recordar que habían sido “extranjeros” en Egipto, que era una de las razones por las que debían tratar a los extranjeros y los marginados de Israel como desearían haber sido tratados cuando eran marginados. ¿Cómo se relaciona esta verdad con el evangelio, con la idea de que, mediante la sangre de Jesús, hemos sido liberados de la esclavitud del pecado? ¿Por qué, y de qué formas paralelas, lo que Jesús ha hecho por nosotros debería afectar la forma en que tratamos a los demás, especialmente a los desamparados de entre nosotros?

    2. Piensa en esto. Podemos adorar en el día apropiado, comprender la verdad sobre la muerte, el infierno, la marca de la bestia, y demás. Está bien. Pero ¿qué significa todo esto si tratamos a los demás de manera desagradable u oprimimos a los débiles de entre nosotros o no administramos justicia de manera justa cuando necesitamos juzgar una situación? Especialmente debido a la verdad que tenemos, ¿por qué debemos tener mucho cuidado de no pensar que todo lo que Dios requiere de nosotros es únicamente conocer la verdad en sí misma? ¿Por qué es una trampa potencialmente peligrosa para nosotros?

    3. ¿Qué papel debería desempeñar nuestra fe para ayudarnos a comprender lo que comúnmente se conoce como “derechos humanos”?

Ver material Auxiliar

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Tessalonicenses 2
Escuche Reavivados por su Palabra